viernes, 10 de julio de 2015

CENTINELA ► Harper Lee, inédito: Las claves del libro que alumbró ‘Matar a un ruiseñor’, de Harper Lee | Cultura | EL PAÍS

Harper Lee, inédito: Las claves del libro que alumbró ‘Matar a un ruiseñor’, de Harper Lee | Cultura | EL PAÍS



Las claves del libro que alumbró ‘Matar a un ruiseñor’, de Harper Lee

El martes se publica ‘Ve y pon un centinela’, la novela que dio origen a uno de los clásicos de la literatura de EE UU

Llegará con una tirada de tres millones de copias en ingles y español





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Portada en español de 'Ve y pon un centinela'. / HARPER COLLINS


En cuatro días se romperá un silencio mítico. Un pitido fatigado anuncia que el tren se acerca bajo el calor inmisericorde de Maycomb. Ahí viene la señorita Jean Louise Finch, Scout de niña, procedente de Nueva York a visitar a Atticus, su padre. Los años 50 ya doblan la esquina y parece que el pasado ha quedado atrás, pero no es así. Ella tiene 26 años y él ronda los 70. La última vez que se supo de ellos fue en los años 30. Cuando llegue hablarán de muchas cosas, con el telón de fondo de la lucha por los derechos civiles, los disturbios políticos y la convulsión por la segregación racial en Estados Unidos, mientras ella tiene las ideas claras sobre la mujer contemporánea. Sombras, secretos, verdades y dudas aparecerán. El aire faltará por momentos. Nada será igual, ni pasado ni futuro. Nada. Ni para ella ni para los lectores, en el encuentro literario más esperado de los últimos tiempos: Ve y pon un centinela(HarperCollins Ibérica). Es la novela original que escribió Harper Lee pero que su editor pidió que reescribiera hasta dar como resultadoMatar a un ruiseñor, Premio Pulitzer 1961, y con más de 40 millones de ejemplares vendidos en todo el mundo
Todo se sabrá a partir del martes 14 de julio en Estados Unidos y Reino Unido, con tres millones de ejemplares (es el número uno en la preventa de Amazon) y en España y Latinoamérica al día siguiente, con una tirada inicial de 120.000 copias. Una historia que romperá el silencio de 55 años de Harper Lee (Monroville, Alabama, 1926) desde la publicación en 1960 de su única novela conocida hasta hoy, y convertida en clásico desde su nacimiento. Narra, bajo la mirada de Scout, la historia de un hombre negro juzgado y condenado a muerte por violación que es defendido por su padre, mientras ella, su hermano Jem y un amigo de ambos ven cómo las manzanas de su paraíso no son tan brillantes y sanas como parecen.

“La isla de cada ser humano, Jean Louise, el centinela de cada uno, es su conciencia”, le dice Atticus a su hija en Ve y pon un centinela, título que Harper Lee le puso desde el primer momento y que es sacado del Libro de Isaías del Antiguo Testamento. Una frase que sobrevuela no solo la misma historia que narra la novela, sino también su lanzamiento envuelto en dudas y polémicas. Primero porque muchos cuestionan la lucidez de Harper Lee y su autorización para la publicación del libro, ella vive en una residencia de ancianos en Monroville, su pueblo natal e inspiración para su condado de Maycomb; y, segundo, porque si el 3 de febrero, fecha del anuncio del hallazgo de este inédito, se afirmó que el manuscrito había aparecido en septiembre pasado, hace un par de semanas se dijo que el manuscrito fue visto en una subasta en 2011. Sea la fecha que sea, en febrero el mundo editorial peregrinó a Londres, durante dos semanas, a leer el original en la agencia literaria Andrew Nurnberg Asociados para participar en la puja por los derechos de publicación.
Preguntas reales, dudas reales que conviven con las que despierta Ve y pon un centinela. Todo indica que aquel mundo de Matar a un ruiseñor será distinto. Aquel fue narrado con los ojos de una niña. Y este con los de una adulta que ya sabe que los héroes son humanos y que los ideales hunden sus raíces en la Tierra.
Puede que la historia como tal guste más o menos, pero los resoplidos del tren que se acerca anuncian que es una gran novela. Lo que sí parece cierto es que esas 276 páginas desvelarán a una Harper Lee más realista, más política y más combativa y más directa y audaz a la hora de haber querido debutar en la literatura con 30 años que tenía en 1957 cuando presentó la obra a varios editores. ¿Acaso una novela escrita por un blanco, una mujer y del sur con las ideas tan claras sobre los derechos civiles, la segregación racial, la justicia, la convivencia y los derechos de la mujer en un Estados Unidos en plena vorágine de ideas y protestas de eso mismo era demasiado para el país? Nunca se sabrá.


Harper Lee, en una imagen de 2007. / CHIP SOMODEVILLA (GETTY)
Lo cierto es que su editora de entonces Tay Hohoff, la única mujer en la pequeña editorial Lippincott, en Nueva York, tras leer el original en el verano de 1957, le sugirió básicamente dos cosas: que potenciara la voz de la niña, Scout, y que contara los hechos como una larga evocación de ella sobre aquel suceso de los años 30. El libro hace referencia, según los medios anglosajones, a la sentencia de la Corte Suprema de 1954 que prohibió la segregación en las escuelas públicas. Ve y pon un centinela refleja el pulso real de lo que ocurría en Alabama en los años 50 y de lo que pensaba Harper Lee de eso y de la situación de la mujer frente a muchas cosas, en una mirada avanzada para la época.
Esa es la historia que ella quería contar de veras. Una hija que llega a visitar a su padre y ambos charlan sobre sus vidas y recuerdan los hechos ocurridos 20 años antes, mientras ese pasado político y judicial bulle en las calles al tiempo que van apareciendo los pliegues del padre, otrora héroe infantil. El que por la noche la sentaba sobre sus piernas y la arrullaba leyéndole libros hasta que se dormía y él callaba pero, entonces, ella decía desde el otro lado del sueño que siguiera leyendo... El mismo que le dijo que "solo poniéndose en el lugar de un hombre y viviendo como él se le llegaba a conocer".
Atticus es la clave en Ve y pon un centinela. Aquel padre ejemplar y abogado convertido en referencia para sus colegas en la vida real estadounidenses que al explicar a Scout, en Matar a un ruiseñor, por qué defendía a Tom Robinson si todos aseguraban que era culpable le dice: “Es algo que atañe a la esencia de la conciencia misma de un hombre… Scout yo no podría ir a la iglesia y adorar a Dios si me negase a ayudar a ese hombre”. ¿Qué es lo que se sabrá, ahora, de este hombre negro condenado a muerte y que Harper Lee escribió en origen?
“Es un libro histórico que conecta dos épocas, los años 30 y los 50. Con personajes fantásticos. Y son dos libros distintos tanto en estructura, enfoque y tono narrativo. Lo que demuestra que Lee es una autora muy creativa”, afirma Luis María Pugni, Director General de HarperCollins Ibérica, sello encargado de la publicación en España. La traducción, edición y lanzamiento de la novela se ha llevado con el máximo secretismo y con unas reglas propias para un libro de este calibre. María Eugenia Rivera, directora editorial de Harper Collins Ibérica, cuenta que el libro primero se tradujo al español en Estados Unidos, por la misma casa Harper Collins que tiene los derechos allí, luego se envió a España y algunos países de Latinoamérica para que a partir de ahí se hicieran los cambios o versiones acordes a cada región. En España jugaban con la ventaja de que hace un mes ellos hicieron una nueva traducción de Matar a un ruiseñor, con lo cual la historia, el lenguaje y el contexto histórico estaban frescos. “Hemos intentado captar lo que Harper Lee quería transmitir. La traducción ha sido un regalo para mí como editora. He podido ver el original, el embrión o padre de la historia, y comprobar los cambios que la autora hizo, el proceso creativo de cómo a partir de una novela crea otra distinta sin perder el espíritu”.
Uno de los aspectos más interesantes, dice Rivera, son los personajes, “ver la progresión de su cambio, su coherencia, su psicología, teniendo en cuenta que Harper Lee los crea primero en Ve y pon un centinela, ya mayores o muy mayores en el centro de una convulsión política y de cambios sociales en los años 50, y luego debe retrocederlos en el tiempo hasta los años 30, a los albores de parte de todo, para escribir Matar a un ruiseñor”.
El éxito fue tan apabullante, impulsado por la película homónima, que Lee casi se transformó en Boo, ese personaje creado por ella, enigmático y recluido en la Mansión Radley que despertaba el miedo y la curiosidad de todos por su silencio e imagen casi espectral.
Aquel silencio empezó hace 55 años, pero la historia que le devuelve la voz a Harper Lee es la primera novela que escribió. Donde empieza y termina todo. De aquello hace ya 58 años. Harper Lee tenía 30. Era enero de 1957 cuando empezó a escribir aquella visita que le hace Scout, en tren, a su padre Atticus a Maycomb, donde ella nació y creció con su hermano Jem, mientras ambos esperaban los veranos para jugar con su vecino Dill (inspirado en su amigo Truman Capote). Fue una historia diez veces rechazada hasta que en Lippincott creyeron en ella, pero con cambios que le aseguraron un sitio en los clásicos contemporáneos.
Harper Lee escribió Ve y pon un centinela entre enero y julio de 1957. Aquel verano se puso a reescribirla como Matar a un ruiseñor, y dejó aquellas 293 páginas en una carpeta olvidada… Ahora vuelven como un tesoro dispuesto a cambiarlo todo, y desde ese porche de su casa en Maycomb echa la vista atrás... Y se vuelven enigmáticas las palabras de Atticus Finch, cuando siendo ella una niña le dice: “Lo único que puedo decirte es que cuando tú y Jem seáis adultos, quizás recordaréis todo esto con cierta clemencia y con la sensación de que no os defraudé”.

el dispensador dice:
ve...
coloca un centinela,
puede ser de cáscara,
de cáñamo o de tela,
puede ser humano,
pero que no porte alas ni velas,
que se confunda con la espesura,
del bosque o de la selva,
para que nadie lo detecte,
mientras en la vigilia... aguarda... espera...
abunda la mentira,
y la traición anda suelta,
mucha palabra al viento,
negándose como huella,
mucha codicia resuena,
cuando la envidia se disfraza envuelta...

ve...
coloca un centinela,
hay francotiradores,
desplegados cual sombras que pesan,
observan,
aguardan,
esperan,
demasiado bosque para poca selva,
demasiada selva para la extinción que se esconde entre hojas secas...
no hagas ruido,
hasta lo mínimo se detecta,
y eso es suficiente,
para que el disparo haga mella...

ve...
coloca un centinela,
que no sean ojos,
que no sean oídos,
que sean sensaciones agobiadas por las penas...
coloca el alma donde nadie pueda verla,
y mira como mirilla quieta,
siempre a través de ella,
desde allí verás las auras,
como infrarrojos desplegados como auroras,
moviéndose entre plantas con arañas y telas...
sí, las auras se perciben,
sin necesidad de que amanezca,
porque las delata el karma,
y la historia que les pesa,
demasiada carga para poca consciencia,
demasiada culpa como para escapar la sombra que yerra...

ve, 
coloca un centinela,
queda poco tiempo,
para que se desate la guerra,
el conflicto ya es hoguera,
y la Tierra una tragedia,
ahora abundan las pobrezas,
y los necios andan atrapados en sus soberbias,
no esperes que te escuchen,
mucho menos que te atiendan,
cuando ataca la avaricia,
el drama se vuelve bandera...

no te descuides,
estar despierto no sirve...

deja que tu cuerpo se duerma,
y desprende tu alma en pena,
trepa a un árbol y deja que la rama te sostenga,
total... el alma no pesa...
y ninguna bala la hiere,
así como la palabra no la mella,
pero saber cómo regresar,
porque esto no es para cualquiera,
si cruzas el umbral,
puede que no vuelvas...
recuerda que nadie gana y nadie pierde,
cuando se trata de guerras...
es necesario seguir presente,
para que alguien te recuerde.
JULIO 10, 2015.-

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