Domingo 10 de noviembre de 2013 | Publicado en edición impresa
Escuchar radio, mirar televisión y hasta sorprender una conversación en la vía pública de manera involuntaria, descubren el grave deterioro del modo en que nos comunicamos. Se está generalizando una lengua disgregada y vulgar en la que la grosería encubre la carencia de vocabulario. Ya nadie parece escapar a una tendencia que ha terminado por borrar las diferencias que existían entre la lengua pública y la privada. Asumiendo que en todos los hogares las familias se comunican de manera primitiva y rozando el insulto, se ha instalado en el espacio público una grosería expresiva que, aparentemente, supondría la democratización de la comunicación. No pocas veces sorprende comprobar que incluso personas revestidas de una importante representatividad social se comunican de un modo procaz y violento, impensable hasta no hace mucho.
Las causas de esta corrupción de nuestra lengua son múltiples y diversas, pero entre las importantes cabe destacar el escaso interés con el que enseñamos a manejarla con propiedad. Como el niño ya habla, olvidamos que no sólo se aprende la lengua expresándose, sino que también se lo hace leyendo, escribiendo y escuchando. Antes en la escuela a los niños se les decía: "He aquí nuestra lengua", y se los invitaba a aprenderla, a sumergirse en ella, a construirla con cuidado, a memorizar poemas porque los poetas son quienes mejor la conocen. Hoy resulta más cómodo decirles: "Habla". La lengua es concebida como un utilitario medio de comunicación sin que importe su primitivismo. Al considerar que el principal problema de los jóvenes es la inhibición expresiva, privilegiamos la espontaneidad, el intercambio, el debate. Subyace en la conducta actual la exaltación del individualismo y una vigorosa resistencia a aprender normas como las que rigen el empleo de la lengua.En relación con la falta de preocupación por el respeto a las reglas ortográficas, una maestra declaraba hace poco: "Hoy son los alumnos los que dictan a la maestra y luego se trabaja sobre ese relato". Esa frase refleja el papel secundario que le cabe al docente: recibir el dictado de los alumnos. En consonancia con la idolatría actual por el individualismo y la libre expresión por parte de chicos y jóvenes, tanto éstos como sus mayores se resisten a todo intento de enseñarles, pues están convencidos de que no necesitan aprender. Se conciben como creadores consumados, que ya lo saben todo por el solo hecho de operar con destreza la tecnología que les es contemporánea. Puesto que pueden hablar es redundante enseñarles la lengua y sólo nos queda escucharlos expresarse con monosílabos que prenuncian un acelerado retroceso a etapas previas de la evolución. Hace poco señalé que aparentemente debemos limitarnos a recibir el dictado del infante, escucharlo y no molestarlo pretendiendo que se esfuerce en aprender reglas que lo único que consiguen es interferir con su creatividad. ¿Dictados, leer en voz alta, escritura cursiva en lugar de la básica letra de imprenta, aprender ortografía y sintaxis, proponer lecturas de calidad, comprender lo que se lee? Absurdos esfuerzos superados. Sin embargo, hasta hace poco, si bien los niños también hablaban, los mayores no creíamos inútil enseñarles estas habilidades hoy consideradas reliquias.
La construcción cuidadosa de la lengua hablada y escrita y el contar con un rico vocabulario no son añoranzas de reaccionarios nostálgicos, de puritanos pasatistas, como se pretende hacernos creer. Está en juego un patrimonio esencial del ser humano del que no deberíamos privar a nuestros chicos. Tienen derecho a hacerse de las herramientas que les permitan expresar mejor su visión del mundo y de sí mismos, a ser capaces de poner su vida en palabras. No es casual que Confucio haya respondido a la inquietud de sus discípulos acerca del modo en que comenzaría a gobernar un país diciendo: "Quisiera mejorar el lenguaje".
el dispensador dice: el mundo está hipercomunicado... hay telefonía celular de sobra, capaces de contener cualquier tecnología superadora... hay redes sociales que han envuelto el planeta conectando antípodas de distintos pensamientos humanos... sin embargo, ello no ha mejorado la comunicación entre las personas, por el contrario, el ser humano está retrogradando sin darse cuenta, de manera vertiginosa... se ha perdido la capacidad de interpretar los textos, en cualquier idioma, por ende tampoco se confiere valor genuino a las palabras, por consiguiente el pensamiento es deficiente, y al mismo tiempo, los medios revelan que existe una significativamente demora en hilvanar verbos, sustantivos, adjetivos, o bien de sujetos con predicados... algo así como un exterminio anunciado que comienza con las lenguas, para invadir los pensamientos, traduciéndose en expresiones que se riñen con las intenciones subyacentes. Obsérvese que esto ni siquiera sucede en el reino animal (al cual pertenecen los humanos, mal que les pese)... indudablemente, la humanidad está involucionando a partir de una muy deficiente alimentación, sometida a un estrés común a los esclavos, consumida por un burn out social donde se quiebran todos los sentidos de los equilibrios de la vida, atrapada en un bullying donde pocos acosadores vejan y violan a muchos indefensos, donde estados políticos ausentes persiguen a los ciudadanos cercándolos de manera semejante a lo que hacían los ancestros con los mamuts... curiosamente, uno observa que esta barbarie creciente no discrimina por raza, por género, por edad, por título u honor, esto es que incluye a una porción importante de humanos que siguen siendo funcionales obsecuentes con cualquier poder, descalificante de aquellos que aún conservan en sus mentes y en sus almas, las "coincidencias" entre valores, pensamientos, y acciones e intenciones... de allí que sea de suponer que algo hay en el aire que hace que las normalidades y sus indicadores de "normalidad" estén asumiendo distancias siderales, o bien, traducido, que el oxígeno que respiran unos, a otros no les alcanza para coordinar las neuronas. Algo ciertamente peligroso, porque aún cuando no haya evidencia científica justificable, es "evidente" que el mundo humano se esa zombificando. NOVIEMBRE 16, 2013.-
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