La rica diversidad de las canciones folklóricas de la etnia “zhuang”
Las canciones folklóricas de la etnia zhuang son las que las que gozan de una mayor fama en la cultura popular étnica de Guangxi. En la música tradicional de la etnia zhuang, cada villa y cada pueblo dispone de sus propias composiciones pero, al mismo tiempo, se conservan ritmos fijos que se combinan con letras improvisadas para revelar sentimientos e ideas de forma muy singular.
Guangxi es una región autónoma caracterizada por aglutinar una enorme cantidad de grupos étnicos. Además de los zhuang, que actúan como núcleo central del resto, son más de una docena las etnias que conviven en su territorio, y que le aportan una diversidad de una enorme riqueza. Entre las facetas más notables de la cultura popular étnica de Guangxi son dignos de mención el canto, el baile, los instrumentos de viento, los combates, la danza caitang, consistente en caminar acentuando los pasos al son de la música, entre otras. Las canciones han conformado desde antaño el principal medio de expresión para los habitantes del área geográfica de Lingnan y, de todas ellas, son las folklóricas de la etnia zhuang las que gozan de una mayor fama.
El origen de las canciones folklóricas de la etnia zhuang se remonta a la época en la que coexistieron las culturas primitivas. Los tarareos y canturreos pronunciados por los miembros de estas sociedades durante su vida y trabajo fueron dando forma, con el paso del tiempo, a estribillos sencillos, naturales y de gran viveza, que permitían expresar con sinceridad sus ideas y sentimientos. Dado que estas composiciones toman sus temas directamente de la vida cotidiana, permiten reflejar distintas peculiaridades de la sociedad en su conjunto: se pueden distinguir canciones de queja, de amor, de trabajo, históricas, antifónicas, y un largo etcétera. También poseen la habilidad de adoptar formatos muy diversos, como puedan ser las denominadas paige, término que hace referencia a un tipo de canción que carece de estrofas como estructura fija y cuya letra viene dispuesta en su totalidad en renglones; y las sange, descripciones en prosa de fenómenos de la vida cotidiana, en su mayoría relacionadas con el amor. Además, los zhuang cuentan con la canción más apropiada para cada situación pues, cuando se bebe, se canta al vino. Durante la ceremonia conocida como yingqin, en la que el novio acude al hogar de su prometida para llevarla al lugar en el que se va a celebrar su boda, se interpretan las canciones lanlu, en las que el cantante debe demostrar sus mejores habilidades musicales para que el resto de personas le permitan el paso. Y, por último, en sus citas, los enamorados también tienen a su disposición románticos cantos de amor. No en vano tal diversidad hace honor al dicho según el cual “ningún evento carece de su propia canción, así como no existe el festival que pueda celebrarse sin cantar”. Dichas melodías son las protagonistas de la música tradicional de la etnia zhuang, en la que cada villa y cada pueblo dispone de sus propias composiciones pero, al mismo tiempo, se conservan ritmos fijos que se combinan con letras improvisadas para revelar sentimientos e ideas de forma muy singular.
Quienes pertenecen a esta etnia, independientemente de cual sea su sexo, comienzan a estudiar las canciones folklóricas a muy temprana edad. De hecho, son muchos los que se valen de este tipo de letras tradicionales para enriquecer sus diálogos y exteriorizar su comunicación diaria. Si bien se encuentran muy ligadas a la cotidianidad, sus características no son aleatorias, sino que, en realidad, están sujetas a una serie de normas preestablecidas. En las ceremonias de veneración de ancestros, en las bodas o en las recepciones de invitados, las canciones versan sobre contenidos muy dispares. Sus estructuras, así pues, también dependen de la persona a la que estén dirigidas, de modo que una canción dedicada a unos padres adopta unas peculiaridades diferentes de aquellas destinadas a personas mayores o amistades.
La devoción que profesan a sus canciones es la responsable de que sean varias las fechas que dedican a su música tradicional. Por ese motivo organizan reuniones y eventos, conocidos por los nombres de gewei y gejie, que son ferias y festivales de la canción. Cada cierto tiempo, mujeres y hombres, ancianos y niños, ataviados con sus mejores atuendos, participan en ellas para relacionarse con sus conocidos a través de la música. Son estas ocasiones especialmente relevantes para los jóvenes que, a menudo, se valen de melodías de llamada y respuesta o duige para exhibir su talento musical y tratar de encontrar a su media naranja. Interpretadas por parejas, estas canciones tienen unas reglas muy estrictas. Con ellas, ambos participantes pueden intercambiar información sobre su pasado, su contexto familiar, sus virtudes, su personalidad y otros asuntos para determinar si existe realmente afinidad entre ambos y, dado el caso, para manifestarse admiración y, por último, declararse su amor.
La más solemne de sus festividades es la feria de la canción, que se celebra cada tercer día del tercer mes lunar para festejar el aniversario de Bu Luotuo, a quien los zhuang veneran como dios y creador. Antiguamente, este era un día con un marcado carácter religioso, en el que la etnia reverenciaba a sus antepasados, ofrecía sacrificios a sus dioses y festejaba sus cosechas. Paulatinamente, el evento fue desarrollándose hasta convertirse en un fastuoso y popular espectáculo en el que el canto y la danza adquieren un papel central. Llegada la fecha, todas las familias preparan platos de arroz glutinoso y huevos muy coloridos, participan en el certamen denominado qiang huapao, en el que dos equipos compiten por hacerse con los restos de un petardo que acaba de explotar, interpretan obras de teatro típicas y organizan otros muchos tipos de actividades. De entre todas ellas, las más importantes son aquellas relacionadas con las canciones folklóricas. Solistas, grupos, coros, duetos y otras formaciones aportan su granito de arena para dotar a los espectáculos de una enorme heterogeneidad. Cualquier elemento que pueda tener relación con la vida de los participantes puede convertirse en el argumento central de una canción. Por ello, las hay que versan sobre plantas, insectos, peces, animales, paisajes, ríos y montañas. Es un día en el que impera la elocuencia, las canciones fluyen por los labios de sus intérpretes con gran agilidad y a cada pregunta le sigue una respuesta casi instantánea. Si algo les caracteriza como cantantes es la pericia con la que usan tropos como la metáfora y otras figuras literarias para, a través de sus letras, expresar sus sentimientos de forma sutil e implícita.
Los habitantes de este lugar están muy familiarizados con un dicho según el cual “si la Guangxi de hoy es un mar de canciones, es gracias a la propagación de la historia de Sanjie”. Dicho nombre hace referencia a Liu Sanjie, una muchacha que, según la tradición, destacaba tanto por su inteligencia y sagacidad extraordinarias como por su bella y enternecedora voz. Se dice, además, que precisamente fue la necesidad de honrar su memoria la que originó antaño la costumbre de celebrar la fiesta de la canción durante el tercer día del tercer mes lunar. Cuenta la leyenda que, en la dinastía Tang (618-907), vivió una muchacha apellidada Liu, que era la tercera entre sus hermanos y, por ello, la conocían como Liu Sanjie (el significado de sanjie es, precisamente, tercera hermana). Desde pequeña, demostró atesorar un prodigioso don para el canto. Su conmovedora voz y su soltura a la hora de elegir las letras más ocurrentes le conferían la capacidad que necesitaba para derrotar a todos aquellos admiradores que trataban de desafiarla cantando. Era tan diligente como ingeniosa. Se valía de su voz para describir la dureza que padecían los pobres y manifestar la aversión que le suscitaban los tiranos terratenientes.
Quiso el destino que un ricachón local se enamorara de su belleza y quisiera convertirla en su concubina. Sin embargo, Liu Sanjie se negó a ello y su admirador, movido por la rabia, la asesinó. Según la leyenda, después de morir se subió a una carpa y sobre ella ascendió al cielo para convertirse en un ser inmortal. De esta historia, transmitida de forma oral, existen varias versiones. Sin embargo, todas ellas aplauden su valentía, inteligencia y espíritu indómito. En el año 1960, la leyenda inspiró una película que, por combinar a la perfección la belleza de las canciones de la etnia zhuang y la magnificencia de los paisajes de Guilin, se convirtió en todo un éxito de taquilla. Muestra de su legado cultural es la pieza teatral Impresión de Liu Sanjie que sigue interpretándose en la actualidad en Guilin, y su mezcla de naturaleza y cultura constituye un verdadero deleite visual para quienes se dejan atraer por la turística ciudad.
Sus desinhibidas melodías y sus letras pegadizas las convierten en un perfecto reflejo de la sabiduría vital y la cultura espiritual que tan bien describen al pueblo al que pertenecen. Son, en parte, las responsables de que la zona que habitan los zhuang haya sido descrita por los poetas como “la tierra repleta de teclas de piano”
Publicado originalmente en: Revista Instituto Confucio.Número 53. Volumen I. Marzo de 2019.
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