Un teatro de la Patagonia junto a un lago y un volcán
El Teatro del Lago cumple cinco años con espectáculos de alto nivel y la educación artística a 100.000 niños y jóvenes
ROCÍO MONTES Frutillar, Chile 15 NOV 2015 - 21:30 ART
La noche del sábado se vivió una fiesta en Frutillar, una pequeña localidad de 17.000 habitantes del sur de Chile, a unos 1.000 kilómetros de Santiago. El Teatro del Lago festejaba su quinto aniversario y lo celebró con un concierto del violinista ruso Maksim Vengérov, que llegó hasta esta ciudad del comienzo de la Patagonia como única parada latinoamericana de su gira mundial. El propio músico comentó a los organizadores la impresión que le provocó este teatro de 11.000 metros cuadrados que se ha convertido en un motor de desarrollo local y en una de las principales cartas de presentación de Chile en el extranjero. Con una calidad técnica que no tiene nada que envidiarle a las principales salas del mundo, se halla en un entorno natural privilegiado que encandila a los artistas y al público: está instalado a orillas del lago Llanquihue y mira hacia el monumental volcán Osorno, el mejor de los cuatro que se pueden observar desde sus ventanas.
“El teatro es único en Sudamérica. De partida, porque está fuera de la capital. En este continente todavía la cultura internacional se presenta en las grandes ciudades y hay relativamente poca actividad de alto nivel en lugares remotos y descentralizados. La pureza natural con combinación con la cultura tiene un poder sumamente especial”, señala Ulrich Bader, director creativo del teatro, violonchelista y gestor cultural alemán. “El modelo es único en el mundo. No solamente combina todas las artes, sino que de cada espectáculo nace un evento educativo para la comunidad. Todos los artistas que llegan a Frutillar, con pocas excepciones, dan una clase maestra”.
"Cuando la gente sale de un concierto maravilloso, se transforma. Y eso me atrajo mucho y me hizo decidirme, en 2005, a echar a andar el sueño de mi padre".-Nicola Schiess
El pasado jueves, por ejemplo,Vengérov ofreció una cátedra práctica a unas 300 personas, entre los que había muchos estudiantes de violín que llegaron de distintas zonas de Chile. En estos cinco años del teatro, unos 100.000 niños y jóvenes de la zona sur y de todo el país han participado en algunas de las actividades educativas del teatro, un tercio de ellos becados. Actualmente, unos 830 llegan de lunes a viernes para recibir formación permanente en música, ballet y artes visuales. El estudiante de violín Kai Bryngelson, de 13 años, vive en Coyhaique, en el extremo sur de Chile. Este fin de semana viajó junto a su madre a Frutillar para escuchar a Vengérov, con quien incluso pudo conversar.
Frutillar es una localidad pequeña, de la región de Los Lagos, donde la marca de los colonos alemanes del siglo XIX dejó huella no sólo en su gastronomía y arquitectura. Desde hace casi 50 años, en esta localidad se desarrollan cada verano las Semanas Musicales de Frutillar, que han dado a este balneario lacustre una personalidad única y lo han convertido en un centro de reunión de los amantes de la música clásica. Uno de sus asistentes habituales era Guillermo Schiess, un alemán que llegó a Chile después de la Segunda Guerra Mundial y se instaló en Santiago, donde formó su familia y se dedicó con éxito a los negocios. Cuando en 1996 supo del incendio de un antiguo hotel de Frutillar ubicado a orillas del lago, se acercó al municipio y propuso que, si cedían el terreno, él donaba los millones para formar un centro cultural. Dos años más tarde se instaló la primera piedra, aunque en ese entonces Schiess había fallecido.
Financiamiento privado
Nicola Schiess es su hija y la principal embajadora de este proyecto que imaginó su padre, y que ella hizo arrancar cuando el edificio ni siquiera estaba terminado. “Había estado 15 años fuera de Chile y en ese tiempo pasé por hotelería, turismo, administración de empresas, musicología, pero me di cuenta de que había algo mágico en lo cultural. Cuando la gente sale de un concierto maravilloso, se transforma. Y eso me atrajo mucho y me hizo decidirme, en 2005, a echar a andar el sueño de mi padre”, señala la presidenta ejecutiva de la Corporación Cultural Teatro del Lago, que este lunes recibe un importante premio local a la familia empresaria de 2015.
El violonchelista franco-estadounidense Yo-yo Ma, la bailadora española María Pagés, la bailarina argentina Marianela Núñez, el tenor mexicano Javier Camarena, el compositor estadounidense Chick Corea y el director alemán Helmuth Rilling son algunas de las grandes figuras que han pasado por el Teatro del Lago desde que en 2010 abrió formalmente sus puertas.
Pero la institución es una rareza en el panorama cultural chileno y sudamericano, no sólo porque se ubica en su sitio alejado donde generalmente no llega este tipo de espectáculos de alto nivel, sino porque está financiado por aportes privados y, sobre todo, por la familia Schiess. A cinco años de la apertura oficial en 2010, el teatro ha inaugurado una fase para potenciar su sustentabilidad, buscar en Chile y en el mundo nuevos colaboradores y, de esta forma, evitar que siga dependiendo del mismo canal financiero.
música junto a las aguas,
música junto a los fuegos,
música junto a los glaciares y sus hielos,
música junto a las inspiraciones,
acompañadas de recuerdos,
sinfonías de lo cercano,
fundiéndose en lo eterno...
interpretaciones de algún teatro griego,
sin necesidad de que haya un drama,
emboscando la inocencia de lo omitido,
sin necesidad de sea una tragedia,
el guión de un "no me acuerdo",
sin necesidad de que haya risa,
complacencia de cinismo en el atropello,
simplemente actuando,
lo que la circunstancia impuso en su camino hacia algún cielo...
no te vayas...
todavía falta un acorde,
que recuerde al dios del trueno...
no te vayas...
sin aplaudir el arte,
al borde del lago quieto.
NOVIEMBRE 16, 2015.-
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