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Por las Dras. Valeria De Antonio y Mercedes Palazzo Fabre La llegada a un mundo desconocido |
Arribamos a Entebbe, Uganda el 20 de junio, una ciudad que queda a aproximadamente 45 minutos de Kampala, la capital. Es allí donde se encuentran el aeropuerto y las playas del lago Victoria. Nosotras estamos instaladas en Kampala, que si bien es la ciudad más importante del país, no es comparable en dimensiones con nuestra metrópolis. Al igual que Roma, Kampala también es conocida como la ciudad de las 7 colinas, aunque hoy en día se dice que está compuesta por más de 7 ya que su crecimiento está en auge. Nosotras estamos viviendo en la Mulago Hill, donde también se encuentra el hospital Mulago, al que asistimos todos los días.
En Kampala, como en cualquier capital, encontramos el caos del tráfico, que al igual que en Buenos Aires es dominado por los taxis. La gran diferencia es que acá los taxis se encuentran compuestos por los boda-bodas y los matatos. Los bodas son mototaxis que llevan a una o dos personas atrás del acompañante, y van frenéticamente por toda la ciudad. Son una “buena” opción para los que en hora pico necesitan llegar rápido a algún lugar, ya que el tráfico de Kampala es terrible y estas motos encuentran siempre recovecos por donde pasar. La otra forma de movilizarse es mediante los matatos, camionetas de 15 personas que serían como nuestros colectivos. Se le paga el boleto a una persona que va colgada de la puerta gritando los destinos del matato y empujando gente para que entre. En hora pico son un espectáculo. Cruzar las calles nos resultan un desafío: por un lado, manejan del lado derecho, y nos cuesta acostumbrarnos a mirar del otro lado antes de cruzar; por el otro tiene muy pocos semáforos, cada quien cruza por donde quiere y cuando quiere (o cuando puede).
Nosotras estamos viviendo en Wendegeya, en un conjunto de departamentos llamado Akamwesi, el que recibe mayoritariamente a estudiantes universitarios, no sólo del interior de Uganda, sino de muchas partes de África también como el Congo, Sudán, Etiopía, entre otros. En las fotos (abajo) mostramos la vista desde nuestro balcón y nuestro humilde hogar.
Ya desde nuestra segunda noche en Uganda empezamos a deleitarnos con la cocina africana. Probamos por primera vez comida ugandesa en un puestito de la calle en Wendegeya, nuestro barrio, a la luz de las velas, ya que la electricidad -al igual que el agua corriente- es un lujo que no todos pueden darse; nos encantó. Consiste básicamente de “food”, como le dicen ellos al conjunto de arroz, cassava, matoke y posho, y una salsa que vendría a ser como un guiso y puede ser de arvejas, de porotos, carne o pollo. El matoke es un puré de banana verde hervida, uno de los platos nacionales de Uganda; el posho es una pasta blanca cocinada con harina de maíz, agua y sal, la cocinan en muchas partes de África y recibe diferentes nombres en cada país; la cassava se supone que es mandioca, pero es muy diferente a la que probé antes. En realidad todas estas cosas no tienen mucho gusto, sobre todo porque no las cocinan sazonadas, sino que son la base para la soup (el guiso), que sí es muy sabroso y condimentado con muchas especias, sobre todo picantes.
Por la calle venden por todos lados, tanto en mantas en el piso como en puestos más armados, frutas y verduras frescas y muy baratas. Encontramos tomates, cebolla colorada, paltas, ajíes, repollo, lechuga, pepinos, bananas, piñas, mangos, sandías, jack fruit, entre otros. También hay puestos que venden comida hecha o cocinada, como choclos asados, salchichas, papas fritas, y los rolex, que son omelettes envueltos en chapatti (una especie de pan árabe), riquísimo.
El sistema sanitario
"El “blanket sign”: es un sistema que, a partir del tipo de frazadas que tienen en la cama, indica el poder adquisitivo del paciente y hasta qué punto podrían pedirle estudios".
Estuvimos preguntando un poco más acerca del sistema de salud. El Hospital Mulago es el hospital de referencia nacional. La internación, los medicamentos que reciba en la internación y los estudios de laboratorio básicos, son gratuitos. Los estudios complementarios que requieren de mayor complejidad son pagos. Por eso manejan el “blanket sign”: a partir del tipo de frazadas que tienen en la cama saben el poder adquisitivo del paciente y hasta qué punto podrían pedirle estudios.
Los pacientes están siempre acompañados. Los familiares se quedan a un costado de la cama, en el piso sentados sobre mantas. Ellos llevan sus pertenencias, sábanas, frazadas, etc. El entorno familiar tiene un rol muy activo ya que se encargan de curar, bañar, alimentar, buscar y administrar la medicación, llevar al paciente a hacerse estudios, entre otros.
El hospital está sostenido principalmente por los médicos que están haciendo el internado. Este es un año en el cual médicos recién recibidos terminan su formación rotando por todos los servicios del hospital. Trabajan de lunes a lunes, pueden faltar únicamente por muerte de un familiar o enfermedad, en este último caso, les envían un médico del hospital para que certifiquen la misma. Cobran 80 dólares por mes. Ellos son los que evalúan a los pacientes, diagnostican, les hacen los controles, les sacan sangre, les ponen vías o sondas, medican y se encargan de administrar la medicación endovenosa , piden estudios complementarios, básicamente lo que hace un residente más el servicio de enfermería. Los residentes o médicos de planta a veces no van, a veces van un par de horas o minutos, a veces hacen las rondas, miran a los pacientes importantes o complicados y controlan al interno. Esto es porque la mayoría debe trabajar en otros lugares, ya que los sueldos son muy bajos (por ejemplo el interno de cardiología nos dijo que no se iba a dedicar a la medicina, prefiere ser un businessman).
Terminamos la última semana de nuestra rotación en cardiología, en la que seguimos viendo muchos casos de EMF (endomiocardio fibrosis, una patología descripta por primera vez en Uganda, de causa desconocida, relacionada con la hipereosinofilia, la dieta, el nivel educacional, el andar descalzo, en la cual se observa la fibrosis de ambos ventrículos). Los motivos de internación que más predominaron fueron la fiebre reumática, endocarditis infecciosa, insuficiencia cardíaca, taponamiento cardíaco.Los pacientes están siempre acompañados. Los familiares se quedan a un costado de la cama, en el piso sentados sobre mantas. Ellos llevan sus pertenencias, sábanas, frazadas, etc. El entorno familiar tiene un rol muy activo ya que se encargan de curar, bañar, alimentar, buscar y administrar la medicación, llevar al paciente a hacerse estudios, entre otros.
El hospital está sostenido principalmente por los médicos que están haciendo el internado. Este es un año en el cual médicos recién recibidos terminan su formación rotando por todos los servicios del hospital. Trabajan de lunes a lunes, pueden faltar únicamente por muerte de un familiar o enfermedad, en este último caso, les envían un médico del hospital para que certifiquen la misma. Cobran 80 dólares por mes. Ellos son los que evalúan a los pacientes, diagnostican, les hacen los controles, les sacan sangre, les ponen vías o sondas, medican y se encargan de administrar la medicación endovenosa , piden estudios complementarios, básicamente lo que hace un residente más el servicio de enfermería. Los residentes o médicos de planta a veces no van, a veces van un par de horas o minutos, a veces hacen las rondas, miran a los pacientes importantes o complicados y controlan al interno. Esto es porque la mayoría debe trabajar en otros lugares, ya que los sueldos son muy bajos (por ejemplo el interno de cardiología nos dijo que no se iba a dedicar a la medicina, prefiere ser un businessman).
La semana pasada comenzamos nuestra rotación en Enfermedades Infecciosas. La mayoría de los pacientes son HIV positivos, es raro quien no lo sea, y se observan todo tipo de enfermedades marcadoras. La Tuberculosis es muy frecuente, no sólo en su forma pulmonar sino también miliar y mesentérica. Las meningitis criptocóccicas son más frecuentes que las bacterianas o virales. Los sarcomas de Kaposi son muy extensos, generalmente son causa de internación al estar sobreinfectados. En fin, todas las cosas que puedan generarse con bajo el recuento de CD4, muchos de ellos de cero.
Pudimos observar un caso de rabia en una mujer que había sido mordida por un perro desconocido y acudió al hospital dos semanas más tarde con sintomatología de encefalitis rábica (cambios en el carácter, agresión, hidrofobia, sialorrea); si bien el pronóstico es ominoso, recibió las 5 dosis de la vacuna antirrábica postexposición, se la mantuvo en sedación y se dio de alta para esperar la evolución en el domicilio.
La Malaria es la enfermedad infecciosa no relacionada con HIV más frecuente. Preguntarle a alguien si tuvo malaria es como preguntar si estuvo engripado alguna vez.
Bueno, creemos que con esto dimos un pantallazo general de lo que venimos viviendo, aunque por supuesto hay mucho más que ya iremos contando.
¡Nos vemos en la segunda parte!
Foto 1. La vista desde el balcón de casa.
Foto 2. Una mitad de nuestra casa en una de nuestras primeras mañanas.
Foto 3. La otra mitad de nuestra casa (puerta de entrada)
en uno de nuestros almuerzos de food y beans.
Foto 4. Los pájaros que vuelan por la ciudad en el techo del hospital.
el dispensador dice: ¿intensidad?... ¿emoción?... ¿color?... ¿algo más?... no hay palabras para definir los contenidos del África, es necesario estar y sentir, convivir con una mezcla de emociones que contrastan con cualquier otra visión de la cultura occidental. En su seno se hallan contradicciones, paradojas, y hasta consecuencias directas de un simbolismo mágico que se sitúa lejos de cualquier razón. Cuando la medicina llega como ciencia para abordar a las expresiones de la vida en el África, se desgranan los academicismos, se diluyen los cientificismos, se quiebran los pensamientos estructurados, dando lugar a los sentidos de las gentes. Sentidos que se caracterizan por las simplezas, por la sencillez de sus pensamientos y por la semejanza subyacente entre aquello que es fuente y que subrepticiamente pasa a convertirse en espejismo, sin siquiera haber reflejado, sin siquiera contener agua. Las gentes cargan con el dolor con una habitualidad que espanta al hombre blanco... saben que estar aquí, respirando, es una parte indefectible de un camino que no deja jamás de ser parte de la eternidad al cual todos pertenecemos, aún cuando algunos se empecinen en negarlo, en desconocerlo, en no saberlo. Las gentes, esas mismas, transitan sus vidas asumiendo que el ayer les fue pertenecido y que el mañana es una extraña espera de sueños que aún no llegan porque sus ilusiones no han sido escritas, tampoco transcriptas a libro alguno. Esas gentes reconocen señales ancestrales que operan al modo de veladores de la noche, no hay luz porque sobran los sentidos, y ellos rigen en tanto y cuanto las personas son parte de la naturaleza que los contiene... el hombre blanco ha distorsionado el paisaje... el color aprecia que su tierra, su suelo, su aire, sus aguas, se han oxidado bajo raras soberbias que hablan de humanismo para luego ejercer el peor de los desprecios. Han hallado entonces que no hay humanismo en el desprecio, pero peor aún, han descubierto que el desprecio tiene la propiedad de anidar en la palabra incierta, esa que flota y suena bien, aún cuando no diga absolutamente nada. Han visto entonces que la palabra puede ser fuente de enfermedad o de esclavitud, de sometimiento o de negación... pero que a pesar de ello, la estirpe y el linaje siguen siendo, y que por dicho motivo, sólo ése, vale la pena seguir andando. Toda el África es distinta... nada se parece a nada, aún cuando estén al lado... y a ciertas almas les llega a complacer el fundirse en las arenas, único ecosistema que no se ha visto invadido por el hombre blanco porque ellas (arenas) le infunden un curioso temor que va más allá del día y sus noches. El hombre no ve allí puntos de referencia y se siente perdido, justo en el mismo lugar donde otros ojos y otras almas reconocen el valor de las extensiones adunadas. Donde no parece haber vida la hay... donde parece abundar, sobran las sorpresas... sin embargo, más allá de los conflictos de fronteras sin banderas, en el África sobra el humanismo del anónimos... son anónimos que no han perdido el sentido de la hospitalidad, del encuentro, de la mano, del sabor a tierra marcado en labios resecos... pero alí nada se idealiza, simplemente se vive. África está enferma, sí lo está, lo está de las conveniencias del hombre blanco con alma oscura... llena de apuros importados y de urgencias sembradas por desidias ajenas, desidias que han sabido cultivar en almas de tez negra, dudosas de los legados propios, deslumbradas por los facilismos de las luces parisinas o de otras utópicamente desconocidas aunque sí, imaginadas para el mal de sus prójimos. Y las necesidades crecen y se diseminan sin que nadie se asuste, porque ya son muchos siglos de atropellos escondidos tras palabras bonitas... ¿puedes prometer algo que jamás se cumplirá?, indudablemente sí, y ello los coloca un paso más adelante, saben que la mentira es parte de los ojos de los dominadores o bien, saben que el engaño es un artilugio que los soberbios ostentan como llave de sus destinos. Nada los sorprende, porque nada esperan... y van acompañando una marea invisible de corrientes que mezclan tierra con sensaciones, indicando en qué momento se debe migrar para evitar males que se presienten. Hoy es bueno, mañana puede no serlo. Hoy es malo, mañana puede cambiar. Nadie reniega de su destino porque en la esencia de cada quién, saben que nadie puede escapar de su destino... y que éste, no es más que un pasaporte hacia el mañana necesario, ése que aún no es, que ni siquiera se asoma, pero que está llegando, eligiendo a sus convidados, sólo por hoy, mañana no se sabe. He visto muchos diarios del África, tantos como Áfricas hay. Cada uno se impregna de sus colores y sus fragancias... pero algo une a todos, el hecho de poder sentir el alma del otro vibrando. Eso, aunque ínfimo para el blanco, no tiene precio... y como todas las cosas que no tienen precio, eso es lo que realmente vale desde aquí a la eternidad. África es en sí misma una profusa biblioteca de incunables... lo que está allí, seguramente no podrá ser hallado en ninguna otra... extrañamente, lo más significativo es el valor de las memorias. Están, no se van nunca... y los que pasan por allí portando alforjas de sentimientos genuinos, permanecen recordándose como si nunca se hubiesen ido. Allí aprenden el sentido de las ausencias... esas que nunca se omiten, esas que nunca se olvidan. Enero 25, 2012.-
Te has perdido en las calles de Kampala?,
has encontrado tu memoria,
cuando la locura rayaba,
aquello que parecía derecho,
venía por distinta mano,
lo que tocó tu hombro despierta,
lo que pasó no es pasado...
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