Esta entrada ha sido escrita por la periodista y escritora Conchi Moya.
Detalle de las telas de la gran jaima ubicada en el interior del Palacio de Cristal, en el Parque de El Retiro
¡Marhaban1, sean todos ustedes bienvenidos a nuestra jaima lekbira2!
Al Palacio de Cristal del Parque del Retiro en Madrid se accede a través de caminos protegidos por la acogedora sombra de centenarios árboles y rodeados de fresco césped. Desde el 16 de abril la silueta del delicado palacio ha experimentado un cambio. En su interior se ha levantado una majestuosa jaima saharaui, integrada con amor en este edificio emblemático. Se trata de la exposición “Tuiza. Las culturas de la jaima”, del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Su artífice, el artista sevillano Federico Guzmán, se inspiró en las primeras jaimas levantadas con melhfas3 por las mujeres saharauis durante la huida del territorio tras la invasión marroquí en 1975. “En el desierto, para proteger a su familia, las mujeres colgaban las melhfas atadas a las ramas de los árboles. Se pueden considerar las primeras jaimas levantadas en tierra ajena, por esas mujeres que luego levantaron los campamentos en Argelia. Me pareció una imagen tan poderosa, tan humana, tan llena de protección y que significaba esta idea de las mujeres como refugio, como fundamento de la familia y de toda la familia humana. De todo ello salió la idea de una jaima que se convirtiera en una obra de arte”, explica Federico.
Jaima refugio, lugar de bienvenida, de encuentro, de conservación de las tradiciones y la cultura, rincón donde encontrarse, charlar y aprender. Cada vez que una jaima se levanta fuera del territorio saharaui el Sahara está presente en ese espacio encantado. El de Tuiza, según Federico Guzmán, ha sido levantado con “idea de transmitir belleza, tranquilidad, unión, una experiencia estética”, de abrir un espacio “donde podamos imaginar un nuevo lenguaje, un nuevo vocabulario, unas nuevas perspectivas para abordar unos conflictos que son muy duros y muy profundos y que los llevamos dentro como heridas, pero creemos en la posibilidad de que se abran nuevos espacios y nuevas visiones”.
Levantar una jaima tradicional saharaui, no las tiendas de refugiados que se usan hoy en día en los campamentos de Argelia, es una ardua tarea que requiere de muchas manos. Este trabajo colectivo, mediante el cual un grupo de mujeres se unen para tejer las tiras de pelo de cabra o camello con las que se realizará la jaima, es lo que se denomina tuiza. Este importante elemento de la antropología saharaui inspiró a Federico: “La jaima como espacio femenino, como espacio común y la tuiza como acción colaborativa, como la solidaridad que invita, que organiza y que pone en acción a la comunidad, mediante el trabajo colectivo. Con estos dos parámetros hemos construido el espacio y la acción que se desarrolla en este proyecto”.
Un grupo de personas visita la exposición Tuiza, del artista Federico Guzmán
Efectivamente, la gran protagonista es la enorme y colorida jaima, que provoca que el huésped (mucho más que un mero visitante) que accede a ella se sienta dentro de un enorme cuadro de colores, una “especie de pintura habitable”, explica el artista. La jaima está realizada con delicadas
melhfas dibujadas y teñidas, en un trabajo dirigido por Federico y realizado por un grupo de mujeres saharauis del Taller de Anna Lind durante dos meses en el campamento de Bojador. Ellas han elegido los motivos que decoran las
melhfas de Tuiza: “elementos que significan la paz, la belleza, las tradiciones de la jaima, elementos de la hospitalidad saharaui como la tetera, el perfumador, las sillas de montar antiguas, la
henna4, los paisajes del campamento con niños jugando, el
louh5, los collares, los rosarios, los elementos tradicionales que significan los valores de una vida que ha estado en equilibrio con el entorno durante miles de años, y los valores femeninos de paz y de compartir, que son precisamente lo opuesto al expolio, a la dominación, al pillaje, a todos los valores negativos en que se basa la explotación”. La espectacular “cúpula” de la jaima, cuenta con una serie de triángulos fabricados con tela de
benia6, cosidos por Antonio Guisado, del taller de velería Sun Sails del puerto de Sevilla. Las
melhfascolgadas todas unidas, se funden con total armonía con las
benias, con las propias columnas del Palacio de Cristal que hacen las veces de los palos de la jaima, y con las alfombras, las esteras, los cojines, las colchonetas y todo el diseño de un salón saharaui para una gran celebración, en un espectacular conjunto levantado por las arquitectas gaditanas Charo Escobar y Maripi Rodríguez.
Pero hay algo aún allá en Tuiza. Mediante la jaima, integrada en el interior del Palacio de Cristal, el colonizado invade el terreno de colonizador, no de manera violenta ni intrusiva, si no con la elegancia y la fuerza de las melhfas, que es la de las mujeres y todo el pueblo saharaui. La jaima, símbolo tradicional y cultural de un pueblo colonizado, se impone a una construcción colonial. En efecto, el Palacio de Cristal se construyó en 1887 con motivo de la Exposición General de las Islas Filipinas. Tuiza es, en palabras de Joao Fernandes, subdirector del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, “un espacio dentro de un espacio”. Como afirma Fernandes, en esta instalación “hay un diálogo y una provocación a la arquitectura colonialista del siglo XIX, símbolo del capitalismo industrial, del mundo organizado alrededor del discurso colonial”. En palabras de Federico Guzmán, al levantarse Tuiza “ha desaparecido ese símbolo de la arquitectura colonial eurocéntrica imperial y se ha elevado de la tierra, a través de la jaima y de su arquitectura, la voz de los propios colonizados, que somos todos en la actualidad, para plantar cara a esa fuerza colonizadora e imperialista que quiere acabar con nuestra sociedad”.
Vista exterior del Palacio de Cristal en el Parque de El Retiro en Madid con la gran jaima en su interior
Tuiza no es una mera experiencia estética. La jaima grande de Federico Guzmán “invita a profundizar, a compartir y a construir entre todos algo nuevo”. La verdadera obra de arte es la jaima en sí, pero a la jaima se está uniendo mucha más gente, artistas, músicos, poetas, pensadores, antropólogos, activistas y público visitante que aportan sus propias capacidades y experiencias y en una gran
tuiza “toman el acogedor espacio de la jaima para compartir, para construir”.
Así Tuiza, la jaima grande del Palacio de Cristal, es un espacio efímero, pero profundo, de pensamiento, activismo y creación. Bienvenidos todos, queridos huéspedes, a este espacio para conocer y difundir la voz y la cultura del pueblo saharaui.
1 Bienvenidos.
2 En la cultura saharaui es aquella jaima destacada entre las otras por la generosidad, hospitalidad y caballerosidad de sus dueños.
3 El colorido y fino manto que visten las mujeres saharauis.
4 Tinte natural de color rojizo que se emplea para el cabello y que además se usa para la coloración de la piel de manos y pies con elaborados dibujos. Las mujeres saharauis la usan sobre todo en festividades y bodas, y es símbolo de belleza y alegría.
5 Tabla de madera usada tradicionalmente por los saharauis para enseñar a los niños a leer, escribir y memorizar textos de poesía y pasajes del Corán.
6 Una ornamentada tela que cubre el interior de las jaimas tradicionales.
el dispensador dice:
mirá, hace falta, es necesario regresar al sentido de la tribu, al valor del conjunto pequeño que sirve para construir lazos, redes, tejidos sociales a partir del sentido de casa... escuela... hospital... culto/templo/monasterio... labor que alimenta al grupo en sociedad...
mirá, el ser humano es "nada" si no hay un prójimo a su lado, en su cercanía, en su consideración, en su tarde y en su mañana... en su puerto... en su distancia... porque sin el sentido de las lejanías, la ausencia pasa a ser nada...
mirá, el ser humano deja de ser tal cuando pierde el sentido de su "madre"... pierde los humanismos cuando olvida que todos, sin excepciones, vienen de una madre... mujer... única... irrepetible... algo que conjuga lo cosmogónico con lo sidéreo, lo sidéreo con lo espacial, lo espacial con lo zodiacal, y lo zodiacal con el destino que se ha de transitar...
mirá, cuando la tribu se transforma en imperio, atrasa, retrograda, se envuelve en soberbias, en cinismos, en hipocresías, que conducen a la tribu a su propia evaporación como célula de existencias "programadas"...
mirá, me quedo con la jaima... con el culto a la naturaleza y a la pacha mama... porque de allí venimos y a ella regresamos, después de cursar esta aventura, de soñar con un mañana...
mirá, la biblia no hace al culto... el hombre es Dios, mientras la naturaleza se siente respirada...
mirá... no te confundas... la vida sólo vale cuando es honrada... de lo contrario es como a Babel... la palabra. JULIO 19, 2015.-
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