Mural de Bettina Semmer en la fachada de la Unión Nacional de Mujeres Saharauis
En estos días se ha celebrado en los campamentos de refugiados saharauis la novena edición de ARTifariti, los Encuentros Internacionales de Arte y Derechos Humanos del Sahara Occidental, bajo el lema “40 años de resistencia”. Ha congregado a 70 artistas de 11 países que han llevado arte y compromiso a los campamentos saharauis después de las lluvias torrenciales. Sus obras analizaron principalmente la resistencia saharaui, la recuperación de la memoria, la lucha de las mujeres y la precariedad del exilio. Esta entrada ha sido escrita por uno de sus organizadores, el artista sevillano Federico Guzmán.
Los campamentos de exiliados saharauis de Tinduf acaban de cumplir cuarenta años de resistencia a la ocupación marroquí con un desastre natural sin precedentes: nueve días de lluvia ininterrumpida han deshecho los frágiles hogares de adobe de 11.441 familias refugiadas (datos provisionales del ACNUR). En los días posteriores a las inundaciones, junto a una población saharaui que se esfuerza en volver a la “normalidad” (término ridículo en este infame exilio), un grupo de setenta artistas de once nacionalidades hemos celebrado, en el campamento de población refugiada saharaui de Bojador, un festival de arte y derechos humanos, ARTifariti 2015, que nos ha transformado a tod+s con una acción colectiva de sanación y solidaridad.
Esta breve, aunque profunda experiencia ha constituido un viaje tanto hacia afuera como hacia nuestro propio interior. Los y las artistas hemos sido testigos del enorme desastre que ha golpeado a una población refugiada en estado de emergencia permanente. Nos hemos visto conmovidos e inevitablemente transformados por la desnuda realidad del dolor de un pueblo. Hemos viajado al campamento de Dajla, el más lejano a Tinduf, destruido en un noventa y cinco por ciento. El paisaje desolador, de casas de las que no queda ni el nombre, asemejaba en palabras de Edi Escobar, de la organización de ARTifariti, “una ciudad bombardeada que recordaba a Hiroshima”. Entre las excavadoras argelinas que desescombraban lo que quedaba de su hogar, la compañera de la Unión Nacional de Mujeres Saharauis (UNMS) Warda Abdelfatah intentaba recuperar las alfombras enterradas bajo las ruinas de adobe. Warda nos decía: “hemos vuelto al momento en que nuestros padres llegaron sólo con sus maletas. No podemos volver a empezar y esperar otros cuarenta años”.
Contemplando todo esto con respetuosa gravedad, los y las artistas hemos conversado con la población, documentado la situación y nos hemos replanteado el significado de nuestra presencia aquí y del arte como herramienta de transformación, tanto social como personal. Este grupo solidario de artistas, tanto saharauis como extranjeros, se ha puesto manos a la obra, ofreciendo todo su arte, esfuerzo y cariño a la población, activando un diálogo intercultural y una recíproca economía del don, transformando sus proyectos personales en compromisos colectivos de solidaridad.
Trabajo de Kneita Budah en las ruinas de Dajla
En un recorrido panorámico, los trabajos han hablado de la lucha de la mujer saharaui, de la escritura de la memoria, de la desaparición forzada de saharauis o de la música como herramienta de lucha y resistencia. De entre las más de cincuenta intervenciones, estas serían algunas pinceladas: Zaida Sánchez Rico ha convertido su propuesta de teatro con mujeres artesanas en iniciar un crowdfunding para reconstruirlos techos de su taller derrumbado. Bajo un sol de justicia, Bettina Semmer ha pintado un espectacular mural en homenaje a la legendaria cantante Mariem Hassan. José Miguel Ortínez ha construido junto a las alumnas de la Escuela Saharaui de Artes un horno de cerámica excavado en la tierra. En el recién inaugurado Barrio de la Solidaridad, construido por la Asociación de Amistad con el Pueblo Saharaui de Sevilla con financiación de la Agencia Andaluza de Cooperación Internacional para el Desarrollo, para víctimas de minas y de guerra, Xavier Sis ha creado un poderoso Árbol de la vida, con grandes rocas de sílex sostenidas por un muro asimétrico de ladrillos de adobe.
Los grupos de Castellón Cor de Fusta y Cuentamifasol han deleitado a niños y niñas con música y cuentacuentos. Mariantonia Hidalgo ha prolongado su continua labor de arteterapia con mujeres víctimas de las inundaciones. María Guadalupe Argüero y Ana María Lozano Rivera han impartido talleres de relajación y reflexoterapia. Javier de Blas ha presentado su hermoso libro de dibujos Viajero en Tinduf. Compartiendo el té con las familias, Áurea Martínez Fresno ha grabado antiguas nanas con madres y abuelas. Saray Pérez Castilla ha plasmado la memoria de shiyib, (ancianos beduínos); y ha enterrando cápsulas de tiempo a la puerta de sus jaimas, talismanes de reconocimiento a una sabiduría en peligro de extinción. El festival ha concluido con la deslumbrante pasarela de moda de las cooperativas Sáhara Libre Wear con niñ+s y artistas desfilando con reivindicativos modelos de desenfadada belleza.
Todos los trabajos de la presente edición de este festival han sido producidos en condiciones especialmente difíciles y exigentes. Este notable grupo de artistas no sólo han puesto su compromiso y esfuerzo colaborativo, sino que lo han hecho en todo momento con una amable sonrisa de compañerismo y amistad. De alguna manera, un poderoso espíritu femenino de paz ha impregnado nuestras relaciones. La resistencia de la mujer saharaui ha sido una de las guías de estos encuentros.
Perfomance de Nedjma Chayani - Toutes Mariem
La presencia del espíritu de la cantante Mariem Hassan, símbolo artístico de la resistencia de este pueblo, fallecida recientemente, ha estado presente en murales y conciertos. El compromiso con las estrategias de no violencia activa como praxis artística, política y social también ha sido el foco de encuentros entre el grupo de curadores, saharauis y españoles, que preparan la próxima edición de ARTifariti 2016 con grupos de jóvenes activistas saharauis como Nova, Gritos Contra el Muro, Unidad y Paz, UESARIO y otros colectivos que continúan sumándose a la propuesta.
Con el próximo Congreso del Frente POLISARIO a celebrar en diciembre en el campamento de Dajla en el cuarenta aniversario de la resistencia, la ignominiosa situación en las zona ocupadas por Marruecos está muy presente. Igualmente, muchos jóvenes saharauis nos han transmitido su descontento e indignación por la exigua respuesta humanitaria de la comunidad internacional, especialmente del gobierno español, ante la emergencia de las inundaciones. Sólo la solidaridad interna del pueblo saharaui, wayeb al yamia (el deber para tod+s), pervivencia de las formas de vida de las tribus árabes que se establecieron desde el siglo XIII en la Tierra del Bidán, les ha permitido coexistir como sociedad en un exilio inhóspito, y ahora unidos ante la catástrofe natural.
Esta solidaridad interna es expresión de un profundo entendimiento. Como extranjero aquí, me fascina el prolongado saludo de los hombres y mujeres cuando se encuentran en el desierto. Constituye un verdadero reconocimiento de la humanidad de quien tienes delante, y es también sistema de comunicación ancestral de los nómadas que se movían libremente por el territorio, y ahora se ven forzosamente asentados. La profusa salutación se ha visto estos días completada con otra pregunta recurrente: schkif maa s-hab? (¿qué tal con la lluvia?); La bas hamdulillah (bien --literalmente: no mal-- gracias a Dios). Mirando al cielo los saharauis dicen ¡Suerte!.
Presentación de Boryana Ivanova
A nosotr+s, occidentales educad+s en una cultura basada en la dualidad, la separación, el individualismo y en polaridades ilusoriamente enfrentadas, se nos hace difícil contemplar el profundo sentido de unidad del concepto islámico de la maktuba saharaui (la suerte, el destino, literalmente: lo escrito). Nuestro destino individual está indisolublemente vinculado al destino colectivo. El saharaui se confía en una fuerza anterior a nosotros que nos ha dado la existencia. Todas las personas somos parte de algo más grande y estamos unidas por una red inescapable de mutualidad, somos pequeñas hebras del vasto tejido de la vida. Cualquier cosa que afecte a uno directamente, afecta a todos indirectamente. Ahí reside nuestra libertad y nuestra responsabilidad.
Volvemos a casa con la alegría de un entendimiento. La reverencia, aceptación y gratitud que vemos en cada saharaui no son resignación, resentimiento ni amargura frente a su destino, sino resiliencia activa frente a la opresión colonial. El conflicto colonial saharaui no es algo ajeno y distante, sino la expresión brutal de la depredación capitalista, colonial y patriarcal en todas nuestras sociedades. Como artistas y como personas estamos tod+s junto al pueblo saharaui en una lucha asimétrica no violenta por un mundo más habitable. Como reclama el mural de Bettina Semmer en la fachada de la Unión Nacional de Mujeres Saharauis del campamento de Bojador: ESTE EXILIO ES DEMASIADO. ¡FUERA MARRUECOS! ¡SÁHARA LIBRE YA!
el dispensador dice:
deja que la arena pinte tu alma,
deja que la duna dé forma a tu espíritu,
deja que el Sol guíe tu sueño,
deja que la Luna refleje el recuerdo,
no vayas más ligero que el destino,
las sombras suelen ser olvidos,
mientras las huellas describen... la calidad del peregrino.
NOVIEMBRE 21, 2015.-
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