sábado, 9 de noviembre de 2013

AMANECERES ► El sonido de la naturaleza | elmundo.es

El sonido de la naturaleza | elmundo.es

GRAJOS Y DEMÁS PARIENTES


Carlos de Hita


Corrrnejas.
Si en la entrega de la semana pasada escuchábamos las resonantes roncas de los gamos, en esta vamos con los gritos rotos de los córvidos. Arrastrando bien las erres, para imitar la voz de unas aves que cada vez que graznan parece que dicen su nombre.

El sonido se apaga en los bosques otoñales. Al menos en la península y las Baleares, dejando aparte las Canarias, que son otro cantar. Ahora que, por una especie de ley natural del equilibrio, las hojas ganan en color lo que las gargantas pierden en tonalidades, parece que sólo los cuervos, cornejas y demás parientes tienen algo que decir.

A la colección de croajares de las corneja, los crocitados de los cuervos y los graznidos arrastrados de los arrendajos sólo se suma el murmullo del viento en las copas.

Una de las cornejas anteriores vuelve a chillar desde el fondo del bosque, encaramada a la copa de un roble. Excepcionalmente, un chochín, un pájaro diez veces más pequeño, reclama en primer término, medio oculto en un arbusto. Y en estos días templados que corren, a la espera de un frío que no acaba de llegar, se le escapan algunas frases de su canto. Pero son llamadas tímidas, recortadas, mucho menos adornadas que el explosivo trino de primavera.



Foto
Una corneja sobre un roble con follaje de otoño. | Carlos de Hita
Y entre uno y la otra nada. Así es el otoño en los bosques: algunas voces rotas, unas notas sueltas… y poco más.

Nota. El “grajo” del subtítulo es un término vernáculo que engloba indistintamente a cuervos, grajas, grajillas, cornejas, chovas y demás pajarracos de lúgubre plumaje y voz rota.


el dispensador dice:
ante la partida de un alma,
las aves contemplan sus calmas,
se miran entre sí,
conversan dando sus dianas,
algo me dicen,
trinos del alba,
se enciende el bosque,
cuando parte un alma...

viene un ángel a buscar a su guarda,
habla la consciencia,
libre de estridencias, sonidos que aplacan,
¿cómo es posible que hable el silencio?,
ahora descubres que el umbral es cierto,
que el camino a la luz habilita llegar al huerto,
ese que has soñado en algún recuerdo...
ahora te vas, no hay pañuelo,
se me van las lágrimas,
me envuelven recuerdos,
aquellos fríos de la Alemania sin tiempo,
aquellos otros de la Península Valdez atrasado invierno...
nos hemos ido,
también hemos vuelto,
nos quedamos sin tierra,
nos quedamos sin puerto,
debemos navegar según designio puesto,
sólo vinimos a aportar lo nuestro...
te doy un abrazo,
tal te recuerdo,
echaré un rosa desde San Isidro cerro,
allí el vacío te envuelve en lo eterno.
NOVIEMBRE 09, 2013.-

DEDICADO A: mi amiga, la Dra. Rosa Safierowicz. 

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