sábado, 7 de marzo de 2009

EL OTRO LADO: DEDICATORIAS



Préstame tu mirada
Fotografía de Alicia María Abatilli [Córdoba, Argentina]
Sígueme, quiero enseñarte el otro lado de las almas


EL OTRO LADO
The other side
Un vínculo entre el espacio - tiempo
Una visión desde el alma, por el alma y para el alma
PRIMERA PARTE - Tomo I
UNA VISIÓN GLOBAL

Autor: Norberto Morteo
Novela - Relato
2004/2005

Dirección Nacional del Derecho de Autor
Formulario Nº 72.880
Expediente Nº 290.662 / 17-11-2003
Formulario Nº 91.154
Expediente Nº 368.306 / 30-11-2004
Recibo Nº 133.702

DEDICO este trabajo a:
Todas las personas de buena voluntad, al ángel bondadoso, caritativo y dispensador que hay en cada ser humano.
Por ende a la luz con todas sus fuerzas.
Con su fuerza para crear.
Para promover.
Para formar.
Para desarrollar.
Para ordenar.
Para disciplinar.
Para activar.
Para modificar.
Para mejorar.
Para construir.
Para modelar.
Para respetar.
Para sostener.
Para sustentar.
Para ayudar.
Para colaborar.
Para amar.
Pero también se dedica al mal, sin cuya presencia, el bien no podría distinguirse.
Al mal, para que reflexione y restituya sus ángeles caídos para que regresen a ser ángeles blancos, con alas... sencillamente porque el mal diseminado, se ahoga en sí mismo.
No obstante, mi voluntad y mi esencia se concentran en la luz, el bien, el amor, la paz y las ganas de hacer, construir, desarrollar, caminar, observar, contemplar, admirar, pensar y otra vez hacer, más y más, sin precio.
Porque nadie paga para nacer.
Simplemente nace aún cuando no lo cubra la seguridad social.
Porque nadie paga para morir.
Simplemente muere aún cuando no esté cubierto por servicios sociales de sepelio.
Por ello, también dedico este libro a todas aquellas personas, seres humanos,
hombres y mujeres...
Que de la nada, han hecho algo;
Que de algo, hicieron mucho;
Que de mucho, tomaron lo bueno, para dejar a otros algo,
Que crearon sin robar,
Que crecieron sin traicionar,
Que transcurrieron sin mentir,
Que vivieron haciendo un culto del silencio y de la vida, de la entrega
Que trabajaron sin desmayo,
Con cada Sol, con cada Luna, sin cuestionamientos, con resignación,
Con orgullo de lo poco y de lo mucho,
Y que murieron como grandes héroes anónimos,
Sin honores, sin otros recuerdos que los propios,
Con los afectos genuinos que ofrece la vida,
Sin placas y sin pompa,
Pero dejando un ejemplo plasmado en un camino perfectamente trazado,
A través de la línea de luz, aire y destino que significa la vida misma.
De ese camino que otros semejantes están hoy transitando,
Siguiendo aquellas huellas.
O bien que como sendero en la selva invita a ser caminado, mañana, algún día,
alguna vez, en algún tiempo, en este espacio, en otro espacio.
Porque, como hombre, he tenido la oportunidad de comprobar, una y otra vez, que...
No hay humanidad sin condición humana.
No hay humildad sin calidad humana.
No hay cultura sin silencio.
No hay tradiciones sin recuerdos vivos.
No hay civilización cuando quiénes la componen se han alejado de los valores
primordiales de la cultura sustentada en las tradiciones.
No hay valores cuando se pierde el respeto por el ayer.
No hay valores cuando se denigra el pasado.
No hay valores cuando se pierden los referentes.
Y en fin..., y aunque nos duela darnos cuenta
Las tradiciones nos unen a lo más caro de cada paso del pasado cercano y
lejano.
Todo pasado nos une a la simiente única y primordial.
Si no hay simiente no hay memoria.
Si no hay memoria, definitivamente, no hay humanidad, ni humildad, ni calidad humana, ni condición humana, tampoco silencio, menos cultura, tampoco vestigios de civilización y finalmente, no hay respeto por el cada uno, por el otro
y curiosamente, por el "sí mismo", creando una especie de nada intangible que tiene forma humana pero que está vacío. No conlleva alma, no conserva sentimientos, se sustenta en el desprecio y la competencia infame.
Por eso, este trabajo, se dedica al hombre, a su regreso a sí mismo.
A su espiritualidad manifiesta a través de cualquiera de los cultos existentes o existidos.
Al hilo de plata que nos une con lo que estuvo y lo que estará y con aquello que
a pesar de no verse está presente, en el aire que no se puede respirar.
Única fuente que en conjunción con la madre naturaleza hacen de esta Tierra
algo digno de ser sentido, respirado, mirado, transitado.
Por los siglos de los siglos.
Por todos Ustedes, buscadores y lectores.
Por todos Nosotros, pensadores y creadores.
Por ellos, todos.
Por aquellos, todos.
Por los otros, todos.
Por los de este lado, los que respiran.
Por los del otro lado, los que nos protegen.
Por los de ayer (que nos antecedieron), por los de hoy (que nos acompañan), por los del mañana (que nos iluminan el tránsito hacia la espera).
Por los de siempre.
Por los que nunca.
Amén.

Pero permítaseme aún compartir este trabajo con personas y lugares especiales para este tiempo que me ha tocado respirar. Por ello también quiero dedicar este trabajo a lugares donde he dejado mi huella y donde se han impregnado mis sensaciones...
Primero a Azul y particularmente a Hinojos.
Segundo a General Paz y particularmente a Ranchos.
Tercero al paraíso en la Tierra, llamado Cafayate, extendido hacia el sur hasta
el Famaillá, hacia el norte hasta La Garganta del Diablo y hasta la recóndita montaña jamás caminada. Imperio Calchaquí. Raíz de raíces.
Cuarto al ombligo del mundo en este tiempo, Alemania.
Quinto y muy en especialmente a la Catedral de Köln. A los tres Reyes Magos (que no eran sólo tres y que eran sabios imbuidos por la gracia de los saberes universales).
Sexto a un sueño en Brasil, en Joinville y por extensión a Curitiba y a
Blumenau.
Séptimo, a la estirpe del Inca-Tiawanaku.
Octavo, a las estirpes Chimú y Mochica.
Noveno, a las sufridas almas de las comarcas de Colombia, la antigua, la ancestral, la de los sentimientos silenciosos, y también de la actual, la moderna, la pujante.
Décimo, a Chiavari, en el golfo de Génova.
Décimo primero, a Saint Perè de Ribes y a la memoria de mi entrañable amigo Vieri Fontana Antonelli.
Duodécimo, a Teotihuacán, y al espíritu del nahuátl.
Decimotercero, a Chichén Itzá y al espíritu del quiché.
Decimocuarto, a un lugar sagrado, no importa cuál, y a la memoria de Horacio
José González, Hermógenes García, Naftule Rabey, Víctor Baena, Eberhard-Felix Feldmann, Luis Liss, Ricardo Mello Vargas, Helmut Golombeck, Edmundo Lentz, Francisco Osvaldo Herrera, Alfredo Suaina, Julio Enrique Bellagamba y a todos aquellos, varones de estirpe si los ha habido, con quiénes tuve la gracia de Dios de cruzar los caminos respirables.
Bendecidos sean los que recorran estas letras, en paz.-

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