viernes, 1 de noviembre de 2013

EL PESO ESPECÍFICO... DEL ALMA || interruptor_Época uruguaya: sus síntomas

recibido desde URUGUAY y compartido con vosotros:
interruptor_Época uruguaya: sus síntomas



TIEMPO LOCO

Época uruguaya: sus síntomas

Carlos Rehermann


 El otro día cometí el anacronismo
de leer a Mario Praz. En un artículo dedicado a Fuseli, el difunto crítico asegura que una época se juzga no sólo por lo que produce, sino, y aun más, por lo que valora, y sobre todo por lo que revalora del pasado. Me convenció.


 Me convenció aunque hay que decir que la idea de “época” que maneja Praz se relaciona con la historia de los estilos, concepción netamente eurocentrada. Para Praz, como para cualquier académico del hemisferio norte, “época” significa “período de la historia del arte europeo” (“europeo”, en ese contexto, designa también la producción de los Estados Unidos y Canadá). Para los académicos del hemisferio sur “época” significa lo mismo, lo cual es más grave. En efecto, decir “época” en Uruguay equivale a decir “reflejo anamórfico
de una época metropolitana”.


 Decía el famoso dúo Marx & Engels, en su libro
La ideología alemana, que “la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad es, al mismo tiempo, su poder espiritual dominante”. Bastaría aceptar ese aserto para dar por explicada la pánica llanura espiritual de estas tierras charrúas, permítase el plagio, sin que los insultados se den cuenta del palo recibido, pero la cita comparece aquí para recordar que se aplica, con más perfección aun, a la distribución de poderes planetarios: aquí se piensa como creemos que se piensa en el hemisferio norte.

Con esa prevención acerca de la idea de época, se puede aplicar la idea de Praz al Uruguay de hoy, donde hay, como se verá, cierta tendencia al doblez, que surge de comparar lo que valora hoy y lo que revalora del pasado.

 Juntos somos más pesados
Si algo se valora en el país es la asamblea, la asociación y la federación. Integrar un gremio es algo tan valioso que en los concursos para cargos docentes en la Universidad de la República se otorgan puntos por la pertenencia al gremio estudiantil, docente o profesional. La idea dominante entre los decanos de las facultades de los años sesenta y ochenta era que “el orden es el gremio”. Se referían con esto a que la representación del orden estudiantil en los órganos de gobierno debía ser de miembros del gremio estudiantil, y lo mismo con los docentes y egresados. Esta concepción de encapsulado de la voluntad en sucesivas organizaciones metidas dentro de otras organizaciones parece producir un cosquilleo placentero en los uruguayos.

 En la actualidad una cantidad importante de contratos son realizados entre organismos estatales y gremios o asociaciones profesionales. A los ojos de los jerarcas, estas asociaciones son los organismos que representan a los individuos expertos en el oficio de que se trata. El asunto no se limita a los gremios de trabajadores, sino que se expande a las asociaciones de profesionales liberales y a las cámaras empresariales.

 Un mundo en el que hay que unirse con otros para imponer por la fuerza un salario mínimamente digno es un mundo detestable. Un mundo en el que hay que aceptar, al mismo tiempo, que los capitalistas se reúnan en conciliábulos o cámaras para imponerse beneficios aun mayores que los que ya tienen es decididamente un escándalo inaceptable.


 Las asociaciones y gremios formaban ya un conglomerado de corporaciones bastante abrumador, cuando, con posterioridad al período del gorilato, la agenda de los estudios culturales produjo un gran aumento de la densidad de grupos organizados, que en algunos países se llaman “minorías” y que nuestro pie de plomo aconseja no nombrar directamente para no crear revuelo. El razonamiento (o algo que parece un razonamiento) que justifica la actuación de los grupos en una comunidad establece que estas asociaciones representan a los individuos. El significado de “representan” no está claro, cosa que ocurre siempre que se usa esta palabra.

 El problema es que el individuo que es valioso pero que no forma parte de un grupo de presión difícilmente acceda a lo que por justicia parece corresponderle, porque siempre hay algún miembro de un grupo que, sin que se tenga en cuenta su capacidad, obtiene el lugar que anhela gracias a su buen desempeño en el grupo de presión.

 Paradójicamente, a la hora de valorar una manera de ser del pasado, esta comunidad tan respetuosa de las asociaciones y los grupos evita al soldado desconocido o el proletario anónimo, y en cambio celebra al individuo más antisocial que se pueda imaginar.

 Lo mostraba con limpidez Gustavo Espinosa desde esta misma columna. Refiriéndose a un texto de Serafín J. García, que describe al “Orejano”, el héroe revalorizado de un pasado antes considerado bárbaro, Espinosa escribe:
[…] el texto es una desdeñosa diatriba contra la política y contra la ciudad: “Porque no me enyenan con cuatro mentiras / los maracanases que vienen del pueblo / a elogiar divisas ya desmerecidas / y a hacernos promesas que nunca cumplieron”. Arremete también contra el trabajo asalariado (“Porque no me han visto lamber la coyunda / ni andar hocicando p'hacerme de un peso...”), contra el registro civil (“Porque cuando truje mi china pal rancho / m'he olvidao que hay jueces p'hacer casamientos”) y contra la iglesia (“Porque a mis gurises los he criao infieles / aunque el cura grite que irán al infierno”).

 El radical individualismo y absoluto rechazo por la norma social parecen de difícil convivencia con la obsesiva compulsión por lo gregario de la cultura uruguaya. El orejano es tan individualista y contrario a las leyes, que sería imposible hablar de él con otro punto de vista que la primera persona con que lo presenta la poesía.

 Perfección del pueblo
Un segundo asunto valorado sin cesar es la cultura del pueblo. “El pueblo” es un significante con indeciso significado. Hay acuerdo en algunos asuntos básicos: el pueblo es bueno, bondadoso, bienintencionado e incapaz de una maldad. A esta bondad abrumadora del pueblo hay que añadir una sabiduría infinita. El pueblo sabe, sabe todo, lo sabe de cabo a rabo, siempre lo supo, y nadie lo va a engañar (Esta versión suele ser frecuentada por las personas cercanas a los gobiernos recién electos). El arte del pueblo, por lo tanto, es necesariamente perfecto. Así, la murga y el candombe han sido beatificados como súmmum de arte del pueblo, y han recibido el apoyo económico y burocrático casi infinito de los gobiernos, especialmente de la ciudad de Montevideo.

El problema con los apoyos al arte del pueblo es que la intervención estatal, a través de regulaciones (imprescindibles para definir el campo que se apoya), termina modificando y falseando la parte “del pueblo” de la expresión “arte del pueblo”. Si las cuerdas de tambores espontáneas de los tiempos anteriores a los concursos oficiales tenían ciertas características, ahora no es fácil saber en qué medida la historia de ganadores de los concursos oficiales y las limitaciones formales impuestas por los jurados intervienen de tal forma en la materia artística que ya se trata de una forma de arte elitista como cualquiera.


La evolución de la murga probablemente fue menos estimulada desde el poder, en el origen de su profesionalización, cuando se convirtió en una herramienta política de lucha contra la dictadura. La profesionalización sí ocurrió luego con un gran estímulo de los poderes estatales, que vieron en el género una herramienta que serviría también para ampliar ciertas bases políticas.

En contraste, hoy ensordece el grito destemplado que lamenta la falta de educación, la mala formación que ofrece la escuela pública, los pobres resultados de los estudiantes, en comparación con otros países pero especialmente con otras épocas. ¡Antes, antes sí éramos cultos, educados, hasta sabios! Cunde el rumor de que hubo en este país artistas geniales, escritores asombrosos, compositores que sorprendían a los públicos de Europa. Nada de eso es cierto, por supuesto; Uruguay siempre fue un pequeño territorio parco en genios, pero el mito de una alta cultura y profundo conocimiento, productos de una educación excelente y democrática, convive con la defensa de una idea de un arte del pueblo y una sabiduría popular que hace innecesaria y aun repele la educación formal.

Solidaridad: es una orden

Un tercer asunto se valora muy alto en Uruguay: la participación democrática y solidaria. El fervor democrático es tan desbordante en el país —se explica a quienes lo inquieren— que el voto es obligatorio. La confusión es típica de una ronda de borrachos, y recuerda el cuento ¡Qué lástima! de Paco Espínola, en el que un regalo hipotético termina siendo motivo de una discusión que convierte la cortesía del que ofrece en obligación del que acepta.

La verdad es que en Uruguay los derechos son, casi siempre, obligatorios. El voto es obligatorio incluso en la Universidad, y uno corre el riesgo de no poder dar un examen, o cobrar su sueldo, si no vota a unos desconocidos que van a gobernarla. La censura cae como un telón de plomo sobre el ingeniero civil que hace puentes en Cerro Largo si no conoce en detalle las propuestas de los colegas que se postulan para el Claustro de la facultad de ingeniería: le falta compromiso, es un irresponsable y probablemente se complace en hacerle el juego a la reacción ultraconservadora.

La solidaridad también es, con frecuencia, obligatoria. El caso más estruendoso es el llamado “Fondo de solidaridad”, un impuesto que se cobra a quienes cursaron estudios superiores en la Universidad de la República. Nunca se les avisó a los estudiantes de antes de los años noventa que se votaría una ley que los obligaría de por vida a una cuota semestral. Como en Uruguay el lenguaje manda y termina por decretar la realidad, se finge que no se trata de una exacción sodomita: es un fondo de “solidaridad”.

A pesar de la importancia que se parece darse a estos asuntos, basta con pagar una multa para liberarse del problema de no votar en las múltiples elecciones de derecho obligatorio, y basta con pagar las solidaridades obligatorias para estar en paz con los jueces que acechan los bienes de los evasores.

Lo increíble de la obligatoriedad de los derechos y la solidaridad es que el país obtuvo su independencia con gritos destemplados en torno a una bandera que exclamaba LIBERTAD O MUERTE. ¿Será que esto es la muerte?

Tiempo loco

Uruguay es el único país del mundo en el que sus habitantes hablan del tiempo calificándolo de orate. Dos uruguayos que el azar reúne en una parad de ómnibus o en la antesala de un consultorio empiezan invariablemente sus conversaciones con la siguiente observación: “Tiempo loco, ¿eh?”. La charla sigue un curso más o menos prefijado a través de las descripciones de los cambios inesperados en el estado del tiempo.

Se trata, diría Wimpi, de la aplicación popular de la idea de metáfora: estamos hablando de nosotros mismos. Nos gustan los sindicalistas disciplinados pero no hay nada mejor que un ácrata solitario y rebelde, no hay nada tan perfecto como el arte del pueblo pero lloramos amargamente por el perdido pasado erudito, nos enorgullece la alta participación de la ciudadanía en las elecciones, aunque omitimos decir que si no participamos nos sancionan con una multa, y al mismo tiempo celebramos nuestro pasado de reclamos ilimitados de libertad.

Como el tiempo uruguayo, los uruguayos estamos locos, nos dejamos tironear por fuerzas opuestas. La bonita idea europea de Mario Praz, que supone que debería haber alguna coordinación entre lo que una época valora y lo que esa época revalora del pasado, se evidencia ineficaz para dar cuenta de lo que somos, asunto que convendría consultar, provisionalmente, en un manual de siquiatría.
 
 
 
el dispensador dice: hay cosas que nos distinguen... pero antes de ello, hay miradas que te encasillan antojadizamente... entonces eres "uruguayo"... "argentino"... "chileno"... "peruano"... "boliviano"... "colombiano"... "ecuatoriano"... "colombiano"... "venezolano"... "mexicano"... y según la procedencia es cómo el prójimo te representa en su cabeza, según sus apreciaciones, según sus ideologías, según sus ignorancias, según sus carencias, según... lo que sea... ya que las perspectivas que se tienen de las cosas, de cada cosa, es lo que confiere forma al argumento y a la razón... o bien, todo lo contrario, al defecto de concebir una idea errada de una determinada realidad o circunstancia... como sea, las gentes se califican unas a otras, así como se descalifican unas a otras... entonces, recibirás el mote de "negro", de "tano" (por italiano), de "gallego" (aunque procedas de cualquier otra parte de España), de "cabecita negra" (entendiéndose por ello villero e ignorante), y en realidad, estas calificaciones, son descalificaciones que proceden de las intimidades de cada espíritu... según éste se haya visto nutrido o desnutrido... de allí que, al ser calificado de "intelectual", seas percibido como un "extraterrestre" que no encaja en ninguna realidad social, por ende serás llamado para la foto, pero luego todo el entorno huirá despavorido ante la sola presencia.
Es raro... pero sucede...
Por consiguiente, los "bohemios" aparecerán como andrajosos perdidos en sus artes, extraviados en rutinas irreproducibles por las gentes normales que circulan por la vida comprando opiniones delegadas por los medios corporativos, los amarillos, los que cultivan los morbos, algo así como pasar desapercibido aturdiéndose con lo simple... porque ello evade los compromisos... porque ello evade el pensar, el reflexionar, el participar... y en última instancia (o en primera) evita el problema de tener que emitir una opinión que merezca ser criticada...
El mundo está repleto de instrascendentes, que reclaman más que los trascendentes...
Raro... pero real...
Sí, el mundo está lleno de anónimos y desconocidos que construyen sus realidades sin estridencias, paso a paso, como pueden, como saben, o como los dejan... asumiendo que a veces no pueden, no saben, y ni siquiera los dejan... de allí que las calificaciones los habiliten a "estar", o ser "resistidos" por aquellos que asumen la obsecuencia como una forma de vida... que supuestamente se facilita mediante la carencia de entidad, la falta de opinión propia, el oportunismo de tomar ventaja de la "teoría del felpudo"... te pisan, pero estás...
Léase, no son pocas las gentes que pasan por la vida sin darse cuenta que han vivido...
Léase, no son pocas las gentes que pasan por la vida cargando culpas en espaldas ajenas... a efectos de evitar tener que asumir las propias...
Léase, no son pocas las gentes que descalifican para evitar el verse calificados...
Léase, no son pocas las gentes que circulan por la vida escudándose en segundas intenciones que las hacen aparecer como exitosas, escondiendo que son derrotados por sus propias consciencias... o hasta son abandonados por sus ángeles de la guarda, avergonzados por tanta inconducta...
Léase, no son pocas las gentes que pasan por la vida creyendo que respirar es su única función...
Léase, no son pocas las gentes que llegan a los tiempos respirables, los suyos, los propios, entendiendo que los prójimos son sus sirvientes, lacayos, y/o hasta felpudos...
Lo cual se asocia a la carencia para comprender el significado del "decir", del "pronunciar", asumiendo que las palabras no guardan valor alguno porque se las lleva el viento, y que lo único importante en sus vidas es atropellar al otro para sacarle ventaja, desplazarlo hasta agotarlo, excluirlo hasta agobiarlo, negarlo hasta expulsarlo... para inmediatamente echarle cuanta culpa hay disponible... porque ello favorece que los incautos miren hacia otro lado...
En la vida te cruzas con gentes que te usan y luego se abusan, para más tarde rasgarse las vestiduras y destrozarte ante Dios y sus santos evangelios... omitiendo en ello, la caracterización de sus mentiras, de sus traiciones, de sus abortos... es decir omitiendo todo aquello que tiene entidad propia aún cuando se le distinga la masa, no se perciba que tiene peso específico, y hasta se niegue alegremente que en la vida, todo deja huella y todo contiene sombra...
Lo antedicho era reconocido por las sabidurías del oriente lejano, distante en el tiempo, lo sabían los nubios, los persas, los egipcios... pero lo griegos lo transformaron en tragedia... y finalmente los fundamentalismos del imperio romano evaporaron el conocimiento alejandrino y ptolomeico sobre todo aquello que, aún no viéndose, existe y tiene entidad...
De allí que se hayan extinguido los oráculos...
De allí que las religiones atiendan a sus fieles en horarios comerciales...
De allí que todo se compre y todo se venda, depredando el sentido genuino de los valores...
Lamento entonces comunicarte que todo lo que no se ve, existe, tiene entidad propia, guarda masa y contiene energía que le es inherente, por ende es consecuente con otra que le ha dado origen y lugar, permitiéndole ocupar un espacio en los tiempos respirables... algo nada desdeñable... o lo que es lo mismo, una verdadera gracia concedida por "alguien"... para "algo"...
En la Tierra humana hubo una época, extensa, donde se abrían ventanas del espacio-tiempo y las almas podían cruzarlas sin morirse... pero "algo" (motivo) las cerró... y las ciencias de las conveniencias han extraviado el conocimiento alejandrino y ptolomeico que las describía, para lo cual fue necesario convertir en cenizas una biblioteca, dos bibliotecas, tres bibliotecas, habilitando a fundamentalismos que borran lo que aseveran, o bien que compran y venden ángulos de las piedras filosofales que no tienen valor alguno... y que las gentes compran, justamente para no tener que "pensar"... evitando las responsabilidades y los compromisos... para luego describir un raro sentido de las lealtades, fundamentales en aquella "teoría de los felpudos"...
Pero el ser humano llega a este mundo mediante la música de las esferas... lo hacía en los tiempos de los nubios, y lo hace todavía hoy... pero dado que nadie sabe que son... estas esferas pasan desapercibidas, porque nadie las escucha, nadie las atiende, y si alguna vez lo hizo, ya se olvidó, evitando cualquier consciencia sobre el particular...
La música de las esferas es aquella que determina el sentido de los destinos... y es la que contiene la memoria del karma de cada quién... por ende es registro de huella y sombra... por ende es testimonio de intenciones y palabras... dejando constancia intrínseca del tiempo concedido... de su coherencia y de su incoherencia... sin que ello se vincule a paraísos, purgatorios o infiernos...
Las esferas producen un sonido contínuo que se asocia con las notas de un pentagrama... y hay tantas esferas y tantos pentagramas como seres humanos transitando sus tiempos respirables... algo que se aplica a todas las especies de cualquier reino... esto es, a todo lo que existe... véase o no...
El alma va surcando vidas y circunstancias, y cuenta con una peso específico semejante y equivalente al que guardan las palabras, las pronunciadas, las pensadas, las elucubradas, las despojadas... desde luego, dicho peso específico es inmedible en el hoy por hoy, porque las tecnologías que nos rodean sólo se refieren a lo denso... a lo que puede ser tocado, comprado o vendido... desconociendo que no son pocos los seres humanos que entregan sus almas a cambio de algún poder... de algún espacio... de algún bienestar... que los separe de los otros, los mortales...
Pero el alma es como un huerto... si no lo siembras, si no lo cosechas... si no lo cuidas... si no alimentas... se transformará en un desierto... y cuando regresas al mundo de los espíritus, te encuentras con que el molde que te trajo a la Tierra está vacío... y ya es imposible llenarlo de hechos, de significancias, de sapiencias, de afectos... y allí te das cuenta que de nada sirvió la cuna de oro, los grifos de platino, el palacio de mármoles relucientes...
Final... con el alma no se juega... como tampoco se juega con la consciencia... como tampoco se puede negar al ángel de cada guarda... porque todo, absolutamente todo, tiene entidad, masa, energía, peso específico... así es que si andas con algún tiempo, regresa a los fundamentos alejandrinos de la escuela ptolomeica... ya que quizás, sólo tal vez, estés a tiempo de hacer algo útil por tus prójimos, y hasta por tí mismo.
NOVIEMBRE 01, 2013.-

- Nota del dispensador: recuerda... "todo lo que no se ve, existe, tiene masa, energía, y peso específico", aún cuando no esté en Google.







 

No hay comentarios: