miércoles, 15 de julio de 2015

RECUERDOS MEZCLADOS


Curarú (Carlos Tejedor)
Pueblos BuenosAires
Húsares (Carlos Tejedor)


Marucha (Carlos Tejedor)

Marucha (Carlos Tejedor)

Curarú (Carlos Tejedor)


el dispensador dice:
recuerdos mezclados,
sensaciones de lejanos pasados,
me asomé a la estación de un olvido asentado,
vías entre pastos,
señales abdicando óxidos pesados,
señales de vejez,
ritmo de colorados,
durmientes ocultos,
ningún pasajero,
ni tren aguardado,
las infamias cubrieron,
ilusiones de otros hipotecados...

¿no hay jefe de estación?...
no hay señalero,
ni vagón abandonado,
no hay campanero,
ni horario anunciado...
demasiado alboroto,
pendiente de lo inesperado,
facón bajo el poncho,
facón escondido,
facón en mano,
mucho cinismo,
torbellino de hipócritas,
discurseando...
como sea...
aún tengo el estilete atravesado,
tomado por la espalda,
ya no me siento considerado,
me mintieron sonriendo,
mientras el puñal se iba enterrando,
pero no salió una gota de sangre,
porque ya estaba preparado...
seco como desierto... riéndose del arado...

no quise volver sobre mis pasos,
ni siquiera levanté la mirada,
para asistir a ojos traicionando,
mucho espíritu quebrado,
propia de vacíos desfachatados,
mucha soberbia,
entre cobijas de desesperados,
amores en apuros,
mentiras despertando,
buscadores de culpas,
para desprevenidos endosados,
deudas de inconscientes,
protegidos momentáneos...

miré la estación...
recuerdos entremezclados...
nadie se me acercó,
a decirme que no hay nadie esperando,
el objetivo se logró,
cuando robaron la inocencia del descuidado...
pasó el tren,
siguió de largo,
el andén estaba vacío,
de esperanzas liberado,
no sonó la campana imprudente,
ni el silbato de locomotora vibrando,
debe haber sido anoche,
porque el señalero no andaba iluminando,
y el sueño gana a los que se sienten agobiados,
mucha depresión para una guerra sin soldados...

trincheras abandonadas,
cañones silenciados,
caballos extraviados,
en un mundo de prejuicios,
donde prima lo mediático,
demasiado culo abierto,
lavándose las manos,
propio de un Poncio que no se llama Pilatos,
costumbre de acostumbrados,
la traición despeja enemigos,
al menos por un rato,
dejándote ganar tiempo,
para patear el drama a otro plato...
mucha cobija enredada,
para amantes gastando a cuentas,
ilusiones quemadas...
muchas palabras fáciles,
para almas entreveradas...

¿viste el puente oxidado?,
es camino que no lleva a ningún lado,
se han robado las vías,
y los durmientes fueron quemados,
para fiesteros en asados,
los que perdieron el rumbo,
permanecen deambulando,
buscando al amor perdido,
porque el propio lo han extraviado,
huyendo despavoridos,
viviendo sin refugio... como si fuesen refugiados...
se les ha perdido el alma,
y el sello andan mostrando,
lo tienen grabado en sus frentes,
y todos los andan mirando,
es mucho el testimonio,
de testigos inventados,
los jueces suelen ser injustos,
y por ello andan cobrando,
la justicia es sólo de Dios,
mientras el Verbo es pronunciado...

Húsares (Carlos Tejedor)


encaré por el camino,
horizonte azulado,
poco a poco fui omitiendo,
el recuerdo inesperado,
y de tanto andar olvidé,
quién me había llamado...
mi nombre no lo sé,
lo dejé junto a la espalda,
con la daga atravesando...
a veces no se sangra,
cuando se anda acostumbrado...

las alpargatas juntan polvo,
por eso... ando volando...
mis huellas nadie las sigue,
y soy oidor de mi propio canto.
JULIO 15, 2015.-

¿mi ventana?
mi ventana ya la he cerrado,
con cadena y con candado.

la guerra se termina,
cuando el pasado alcanza,
a los que por andar hablando,
nunca fueron soldados.

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