domingo, 5 de julio de 2015

CADUCIDAD DEL DISCURSO ► interruptor - A desasnar políticos - la columna de H enciclopedia

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 IMPERATIVO DE LA GESTIÓN CULTURAL

A desasnar políticos

Carlos Rehermann


El frotamiento del ego nacional



En 1999 el Archivo General de la Nación publicó un libro de gran formato, tapas duras y páginas de papel coteado de un cuarto kilo, dedicado al 70º aniversario del SODRE, el instituto que en ese entonces administraba las emisoras de radio y televisión estatales, una orquesta sinfónica, un cuerpo de ballet y un coro, además de una sala de espectáculos, entre otros emprendimientos. La presidenta del SODRE era Adela Reta, que se propuso terminar una gran obra de construcción de un nuevo teatro con dos salas de espectáculos en el predio donde en 1971 se produjo un incendio que destruyó su sede histórica. Es probable que ese horrendo libro, con un tipografía que se podría calificar de trágica y sobrecubiertas de un color tóxico, se originara en una propuesta de la presidente para dar a conocer a ciertos organismos internacionales de crédito o a algunas legaciones diplomáticas de países ricos el proyecto arquitectónico que el país estaba teniendo graves dificultades para solventar.
Lo interesante del libro, como en cualquier libro, no es, ciertamente, su calidad de diseño, sino lo que dice. En este caso, en una serie de artículos escritos por especialistasfuncionarios, nos enteramos, de las maravillas de afinación de las orquestas nacionales, de las fulgurantes elasticidades de las  primeras bailarinas autóctonas, de la excelencia pulmonar de los cantantes de ópera criollos, de las mágicas trasmisiones a través del esforzado canal oficial de televisión, de la notable tarea de difusión de la música clásica llevada adelante por los infatigables operadores de la emisora radial. La impresión que causa a quien no conoce la verdad es la de un ejército de apóstoles de la cultura que ha llevado el arte del país a unas cumbres que son ejemplo y vergüenza para Viena y Moscú, Londres y Milán.
Esta práctica del elogio desbocado no es nueva, ni tampoco exclusiva del Uruguay. Pero en este país al parecer no alcanza con mencionar los valores de sus hijos, sino que hay que hacerlo en medio de una exclamación de sorpresa, como si asistiéramos a un fenómeno inaudito, maravilla para el mundo que, atónico ante la empírea gloria de los uruguayos y sus logros, debiera inclinarse humillado ante su presencia (soberana, agregará un ironista, mentando una frase del prócer). Con el tiempo, dada la insistencia en la proclama, hemos terminado por convencernos de esta versión de la excelencia de nuestras letras y de nuestras artes, y hasta de nuestras ciencias. Examinemos un fragmento del libro de festejo del septuagésimo aniversario del SODRE para entender la retórica del autoelogio.
En un artículo firmado por el entonces director artístico del organismo, dedicado a la ópera, se hace un equilibrado resumen de la historia del género en nuestro país, mencionando sus orígenes, la historia del Teatro Solís, los primeros estrenos, las visitas extranjeras. Numerosas fotografías dan cuerpo a la imagen que propone el texto. Dedica incluso espacio para simpatizar con Hugo Balzo, director artístico entre 1954 y 1970, de quien dice que era “inefable, lleno de anécdotas, bohemio, humorista”, y fue “centro de infinidad de encuentros entre artistas y amigos”. ¡Qué recuerdos, señores!
Habla del “auge” de la ópera del SODRE, que ubica en los años sesenta del siglo XX. Pero aquí comienzan los problemas.
Evita mencionar que la mejor ópera compuesta en la historia del Uruguay era, hasta ese momento, “Marta Gruni”, con música compuesta por Jaurés Lamarque Pons sobre un libreto basado en el drama homónimo de Florencio Sánchez. Una probable explicación para la ausencia es que esa ópera no fue producida ni realizada en el SODRE, sino en el teatro Solís. El único compositor de ópera que menciona, al pasar, es Ricardo Storm, autor de la ópera El regreso, con asunto basado en las coéforas de Esquilo, libretada y agauchada por el propio compositor. Pero ¿es que no ha habido otros compositores de ópera en el Uruguay? ¿Cómo es posible, entonces, si no hay creadores, hablar de “auge”?
La retórica que subrepticiamente inserta stems esenciales para el desahogo del ego nacional es verdaderamente magistral, y no se limita a ese librote encomiástico. En un estudio monográfico posterior al libro, escrito por dos académicas, se encuentra la siguiente frase:
Paralelamente, otros compositores intentan el camino de una ópera uruguaya, como Ricardo Storm con El regreso”.
Sin embargo, las autoras no atinan a nombrar a los “otros compositores” que “como Ricardo Storm” han compuesto otras óperas. Esta manera de dar a entender que hay más de lo que se dice, cuando la realidad es que no hay nada más que una manipulación verbal de la verdad, ha venido construyendo nuestra identidad nacional, que consiste en creer que somos geniales. Pero parece que nuestra genialidad se basa en armar frases llenas de “otros” y “como”, aunque sin dar jamás un nombre ni citar nunca una obra.
La realidad
En toda la historia del país se estrenaron 11 óperas de autor nacional. La primera fue compuesta por Tomás Giribaldi, se titula La parisina y se estrenó el 14 de setiembre de 1878; la más reciente, Rashomon, fue compuesta por León Biriotti (con estreno el 26 de julio de 2015). Incluyendo esta última, en el siglo que arranca en 1915 se estrenaron apenas cinco óperas de autor nacional (una de ellas, aunque compuesta en Uruguay, cantada en italiano).
El organismo que en 1999 cumplía 70 produjo apenas tres óperas (algunos sostienen que dos) en toda su historia. ¿Dónde están las virtudes del genio nacional?
Seguramente no en los directores de ese organismo tan remolón para la novedad. Una ópera de Leo Masliah inspirada en Lautréamont, Maldoror, fue estrenada en 2003 en el Teatro Colón de Buenos Aires, una institución de no menor jerarquía que las equivalentes uruguayas (diría el más fanático antiporteño). Si el compositor no la ofreció al SODRE quizá se basó en su larga historia de rechazos; si la ofreció, habría que pedirle disculpas. ¿QueMaldoror es mala? ¿Cómo lo sabemos? Vistos los repertorios momificados del organismo, uno diría que no cabe en sus recintos el azar del juicio justo. Por otra parte, prefiero juzgar por mí mismo la calidad de la obra de mis compatriotas. Algunos años después de la afrenta de permitir un estreno uruguayo en el Colón, mientras el SODRE no se daba cuenta de que los autores uruguayos existen en la actualidad lo mismo que antaño, su entonces presidente creaba una comisión ministerial de homenaje a Lautréamont, que, aparte de gastar dinero en sándwiches y vino para su ceremonia de inauguración, no hizo nada, y sus objetivos y procederes permanecen en la bruma de la memoria del promotor, que nunca movió un dedo para cumplir con la obligación institucional de promover el arte nacional. Véanse, si se desconfía, los repertorios de esos años.
Si los músicos nacionales no se escuchan entre sí, porque sus obras no se programan; si los dramaturgos uruguayos no son representados por los elencos oficiales, si los artistas visuales nacionales no son exhibidos, si los autores nacionales son relegados por la academia y los jerarcas de las instituciones culturales del Estado, en fin, si los artistas creadores no logran hacerse percibir por sus colegas, el ambiente artístico se convierte en una miríada de inventores de la pólvora, en una dispersión de antimateria cultural. Un país tan chico tiene una enorme oportunidad de darle lugar a todos sus creadores, y no apenas a un puñado de misteriosos elegidos, y la única explicación radica en la ignorancia.
Recientemente se impuso en el mundo la especialidad de la gestión cultural, que ha recibido bastante atención pública y privada, al punto de haberse creado una carrera terciaria de esta especialidad, cuyos docentes, claro, no tienen titulación en la especialidad, lo cual podría dar pie para reflexiones inconvenientes. Pero el problema no está en la falta de gestores, sino en la ignorancia de los políticos, es decir, de quienes toman decisiones estratégicas. (Bueno, si esas decisiones no las toman los políticos la situación es muchísimo peor).
Hágase el lector con el libro del septuagenario y recorra la lista de autoridades del SODRE. Se encontrará con los responsables históricos del desastre. Desastre fácil de resolver, pero imposible de enfrentar por parte de personas incapacitadas para entender la importancia y el lugar del arte y especialmente de la creación autóctona. Falta de programación de autores, falta de concursos, falta de grabaciones, falta de emisiones, falta de producción.
La existencia de excelentes gestores que sin dudas trabajan en la actualidad no resuelve el asunto, porque es claro que el gestor podrá hacer funcionar eficientemente el mecanismo, pero no puede —y si pudiera ni debería— ser responsable de la programación, del estímulo y de la promoción del arte nacional. Bienvenidos los gestores, para poner en marcha lo que los políticos tienen el deber de proponer, aunque casi nunca lo han hecho.
Pero esa es su historia, que recientemente parece revertirse, con algunas apuestas radicales que ojalá no sean la excepción. La esperanza es que esta conducta prolifere, por una sencilla y poderosa razón: tenemos que escucharnos, tenemos que vernos, tenemos que leernos, saber que existimos; saber que no somos geniales, sino apenas unos tipos que hacen lo que pueden; tenemos que escribir claro y firme, sin mentirnos a nosotros mismos. Es fácil. Basta con educar un poco a los políticos.


el dispensador dice: la clase política que dice conducir los destinos de la humanidad está detenida en los años cuarenta a sesenta (según la región que se trate) del siglo pasado, esto es... mucho discurso... mucha palabra... mucha deuda social creciente... ningún resultado fehaciente...

por su parte, la clase de funcionarios corporativos que se someten a la "teoría del felpudo" (obsecuencias a más no poder a cambio de mendrugos) y pasan a ser los primeros "descartables" de una sociedad condenada, están detenidos entre los fines del siglo XVIII + XIX , desconociéndose como esclavos menores de una mundo de esclavos mayores, cuyo propietario es nada más y nada menos que el imperio aliado nazi-sionista y medieval que se ha instalado en el planeta Tierra para ejercer el poder de ser la "estrella de la muerte"... 

la deuda política es monumental, impagable, y sus daños, han dejado de ser colaterales para ser irrecuperables... 

la deuda de las corporaciones y, por ende, del dueño del mundo... es monumental, impagable y sus daños en la raza humana, en la naturaleza, en la creación, y en todo lo que existe, se extiende como la desintegración nuclear... esto es que perdurará aún cuando la humanidad haya desaparecido de la faz de la Tierra... ¿espantoso?... más que...

detrás de ellos, se encolumnan las deudas militares y eclesiásticas de cualquier índole y factor...

estos venenos (políticos + funcionarios de las corporaciones + militares + sacerdotes + rabinos + ministros + intérpretes de raros dioses y extraños mesías de cualquier creencia) tienen el mérito de haber envenenado el planeta entero y todos sus contenidos, a pesar de Dios, a pesar del Verbo, a pesar del Espíritu Santo, a pesar de la Virgen María, a pesar de las huestes de ángeles de la luz... infectando no sólo lo que está vigente, sino además el futuro intangible... algo demencial, pero demasiado real... comiéndose la cultura, las gestas olímpicas y las otras deportivas, devorándose los bienes de las personas, sus deseos, sus necesidades, sus gracias, sus destinos y sus sueños...

desde luego, ninguno de ellos (venenos y venenosos) reconocen responsabilidad alguna en esta tragedia global, a tal punto que Alemania+Francia dependientes de la "estrella de muerte" (Bruselas) siguen creyéndose el mesianismo de ser los únicos potenciales salvadores del mundo, cuando en realidad, son todo lo contrario... y si no, que lo digan los griegos, los españoles, los italianos, los portugueses, los ucranianos, y todas las víctimas que se van juntando por doquier en la Europa medievalizada y allende los mares... todos sometidos a una austeridad inversamente proporcional a la que disfrutan unos pocos salvajes devenidos en dioses de barros...

estos venenos y sus mentores venenosos se han comido la cultura y todas sus expresiones, pero también se han comido las ciencias y todas las propias, y además se han comido los valores, las éticas, las filosofías, las lógicas y cuanta cosa hay pasible de ser asaltada, quemada, robada, y cualquier otra "ada"... porque los venenosos, además de ser inmorales en toda la extensión del calificativo, son inescrupolosos por demás, siendo que son incapaces de medir las consecuencias de los daños que hacen y sostienen (discursos mediante)...

nadie se ha dado cuenta (quizás)... pero los discursos y sus discurseros tienen fecha de caducidad (vencimiento) y no responden a ninguna técnica de trazabilidad... esto es que nacen vencidos... y sólo saben producir deuda social y también política, de modo que los pobres crecen mientras los bienestares decrecen, reduciendo sus áreas de participación... ejerciendo una fórmula tan nazi como sionista, esto es que desconocen los derechos de los otros, los prójimos, los anónimos, los indefensos, y numerosos etcéteras que emanan desde dichos ángulos...

siempre... la intelectualidad fue peligrosa para cualquier poder... pero ahora la persecución se ha hecho costumbre y se produce de manera manifiesta o solapada (da igual), de allí que el narco mate periodistas y libertades y los políticos sonrían y prometan lo que nunca van a cumplir, ya que jamás irán contra sus patrones del mal...

no es lo único... de hecho el discurso están vencido para la derecha como para la izquierda... es decir, ninguna es creíble ni por un ápice... empeorando minuto a minuto... dejando en claro que la globalización y sus daños afectan al todo, sin excepciones...

cuando la raza humana se extinga a manos de estos desertores de los "humanismos necesarios" , vendrán huestes de ángeles munidos de libros de gracias contables... procediendo al modo de perseguidores de evasores impositivos... a masacrar a los idiotas e imbéciles que se creyeron más que sus propios prójimos... porque la deuda político-social que se ha fabricado en estos últimos setenta años... no hay quien la pague... y curiosamente, la otra, la que se generó desde el imperio romano y sus imbéciles para aquí, tampoco... léase, las mentiras son todas evidentes y ya no alfombra que alcance para tapar todas las basuras vigentes...

ah!, las democracias también han caducado, transformándose en meras dictaduras de pocos, que se complacen en enviar al sacrificio a los muchos... que no tienen fueros como para auto-imunizarse de tanta miseria humana... raro este final de era... 

nadie en el cielo puede creer que haya tanto miserable suelto. JULIO 05, 2015.-

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