FOTOGRAFÍA
Retrato de un eremita que nunca se sintió solo
Amani Willett indaga en el mito y la figura de un anacoreta del siglo XVIII. Una reflexión sobre el significado de la soledad en la sociedad actual
AMANI WILLETT
“A Joseph Plummer se le recuerda porque quería estar solo”, así nos presenta Amani Willett al protagonista que da forma a su último fotolibro. Plummer tenía veintiún años cuando en 1795 decidió apartarse del mundo para vivir en un bosque. Abandonó su casa familiar situada en Meredith, Nueva Hampshire, Estados Unidos; la vida en una población de apenas cien habitantes se había convertido en algo insoportable para este solitario, miembro de una familia compuesta por diez hermanos. Viviría 69 años en su retiro, de esta forma, se convirtió en leyenda.
Los bosques de Meredith forman también parte de muchos acontecimientos de la vida del fotógrafo americano. Su padre compró un terreno allí y construyó una cabaña con sus manos en un lugar cercano al lugar donde casi dos siglos atrás Plummer había construido su refugio. Por aquel entonces Willett tenía tan solo cuatro años, pero años más tarde se sintió intrigado por el hecho de que muchos de los lugares estuvieran asociados a un eremita. “Existía el Lago Eremita, la carretera Bosque del Eremita, pero desconocía que detrás de estos nombres se escondía una leyenda”, cuenta el artista. El protagonista de aquel mito era Plummer. “Mi imaginación comenzó a correr ¿Quién era aquel personaje? ¿Qué le llevo a vivir de aquel modo? “. En 2010 acudió a una asociación local donde le proporcionaron los escasos datos que se conocían del personaje; artículos publicados en prensa durante la vida, y después de la muerte del anacoreta. Se había generado una fascinación por él, lo que le convertía en una paradoja: había renegado de la sociedad para vivir en el anonimato, y en el transcurso se hizo famoso. “Me interesó mucho el proceso por el cual se perpetúa una leyenda a lo largo de los siglos, así como la idea de documentar algo que no se puede ver ni palpar”. De esta suerte el fotógrafo se decidió a “crear un retrato o narrar una historia sobre alguien que no se puede fotografiar”. Esto le llevó cinco años.
El resultado es The disappearance of Joseph Plummer, un fotolibro publicado por la editorial Overlapse, que tras el éxito de su primera edición se aventura en una segunda. Esta incluye más imágenes y cambia el formato. “La secuenciación de las imágenes se mantiene muy parecida, pero hemos reducido el tamaño para que tenga el aspecto de un libro que bien pudiera ser el libro de notas de Plummer encontrado en su cabaña”, explica el autor. Se trata del segundo fotolibro que publica, donde mezcla material de archivo con sus propias imágenes, así como la realidad con la ficción. Fórmula de la que vienen haciendo uso muchos fotógrafos y en la que los lectores encuentran una narrativa fácil y atractiva en la que sumergirse. Willett la resuelve con maestría.
“Comencé practicando la fotografía de calle. Mi forma de trabajar es muy intuitiva. No pienso demasiado cuando estoy haciendo una fotografía, no son muy elaboradas en este sentido”, señala el fotógrafo. “El nivel de control de la imagen y la intensidad de la narrativa viene del proceso de secuenciación y edición de las imágenes. Es ahí donde doy forma al proyecto y concedo a las fotografías su significado. Dos imágenes que no tienen nada que ver entre sí, situadas juntas, fuerzan a quien las ve a realizar conexiones entre ellas. Me gusta jugar con esta idea. Es muy importante en mi proceso y contribuyen a la articulación de mis obras”.
El misterio está presente desde las primeras imágenes. En ellas la silueta desdibujada de un evasivo personaje nos adentra en un universo tan idílico como amenazador sumergiéndonos en una atmosfera de suspense e incertidumbre. El eco resuena en el ensordecedor silencio de un entorno natural salvaje, y poco a poco, entre enigmáticas figuras y textos encriptados, llegamos a una misteriosa cabaña donde la leña se amontona ordenadamente en la entrada. La narrativa en ocasiones discontinua contribuye a aumentar el enigma. El personaje de Plummer es en sí un misterio y permanecerá como tal. Está tan presente como ausente en la narración y así nos lo hace saber el fotógrafo que juega a la hora de revelar o esconder información, haciendo uso de imágenes que estimulan una ilusión en el espectador sin acabar de completarla; piezas de información que parecen acercarle a la resolución del enigma pero que nunca quedan claramente definidas.
Tenemos pocos datos de Plummer. Los recortes de prensa de la época nos hacen saber que “pensaba que las carreteras y las vías de tren serían la perdición de la tierra”. En cierta ocasión intentó cortejar a una joven, “acabo en desastre cuando al ir a la cama ella se lo encontró allí sentado, esperando su llegada. El padre de la chica le explicó que no eran formas, pero el eremita contestó que eran las suyas, aunque nunca lo intentó de nuevo”. A la hora de tomar decisiones importantes, agitaba una caja llena de alubias rojas y blancas. El sí o el no dependía del color de las legumbres agrupadas en un lado.
“Mi padre llegaría a estos parajes cientos de años más tarde. Buscaba con el mismo ahínco que Plummer un trozo de tierra donde poder desaparecer del mundo. El lugar adquirió un cierto sentido espiritual para él.”, añade el fotógrafo. “Pude establecer muchos paralelismos entre los dos personajes, ya que mi padre es también una persona muy reservada. Así, me dispuse a establecer un diálogo entre los dos. Incluso llegué a imaginar, en el libro, que una vez desaparecido el eremita original se torna en una figura espiritual, figura que adoptará mi padre y pasará a convertirse en el nuevo guardián de la zona”.
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