lunes, 30 de noviembre de 2015

PARA QUE HAYA LIBERTAD DE CONSCIENCIA, DEBE HABER CONSCIENCIA DE LA LIBERTAD ► Un patito, un caballito, un pajarito y un cuento chino | Cultura | EL PAÍS

Un patito, un caballito, un pajarito y un cuento chino | Cultura | EL PAÍS



Un patito, un caballito, un pajarito y un cuento chino

El panel de EL PAÍS sobre periodismo y literatura analiza la frágil barrera entre realidad y ficción en América Latina

 Guadalajara (México) 30 NOV 2015 - 04:51 ART






Elena Poniatowska, durante el debate organizado por EL PAÍS. / SAÚL RUIZ
Lucy, cuenta John Carlin, estaba sentada con Charlie Brown mirando al cielo y le preguntó que veía. Pero como es tan mandona, antes de que Charlie respondiese le dijo lo que ella veía: “Miro las nubes y veo la tragedia de la vida. Lo efímero que es todo”. Entonces, sí, le preguntó ¿y tú qué ves, Charlie Brown?, a lo que Charlie Brown respondió: “Pues iba a decirte que veía un patito y un caballito, pero cambié de opinión”.
El periodista, vino a decir Carlin, siempre se sentirá un humilde registrador de los hechos ante los altos vuelos del literato, aunque el deber de comunicar de una manera amena también lo acercará al terreno de la escritura como acto creativo. Pero, ¿tiene derecho Charlie Brown a ver en una nube la tragedia de la vida, o eso podría hacer que sus lectores se confundiesen tanto que perdiesen la capacidad de distinguir un caballito de un patito?
El panel Periodismo y literatura en tiempos convulsos, organizado por EL PAÍS en la feria del libro de Guadalajara para celebrar su 40 aniversario, puso sobre la mesa una controversia clásica del oficio del reportero: si la objetividad de la información se puede ver afectada por el uso de herramientas narrativas o si, al contrario, el uso de esas herramientas puede hacer más digerible la información, y de esa manera más eficaz, más comunicativa, más certera.



Moderaron la charla dos periodistas del diario, Javier Rodríguez Marcos y Juan Cruz. Abrió la conversación una maestra del periodismo literario, Elena Poniatowska, que brindó por el Premio Nobel de Literatura concedido a Svetlana Alexiévich, que retrató el alma de la Unión Soviética con la entrevista documental como método: “El testimonio adquiere con su premio un valor que nunca tuvo”.
La decana de los cronistas mexicanos recordó cómo Carlos Fuentesse burlaba de ella y de su Volkswagen escarabajo, diciéndole “Ahí va Elenita en su vocho a preguntar el precio de los jitomates”, cosa que a ella no la afectaba porque sí, en efecto iba a preguntar el precio de los jitomates, y porque consideraba que eso era una tarea importante. Recoger y contar lo cotidiano, según Poniatowska, es una “función educativa”.
Pero, avisó Sergio Ramírez, para el periodismo “la dificultad en América Latina es la calidad de la realidad. En países como Noruega o Suecia la realidad está muy bien definida, pero en América Latina nunca sabemos dónde comienza la ficción y dónde termina la realidad: son campos en disputa”.
Como ejemplo de la irrealidad estructural latinoamericana, el escritor nicaragüense habló del Gran Canal que un empresario chino proyecta, o se supone que proyecta, para hacer navegable su país de este a oeste. La idea de un canal de 300 kilómetros de largo y que costará 50.000 millones de dólares en Nicaragua, planteó Ramírez, ¿es realidad o es ficción? En la mesa se convino en que tal vez se trate de otro fenómeno: un cuento chino.
Jorge Zepeda también aludió a los problemas de irrealidad latinoamericanos y opinó que la novela, directamente la novela, ya no la crónica narrativa, puede ser una manera “legítima” de dar cuenta de “los claroscuros” a los que por lo general, por opacidad institucional o por riesgos, al periodista casi nunca es capaz de adentrarse para poner luz. “La novela puede incorporar un elemento de verdad donde la realidad no lo ofrece”, dijo Zepeda, periodista de carrera y también novelista, Premio Planeta en 2014 por Milena o el fémur más bello del mundo, un descenso ficticio al hoyo de la explotación sexual. Y con todo Zepeda no dejó de subrayar que, por mucho que la realidad de América Latina sea difusa, “el buen periodismo sigue siendo absolutamente imprescindible”; el escritor Jorge Volpi coincidió en esa idea: “Se sigue necesitando el periodismo de investigación. Uno de los retos del periodista de nuestra época es lograr aportar información confiable”.
Carlin opinó que la fórmula para no perder pie en el campo del periodismo narrativo es sencilla: “Lo ideal es tener margen para escribir con imaginación, pero no con ficción; siempre ateniéndose a los hechos”. Élmer Mendoza, que en su novela negra mete muchos ingredientes, ficcionados o no tanto, de las cosas que ve o que escucha por su tierra de Sinaloa, hizo un corte claro entre un mundo y otro: ficción e información. “Una novela es una cosa que simplemente cuenta hechos terribles. Pero una crónica es un registro real. Con riesgos”. El escritor Jorge F. Hernández habló de sus incursiones recientes en la crónica periodística y alabó la experiencia de escribir bajo los efectos de la “adrenalina” del periodismo. “Hay un vértigo que agiliza. Es, como dice Juan Villoro, la literatura con prisas”.
Y además del patito, el caballito y el cuento chino, se mencionó el problema del pajarito, o de la producción oficial de ficción. El pajarito. El ave que hablaba a Hugo Chávez. El periodista y guionistaAlberto Barrera, que ha escrito una biografía sobre el fallecido líder venezolano y acaba de publicar una novela basada en su enfermedad, Patria o muerte (Premio Tusquets 2015), afirmó que el manejo de la realidad en su país ha llegado al extremo de que se pierda “el sentido de una verdad común”. Unos creen en el pajarito. Otros no. Barrera, que ha escrito sobre Chávez de verdad y de mentira, una biografía y una novela, concluye que por el camino de la imaginación también se puede llegar a alguna verdad: “La ficción no se opone a lo real. Puede complementarlo para contar una historia con la misma legitimidad”.

el dispensador dice: la Tierra está llena de apropiadores... en realidad son pocos, pero abundan... en verdad no son tantos, pero sobran... en realidad superan la tasa de los que debería haber... y los apropiadores viven "apropiándose" de lo que no les pertenece, pero que ellos asumen que sí les pertenece por derecho de "poder", poder político, poder económico, poder sobre el otro, poder para robarte la idea y la iniciativa, poder para saquearte los bienes, poder para dedicidir qué debes y qué no debes, poder para hipotecarte los sueños, poder para endeudarte los futuros, poder para arrasarte la dignidad... o como sea, poder para atropellarte cuando se les antoja... 
los apropiadores sostienen una singular soberbia, que esconde una peor vanidad, un temible desprecio, y una peor intolerancia hacia cualquier prójimo... para ello exhiben un cinismo demencial... y se escudan en una hipocresía afín a la miseria humana que los caracteriza y la ignorancia que los alimenta... aún cuando ellos, a su vez, se alimentan de la ignorancia de los otros, confiriéndoles poder para perseguir, para mentir, para tergiversar, para relatar... o sea, para cambiar la historia según la estafa de sus evidencias...
América se ha narcotizado y al mismo tiempo contribuye al lavadero globalizado... eso, le sirve al imperio aliado, medieval, nazi-sionista y además, a alguien más... cuanto más ignorante es una sociedad, más dominable es... y del mismo modo, cuanto más pobre es una sociedad, más esclavizable es... de allí la importancia de la teoría de los "cuántos"...
curiosamente... este forzamiento del poder... ha abierto una puerta que habilita a tomar consciencia de las libertades necesarias y los derechos imprescindibles... tanto humanos como ciudadanos... entonces, las sociedades de cualquier índole y/o factor, entienden que les toman el pelo, que les insultan la inteligencia individual y social, que les insultan la consciencia social y el pensamiento colectivo, reaccionando en consecuencia al modo de tribus creando anticuerpos... anticuerpos para conservar lo que se entiende por cultura, por arte, por expresión y por el derecho a decir lo que se siente y se piensa... a pesar de las violencias, las persecusiones, los asesinatos, las inseguridades, los ninguneos, los aislamientos, y los numerosos etcéteras que el poder emplea para descalificar y/o borrar todo aquello que le molesta...
en México se asesinan periodistas... pero también se asesinan estudiantes... pero también se asesinan inocentes... porque la expresión incomoda al poder y si detrás de ella hay consciencia, mucho peor... desde luego el poder ya no sintoniza con la inteligencia social ni tampoco con la consciencia pública, por consiguiente el poder está cada vez más ciego, más sordo y más desalineado respecto de cualquier realidad y/o circunstancia... pero dicho divorcio se traduce en realidades rutinarias desde México hasta la mismísima Tierra del Fuego... para luego extenderse a todo el orbe humano... sin excepciones... porque a decir verdad, el imperio aliado anda idiota... y sus poderes no escapan a la regla...

Venezuela involuciona vertiginosamente hacia la edad de piedra... con pajarito o sin pajarito, tal te dije, la utopía chavista de la Sierra Maestra propia, murió con el mentor de la entelequia... y lo siguiente no es otra cosa que un abismo... donde la sociedad no coincide con el poder... y donde el poder desconoce que hay una sociedad... dicho divorcio adquiere tal entidad y semejante magnitud que no hay manera de colocarlo bajo ninguna alfombra... por otra parte, echar culpas al imperio y sus cuitas, es demasiado pobre... así como echar culpas de todos los males a los poderes del nazi-sionismo, sólo contribuye a negar que cada ecuación tiene sus despejes y sus resultantes... pero claro está, la ignorancia no permite pensar en eso, entonces es mejor decir que la realidad no existe...

no es lo único, realidades semejantes suben y bajan por todas las Américas... de allí que la cultura, con anticuerpos suficientes, haya tomado distancia del poder y lo mire perpleja... intentando intuir para qué lado irán a parar las cosas... pero no hay que pasar por alto que las sociedades avanzan por sí solas y por sí mismas, al tiempo que la política involuciona de manera proporcional a los idiotas que ocupan los puestos de falsas democracias en oxidadas repúblicas... 

para que haya libertad de consciencia, antes debe haber consciencia de lo que significa cada libertad... cuando la consciencia no se cultiva... cuando la consciencia no se siembra... cuando la consciencia es sólo una palabra y no un estado de consciencia... entonces, no hay razonamiento crítico... imperando la ignorancia propia del poder, ése que comienza en la distancia entre las realidades y las personas para luego concluir estrepitosamente cuando las realidades se estrellan contra lo inapelable de las circunstancias...

claro está, el poder que cursa por estas horas no tiene lógica, no tiene ética, tampoco fundamentos filosóficos... por consiguiente tampoco tiene espacio para las consciencias, ni las propias ni el respeto hacia a las ajenas... de allí, que no haya rumbo, y que la deriva sea mucho más que una sensación. NOVIEMBRE 30, 3015.-



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