sábado, 7 de diciembre de 2019

Xishi: Cuando los peces olvidan nadar - ConfucioMag

Xishi: Cuando los peces olvidan nadar - ConfucioMag



Xushi

Xishi: Cuando los peces olvidan nadar

Xishi (西施) fue una de las cuatro grandes bellezas de China durante el periodo de las Primaveras y Otoños (春秋, 770-476 a.C.). Cuenta la tradición que acudía a menudo a la ribera del río para lavar seda y que los peces, al ver su belleza, olvidaban cómo nadar. He aquí el origen de la expresión “hacer hundirse a los peces” (沉鱼).

Reportaje deYou Zhichao
尤智超 
 
Durante el periodo de las Primaveras y Otoños (春秋, 770-476 a.C.) el reino de Yue () estuvo a punto de caer en manos del muy poderoso reino de Wu (). El rey Goujian (勾践) imploró al soberano de Wu que aceptase su rendición, presentándose a sí mismo como rehén, al tiempo que disponía que se eligiese a una hermosa doncella como regalo para Fucha (夫差), el rey de Wu. Con ello se procuraba un doble propósito: ganarse el favor del rey de Wu y lograr distraerle de los asuntos de la corte con los encantos femeninos de la elegida para orquestar su venganza. Así fue como Xishi (西施) pasó a la historia.
Xishi
Las cuatro grandes bellezas chinas. De izquierda a derecha Xishi, Wang Zhaojun, Diao Chan y Yang Yuhuan
Cuando la joven llegó a la corte de Wu, el gran ministro advirtió así a su rey: “Habéis de escuchar mis palabras: el reino de Xia () cayó por culpa de Mo Xi (妹喜), la perdición del de Yin () fue Da Ji (妲己), y el fin del de Zhou () se debió a Baosi (褒姒). Las bellas concubinas son la ruina de los reinos y vos no habéis de permitir que esto suceda”. Al ver a Xishi el rey de Wu, sorprendido por su belleza celestial, desoyó al instante el consejo de su ministro principal y ordenó erigir un palacio en el que había de construirse un estanque para diversión y recreo de Xishi.
Rey Fucha de Wu
Rey Fucha de Wu
Cuenta la tradición que acudía a menudo a la ribera del río para lavar seda y que los peces, al ver su belleza, olvidaban cómo nadar. He aquí el origen de la expresión “hacer hundirse a los peces” (沉鱼). La delicada mujer, una de las cuatro grandes bellezas de China junto a Wang Zhaojun (王昭君), Diao Chan (貂蝉) y Yang Yuhuan (杨玉环), padecía cierta afección en el pecho y se cubría con una mano cuando le sobrevenía el dolor. En esos momentos, la expresión de su rostro cambiaba y, pese a ello, aún se embellecía más.
Todo esto explica el efecto que su atractivo causaba entre las gentes. El gran poeta de la dinastía Song del Norte (北宋, 960-1127), Su Shi (苏轼), la compara así en sus versos con un estanque de aguas cristalinas en Hangzhou (杭州): “Bien puede tomarse como símbolo del lago del Oeste a la doncella del Oeste, ya sea adornada de blanco y rosa o sencilla y sin maquillar”. Lo que significa que este lago es el más hermoso de cuantos existen, ya sea nublado o despejado. De igual manera, la belleza de Xishi, sin importar cómo se presentase, conmovía todos los corazones.
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Xishi también era diestra en la danza xiangji (响屐舞), que se baila similar al claqué. Por ello, el rey Fucha ordenó disponer tablones de madera sobre centenares de grandes vasijas, para construir así un corredor en el que Xishi pudiese danzar. Cuando se calzaba los zuecos de madera, se colgaba campanillas de la falda y combinaba sus gráciles pasos de baile con el tintineo de las campanillas y el resonar de los zuecos sobre la plataforma, el espectáculo era sin duda exquisito. Fucha, embelesado por sus encantos, se abandonó por completo a ellos y desatendió, como era de esperar, los asuntos del reino.
Rey Goujian
Rey Goujian
Quien sí aprovechó la ocasión, sin embargo, fue el rey de Yue, quien recuperó poder, acumuló fuerzas y, paciente pero firmemente resuelto a resarcirse, aguardó hasta llegar el momento en que Fucha dejó que pereciese su reino porque vivía solo para su bella concubina. Así fue como Goujian consumó su venganza y borró la afrenta sufrida al eliminar al estado de Wu. Es incierto el final de Xishi pues son muchos quienes creen que finalmente se casó con Fan Li (范蠡), un alto general del reino de Yue que siempre la había amado.

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pdfPublicado originalmente en: Revista Instituto Confucio.Número 41. Volumen II. Marzo de 2017.
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