jueves, 26 de enero de 2012

EL IMAGINARIO ► La destrucción total de la cultura europea | Cultura | EL PAÍS

La destrucción total de la cultura europea

El artista Pablo Genovés aborda el fin de los valores occidentales en un libro y una muestra

 
'Cronología del ruido'. (2012) / PABLO GENOVÉS
 
 
Una antigua imagen de la entrada principal del Louvre muestra una plaza llena de cascotes y montañas de escombros. ¿Un terremoto ha arrasado París? ¿O la voraz especulación inmobiliaria derribó con la última frontera y las obras maestras del museo están bajo la amenaza de la piqueta? Tranquiliza saber que es un fotomontaje. Pero la contemplación la fotografía (160 por 197 centímetros, en blanco y negro) sobrecoge. E impacta. Pertenece al trabajo más reciente de Pablo Genovés (Madrid, 1959), que expone bajo el título de Cronología del ruido en la galería Pilar Serra (antigua Estiarte). Una serie que pone en duda por la vía del trampantojo los sólidos valores de la cultura occidental. No hay nada seguro. Ni nuestras imponentes catedrales, ni las pinacotecas que cobijan siglos de sabiduría, ni los palacios que encierran tesoros deslumbrantes…

La muestra consta de 14 fotografías en las que la destrucción amenaza a los grandes escenarios culturales. Parece una prolongación de la anterior exposición de Pablo Genovés, Precipitados, una primera aproximación a lo efímero de la cultura occidental, cuyo éxito fue tal, que ha girado por diferentes galerías europeas a lo largo de los últimos dos años. Una selección de las dos exposiciones acaba de ser editada en forma de libro por Exit. “Quizá más que una prolongación”, aclara Genovés, “yo lo consideraría una consecuencia de mi anterior exposición. Son los proyectos son los que deciden cuando se acaban. Creo que soy como un instrumento del propio proyecto”.

La forma de trabajar de Genovés se mueve entre el pasado y la tecnología más reciente. Desde hace tiempo, el artista, que vive entre Madrid y Berlín (“una ciudad que sigue siendo una herida abierta en la historia de Europa” ) colecciona antiguas postales de emblemáticos edificios culturales: la Filarmónica de Berlín, la Escala de Milán, la Fenice de Venecia… Luego, pasa esos iconos culturales por la túrmix del Photoshop.
¿Con qué criterio escoge las postales? “La mayor parte de las imágenes que utilizo vienen de estampas muy antiguas que busco por todo el mundo. Me seduce enormemente la historia que hay detrás de cada una de ellas. Son pequeñas fotos de sitios que representan tanto y que han viajado por el mundo, dormido en cajones, pasado de generación en generación. Sacarlas de su sueño, rescatarlas del olvido e inyectarles una segunda versión de la historia es como una necesidad para mí. Ha sido una constante en mi obra. Puede que persiga suspender el tiempo o suspenderlas en otro tiempo. Solo sé que antes de escoger una imagen, veo miles y miles de estampas”.
La mayor parte de las imágenes que utilizo vienen de estampas muy antiguas
En realidad, la búsqueda de la postal es parte esencial de la obra. “Las busco en mercados, en librerías de viejo, a veces en sitios insólitos y la mayor parte de ellas en lugares no demasiado cómodos. Paso muchas, muchísimas horas buscando, con frío, lluvia, calor. Cuando de pronto aparece una especial, no sabría decir por qué lo es. Es algo que me arrastra. Las palabras no tienen nada que hacer. No puedo traducirlo al lenguaje hablado. Sencillamente, es. Los museos, las iglesias, los teatros son la selección que ha hecho la propia historia de la fotografía. No hay estampas de pequeñas escenas domésticas. El ser humano ha fotografiado lo grande, lo que consideraba un logro, algo que trascendería su época”.

La mayor parte de las veces funde el material antiguo (las postales) con fotografías realizadas por él mismo. En el fotomontaje final, el templo cultural parece desbordado por la naturaleza, pero sin llegar a quedar sobrepasado. En una de las fotografías se ve cómo un palacio que podría ser veneciano se ve inundado casi hasta llegar a tocar las lámparas de cristal de Murano. Es en cierto modo la representación de una naturaleza que echa un pulso sin piedad a la cultura. ¿Todo un resumen de las fuerzas que han gobernado la historia del hombre? “Durante la inauguración la artista Eva Lootz me comentó: '¿Pablo, te das cuenta que estas representando la destrucción de Europa?' Yo no sé si llega a tanto, pero sí que considero que es una forma de mirar los cambios históricos que estamos viviendo. Quizás de manera mas intuitiva que reflexiva, tanto en lo tangible como en lo intangible”.
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el dispensador dice: corren por estas horas intensas visiones en series pseudo-documentales que pretenden interpretar cómo se verá el mundo Tierra sin la presencia de los seres humanos... qué pasará a la mañana del siguiente a la hora cero, tanto como qué sucederá a la tarde del día mil, quinientos años después o muchos miles de años más tarde... indudablemente, el mundo de las ideas, preocupado y alterado por lo que se vive aquí abajo (Tierra) está lanzando burbujas de ideas para alimentar visiones afines a las calamidades de un raro mañana necesario, evaporado por negligencias de los poderes y por impericias de capacidades, donde la razón es una mera excusa para despreciar al prójimo, denigrando su condición tanto como su calidad humanas, es decir, descalificando a la víctima y sus potenciales pensamientos, para priorizar el criterio de destrucción y autodestrucción que se observa en cualquier lugar del mundo. En dicho concierto desconcertante, nadie habla de los ruidos estrepitosos que suben desde las aguas del océano Pacífico hacia los cielos, inundando las distancias y convocando las atenciones de ocasionales navegantes, pero sí pretende imponer la cronología del ruido de la desvastación de las salas de los museos otrora ahogados por curiosidades de gentes que escapan de sus realidades. En ese mismo concierto desafinado, nadie habla de la Tierra sísmica, pretendiendo que los mismos siempre estuvieron y que ahora se detectan en mayor número porque hay con qué, asumiendo que la humanidad que no pertenece al ámbito de las ciencias de las conveniencias, parte de la premisa de ser idiota por propia decisión. Más allá, se describen los óxidos, las diluciones, el avance de las plantas y el dominio de las especies que están tratando de sobrevivir (hoy mismo) a la gelatinización de las aguas marinas en todo el globo, o bien a la acidificación de las aguas glaciares en el resto de él mismo (globo/mundo). Se diseminan fotografías llevadas por el viento, documentos que ya nadie verá, pero que son testigos de una vida o conjunto de ellas que se ha extinguido a manos de las burlas, los conflictos y los desencuentros... El humano percibe que su entorno está mal y lo expresa como sabe o como puede, algunos haciendo uso de la advertencia pública, otros del mensaje literario y los más, asumiendo en silencio algo que a estas alturas se respira en el aire. Cuando la cultura se extingue, no hay nadie que la contemple... peor aún, cuando se extinguen las oraciones, los dioses huyen espantados al no hallar a nadie que los adore... mucho peor aún, cuando se extinguen las voces te acorralan los silencios... ¿cómo sería un mundo sin letras?... ¿cómo sería un mundo sin imaginaciones acudiendo al pensamiento proactivo?... ¿cómo sería un mundo ahogado en silencios de pentagramas quebrados?... ¿cómo sería un mundo sin el llanto de criaturas?... ¿cómo sería el mundo sin una madre revelándose en la sonrisa de su hijo?... y justo allí, te das cuenta que todo el petróleo del mundo, que todo su oro, que los euros así como los dólares, no guardan valor intrínseco alguno, salvo para el que cultiva las avaricias y recoge sus propias angurrias... no hay bien ni tampoco bienes que justifiquen vida alguna ya que ésta es una gracia suprema que está más allá de las imaginarias del hombre, de cualquier hombre en cualquier circunstancia. El mundo humano se está derruyendo en los demencialismos de autores que roban letras a una clase política envuelta en negligencias, que circulan por el mundo sin alma y sin espíritu, con un aura ennegrecida por el desprecio y sus huertos de yerbas secas. El ser humano como tal, como individuo, no tiene idea lo que implica una potencial extinción de la raza... no tiene idea lo que significa para Dios, pero tampoco tiene idea lo que significa para el verbo, esto es el precio que se traduce del acto de la autodestrucción. Un precio que se paga en el mismo infierno... donde no hay llamas pero todo hierve... donde no hay llamas pero sin recuerdos sin almas. El verbo está condiciones de recrear per se a la raza humana y concederle un nuevo ciclo, una nueva era, una nueva gesta, siempre y cuando ésta se sustente en el 4-ESPÍRITU, condición superior a la del Arca de la Alianza que ha regido el quinto SOL hasta que el hombre (algunos) han decidido exterminar al conjunto sin darse cuenta que haciéndolo, se terminan a ellos mismos. Dios no es un espejismo, es una entidad cierta donde reside la luz, como materia, como pensamiento, como reflexión y como destino, y esto, aunque Usted no lo crea. Dios es la fuente del verbo y éste guarda una ciencia inmaculada que no se transgrede jamás, ni por acción ni por voluntad... de allí que, aún cuando el hombre fabrique las circunstancias para consumirse en masa, el verbo mismo lo recreará de cara a un mañana necesario que debe existir, porque así fue estipulado desde la creación, mal que nos pese. Y todo aquello que el hombre pretende creer que "no existe", verdaderamente lo hace, existe. Enero 26, 2012.-

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