martes, 27 de noviembre de 2012

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Pero, ¿qué es el arte contemporáneo? Hay tantas respuestas como artistas. Por eso Sin título (Untitled) es un espacio abierto para informarse, debatir y, sobre todo, apreciar el arte de todos los tiempos y lugares, con especial énfasis en el latinoamericano. Un blog colectivo de contenidos originales y comentarios sobre la actualidad.

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Es un blog colectivo elaborado por periodistas especializados de EL PAÍS y otros colaboradores.

El futuro

Por: | 26 de noviembre de 2012
Hace apenas unos  meses Marc Augé, el africanista y conocido historiador cultural –sobre todo a partir de la codificación del concepto de los “no-lugares” como síntoma inequívoco de la sociedad en los 90-, publicaba en castellano un libro inteligente y crítico sobre el concepto de futuro, eso que está siempre a punto de pasar y pocas veces ocurre: Futuro (Buenos Aires, Adriana Higaldo,  2012). El futuro, dice el antropólogo, no es el porvenir.

Con esa extraordinaria sutileza de análisis del presente que caracteriza a los buenos pensadores franceses  -en ese  terreno son desde luego imbatibles-, Augé hace una radiografía escalofriante de la situación que vivimos desde el estallido de la crisis. En un momento da incluso a entender que esta nueva e inesperada etapa, en la cual tratan de convencernos de que la culpable de todos los males es la coyuntura económica y de que si hacemos sacrificios volveremos al punto de partida –los cual no es para nada cierto, me parece-, tiene su origen primero en el cambio de milenio del cual nadie se acuerda ya, pero que sin duda anunciaba  una transformación del paradigma. Quizás, se piensa al leer  el libro, es cierto que una de las mayores transformaciones que ha sufrido el mundo –aunque pocas veces seamos del todo conscientes- es la forma en  la cual los secretos han dejado de serlo, esa sensación, casi necesidad, de hacerlo todo público y que va desde las redes sociales a los programa de televisión, que comenta Augé.

Junto a las citas a Flaubert y Baudelaire, el autor reflexiona, entre otras cosas, sobre este mundo que, caracterizado por  cierto “deficit ritual”, lo va buscando en lugares extraños y con frecuencia estériles. Sin embargo, el arte –un libro, una obra visual, la música... - dice Augé, crea una oportunidad  deslumbrante en esa autoría compartida que da al lector, espectador, etc... la ocasión de apropiarse y recrear la obra.  Es la idea de la belleza  de lo irrepetible que hace que todos vayamos buscando más.

Y, pese a todo, frente a la posibilidad de placer y libertad, somos un poco Emma Bovary – un poco mediocres y aburridos en busca en novedades absurdas- y nos dejamos seducir por las bagatelas y las banalidades, imagino que porque, como se intuye en el texto de Augé, tenemos miedo. Se trata de unos miedos paradójicos, añadiría yo, que se resumen en dos cuestiones antitéticas: miedo a que nada vuelva a ser como antes y miedo que todo vuelva (sólo) a ser como antes. Sobre la segunda posibilidad no parece que haya mucho peligro, respecto a la primera lo que asusta es cierta sensación sobre lo incierto del futuro.

Algo  está cambiado “a nuestras espaldas” , dice Augé. Algo sutil que ha ido ocurriendo poco a poco,  igual que, con disimulo, han ido subiendo el paro, los precios, y  bajando los sueldos y los recursos sociales. Las empresas prefieren reducir puestos de trabajo en lugar de renunciar a parte de sus ganancias: ha llegado la hora de un neocapitalismo salvaje que quizás haya hecho mal los cálculos porque su éxito se basaba en un consumo masivo que ya no es tal y, de seguir las cosas así, va a ser aún menos. El cambio ha ido ocurriendo lento, de uno por ciento en uno por ciento, pero implacable, certero. “El miedo a caer del lado de los excluidos es hoy muy extendido y alimenta la angustia respecto al futuro inmediato”, comenta el autor.

¿Qué hacer entonces? Y qué hacer sobre todo respecto a la cultura, la pregunta que se repite martilleante mientras sube y IVA, no se aprueba la Ley de Mecenazgo y desde altísimas instancias se culpa a los profesores y la enseñanza del paro juvenil: la causa del paro, dicen desde esas instancias, es la mala formación –justo lo opuesto de lo que ocurre con nuestros excelentes licenciados. ¿Qué hacer? Es la pregunta, reflexiona Augé, que a menudo le plantean al finaliza una intervención –aunque todos sabemos que no hay respuesta o nunca única, entre otras cosas porque no estamos en realidad preparados frente al cambio. Además, si se contestara crearía estupefacción, dice al autor.

¿Qué hacer ahora que no hay recursos? Ocurre en todas partes y en este sentido el Estado español no es excepcional: al acabarse en dinero tantos se han quedado perplejos y sin saber qué hacer, quizás porque el cambio de paradigma ha sido demasiado dramático. Entonces la gente se reúne y piensa en soluciones, pese a que la única solución es muy sencilla: tratar de ver qué se hace con menos; tratar de ver cómo se gasta lo poco que se tiene con sensatez y en este sentido –en el mundo de la cultura al menos- la gente joven ha sorprendido por su enorme capacidad de reacción, la forma en el cual hay fórmulas que preludian un nuevo estilo de vida.

Apostemos, pues, por esos jóvenes. Apostemos en primer lugar por la formación; apostemos por  la I +D para que no se rezague aún  más nuestro país respecto a los más desarrollados.  Los países dependen del dinero que se invierta en educación y cultura, no en lo que ganen las entidades financieras, a pesar de que los actuales responsables no parecen haberse dado cuenta. Como recordó George Steiner –a quien cita Augé- sólo el presupuesto en investigación de Harvard es igual a la suma de todos los presupuestos de todas las universidades europeas. Pero aquí sólo reinan la avaricia y la  falta de criterio: por eso se alarga una sombra sobre el futuro entre recortes y subidas del IVA en el área cultural.


el dispensador dice:
así como hay un lado oscuro en el alma del hombre,
del mismo modo,
lo hay (lado oscuro) en sus expresiones,
por ende lo hay en la cultura...

ello significa que hay un lado oscuro,
en el sentido que cargan las palabras,
dependiendo ello de las intenciones,
o lo que es lo mismo, en aquello que se calla,
yendo como contenido oculto en las mismas palabras...

ello implica que hay un lado oscuro,
en el sentido de las letras, las escritas,
dependiendo ello de las energías,
o lo que es lo mismo, en aquello que no se dice,
pero que se induce a pensar...

ello indica que hay un lado oscuro,
en las sendas del pincel, 
donde los trazos pueden contener más de lo que se ve,
mucho más de lo que se muestra,
o mucho más de lo que el espíritu puede ver...

existe un lado oscuro en la creación,
lo cual permite inferir que lo hay en la cultura,
como efecto de expresión,
como pentagrama o canción,
donde el agujero negro es abismo y tensión,
de aquello no resuelto por el corazón...

en el medio de un concierto de tribulaciones,
donde las urgencias atrapan razones,
donde los apuros destrozan visiones,
donde el hombre se sumerge en contradicciones,
donde se priorizan las miserias,
y se niegan los fundamentos de las atenciones,
sucede que el oscurantismo enaltece,
a través de todo aquello que se desmerece...

en el lado oscuro de la cultura,
tan humana como la natura,
sucede que se coloca broche a la locura,
para justificar la premura,
de un montón de sinrazones,
donde se esconden segundas intenciones,
destinadas a arrasar destinos,
según oportunismos y pretensiones...

se habla de recursos y crisis,
como meras justificaciones,
de incapacidades manifiestas,
explicando por qué no se edita,
explicando por qué no se publica,
explicando por qué no se muestra,
explicando por qué no se pinta,
o simplemente,
explicando por qué se discrimina,
al artista según su rostro y su sonrisa...

se ha visto destrozar museos,
se ha visto negar deseos,
se ha visto fabricar impuestos,
por trágicas inconsciencias,
del oportunismo de mentidas ciencias,
que hablan de lo que no saben,
justificando el drama de transgresiones,
lo que se abandonan son las razones,
que no soportan las conveniencias,
licuando sólo las esencias,
que se contienen en las culturas...

y el mundo humano se está vaciando,
de valores ciertos, reemplazados por fracasos,
que provee derecha a la mentira de un abrazo,
a la sonrisa de un solo trazo,
para descalificar al anónimo en su paso,
asegurando la importancia de todo aquello que no conduce a ningún lado...
y el hombre en su desconcierto,
habla de luces y de conciertos,
dando por justo y por cierto,
aquello mismo que lo está anulando...
creerás que estoy desvariando,
haciéndote notar todo esto,
pero según veo y entiendo,
la cultura es el mágico fundamento,
que han hallado los falsos estados,
funcionarios políticos vestidos de pecados,
para destruir lo queda del ser humano...

ahora ha llegado el momento,
de retomar el horizonte,
de hallar rumbo y norte,
para la dignidad de las consciencias,
ya que no hay mejor ciencia,
que aquella que contiene al hombre.
Noviembre 27, 2012.-

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