Poesía completa feliz
La publicación en español de la Poesía completa de Anne Sexton, casi cuarenta años después de su suicidio, es un feliz acontecimiento. Uno de los deseos de la estadounidense era ser traducida “en todo el planeta” y ya está más cerca de cumplirse. Mientras trabajaba en la edición de sus Poemas de amor (Linteo, 2009) pude comprobar que, entre las muchas obsesiones de Sexton, destacaba su cumpleaños, día que odiaba y que fue testigo de numerosos intentos de suicidio y de un grave accidente doméstico —que ocurrió, por desgracia, la única vez que sí decidió festejarlo—. Quizá Sexton, tan aficionada a encontrar —más que a buscar— metáforas y juegos de palabras irónicos —leyendo a Rimbaud identifica la palabra francesa âne (asno) con Anne— aceptase este recorrido que propongo a continuación: entrever en los compases del Cumpleaños feliz, la vida y obra de una de las autoras fundamentales del siglo XX. Aunque lo más probable es que le horrorizara la idea. Cantemos, pues, junto a Sexton:
Comienzo anacrúsico: Al manicomio y casi de vuelta (1960). Cuando un profesor de música explica la anacrusa suele recurrir al Cumpleaños feliz por ser la canción con comienzo anacrúsico más famosa. Implica el comienzo de una pieza (sílabas cum-ple) antes del primer compás. Es un tiempo incompleto fuera de la norma de los tiempos, un tiempo raro. Sexton no empieza, retoma. Las notas que faltan para completar el compás las guardó su madre que, tras leer uno de sus primeros poemas, acusa a la joven de plagio. Los compases serán, naturalmente, de tres tiempos (“Yo soy una tercera parte / de tus hijas”) que se corresponden, respectivamente, con los tres pilares de Sexton: familia, carrera y depresión. Identificación, ya, con la locura, “Así es como ellos tocan / las campanas en el manicomio / y esta es la señora-de-la-campana / que viene cada jueves por la mañana / para darnos clase de música” y primeros apuntes del confesionalismo que caracteriza su obra: “Yo, que elegí dos veces / matarme a mí misma”.
Primer compás: Todos mis seres queridos (1962). Su carrera arranca con un tiempo fuerte que parece ganarle el pulso a los episodios depresivos. Es ya Anne Sexton, la escritora que juega a serlo y que disfruta y sufre una intensa vida epistolar. “Leo un libro nuevo y arrastro los pies al pasar frente / a la entrada para enviar mi primera carta de fan al autor”.
Segundo compás: Vive o muere (1966) y Poemas de amor (1969). Fe-liz. La palabra queda fracturada entre un compás y el anterior. Pulitzer, reconocimientos y becas. El libro es un canto a la melancolía pero se resuelve con la esperanza: “Por eso digo Vive / y gira mi sombra tres veces en círculo”. De nuevo el tres. Poemas de amor coincide con el final del compás y con la repetición de la forma anacrúsica, ya integrada —atrapada— en una rutina. Recaída, alcoholismo y progresiva destrucción de su matrimonio: “Estoy viva en la noche. / Estoy muerta de mañana”.
Tercer compás: Transformaciones (1971). Tres notas negras que escalan hacia lo que será, de momento, la nota más aguda de la pieza —vendrán otras— constituyen el ecuador creativo de la autora y una relativa calma que precederá la tormenta para la paciente, madre y esposa: “Cenicienta y el príncipe / vivieron, dicen, felices para siempre, / (...) / nunca molestados por pañales o polvo”.
Cuarto compás: El libro de la locura (1972). De nuevo, felicidad partida y regreso de la forma anacrúsica y depresiva. Concluye la primera parte de la pieza, la pregunta. Se acerca el final: “Está nevando y la muerte me fastidia / tan tenaz como el insomnio”; “Pregúntate sobre esto /y verás cómo la muerte / me gotea en estos grises labios”.
Quinto compás: Los cuadernos de la muerte (1974). Las notas más agudas. La respuesta tiene la voz de la Sra. Perro / Dios: “He recorrido un largo camino para quitarme la ropa”; “Ms. Dog se encuentra en la orilla / y el mar sigue meciéndose / y ella quiere hablar con Dios”.
Sexto compás: El horrible remar hacia Dios (1975). To-dos. El ritmo se ralentiza, Sexton revisa los impulsos que alimentaron su primera poesía: “Yo estoy escribiendo / cada día el Dios / en el que crece mi máquina de escribir”. Luego el ritmo cabalga hacia el final: “Estoy amarrando mi barca de remos / al muelle de la isla llamada Dios”.
Séptimo y octavo compás: Calle de la Misericordia 45 (1976) se publica de forma póstuma. El último fe-liz se pierde en un compás de dos tiempos que se completa con la anacrusa del principio. La Anne-crusa que nos lleva a releer la historia de una poeta, “no sólo la historia de la sábana”.
Ben Clark es poeta y traductor.
Con Anne Sexton siempre se empieza por el final. No es fácil librarse del ritual de muerte que la poeta interpretó el 4 de octubre de 1974, cuando se puso el abrigo de piel que había heredado de su madre, se bebió dos vodkas y con un tercero en la mano entró en el garaje de su casa, encendió el motor y la radio de su Cougar rojo y se quitó la vida. Poco importaba su enorme talento, su fama, su belleza, el éxito de su obra en el ámbito literario y académico. Tampoco sus dos hijas. Años antes le había reprochado a su amiga Sylvia Plath (ambas habían coincidido en un taller de poesía de Robert Lowell, donde los versos fluyeron tanto como los martinis) que le hubiese robado la gran idea. “¡Ladrona!”, escribió Sexton. “¿Cómo te has metido dentro, / te has metido abajo sola / en la muerte a la que deseé tanto y tanto tiempo?”.
Sin embargo, las casi 1.000 páginas que componen sus obras completas, que mañana llegan a las librerías españolas editadas en un solo volumen por Linteo Poesía, traducidas y estudiadas durante dos años por José Luis Reina Palazón en la colección de poesía dirigida por Antonio Colinas, empiezan por donde se debe, por el principio.
Anne Gray Harvey nació el 9 de noviembre de 1928 en el seno de una familia burguesa de Massachusetts. Hija de un exitoso fabricante de lanas, era la pequeña de tres hermanas. Siempre vivió en buenos barrios de Boston. Decidió dejar los estudios para casarse. Su primer contacto con la depresión fue en el posparto de su primera hija.
Y entre principio y fin un ciclón poético, sexual, doméstico, alcohólico, familiar, médico, químico… Sexton hija, Sexton madre, Sexton mujer. “La característica de su lírica es el uso del material autobiográfico y su precisa transformación en materia poética”, explica José Luis Reina Palazón. El traductor apunta cómo su poesía muestra desde muy pronto “un comportamiento contradictorio desarrollado desde la niñez”. Por un lado, es una mujer atractiva, alegre y fuerte. Por otro, una mujer convencida de que sufre “un dolor insoportable”, lo que la convierte irremediablemente en un ser marginal. Ahí entra la enfermedad mental y su tabla de salvación: la poesía.
Sexton fue una mujer reconocida y premiada en su tiempo, becada para escribir sus libros, profesora titular en la Universidad de Boston, ganadora del Pulitzer y luego jurado del prestigioso premio… Su poesía confesional la convirtió en una de las escritoras más famosas de su país. Para quien no la conozca son muy recomendables los vídeos en los que aparece en su casa en 1966. Cuando Sexton recita Menstruación a los 40 años tiemblan los relamidos jardines del sueño americano.
Delgada y alta como una modelo, teatral, con sus ojos azules y su pelo negro, su voz de fumadora se pega a la piel como el sudor en verano. Su amiga la escritora Maxine Kumin relata que al conocerla en un taller de poesía le llamaron la atención las pulseras, los tacones y el perfume francés. Su poesía se regodeaba en los tabúes del cuerpo femenino y ella, siempre intensa, no dejaba indiferente a nadie. “Quien acude al don de Anne Sexton no puede salvarse de su mensaje amenazador”, escribe Reina Palazón.
“Ese mensaje amenazador”, explica por teléfono el traductor, “es la duda entra la vida y la muerte que la acompañó durante toda su existencia. Esa dualidad se la expresó en una carta a Saul Bellow y él le respondió con una cita de Herzog: ‘Con un gran aliento, atrapado y mantenido en su pecho, combatió su tristeza por su solitaria vida. ¡No llores, idiota! Vive o muere, pero no envenenes todo…”. Cita que Sexton usaría para abrir su celebrado Vive o muere (1966), en el que ella se decide claramente por la vida. “Pero el desequilibrio psicológico, que arrancó en el primer posparto, creando en ella una horrible mala conciencia, la siguió acompañando. Ni siquiera su triunfo total, que llegó después de este libro, los cuatro honoris causa que recibió, o la capacidad de convocatoria de sus recitales, fueron suficientes”.
Anne Sexton escribió que los suicidas tienen un lenguaje especial: “Como carpinteros quieren saber qué herramientas. Nunca sin embargo por qué construir”. En Cartas para el Doctor Y, que dejó inédito hasta después de su muerte, invoca tozuda su única suerte: “Muerte, / necesito mi pequeña adicción a ti, / necesito esa vocecita que, / hasta cuando asciendo desde el mar, / toda una mujer, completa, / dice mátame, mátame”.
el dispensador dice:
puedes llegar antes de tiempo,
puedes irte justo en tu tiempo,
cada cosa es según el viento,
lo escrito se diseña desde el sentimiento...
hay una estirpe,
también hay un linaje,
pero no hay escudos,
en ningún paisaje,
los dones se tejen,
mientras se eligen las fuentes,
los talentos se funden,
sin siquiera verse...
puedes irte mientras respiras,
nadie debe someterse a las heridas,
pero es necesario respetar el sentido supremo,
la vida es una gracia que está más allá de sus tiempos...
aunque no los veas... existen hilos,
la gracia funciona al modo de silos,
los granos descienden mientras hay luces presentes,
engordan la propia historia según se rece...
y ello sucede a medida que se crece,
el tránsito es largo y a veces no se lo entiende,
pero todo significa según se pretende,
no siempre las estrellas señalan el poniente...
¿sabes de cielos?,
¿sabes cómo se mueven?,
¿sabes cómo deriva o cómo asciendes?,
¿o crees que las estrellas sólo se encienden?,
¿crees que eres dueño de lo que se te concede?,
¿o es la soberbia lo que te pierde?,
no siempre las cosas son como se las entienden,
los apuros ganan y la vida escrita es la que pierde...
mientras las urgencias parece que hierven,
el alma se sale y los sueños perecen,
donde no hay esperanza todo se desmerece,
la palabra amor dice más de lo que las gentes creen...
a veces te leen,
otras no te leen,
no importan aquellos,
que van y vienen,
importan sí los que permanecen,
buscando respuestas donde nadie las tiene...
y todo es simple,
según las visiones,
no hay pasión en la vida,
si detrás no hay corazones,
si no dimensionas las sensaciones,
si no haces de los sentidos,
fundamentos de las razones,
porque así como las vientos,
impulsan las velas,
muchos hacen del drama,
la excusa perfecta...
eres voluntad a modo de exclusa,
cuando la abres,
fluye el esfuerzo según se acusa,
si te gana la inercia,
eres tu el que pierdes,
nadie debe apelar a lo que se llama suerte,
ella llega por sí misma,
vestida de gracia,
cuando la encuentras,
sólo debes reverenciarla,
hacerla tuya por un momento,
lo demás que suceda,
será patrimonio del viento...
pero por ningún motivo debes gastarla,
lo que se te concede,
es siempre una "gracia",
el desespero quiebra la estancia,
es prudente esperar,
que la tormenta pase,
si te dejas llevar,
por la ansiedad y sus males,
el tiempo que llevas,
puede transformarse en vendavales...
por ello no debes irte antes de tiempo,
todo lo escrito madura en su aliento...
lo que dejes de hacer... te traerá de nuevo...
a cumplir lo pendiente... y lo dicho, es muy cierto.
ABRIL 01, 2013.-
Comienzo anacrúsico: Al manicomio y casi de vuelta (1960). Cuando un profesor de música explica la anacrusa suele recurrir al Cumpleaños feliz por ser la canción con comienzo anacrúsico más famosa. Implica el comienzo de una pieza (sílabas cum-ple) antes del primer compás. Es un tiempo incompleto fuera de la norma de los tiempos, un tiempo raro. Sexton no empieza, retoma. Las notas que faltan para completar el compás las guardó su madre que, tras leer uno de sus primeros poemas, acusa a la joven de plagio. Los compases serán, naturalmente, de tres tiempos (“Yo soy una tercera parte / de tus hijas”) que se corresponden, respectivamente, con los tres pilares de Sexton: familia, carrera y depresión. Identificación, ya, con la locura, “Así es como ellos tocan / las campanas en el manicomio / y esta es la señora-de-la-campana / que viene cada jueves por la mañana / para darnos clase de música” y primeros apuntes del confesionalismo que caracteriza su obra: “Yo, que elegí dos veces / matarme a mí misma”.
Primer compás: Todos mis seres queridos (1962). Su carrera arranca con un tiempo fuerte que parece ganarle el pulso a los episodios depresivos. Es ya Anne Sexton, la escritora que juega a serlo y que disfruta y sufre una intensa vida epistolar. “Leo un libro nuevo y arrastro los pies al pasar frente / a la entrada para enviar mi primera carta de fan al autor”.
Segundo compás: Vive o muere (1966) y Poemas de amor (1969). Fe-liz. La palabra queda fracturada entre un compás y el anterior. Pulitzer, reconocimientos y becas. El libro es un canto a la melancolía pero se resuelve con la esperanza: “Por eso digo Vive / y gira mi sombra tres veces en círculo”. De nuevo el tres. Poemas de amor coincide con el final del compás y con la repetición de la forma anacrúsica, ya integrada —atrapada— en una rutina. Recaída, alcoholismo y progresiva destrucción de su matrimonio: “Estoy viva en la noche. / Estoy muerta de mañana”.
Tercer compás: Transformaciones (1971). Tres notas negras que escalan hacia lo que será, de momento, la nota más aguda de la pieza —vendrán otras— constituyen el ecuador creativo de la autora y una relativa calma que precederá la tormenta para la paciente, madre y esposa: “Cenicienta y el príncipe / vivieron, dicen, felices para siempre, / (...) / nunca molestados por pañales o polvo”.
Cuarto compás: El libro de la locura (1972). De nuevo, felicidad partida y regreso de la forma anacrúsica y depresiva. Concluye la primera parte de la pieza, la pregunta. Se acerca el final: “Está nevando y la muerte me fastidia / tan tenaz como el insomnio”; “Pregúntate sobre esto /y verás cómo la muerte / me gotea en estos grises labios”.
Quinto compás: Los cuadernos de la muerte (1974). Las notas más agudas. La respuesta tiene la voz de la Sra. Perro / Dios: “He recorrido un largo camino para quitarme la ropa”; “Ms. Dog se encuentra en la orilla / y el mar sigue meciéndose / y ella quiere hablar con Dios”.
Sexto compás: El horrible remar hacia Dios (1975). To-dos. El ritmo se ralentiza, Sexton revisa los impulsos que alimentaron su primera poesía: “Yo estoy escribiendo / cada día el Dios / en el que crece mi máquina de escribir”. Luego el ritmo cabalga hacia el final: “Estoy amarrando mi barca de remos / al muelle de la isla llamada Dios”.
Séptimo y octavo compás: Calle de la Misericordia 45 (1976) se publica de forma póstuma. El último fe-liz se pierde en un compás de dos tiempos que se completa con la anacrusa del principio. La Anne-crusa que nos lleva a releer la historia de una poeta, “no sólo la historia de la sábana”.
Ben Clark es poeta y traductor.
Anne Sexton, a vida o muerte
Se edita en España por primera vez su obra completa
Se trata de una de las poetas esenciales del siglo XX
Amiga de Sylvia Plath, se suicidó en 1974
Con Anne Sexton siempre se empieza por el final. No es fácil librarse del ritual de muerte que la poeta interpretó el 4 de octubre de 1974, cuando se puso el abrigo de piel que había heredado de su madre, se bebió dos vodkas y con un tercero en la mano entró en el garaje de su casa, encendió el motor y la radio de su Cougar rojo y se quitó la vida. Poco importaba su enorme talento, su fama, su belleza, el éxito de su obra en el ámbito literario y académico. Tampoco sus dos hijas. Años antes le había reprochado a su amiga Sylvia Plath (ambas habían coincidido en un taller de poesía de Robert Lowell, donde los versos fluyeron tanto como los martinis) que le hubiese robado la gran idea. “¡Ladrona!”, escribió Sexton. “¿Cómo te has metido dentro, / te has metido abajo sola / en la muerte a la que deseé tanto y tanto tiempo?”.
Sin embargo, las casi 1.000 páginas que componen sus obras completas, que mañana llegan a las librerías españolas editadas en un solo volumen por Linteo Poesía, traducidas y estudiadas durante dos años por José Luis Reina Palazón en la colección de poesía dirigida por Antonio Colinas, empiezan por donde se debe, por el principio.
Anne Gray Harvey nació el 9 de noviembre de 1928 en el seno de una familia burguesa de Massachusetts. Hija de un exitoso fabricante de lanas, era la pequeña de tres hermanas. Siempre vivió en buenos barrios de Boston. Decidió dejar los estudios para casarse. Su primer contacto con la depresión fue en el posparto de su primera hija.
Y entre principio y fin un ciclón poético, sexual, doméstico, alcohólico, familiar, médico, químico… Sexton hija, Sexton madre, Sexton mujer. “La característica de su lírica es el uso del material autobiográfico y su precisa transformación en materia poética”, explica José Luis Reina Palazón. El traductor apunta cómo su poesía muestra desde muy pronto “un comportamiento contradictorio desarrollado desde la niñez”. Por un lado, es una mujer atractiva, alegre y fuerte. Por otro, una mujer convencida de que sufre “un dolor insoportable”, lo que la convierte irremediablemente en un ser marginal. Ahí entra la enfermedad mental y su tabla de salvación: la poesía.
Sexton fue una mujer reconocida y premiada en su tiempo, becada para escribir sus libros, profesora titular en la Universidad de Boston, ganadora del Pulitzer y luego jurado del prestigioso premio… Su poesía confesional la convirtió en una de las escritoras más famosas de su país. Para quien no la conozca son muy recomendables los vídeos en los que aparece en su casa en 1966. Cuando Sexton recita Menstruación a los 40 años tiemblan los relamidos jardines del sueño americano.
Delgada y alta como una modelo, teatral, con sus ojos azules y su pelo negro, su voz de fumadora se pega a la piel como el sudor en verano. Su amiga la escritora Maxine Kumin relata que al conocerla en un taller de poesía le llamaron la atención las pulseras, los tacones y el perfume francés. Su poesía se regodeaba en los tabúes del cuerpo femenino y ella, siempre intensa, no dejaba indiferente a nadie. “Quien acude al don de Anne Sexton no puede salvarse de su mensaje amenazador”, escribe Reina Palazón.
“Ese mensaje amenazador”, explica por teléfono el traductor, “es la duda entra la vida y la muerte que la acompañó durante toda su existencia. Esa dualidad se la expresó en una carta a Saul Bellow y él le respondió con una cita de Herzog: ‘Con un gran aliento, atrapado y mantenido en su pecho, combatió su tristeza por su solitaria vida. ¡No llores, idiota! Vive o muere, pero no envenenes todo…”. Cita que Sexton usaría para abrir su celebrado Vive o muere (1966), en el que ella se decide claramente por la vida. “Pero el desequilibrio psicológico, que arrancó en el primer posparto, creando en ella una horrible mala conciencia, la siguió acompañando. Ni siquiera su triunfo total, que llegó después de este libro, los cuatro honoris causa que recibió, o la capacidad de convocatoria de sus recitales, fueron suficientes”.
Anne Sexton escribió que los suicidas tienen un lenguaje especial: “Como carpinteros quieren saber qué herramientas. Nunca sin embargo por qué construir”. En Cartas para el Doctor Y, que dejó inédito hasta después de su muerte, invoca tozuda su única suerte: “Muerte, / necesito mi pequeña adicción a ti, / necesito esa vocecita que, / hasta cuando asciendo desde el mar, / toda una mujer, completa, / dice mátame, mátame”.
el dispensador dice:
puedes llegar antes de tiempo,
puedes irte justo en tu tiempo,
cada cosa es según el viento,
lo escrito se diseña desde el sentimiento...
hay una estirpe,
también hay un linaje,
pero no hay escudos,
en ningún paisaje,
los dones se tejen,
mientras se eligen las fuentes,
los talentos se funden,
sin siquiera verse...
puedes irte mientras respiras,
nadie debe someterse a las heridas,
pero es necesario respetar el sentido supremo,
la vida es una gracia que está más allá de sus tiempos...
aunque no los veas... existen hilos,
la gracia funciona al modo de silos,
los granos descienden mientras hay luces presentes,
engordan la propia historia según se rece...
y ello sucede a medida que se crece,
el tránsito es largo y a veces no se lo entiende,
pero todo significa según se pretende,
no siempre las estrellas señalan el poniente...
¿sabes de cielos?,
¿sabes cómo se mueven?,
¿sabes cómo deriva o cómo asciendes?,
¿o crees que las estrellas sólo se encienden?,
¿crees que eres dueño de lo que se te concede?,
¿o es la soberbia lo que te pierde?,
no siempre las cosas son como se las entienden,
los apuros ganan y la vida escrita es la que pierde...
mientras las urgencias parece que hierven,
el alma se sale y los sueños perecen,
donde no hay esperanza todo se desmerece,
la palabra amor dice más de lo que las gentes creen...
a veces te leen,
otras no te leen,
no importan aquellos,
que van y vienen,
importan sí los que permanecen,
buscando respuestas donde nadie las tiene...
y todo es simple,
según las visiones,
no hay pasión en la vida,
si detrás no hay corazones,
si no dimensionas las sensaciones,
si no haces de los sentidos,
fundamentos de las razones,
porque así como las vientos,
impulsan las velas,
muchos hacen del drama,
la excusa perfecta...
eres voluntad a modo de exclusa,
cuando la abres,
fluye el esfuerzo según se acusa,
si te gana la inercia,
eres tu el que pierdes,
nadie debe apelar a lo que se llama suerte,
ella llega por sí misma,
vestida de gracia,
cuando la encuentras,
sólo debes reverenciarla,
hacerla tuya por un momento,
lo demás que suceda,
será patrimonio del viento...
pero por ningún motivo debes gastarla,
lo que se te concede,
es siempre una "gracia",
el desespero quiebra la estancia,
es prudente esperar,
que la tormenta pase,
si te dejas llevar,
por la ansiedad y sus males,
el tiempo que llevas,
puede transformarse en vendavales...
por ello no debes irte antes de tiempo,
todo lo escrito madura en su aliento...
lo que dejes de hacer... te traerá de nuevo...
a cumplir lo pendiente... y lo dicho, es muy cierto.
ABRIL 01, 2013.-
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