viernes, 6 de enero de 2012

DIARIO DE ALPARGATAS [6] ▲ ¿Existió la estrella de Belén? - ABC.es

Ciencia

¿Existió la estrella de Belén?: las explicaciones científicas

La Ciencia intenta aclarar con datos rigurosos qué fue lo que guió a los Reyes Magos hasta el portal del niño Jesús: ¿una estrella, un cometa o una conjunción planetaria?

Día 05/01/2012 - 08.56h
Se trata de una de las imágenes más íntimamente unidas a la Navidad. La estrella que guió a los Reyes Magos de Oriente hasta el mismísimo portal de Belén, donde el niño Jesús acababa de nacer. Ahora bien, ¿qué fue exactamente lo que vieron Melchor, Gaspar y Baltasar? ¿Fue realmente una estrella? ¿O quizá un cometa, una supernova, un meteorito o, incluso, una simple conjunción de planetas? La Ciencia ha intentado dar explicación al fenómeno y comprobar, dentro de lo posible, su veracidad. Estos son los resultados.

Para averiguar cuál fue el tipo de fenómeno astronómico observado por los Reyes Magos, el primer paso es establecer las fechas con la máxima precisión posible. Y en este punto la Biblia no ayuda mucho, ya que no dice nada sobre el día exacto del nacimiento de Jesús, aunque sí que relaciona el hecho con acontecimientos y personajes históricos, como por ejemplo el reinado de Herodes. Los historiadores coinciden en que el Rey de Judea debió de morir en algún momento entre los años 4 y 1 antes de Cristo. Y los Reyes Magos le visitaron poco antes de su muerte, por lo que su viaje (y la aparición de la estrella que los guió), tuvo por fuerza que producirse antes de esas fechas.

Por otra parte, existen serias dudas de que el nacimiento de Jesús se produjera un 25 de diciembre. En la Biblia, San Lucas habla de la actividad de los pastores de la zona en los días del nacimiento, cuidando a sus rebaños y a los corderos recién nacidos durante la noche, algo que sucede en primavera, y no en pleno invierno. Además, el 25 de diciembre es precisamente la fecha en que los romanos, que dominaban la región en aquél tiempo, celebraban sus Saturnales, una de sus festividades más importantes y para la que se adornaban calles y casas y se intercambiaban regalos. No es casualidad que, para evitar ser perseguidos, los primeros cristianos eligieran precisamente esa fecha para celebrar el nacimiento de Jesucristo. Más tarde, en el siglo IV, cuando el Emperador Constantino adoptó oficialmente el Cristianismo, el 25 de diciembre se conservó como el día de la Navidad.

Pero volvamos a la cuestión del año. Hoy en día los historiadores están de acuerdo en que el nacimiento de Jesús no se produjo hace 2011 años. Y es que la cronología que utilizamos, que divide los años en AC (Antes de Cristo) y DC (Después de Cristo), y que fue concebida por el monje romano Dionisio el Exiguo en el 523 DC contiene, por lo menos, dos errores significativos. El primero es colocar el año 1 DC inmediatamente después del año 1 AC, sin pasar por el cero, un número esencial en las matemáticas actuales y que, de hecho, resta un año a cualquier fecha que queramos considerar.

Y el segundo es que Dionisio dio por buena la declaración de Clemente de Alejandría de que Jesús nació en el año 28 del reinado del emperador Cesar Augusto, sin tener en cuenta que durante los primeros años de su mandato se le conoció por su nombre original, Octaviano, hasta que el Senado le proclamó como "Augusto" cuatro años después. Para cuando se descubrió el error, la cronología que aún hoy utilizamos estaba demasiado implantada como para cambiarla y corregir los cuatro años de desfase.

En resumen, que teniendo en cuenta estos errores, el nacimiento de Jesús debió de producirse en primavera, y entre los años 7 y 2 AC. Por lo que ese es el marco temporal que los astrónomos deben investigar para comprobar si se produjo en el cielo algún acontecimiento capaz de llamar tan poderosamente la atención de los Reyes Magos de Oriente.

Cuatro posibilidades

Desde un punto de vista puramente astronómico, existen cuatro posibilidades para explicar la estrella de Belén. La primera es que se tratara de un meteorito, pero es muy poco probable debido al hecho de que los meteoritos, que se convierten en una bola de fuego al entrar en la atmósfera, apenas si duran unos segundos antes de desaparecer, y la estrella de Belén brilló durante semanas enteras.

La segunda posibilidad es que fuera un cometa, objetos que, esta vez sí, pueden brillar en el cielo incluso durante meses. Sin embargo, el más espectacular de todos los cometas conocidos, el Halley, cuya órbita le trae cerca de la Tierra cada 76 años y que fue visto por última vez en 1986, fue visible en Judea durante los meses de agosto y septiembre del año 11 DC, lo que no coincide con las fechas del nacimiento de Jesús. Por supuesto, pudo tratarse de otro cometa, uno que pasó entonces y que por el momento no ha regresado, pero eso es algo de lo que nunca podremos estar seguros.

Además, en la antiguedad los cometas eran vistos como señales que anunciaban muerte y destrucción, y no como heraldos del nacimiento de un rey o de un dios. Los romanos, por ejemplo, marcaron la muerte del general Agrippa usando la aparición del Halley en el 11 DC.

Otra posible explicación, la tercera, es que lo que vieron los Magos fue la muerte violenta de una estrella. Y eso nos lleva a dos posibilidades diferentes: una nova o una supernova. En el primer caso, es la forma (una explosión termonuclear) en que una estrella se libera, de golpe, de una excesiva acumulación de hidrógeno en su superficie. Es muy espectacular, si la estrella está lo suficientemente cerca, y su aparición tiene lugar de forma impredecible y en cualquier momento. Las más brillantes aparecen de repente, sin previo aviso, como una nueva y espectacular luz en el cielo. Su brillo, tras algunos días, o incluso semanas, se va atenuando hasta desaparecer por completo. Como media, se produce una nova visible desde nuestro planeta una vez cada veinte años (la última fue en el año 1975), por lo que nada impide que fuera éste, y no otro, el fenómeno visto en Judea or los tres Magos de Oriente.

Mucho más espectacular, aunque menos frecuente de ver, es una supernova, la explosión catastrófica de toda una estrella que llega a su final y cuyo brillo eclipsa incluso al de toda la galaxia que la contiene. En el momento de la explosion, una supernova puede ser vista incluso a plena luz del día, y su brillo más intenso puede durar meses antes de empezar a decrecer. Durante los últimos mil años, la Humanidad ha sido testigo de cuatro supernovas, en los años 1006, 1054, 1572 y 1604. En todos los casos, los cronistas de cada época se refirieron profusamente al fenómeno. Los chinos, por ejemplo, refieren que la supernova del año 1054 fue visible durante dos meses incluso a plena luz del día.

La pega es que no existe en la época del nacimiento de Jesús ninguna referencia definitiva sobre la súbita aparición de una luz especialmente intensa en el cielo. Si sucedió, nadie, en ninguna cultura, documentó el hecho, lo cual parece indicar que debemos buscar la solución en alguna otra parte. Algunos textos chinos hablan de una posible nova en la primavera del año 5 DC, pero se refieren a ella como a un fenómeno de poca importancia y de escasa, o ninguna, espectacularidad.

La última (y quizá la más probable) explicación es la posibilidad de que los tres Magos fueran testigos de una conjunción planetaria especialmente brillante, tanto como para hacerles creer que se trataba de una nueva estrella. Pero, ¿hubo alguna conjunción planetaria de este tipo entre los años 7 y 2 AC? La respuesta es que sí. Los astrónomos han determinado que, en ese intervalo temporal, se produjeron varios fenómenos planetarios que podrían haber sido interpretados como la estrella de Belén.
El primero de ellos fue en el año 6 AC, se produjo entre los planetas Marte, Júpiter y Saturno y sucedió en la constelación de Piscis. Los tres mundos formaron una brillante figura geométrica en el cielo que debió de ser de gran belleza y capaz de llamar la atención de cualquiera. Otra posibilidad es la "triple conjunción" de Júpiter y Saturno entre los meses de mayo y diciembre del año 7 AC. Los "pasos" de Júpiter sobre Saturno se produjeron el 29 de mayo, el 30 de septiembre y el 5 de diciembre de ese año.

No cabe duda de que todos estos eventos fueron perfectamente visibles, ya que sucedieron en la cara nocturna de la Tierra. Los dos planetas, además, brillaron el uno muy cerca del otro durante ocho largos meses, el tiempo que se estima necesario para que los Reyes Magos cubrieran los cerca de mil km. de distancia entre Babilonia y Judea.

Venus y Júpiter en Leo

Sin embargo, la que seguramente fue la más brillante de las conjunciones planetarias de esa época fue la que se produjo entre Venus y Júpiter en la constelación de Leo el 12 de agosto del año 3 AC.
Los dos planetas brillaron ese día extraordinariamente cerca el uno del otro. Y cuando Venus se retiró, Júpiter permaneció junto a Leo por lo menos durante diez meses más, sumando su brillo al de la estrella. Si el encuentro de los tres Reyes Magos con Herodes se produjo durante la primavera del 2 AC, las fechas encajarían a la perfección. De hecho, tras su primer encuentro y después de que Júpiter y Leo siguieran brillando juntos en el cielo, Venus regresó a la zona y se alineó con Júpiter en junio del 2 AC. El día 17 de ese mes los brillos de los dos planetas fueron tan intensos que llegaron a confundirse.

Los dos planetas bajaron juntos y lentamente hacia el horizonte a medida que sus brillos se iban confundiendo. Hacia las ocho y media de la tarde, hora local de Jerusalén, prácticamente se habían fundido en un único y luminoso astro. En un tiempo en el que no había instrumentos de observación, ni gafas de sol, es muy probable que los observadores no fueran capaces de distinguir los dos objetos individuales y que solo percibieran un único y brillante destello sobre los cielos de Judea.

¿Fue esto lo que vieron los Reyes Magos? Para la Ciencia es difícil asegurarlo. Lo único cierto es que esas alineaciones se produjeron, y que fueron claramente visibles en una época que coincide con la del relato bíblico. Más allá de eso, no existen certezas absolutas. Cada uno es libre, pues, de sacar sus propias conclusiones
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el dispensador dice: ¿cuál fue su circunstancia?... ¿cuál la señal?... ¿cuál el signo?... ¿qué motivó semejante travesía de sabidurías?... ¿qué sueños nutrieron aquella iniciativa semejante a una gesta de cosmogonías filosóficas?... ¿qué hizo que la "luz" fuera asistida en el alumbramiento?... ¿cuál fue la convocatoria de aquellas voluntades?... ¿cuál fue la conjunción de aquellos sentimientos?... ¿cuál fue el verbo que anidó en sus almas?... indudablemente, además de "espíritu" había contenidos universales devenidos del mismo verbo, transferidos a los tiempos respirables por esos extraños artilugios del destino, esos que se inscriben en el libro de la vida de cada quién... y junto con ellos, algo semejante a las alpargatas, apropiadas a los desiertos, a sus arenas, a las distancias interminables, a los infinitos del alma en sus tránsitos cíclicos, propios de cuentas largas y de escrituras más que sagradas... símbolos eternos de alianzas tejidas entre el hombre, su Dios, su palabra y sus enviados, representantes oportunos ante cada quiebre de la historia que vibra. Debe observarse que a pesar de las magias y los saberes angulares, aquellos elegidos se transportaron a lomo de camello, no en alfombras mágicas todo terreno ni tampoco en ilusiones del 4 x 4, esas que demandan combustibles esenciales a la tierra y sus suelos, para luego conducir a ninguna parte... el hombre utilitario de propios pensamientos, insiste en desvelar lo divino, el acto de la "gracia" como tal, pretendiendo por soberbia y falsos academicismos dar explicación a algo, a un hecho, a un acontecimiento, a una confluencia que no debe ser objeto de la "razón" humana, ya que ella por esencia desvirtúa la realidad en la búsqueda de explicaciones que demuestren que nada es de Dios, mucho menos divino. Este es el precio de morder los frutos del árbol de los conocimientos del paraíso... crees ver una cosa, pero en verdad es otra bien distinta... crees saber algo, pero en verdad te alejas del saber... crees ser más que el prójimo, pero en realidad eres menos de tí mismo... cuando alma y espíritu no coinciden, se produce una extraña paradoja que eleva la condición de la confusión y ello redunda en aseveraciones de "verdades" y "convencimientos" que no son más que atajos de los sentimientos para huir de la "luz" y la "FE".  Los reyes magos que asistieron a la bendición de la luz, no eran tres, tampoco eran reyes, mucho menos magos... no importa si fueron tres, trece o setenta y tres... sí importa la sabiduría que contenían... mucho más importa el espíritu del que estaban imbuidos. Ellos han sido un símbolo desconocido en el paso de la cristiandad, sólo revelados por las gestas cruzadas, esas mismas que colocaron su "FE" en una urna dorada en la Catedral de Köln (Cologne, Colonia, Alemania), para hacerla sagrada hasta el fin de los tiempos... nadie lo sabe, pero las gentes que rodean aquella urna son bendecidas por el espíritu santo de la misma FE que se mostró a los ojos de aquellos hombres de sabidurías humildes, anónimos por esencia, auténticos revelados de sí mismos que permanecen desconocidos aún habiendo sido estampados en breves palabras... fueron ellos quienes dieron lugar a la revelación de la inocencia como precepto bíblico... echaré mi aliento en tu rostro, justo antes del alumbramiento, a efectos que más tarde, siendo adulto, aún viendo, no veas... y el precepto se ha cumplido durante un tiempo, tiempos y la mitad de dicho tiempo. El hombre curioso por excelencia, no escucha a su consciencia, no atiende a su ángel de la guarda, por ende vive lejos de Dios, de sus designios y sus gracias. Para ello fabrica altares y razones, y ambos contribuyen a desorientarlo en el tránsito por sus arenas... de allí que sólo encuentra la paz cuando ya "no es", cuando dejó de ser, pero ya es demasiado tarde... ¿qué has hecho de tu vida?, le será preguntado en el umbral de la luz y la FE, y allí descubrirá que los aquellos mal llamados "reyes magos" no fueron parte de un espejismo, tanto como que el cristo no ha sido una ilusión profética de la historia humana. Aquellos hombres fueron guiados por la LUZ, con mayúsculas, un acontecimiento irrepetible, destinado como gracia sólo para ellos y el momento al que debían asistir para dar cumplimiento a los designios del Señor, sus creadores y sus formadores de las cuentas largas... aquellos hombres anónimos y desconocidos, concedieron con su sola presencia, el testimonio de la gracia, el de la sabiduría, el de la humildad en la sapiencia encarnada, el de la consciencia como puente de sustento del aura del verbo, abriendo un cordón umbilical desde y hacia la eternidad, al sólo efecto de sostener la "palabra" como máximo sentido de la expresión divina: "serás bajo mi gracia"... sellada la inocencia, los abismos se sellaron para liberar al espíritu santo en la Tierra y la conjunción fue toda luz, en los hijos de la luz, en el Qumran, más allá del concierto de los esenios en sus grutas, aún cuando el Mar Muerto estaba con vida... más tarde las tinieblas lo convertirían tardíamente en sal de los olvidos y sus confusiones. ¿Fue acaso una gesta?... sí, lo fue... una gesta del Señor para con los nacidos de madre... el oasis y la luz, sólo residen en la inocencia de las almas. Enero 06, 2012.-

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