Las llanuras volcánicas de Mercurio, al descubierto
En el ecuador de Mercurio se extiende una cuenca formada por impacto meteorítico y cubierta por materiales volcánicos de la que los científicos apenas tenían información. Con la ayuda de imágenes de la sonda MESSENGER, investigadores de la Universidad Complutense de Madrid y de otras instituciones han averiguado que se formó en dos procesos muy distintos, en los que la corteza del planeta se enfrió de forma progresiva.
UCM 20 julio 2015 13:07
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La superficie de Mercurio está salpicada de cráteres por impactos meteoríticos. / NASA-Johns Hopkins University Applied Physics Laboratory-Carnegie Institution of Washington
La salida de Plutón del grupo de planetas del sistema solar convirtió a Mercurio en el más pequeño de la lista. Equivalente a solo 0,055 Tierras, los entresijos de este cuerpo rocoso –el más próximo al Sol– continúan siendo un misterio para los científicos. Las imágenes de los satélites que lo han sobrevolado revelan una superficie de roca gris salpicada de cráteres, fruto de impactos de meteoritos y con gran variedad de estructuras geológicas.
Gracias a la sonda MESSENGER, investigadores del Instituto de Geociencias de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) han estudiado cómo se crearon algunas de estas formaciones tectónicas, en concreto, las llanuras volcánicas de una cuenca de impacto situada en el ecuador del planeta.
“La mayoría de estructuras geológicas se han originado por compresión", explica la geóloga
“La gran mayoría de estructuras geológicas que aparecen en Mercurio se han originado por compresión, cuando la corteza ha sido comprimida por fuerzas tectónicas hasta romperla y montar unas rocas sobre otras”, explica Valle López, geóloga del Instituto de Geociencias (CSIC-UCM) y autora principal del estudio. Esas fuerzas se generaron cuando el planeta se fue enfriando al perder su calor interno.
La investigación, publicada en la revista Icarus, revela que las condiciones bajo las que se deformó esta cuenca cambiaron de manera sustancial a lo largo del tiempo, algo que se desconocía hasta ahora.
Los científicos han definido dos fases de deformación en las llanuras volcánicas que alberga la cavidad rocosa. A partir de las relaciones de corte entre las estructuras geológicas observaron la sucesión de distintas fases tectónicas de un mismo evento o la superposición de diversas estructuras. “Las más jóvenes cortan y se superponen a las más antiguas”, afirma López.
Enfriamiento de la corteza
Además de crearse en diferentes épocas geológicas, las dos fases de deformación analizadas presentan claras diferencias, tanto en su orientación como en sus estructuras. La fase tectónica más antigua registra una orientación noreste-suroeste y está caracterizada por crestas relativamente bajas y próximas entre sí. La más moderna, con una orientación noroeste-sureste, cuenta con estructuras de mayor relieve y más separadas.
Las huellas revelan que Mercurio ha sufrido un bombardeo de meteoritos, como la Tierra
“Estas diferencias reflejan un cambio en la orientación de los esfuerzos tectónicos que han deformado la cuenca de impacto además de otros cambios, como el progresivo enfriamiento de la corteza de Mercurio”, señala la geóloga.
Todas estas huellas revelan que el planeta ha sufrido un intenso bombardeo de meteoritos a lo largo de su historia, algo que también ha ocurrido en la Tierra. Sin embargo, en nuestro planeta existen muy pocos registros debido al efecto de ‘reciclaje’ que hace la tectónica de placas en la corteza, un mecanismo que no tiene Mercurio.
Conocimientos de este tipo han sido posibles gracias a la sonda MESSENGER, que concluyó su misión el pasado mes de abril tras más de 10 años en funcionamiento, colisionando contra el planeta. “Otra oportunidad de volver a Mercurio nos la brindará la sonda BepiColombo, cuando se lance en 2017 y llegue allí en 2024”, avanza López.
Referencia bibliográfica:
Valle López, Javier Ruiz y Antonio Vázquez. “Evidence for two stages of compressive deformation in a buried basin of Mercury”. Icarus 254, 2015. DOI: 10.1016/j.icarus.2015.03.018.
el dispensador anota en tu margen ► En la mitología griega, Ícaro (en griego antiguo Ἴκαρος Ikaros) es hijo del arquitecto Dédalo, constructor del laberinto de Creta, y de una esclava llamada Náucrate.1
Dédalo decidió escapar de la isla, pero dado que Minos controlaba la tierra y el mar, Dédalo se puso a trabajar para fabricar alas para él y su joven hijo Ícaro. Enlazó plumas entre sí uniendo con hilo las plumas centrales y con cera las laterales, y le dio al conjunto la suave curvatura de las alas de un pájaro. Ícaro a veces corría a recoger del suelo las plumas que el viento se había llevado o ablandaba la cera.
Cuando al fin terminó el trabajo, Dédalo batió sus alas y se halló subiendo y suspendido en el aire. Equipó entonces a su hijo de la misma manera, y le enseñó cómo volar. Cuando ambos estuvieron preparados para volar, Dédalo advirtió a Ícaro que no volase demasiado alto porque el calor del sol derretiría la cera, ni demasiado bajo porque la espuma del mar mojaría las alas y no podría volar.
Pasaron las islas de Samos, Delos, Paros, Lebintos y Calimna, y entonces el muchacho comenzó a ascender. El ardiente sol ablandó la cera que mantenía unidas las plumas y éstas se despegaron. Ícaro agitó sus brazos, pero no quedaban suficientes plumas para sostenerlo en el aire y cayó al mar. Su padre lloró y lamentando amargamente sus artes, llamó a la tierra cercana al lugar del mar en el que Ícaro había caído Icaria en su memoria.2
Dédalo llegó sano y salvo a Sicilia donde quedó bajo la protección del rey Cócalo.3 Allí construyó un templo a Apolo en el que colgó sus alas como ofrenda al dios.
Pausanias cuenta una versión más prosaica en la que ambos huían de Creta en pequeñas barcas, para lo cual Dédalo inventa el principio de la vela, desconocido hasta entonces para los hombres. Ícaro, navegante torpe, naufragó frente a la costa de Samos, en cuyas orillas se encontró su cuerpo. Heracles le dio sepultura en esa tierra que desde entonces se llama Icaria y el mar que está junto a él recibió el nombre de mar Icario.4
el dispensador dice:
la vida es un laberinto,
puede ser igual,
puede ser distinto,
puede ser causa,
puede ser motivo,
puede ser excusa,
para vivir y ser "nacido"...
puedes ser consciente,
y ser tu propio testigo,
puedes ser inconsciente,
y sacar pelusa de tu ombligo,
puedes ser ladrón,
y robar a otro su abrigo,
pero en cualquiera de los casos verás,
que estás embretado en un temible laberinto...
lo que ves puede ser igual,
también puede ser distinto,
puede que el azul,
no sea, de cerca, nada bonito...
todo es cuestión de la perspectiva,
desde la cual miras tu ombligo,
ya que toda ausencia,
implica presencia de cada destino,
sea produciendo huella,
o buscando un simple camino,
aunque puede que la sombra,
sea fantasma de algún espíritu perdido...
debes tener sumo cuidado,
ya que la costa puede ser playa,
o abismo para ser consumido...
todo es cuestión de observar,
para no ser asaltado por desprevenido,
al mejor marinero se le pierde la vela,
así como a Ícaro su destino.
JULIO 22, 2015.-
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