martes, 12 de noviembre de 2013

METÁFORAS ► La coleccionista de metáforas | Cultura | EL PAÍS

La coleccionista de metáforas | Cultura | EL PAÍS

La coleccionista de metáforas

Carmen Calvo recibe el Premio Nacional de las Artes Plásticas

Se trata de una artista instalada en las paradojas y en los opuestos

Sutileza de poema visual y rescate de la memoria están presentes en su obra


La artista Carmen Calvo ayer en su estudo de Valencia. / JESUS CISCAR (EL PAÍS)

Eran los 70 del siglo XX, años míticos en los cuales algunos artistas próximos al arte conceptual trataban de encontrar su camino en un país triste, con muy escasa oferta cultural —a veces pienso que incluso algo parecido a este de ahora, al menos en cuanto a una oferta cultural maltratada y maniatada se refiere—. Aunque no, nada que ver. Entonces los jóvenes creadores que buscaban su camino al margen de lo establecido —la impuesta pintura matérica— sentían que ante ellos se iba abriendo la vida completa, por delante. Eran los años de Buades y Vandrés, dos de las galerías míticas de Madrid, y entre los más valientes, los más que andaban tras una respuesta radical —como deben ser las respuestas— no tardaba en despuntar Carmen Calvo (Valencia, 1950).


Trabajaba desde muy temprano en el que iba a ser su estilo distintivo: un collage, un poco a lo Cornell, entendido, pues, de una forma inesperada, casi como el que rescata lo olvidado o hasta lo roto
Trabajaba desde muy temprano en el que iba a ser su estilo distintivo: un collage, un poco a lo Cornell, entendido, pues, de una forma inesperada, casi como el que rescata lo olvidado o hasta lo roto, tal y como sucede en sus bellas obras con cristales, una suerte de gabinete de las maravillas que, a veces, tiene bastante de alfabeto kandinskyano, de trabajo del arqueólogo, de teatro de la memoria; de una taxonomía inesperada que preserva un orden lógico bajo su juego de subversiones.

La joven Calvo se había formado en Valencia y tras su paso por París quizás se acrecentaba en su obra ese sentido un poco trágico de las cosas, la idea de que todo es un tránsito que a veces esconde la tragedia bajo lo aparentemente liviano de sus trabajos, motivo por el cual a veces se la asocia con cierta influencia de Equipo Crónica. Poco que ver. No en vano, en la Bienal de Venecia de 1997 representaba a España junto con Joan Brossa, con quien comparte esa pasión por rescatar los alfabetos extinguidos. Ambos son artistas instalados en las paradojas y los opuestos, a su manera próximos a la más resplandeciente poética mironiana y a esas metáforas visuales que tienden a reescribir la narrativa a través de objetos inesperados.

Ciertamente, la metáfora ha sido a lo largo de la Historia uno de los recursos más utilizados por las diferentes manifestaciones artísticas y literarias, aunque no todo el arte es metafórico, o al menos no todo el arte está asociado a la palabra-objeto con la misma intensidad. Hay formas artísticas que se asocian a historias —a historias contadas—, otras a formas y colores; y hay, por fin, algunas que reconducen sobre todo a las palabras, estableciendo el nexo clave entre las palabras y los objetos, metáforas tangibles, visualizaciones de la metáfora, como ocurre con frecuencia en los trabajos de Carmen Calvo, quien rescata objetos cotidianos desechados y los mezcla, los borra —con frecuncia de forma literal—; los redime en cada caso, metafóricamente hablando; cuenta otro relato.


Por eso su pasión por los objetos instalados en cierto nuevo orden, el que subvierte al anterior e impuesto contra el cual Calvo establece su poética, tiene más que ver con el object bouleversant de los surrealistas belgas

Por eso su pasión por los objetos instalados en cierto nuevo orden, el que subvierte al anterior e impuesto contra el cual Calvo establece su poética, tiene más que ver con el object bouleversant de los surrealistas belgas —cosas que ha habido que diseñar— que con el object trouvé de los surrealistas franceses, lo que estaba ahí. Porque ninguno de los juegos de la artista como arqueóloga es inocente: al contrario. En esa sutileza de poema visual, en ese rescate de la memoria, de los olvidos o lo desechado, hay siempre en las obras de Calvo un borde que la sitúa en un espacio particular y un tiempo suspendido. Recoge, rescribe y repite como parte de un ritual antiguo, de un alfabeto que hay que desentrañar y que propone una mirada diferente en cada momento. De hecho, desde el collage a la instalación, pasando por la apropiación fotográfica, Carmen Calvo ha buscado recrear un mundo personalísimo hacia el cual arrastra al espectador, dispuesto a compartir sus pasiones, a aniquilarse en una mirada que, como sucede en algunas de sus obras, desvela un rostro todo ojos.



Carmen Calvo, Premio Nacional de Artes Plásticas 2013

La artista valenciana es distinguida por "el carácter híbrido de su creación" y la "construcción de la identidad subjetiva e histórica"

"Agradezco el premio, pero que no se olviden que el 21% del IVA está estrangulando a la cultura en España"


La artista Carmen Calvo, junto a una de sus obras, el pasado año. / JESÚS CISCAR

El arte contemporáneo español no se entendería sin la presencia del afán investigador y multidisciplinar de Carmen Calvo  (Valencia, 1950). Esa búsqueda febril de nuevas imágenes con las que contar la historia es que le ha hecho merecedora del Premio Nacional de Artes Plásticas 2013 y el mismo que alimenta su impactante capacidad de trabajo. Reivindicativa y batalladora, Calvo agradece el galardón, pero recuerda que si mantienen el 21% del IVA acabarán por matar la cultura de este país. “Lo voy a repetir como un mantra a ver si hacen caso. Así no podemos seguir en ningún sector. Los premios no dejan de ser migajas, lo importante es ocuparse todo el tiempo de la cultura”. El premio está dotado con 30.000 euros.

El jurado argumenta el premio por su “trayectoria profesional, por el carácter híbrido de su creación, su búsqueda constante de diversos medios de expresión, y el variado uso de materiales y técnicas. Por su investigación sobre el papel de la imagen en la construcción de la identidad subjetiva e histórica, así como por su reflexión sobre la memoria que impregna los objetos que conforman su obra.”

No me quejo por mí misma pero estoy en minoría. Lo habitual es que la gente no exponga ni venda en un mercado que era débil y han herido de muerte con el aumento del IVA”.
Siempre en primera línea del escaparate artístico, Calvo concluye estos días una retrospectiva en la galería Fernández-Braso de Madrid, inaugura esta semana en el espacio Alejandro Salas de Barcelona y el 20 en la galería Rafael Ortíz de Sevilla. “No me quejo por mí misma“, explica por teléfono, “pero estoy en minoría. Lo habitual es que la gente no exponga ni venda en un mercado que era débil y han herido de muerte”.

El premio es para ella una oportunidad para reivindicar la falta de memoria y de respeto que hay respecto a la creación. La memoria es también para ella una fuente inagotable de inspiración. Sobre viejas fotografías, partituras o páginas de libro, Carmen Calvo transforma los argumentos originales para crear una nueva vida y desafiar al tiempo. Cazadora incansable de imágenes, como le gusta definirse, Calvo anuncia que seguirá buscando objetos a los que dotar de una nueva manera de estar en el espacio y en el tiempo.

La obra de Camen Calvo empezó a conocerse desde muy pronto, aunque el salto internacional lo consiguió cuando participó con el poeta Joan Brossa en la Bienal de Venecia de 1997. Su obra se ha podido ven en retrospectivas en el IVAM y en el Palacio de Velázquez de Madrid. El Reina Sofía posee seis obras suyas, aunque no está incluida en la colección permanente del museo. “No me molesta. Con saber que tienen esas obras, guardo la esperanza de que en las sucesivas revisiones me acaben incluyendo".

El jurado que ha premiado a Carmen Calvo ha estado formado por Manuel Alcorlo Barrero, pintor, miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando; Miguel Corella Lacasa, Profesor Titular y Director del Departamento de Comunicación Audiovisual, Documentación e Historia del Arte de la Universidad Politécnica de Valencia; Javier Díaz Guardiola, comisario y coordinador de arte del ABC Cultural; Marián López Fernández Cao, Profesora Titular del Departamento de Didáctica de la Expresión Plástica, miembro del Consejo del Instituto de Investigaciones Feministas, Universidad Complutense de Madrid; María José Salazar Herrería, Conservadora del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía y Lidija Sircelj, Directora de Relaciones Institucionales del Círculo de Bellas Artes. Ha actuado como presidente Jesús Prieto de Pedro, Director General de Bellas Artes y Bienes Culturales y de Archivos y Bibliotecas y como vicepresidenta Begoña Torres González, Subdirectora General de Promoción de las Bellas Artes.


el dispensador dice: 
estaba solo, 
aislado del mundo, 
habitación de silencios rotundos,
ensimismado,
reflexionando cómo la respiración se traduce en tiempo,
cómo se escurre la vida,
mientras se revuelven los vientos...
una ventana provee visiones,
de exteriores sin rumbo,
las aves despliegan alas,
mientras las gentes andan a los tumbos,
sacrificando destinos,
obsecuencias ante iracundos,
soberbias ciegas,
seres que aún naciendo,
no reconocen mundo,
su eje se sustenta,
en el ser furibundo...
por ello escapan los trotamundos,
espíritus libres como vagabundos,
que no soportan el desprecio,
propio de los inframundos...

refugio de artes,
paraíso de partes,
escribes o pintas,
cincelas o haces de los pentagramas... velas...
te aislas mientras piensas,
descienden ideas,
y encienden el aura,
propulsión de otras tierras,
el arte salva,
también eleva,
cuando te desprendes,
fibra de hoja,
trama de tela,
el mármol toma vida,
cuando el cincel hace que el testigo se conmueva,
mientras afuera llueve,
en otro lado seguro que nieva,
es bueno volar,
cuando la imaginación te lleva,
el agua sigue los rumbos,
por dónde se cuela...
cuando encuentras tu fuente,
es el alma la que se renueva.
noviembre 12, 2013,-
 

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