Fernando Savater: “La aflicción es más fuerte que la razón”
El filósofo publica 'Voltaire contra los fanáticos', un alegato a favor de la tolerancia.
El libro está dedicado a su mujer, fallecida en marzo pasado.
El filósofo Fernando Savater, en su casa de Madrid. / KIKE PARA
“Fue valiente, sabia, libre, única”. Esto decía la esquela de Sara Torres, esposa de Fernando Savater, que murió el 18 de marzo pasado. Semanas antes su marido le había dedicado Voltaire contra los fanáticos (Ariel), una antología de textos del pensador francés. El libro acaba de aparecer y el filósofo, abatido, se ha instalado en San Sebastián, la ciudad en la que nació en 1947. Solo ha vuelto a Madrid fugazmente para participar en unmitin de UPyD, su partido. “En esta casa hay demasiados recuerdos, literalmente”, dice señalando los mil libros, fotos y figuritas que tapizan las paredes.
Pregunta. ¿La filosofía sirve para algo cuando muere alguien querido?
Respuesta. Desgraciadamente, no. Tienes más argumentos para razonar las cosas, pero la razón no detiene el dolor. La aflicción es más fuerte que la razón.
P. ¿Tampoco la literatura consuela?
R. A mí, no. Al contrario. Nosotros teníamos una relación basada en compartir los libros, las películas… Ahora todo me parece plano, sin eco.
P. En este libro se declara fanático de su mujer. El único fanatismo que se permite usted. ¿Por qué deberíamos leer a Voltaire?
R. La mayor parte de su obra es ilegible salvo para expertos en el siglo XVIII. Pero perduran sus opúsculos, los cuentecitos, el maravilloso Diccionario filosófico. Y luego está la correspondencia, que era fabulosa. Se encontraron 40.000 cartas en su casa de Ferney. Lo que hubiera hecho este hombre con un WhatsApp.
"Tengo una idea activa de la filosofía. Me interesa la razón práctica: no tanto cómo conocer más sino cómo vivir mejor"
R. Siempre que ha habido atentados basados en la intolerancia se recurre a él. Yo estaba en Inglaterra cuando la fetua contra Rushdie y vi un cartel que decía: “Avisad a Voltaire”.
P. ¿Qué le parece la polémica en el Pen Club sobre premiar o no a Charlie Hebdo?
R. Charlie Hebdo ha sido provocador para muchos. No todo el mundo va a matarlos, pero no quieren que se les dé una medalla. Eso revela que los fanáticos son el extremo de algo que tiene otros muchos grados. Todos los que ponen objeciones a que alguien pueda expresarse libremente porque la blasfemia está mal son un estadio primero de lo que los islamistas son el último.
P. ¿Blasfemar es un derecho?
R. Si me invitan a casa de unos señores religiosos no entró cagándome en Dios. Pero una cosa es la cortesía, cosa que suelo practicar, y otra que sea una obligación. Algunos dicen: “Es que hiere mis sentimientos”. Pues no lea Charlie Hebdo. La convivencia en la democracia consiste en saber distinguir lo que puede molestarnos y lo que podemos castigar.
P. En el libro define al intelectual como una mezcla de agitador político, profeta y director espiritual. Parece un autorretrato.
R. No, no, es un retrato de Voltaire, que fue el primer intelectual moderno. De Erasmo podrías decir que es un intelectual, pero le faltaba algo fundamental: los medios de comunicación. Es gracioso que se hable de intelectual mediático. Todos lo son.
P. También dice que Voltaire era más “un pedagogo y un divulgador” que un “especulador creativo”. ¿Se identifica usted?
R. Sí, no he sido un contemplativo. Seguramente por falta de talento para ello. Una cosa son los grandes filósofos y otra los que acercamos las ideas de los grandes a la gente corriente. Siempre he tenido una idea activa de la filosofía. Me interesa la razón práctica: no tanto cómo conocer más sino cómo vivir mejor.
P. ¿Siente que ha sacrificado su trabajo teórico por esa actividad práctica?
"Yo puedo ser político como tú puedes usar una sopera de Limoges como orinal: en los dos casos hay un desperdicio de material"
R. No. Es cierto que si no hubiera vivido en el País Vasco no habría dedicado tanto esfuerzo a algo tan estúpido como el nacionalismo, pero no voy a decir que no he escrito laCrítica de la razón pura porque he perdido el tiempo haciendo política. Con más tiempo tampoco la habría escrito. Crecí en una dictadura y desde joven estaba deseando ejercerme como ciudadano político.
P. ¿Hay algo de vanidad en esa exhibición pública?
R. Puede ser. Los alumnos que no se atreven a preguntar en clase son a veces lo que tienen cosas más interesantes que decir. Para decidirte necesitas cierta seguridad en ti mismo, y la vanidad puede ser parte de ella.
P. Milita en UPyD, ¿nunca le han ofrecido ser candidato?
R. Sí, incluso antes de la fundación de UPyD. Pero siempre he pensado que yo puedo ser político como tú puedes usar una sopera de Limoges como orinal: en los dos casos hay un desperdicio de material [ríe].
P. Eso sí que suena vanidoso.
R. Exactamente [ríe de nuevo]. Para ser político hay que tener capacidad gestora, no solo vocación de hacerse oír. Yo tengo lo segundo pero carezco de lo primero. Massimo Cacciari tenía las dos. En las cenas nos hablaba de abstracciones que tardábamos dos horas en entender y luego, como alcalde de Venecia, fue el más eficaz. Yo ni rellenar un formulario sé.
P. ¿Qué le parece que proliferen los intelectuales-candidatos?
R. Prefiero a alguien que sepa cómo funcionan los ayuntamientos.
P. Tal vez no se busca alguien que sepa sino alguien decente.
"Siempre me he considerado una persona sin importancia que se ha dedicado a las cosas importantes: a la reflexión sobre la libertad, a la lucha contra las imposiciones tiránicas y contra la brutalidad"
R. Parece que la política es el lugar de los vicios y la ética el lugar de las virtudes, pero no es así. La política también tiene sus valores. La honradez de un ministro no es solo un valor personal, es una virtud política.
P. Su gran éxito fue Ética para Amador, dedicado a su hijo. Su propia generación se rebeló contra la autoridad. ¿Puede haber educación sin autoridad?
R. La autoridad es necesaria; la tiranía, no. Hegel decía: “Ser libre no es nada; llegar a ser libre es lo importante”. Para llegar a ser libre hace falta la autoridad. Autoridad viene de augeo: ayudar a hacer crecer. Autoridad y auge vienen de lo mismo. Todos crecemos como la hiedra, apoyándonos en algo que nos ofrece resistencia. La tiranía quiere que seamos eternamente niños. La autoridad ofrece resistencia pero hace crecer. Si no has tenido resistencia no creces recto, sino reptando.
P. ¿Lo ha aplicado cómo padre?
R. Como profesor. Como padre es otra cosa. Cuando Amador vivía conmigo y le reñía me decía: “Y pensar que todos creen que eres un padre modélico”. Yo le decía: “Eh, aquí soy el padre, no el que escribe los libros”. De todos modos, Amador ha sido mejor de lo que yo le hubiera podido enseñar a ser. Lo habrá sacado de otro sitio.
P. Su hijo fue muy activo durante el 15-M. ¿Se entiende con él?
R. Como se entienden un padre y un hijo. No hacemos mastersdiscutiendo. Lo que me tranquiliza es que se ha dedicado a las cosas que importan. No es broker de bolsa, vamos. Aunque no tenga las mismas ideas que yo, tiene la idea que tengo yo sobre las cosas que importan.
P. ¿Y qué es lo que importa?
R. Yo siempre me he considerado una persona sin importancia que se ha dedicado a las cosas importantes: a la reflexión sobre la sociedad, sobre la libertad, a la lucha contra las imposiciones tiránicas y contra la brutalidad. En eso he pensado siempre.
P. ¿Ahora qué está pensando?
R. Ahora todo me cuesta un horror. Hasta levantarme y afeitarme por las mañanas. Estoy tratando de acabar un libro que habíamos empezado mi mujer y yo. Sobre las guaridas de los grandes escritores europeos. Ella hacía el diseño gráfico, con cómics y fotografías y yo, los textos. Lo firmamos los dos. Muchos libros míos deberían haber salido firmados también por ella, pero ella no quería. Por fin habrá uno. Se titula Aquí viven leones.
UPyD vuelve a la casilla de salida
Cuando se le pregunta qué le pasa a UPyD, el partido que él contribuyó a fundar, Savater no duda un segundo: “Le pasa que es víctima de la moda. Los medios se olvidan de un partido que sacó un millón de votos en las europeas. Solo se cuentan las querellas internas, como si en otros partidos la gente no criticara a la dirección. ¿Y nuestras propuestas? UPyD ya ha hecho lo que los otros partidos dicen que van a hacer: combatir la corrupción, no tener imputados... Estamos como en la primera época, cuando no nos querían dar dinero en los bancos y los periódicos no nos hacían caso”.
El luto como género literario | Cultura | EL PAÍS
El luto como género literario
La literatura del duelo en 9 pasos
La actriz Jeaninne Mestre, en un ensayo de la obra teatral "El año del pensamiento mágico" , con texto de Joan Didion, en el Teatro Español de Madrid. / SAMUEL SÁNCHEZ
La muerte también escribe. En febrero pasado, Fernando Savater cerró con estas palabras el prólogo a su último libro, Voltaire contra los fanáticos (Ariel): “El conjunto va dedicado a Sara, mi mujer, de quien soy fanático pero sólo por las vías del amor”. Poco después, el 18 de marzo, tras semanas de enfermedad, la esposa del filósofo moría en San Sebastián y él la despedía con un “¡Buen viaje, capitana!” y las palabras que Fray Luis de León dedicó a la elocuencia de Santa Teresa: “Nadie la conversó que no se perdiera por ella”. Savater hizo imprimir las dos frases en una esquela de periódico en la que retrataba a su mujer como “valiente, sabia, libre, única”. Tristemente, el tiempo ha convertido aquella dedicatoria en un testimonio de duelo anticipado. Ahora el filósofo se afana en terminar un libro sobre los lugares de trabajo de los escritores que él y su mujer llevaban tiempo planeando.
En el célebre poema de Antonio Machado a la muerte de Francisco Giner de los Ríos en febrero de 1915, hace ahora un siglo, el poeta recoge el deseo del fundador de la Institución Libre de Enseñanza de que aquellos que le quisieron le hicieran un duelo no de lágrimas sino de “labores y esperanzas”. Es lo que hace Savater y lo que hizo Rafael Sánchez Ferlosio, que alguna vez ha contado cómo la muerte de su hija Marta en 1985 pudo ser el motivo que le llevó a sumergirse en la escritura. De aquella inmersión saldrían al año siguiente dos ensayos, una novela y una recopilación de artículos. Esta última, La homilía del ratón, lleva una dedicatoria antológica:
A la memoria
de quien más he querido en este mundo,
Marta Sánchez Martín,
que tantas veces metió baza en estas páginas,
con su palabra aguda y redicha
como una campanita de convento,
que, a despecho del mundo,
todavía me sonaba a amanecer.
Aunque la literatura ha distraído el dolor de algunos escritores, muchos otros han hecho del duelo el objeto mismo de su literatura. El resultado constituye todo un subgénero que recientemente ha dado obras de altura para completar un sudoku emocional hecho de ausencias, cuentas pendientes y combates desiguales entre el dolor y la rutina. Ante el asombro de los supervivientes, es un clásico, la vida cotidiana no se detiene nunca.
1 Hija de su madre. En la gran sensación del año, También esto pasará (Anagrama), Milena Busquets llora la muerte de su madre, la escritora y editora Esther Tusquets, al tiempo que hace un elogio a la ligereza que arranca al filo de la frivolidad para terminar desembocando en gran literatura. También lo es, gran poesía en este caso, lo que llena Las veces (Pre-Textos), el libro que Esperanza López Parada ha dedicado a su progenitora, la pintora Esperanza Parada, esposa del escultor Julio López Hernández. López Parada sale airosa de un reto que es doblemente arriesgado si se piensa que uno de los textos fundacionales de la lírica castellana es una elegía filial: las coplas de Jorge Manrique a la muerte de su padre.
2 Nombrar el suicidio. Lo que no tiene nombre (Alfaguara) es el título que la colombiana Piedad Bonnett puso a su intento de entender los motivos que llevaron a su hijo, pintor veinteañero, a tirarse por la ventana de su apartamento en Nueva York. A veces la literatura busca palabras donde ya no quedan.
3 Nombrar la eutanasia. Otro colombiano, Tomás González, puso voz en La luz difícil (Alfaguara) a los pensamientos de un padre cuyo hijo, enfermo, viaja a Portland en el que le van a aplicar legalmente la eutanasia. Al muchacho le acompaña su hermano mientras el narrador piensa en cosas como la diferencia horaria: “¿Ya habrá pasado?”
4 Padre e hijo. Sergio del Molino se enfrentó en La hora violeta(Literatura Random House) a la muerte de su hijo de dos años a causa de una leucemia. En un relato crudo pero nada exhibicionista, el propio escritor dedica algunas páginas a su propia lectura de uno de los grandes clásicos de la literatura española del duelo: Mortal y rosa, de Francisco Umbral.
5 Padre e hija. Joana se llamaba una de las hijas del poeta catalán Joan Margarit y Joana (Hiperión) se titula el libro que, de principio a fin, le dedicó a su muerte. La infancia, la enfermedad, el hospital, el final y una casa que se vuelve demasiado grande van dando forma a un poemario que alterna la duda (“nunca sabré qué sabes tú de mí, / ni en qué verdad hemos estado juntos”) y la crudeza (“Con la frente apoyada en el cristal / pido perdón a mis dos hijas muertas / porque ya casi nunca pienso en ellas”).
6 Mujeres y maridos. Cuando Pierre Curie murió atropellado por un coche de caballos su mujer, la científica Marie Curie, escribió un diario para tratar de llenar esa ausencia. A esas páginas recurrió Rosa Montero cuando murió su marido. El resultado del cruce de ambas historias es La ridícula idea de no volver a verte (Seix barral). También a su marido ha dedicado recientemente Lea VélezEl jardín de la memoria (Galaxia Gutenberg), un ejemplo de templanza vital y exigencia literaria.
7 Ajuste de cuentas. En noviembre de 2011 el novelista español Marcos Giralt Torrente ganaba el Premio Nacional de Narrativa por un libro sin ficción, Tiempo de vida (Anagrama). Lo que empieza siendo un duro ajuste de cuentas termina convirtiéndose en un emocionante testimonio del amor de un hijo hacia su padre. Un testimonio que recoge, además, una particular lista de libros escritos para mitigar el dolor: de Héctor Abad Faciolince (El olvido que seremos) a Joan Didion (El año del pensamiento mágico; una versión teatral de esta ya clásica obra de Didion puede verse hasta el 14 de junio en el Teatro Español de Madrid). Entre los publicados este año, Giralt Torrente podría haber añadido el irregular La isla del padre (Seix Barral), con el que Fernando Marías ganó el último premio Biblioteca Breve.
8 Hijo de su madre. “Madre no hay más que una y me tocó a mí”. Esa es la cita que Julián Herbert puso al frente de Canción de tumba(Literatura Random House), un relato escrito sin contemplaciones en el que el escritor mexicano acompaña la muerte de su madre en un hospital mientras recuerda los días en que ambos viajaban de ciudad en ciudad cuando ella era una prostituta y él, el hijo de una prostituta.
9 Palabras de familia. “La muerte no se entiende, eso es cierto, pero tampoco la vida se entiende del todo. Además, no todo lo descubres tú. Las palabras necesarias están esperándote en algún sitio”. Esto dijo el narrador Luis Mateo Díez con motivo de la publicación de Azul serenidad o la muerte de los seres queridos(Alfaguara), dedicado a la desaparición de una sobrina de 38, fotógrafa. Cuando se haga el recuento de la oceánica obra del creador de Celama habrá que contar con este libro, al que solo irreflexivamente podría calificarse de menor.
Y adiós. La literatura del duelo es algo menos que duelo y algo más que literatura. Ante la muerte de un ser querido, Auden pedía en “Funeral Blues” –un poema popularizado por la película Cuatro bodas y un funeral- que se parasen los relojes. Los relojes no paran pero los escritores siguen intentándolo. Es lo que han autores como Philip Roth (Patrimonio), Paul Auster (La invención de la soledad), C. S. Lewis (Una pena en observación), Albert Cohen (El libro de mi madre), Albert Caraco (Post Mortem), Ackerley (Mi padre y yo) o Richard Ford (Mi madre). En el intento nos dieron alguno de sus mejores libros.
-.-.-.-el dispensador anota en tu margen ► La mecánica cuántica describe, en su visión más ortodoxa, cómo en cualquier sistema físico –y por tanto, en todo el universo– existe una diversa multiplicidad de estados, los cuales habiendo sido descritos mediante ecuaciones matemáticas por los físicos, son denominados estados cuánticos. De esta forma la mecánica cuántica puede explicar la existencia del átomo y revelar los misterios de la estructura atómica, tal como hoy son entendidos; fenómenos que no puede explicar debidamente la física clásica o más propiamente la mecánica clásica.
De forma específica, se considera también mecánica cuántica, a la parte de ella misma que no incorpora la relatividad en su formalismo, tan sólo como añadido mediante la teoría de perturbaciones.1 La parte de la mecánica cuántica que sí incorpora elementos relativistas de manera formal y con diversos problemas, es la mecánica cuántica relativista o ya, de forma más exacta y potente, la teoría cuántica de campos (que incluye a su vez a la electrodinámica cuántica, cromodinámica cuántica y teoría electrodébil dentro del modelo estándar)2 y más generalmente, la teoría cuántica de campos en espacio-tiempo curvo. La única interacción que no se ha podido cuantificar ha sido la interacción gravitatoria.
La mecánica cuántica es el fundamento de los estudios del átomo, su núcleo y las partículas elementales (siendo necesario el enfoque relativista). También en teoría de la información, criptografía y química.
el dispensador dice: de pronto, algo que tenías, a lo que te habías acostumbrado, algo a lo que pertenecías, así como así se esfuma, desaparece, la vida, por alguna razón, te lo quita... dejándote el vacío que te acosa, te desvela, te agobia y te agita... y simplemente miras... lo aceptas... te conformas... y te dices a tí mismo, "bueno, así es la vida"... "nada es para siempre, muchos menos aquí donde los espíritus encarnan y respiran"... y te vas acostumbrando al hueco, asumiendo que tal vez, algún día... brotará "algo" desde una nueva geometría... y simplemente, caminas...
todo lo que nos rodea es cuántico...
todo lo que nos rodea es cosmogónico...
todo el universo se sostiene a sí mismo, sin que ningún ser humano haga algo por ello... el orden se impone al caos y crea un equilibrio que no contiene tiempo... donde la luz es una aguja que se enhebra... y donde si encuentras el meollo que te lleva... tal vez, quizás... vuelvas... porque así es el orden del karma... hilos de plata que hacen de puente, de tejido, o de sentido de pertenencia...
implacable se vuelve la ausencia, cuando la filosofía no forma parte de la consciencia... o tal vez, se sigue de largo, mientras se aleja... porque la cosmogonía no se cede ni se entrega, justamente, porque su condición de eterna... universos diversos... esferas superpuestas... esferas paralelas...
la vida es como la tomas... y si no lo haces, la dejas... y lo pendiente espera... hasta que en otra vida regresas, a resolver viejas fórmulas "viejas", ecuaciones no resueltas... porque los logaritmos te traen... y así como lo hacen... también te despiden... y el ciclo se entrelaza... como espiral que te trae de vuelta... y así cada vez que llegas, todo recomienza...
la filosofía es cuántica porque pertenece a una lógica matemática que se retroalimenta... cuando tienes la llave de la ética...
si no hay valores vigentes... el espíritu se oxida mientras el alma se desintegra... y el aura asume un extraño color negro, donde los vacíos imperan... siendo tal como se muestran... para eso... necesitas comenzar estudiando, lo que aún flota de Tesla... porque debes entender, que las partículas atómicas jamás se desintegran... sino que dispersándose se re-integran a una nueva o a una vieja esencia... que las sostiene siempre en vigencia...
no se debe razonar la aflicción, como tampoco se debe razonar el olvido... es preferible la omisión, a erigirse como propio enemigo... por ello, simplemente te digo... que la lógica conserva su íntimo sentido, el del magnetismo tanto como el del equilibrio... y lo que orbita, sea lo que sea, no es un más de lo mismo... sino un permanente regreso sin siquiera haber partido... por eso la luz... es sólo para los elegidos. MAYO 22, 2015.-
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