sábado, 11 de mayo de 2019

Las promesas incumplidas de The Shed | Babelia | EL PAÍS

Las promesas incumplidas de The Shed | Babelia | EL PAÍS

Las promesas incumplidas de The Shed

El centro neoyorquino de artes escénicas no convence en sus primeras semanas de existencia, pese al perfil estelar de los nombres implicados en su programa inaugural

El centro cultural The Shed de Nueva York, el 3 de abril pasado.
El centro cultural The Shed de Nueva York, el 3 de abril pasado.  GETTY IMAGES
En el descomunal escenario de The Shed, un mito como Quincy Jones saluda al respetable al lado del director Steve McQueen, oscarizado cronista del pecado original estadounidense. En esta sala de 3.000 asientos, el público se prepara para descubrir el proyecto que ambos han tramado juntos: Soundtrack of America, una serie de cinco conciertos que quieren condensar toda la historia de la música afroamericana. En la sala contigua, tres astros como Steve ReichArvo Pärt y Gerhard Richter acaban de estrenar un peculiar híbrido entre la música de cámara y el arte inmersivo. Dos plantas más arriba, una estrella del cine como Ben Whishaw se sube al escenario con la soprano Renée Fleming para interpretar un texto escrito para la ocasión por la gran poetisa Anne Carson. En cuestión de días, Björk les tomará el relevo con un espectáculo concebido junto a la cineasta Lucrecia Martel, mientras que la cantante Sia firmará las canciones de un nuevo musical coreografiado por Akram Khan.
La temporada inaugural de este nuevo centro de artes escénicas en el llamado Far West de Manhattan, última parcela por conquistar en su apretujada cuadrícula, corta el aliento por el perfil estelar de sus protagonistas y por su inusual interdisciplinaridad de su programa. Los géneros artísticos llevan décadas conviviendo bajo el mismo techo en la mayoría de museos. Lo raro es que compartan la misma habitación. Ese es el credo del director artístico de The Shed, Alex Poots, que ya condujo experimentos parecidos en sus diez años al frente del Festival de Manchester, y la del supercomisario Hans Ulrich Obrist, director de la Serpentine Gallery y principal asesor de programación de esta nueva institución. Su misión es terminar con las barreras que siguen compartimentando las disciplinas.

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