Heinrich Harrer.-
Como cuenta en su obra, "Siete años en el Tíbet", en 1938 Harrer viajó a la cordillera del Himalaya con el objetivo de culminar el pico del Nanga Parhar, pero el inicio de la Segunda Guerra Mundial provocó que su planes iniciales cambiasen radicalmente. La obra autobiográfica narra la estancia llena de dificultades de Harrer en el Tíbet, su huida de las tropas británicas en 1938, los cinco años de residencia en Lhasa, la capital, prohibida en esa época a los extranjeros, y donde se ganó la amistad del Dalai Lama. La obra finaliza con la llegada de las tropas de la China comunista y su salida del Tíbet, y desde entonces se dedicó a denunciar la destrucción por el régimen chino de la cultura tradicional tibetana.
Quizá fueron aquellas postales o los sellos con montañas que tantas veces había visto pasar de niño por las manos de su padre, un funcionario de correos austriaco, los que determinaron su afición por las altas cumbres. El caso es que Heinrich Harrer se marchó a principios de 1930 de su Carintia natal para ir a estudiar a Graz donde se licenció en Educación Física y Geografía y compaginó sus estudios con trabajos como monitor de esquí y guía de montaña.
En 1936 fue elegido portador de la bandera olímpica, encabezando la delegación austriaca en un país todavía libre del nazismo.
Dos años más tarde, decide emprender uno de los mayores retos de la historia del alpinismo: alcanzar la cumbre del Erger Nordwand en la vecina Suiza a 2.000 metros de altura, en una expedición conjunta realizada con su amigo austriaco, Fritz Kasparek y los alemanes Anderl Heckmair y Ludwig Vörg. Lo que ellos logran el 24 de julio del año 1938 lo habían intentado anteriormente varios alpinistas, dejándose todos ellos la vida en el intento.
Este éxito le animó a participar en la expedición para adentrarse en las tierras bajas del noroeste de la India, tras completar una expedición de reconocimiento al Nanga Parbat, una de las cumbres más altas del mundo que no llegan a alcanzar pero la peligrosa aventura les permite descubrir un nuevo camino de ascenso por el Diamir. Al regresar en septiembre de 1939 y holgazanear en Karachi, entonces parte de la India británica, les sorprende el estallido de la Segunda Guerra Mundial.
Harrer, con 27 años, y sus compañeros son arrestados y enviados a un campamento de prisioneros británico. En ese campamento permancerá a pesar de los cuatro intentos de huida, varios años y para aprovechar el tiempo decide aprender japonés y tibetano. Pero a la quinta fue la vencida, y el 29 de abril de 1944 empieza una huida de 21 meses durante la cual recorrerá más de 2.000 kilómetros por el Tibet. Esta odisea se convertirá en una de las más impresionantes historias de la exploración del siglo pasado. Harrer y su compañero de huida, Peter Aufschnaiter, permanecen ocultos en remotas aldeas hasta llegar a la ciudad prohibida de Lhasa donde descubren el esplendor del budismo y asisten al comienzo del totalitarismo ejercido por China.
En 1946 Heinrich Harrer ya es amigo y profesor del joven Dalai Lama, un lazo que siguió existiendo hasta su muerte el pasado sábado. Harrer decide permanecer siete años en el Tíbet hasta 1951, experiencia que quedó plasmada en su famoso libro que fue llevado a las pantallas en los años 90 en una famosa película protagonizada por Brad Pitt. Aquel año, su fama se ve salpicada con informaciones sobre su pasado nazi. Harrer no solo fue miembro del NSDAP (partido nazi) en 1933, época durante la cual estaba prohibido este partido en Austria, sino también miembro de las SS. A pesar de este oscuro capitulo, jamás se le pudo acusar de haber cometido crímenes de guerra. «Tengo la conciencia tranquila», solía decir y su aura alpinista logró vencer las tinieblas políticas.
Trece años después de tanta aventura, decide regresar a Austria y en los siguientes 50 años no paró de alcanzar cumbres que hasta entonces nadie había logrado vencer. Fueron unas 30 en total ubicadas en medio mundo. América del Sur, Groenlandia, Africa, Hawai, Tahití, Nueva Guinea, Nepal, Surinam, Borneo y Buhtan han sido algunas de sus expediciones. Harrer escribió libros y creó un museo del Tíbet en su pueblo natal de Hüttenberg. Y ya anciano, cada vez que celebraba un cumpleaños importante, recibía la visita de su fiel amigo el Dalai Lama, Tenzin Gyatso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario