Calendario para recordar la miseria y la rebelión
Eduardo Galeano nos ofrece una historia por cada día del año.
UN EXCAVADOR CON ESCALERA. Galeano desentierra las voces que tantos, tantas veces, han tratado de que no se escuchen. LA GACETA / FOTO DE JUAN PABLO SANCHEZ NOLI | Ampliar
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HISTORIAS
LOS HIJOS DE LOS DÍAS
EDUARDO GALEANO
(Siglo XXI editores - Buenos Aires)
Las 366 historias que reúne Eduardo Galeano en Los hijos de los días provocan una sensación primera: el escritor uruguayo, que merece como pocos el título de narrador, es inagotable. Pero de esa percepción deriva, también, una cuestión inmediata. Lo que también se presenta como empecinadamente imperecedera es la miseria humana. Esa es la materia prima de buena parte de los textos del también autor de Patas arriba, la escuela del mundo al revés. Y Galeano es un minero infatigable de esa veta de recursos infinitamente renovables. Un excavador que recorre las largas galerías de la historia subterránea y desentierra las voces que tantos, tantas veces, han tratado de que no se escuchen.
Ahí está el incendio de la Biblioteca de Alejandría durante una de las batallas de Julio César (47 después de Cristo) contra el hermano de Cleopatra. La quema de libros en hebreo -entre otras lenguas- por parte de la Inquisición, tras la expulsión de moros de Granada (1492). Y el aniquilamiento de la mayor parte de la Biblioteca de Bagdad durante la reciente invasión de Irak.
Y aparece el virtuoso Joshua Bell tocando exquisitamente el violín en el metro de Washington, sin que nadie lo escuche porque la apurada humanidad no tiene tiempo para la belleza. Y el poeta Nazim Hikmer, negado y prohibido en Turquía hasta medio siglo después de su muerte. Y el cabo Anselmo, un traidor y entregador de revolucionarios, propia esposa incluida.
Dicen presente el telepredicador evangélico norteamericano que pontificó que el diablo, que había liberado a los haitianos de Francia, le estaba pasando factura a ese pueblo por medio del terremoto de 2010, por el cual murieron más de 200.000 personas. O el asesinato de Rosa Luxemburgo, revolucionaria y crítica de revoluciones, muerta a golpes de fusil y arrojada a un canal en 1919. O la pacata e hipócrita era victoriana y la prohibición de mezclar en los estantes los libros de autores con los de autoras (salvo que fueran marido y mujer): mientras tanto, las tropas británicas, a cañonazo limpio, obligaban a China a abrirle las puertas al opio.
Y eso pasó, apenas, en unos cuantos eneros de la humanidad.
La primera mitad Durante febrero se ven masacres de guaraníes por parte de españoles y portugueses, porque el rey de España le había regalado al de Portugal, su suegro, siete misiones jesuitas y 30.000 indios de América. Y, en la contemporaneidad, quedan expuestos los ríos contaminados por obra y gracia de las industrias extranjeras que no envenenan en el primer mundo. O los niños robados por la dictadura argentina, la democracia australiana y el franquismo español.
A marzo le caben multinacionales que financian a paramilitares de Colombia, pero que tras confesarlo tan sólo deben pagar multas. También, los sueños de Akira Kurosawa sobre centrales nucleares que explotan en Japón, lo que 20 años después se convierte en una pesadilla de apocalíptica realidad.
Abril es para Hollywood y la idolización de delincuentes como Jesse James. Para la fabricación de enfermedades en beneficio de la buena salud de las industrias farmacéuticas. Para los suplicios infringidos a los indios americanos y a los herejes europeos en nombre del flagelado Jesús de Nazareth.
Mayo llega con la memoria de la Lista de Enfermedades Mentales de las OMS, donde figuraba la homosexualidad hasta 1990. Con la de los 1000 millones de seres humanos sin casa. Con la de la persecución a Nicolás Copérnico, a Giordano Bruno y a Galileo Galilei. Con la de la canonización del que fuera el perseguidor de ellos tres. Con la de la poca Palestina que queda.
Junio trae las guerras en nombre de cualquier cosa, y con la riqueza del suelo por único objetivo. Con ellas, los soldados que dieron la vida en las batallas y los que se quitaron la vida después de un conflicto bélico. De paso, con los soldados que segaron vidas y robaron niños en los centros clandestinos de detención.
El último semestre Julio exhibe a Nelson Mandela en la lista de terroristas peligrosos de los Estados Unidos hasta 2008. Y a las telenovelas y el placer impagable de los pobres cuando sienten lástima por los ricos de mentiritas que les ofrece el culebrón.
Agosto testimonia las bombas nucleares sobre Japón. El fascismo reclamando una Italia "honestamente racista". La Alemania nazi y el holocausto que sufrió el perseguido pueblo judío, en particular, y la moral quebrada de toda la civilización occidental, en general. En una palabra, genocidios. También habla de los desaparecidos y las otras desapariciones (los bosques nativos, el sabor de las frutas, las cartas manuscritas, el fútbol de la calle, el derecho a caminar y a respirar, las jubilaciones y los empleos seguros, las casas sin rejas, las puertas sin cerraduras...).
Septiembre da cuenta de la tortura primaveralmente inspiraba en la magia. Y del premio Pulitzer para el periodista que negó que en Hiroshima y en Nagasaki hubiera radioactividad luego de que estallaran sobre ellas "Little boy" y "Fat man". "Propaganda japonesa", escribió el galardonado.
Octubre es del Nuevo Mundo y de la conquista (para llamarla del modo elegante que no se merece, y para escribirla con la minúscula que sí le corresponde). Es también del "otro" descubrimiento: el de los nativos. Ellos descubrieron que eran indios, que vivían en América, que estaban desnudos, que existía el pecado, y que debían obediencia a un rey y a una reina de otro mundo. Y a un dios de otro cielo. Es también, por cierto, el mes de los pobres, de quienes todo sabemos: en qué no trabajan, qué no comen, cuánto no pesan, cuánto no miden, qué no tienen, qué no piensan, qué no votan, en qué no creen...
Noviembre narra el asesinato de las preciosas hermanas Mirabal, las "mariposas", durante la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo Molina, el "Chivo" de República Dominicana. Y los crímenes de los cobardes trujillitos que matan a golpes a sus mujeres en sus domésticas tiranías. Los "chivitos".
Al último mes del año le basta y sobra con un dato: el 10 de diciembre de 2009, el Día de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, le entregaron el Premio Nobel de la Paz al presidente de Estados Unidos, Barack Obama.
Fuera de calendario De Los hijos de los días y de la arqueología de Galeano se desprende, también, una segunda presunción de inagotabilidad. Ella aparece en el vasto rescate de hombres y, sobre todo, de mujeres a quienes Galeano extiende una amnistía que los libera de la condena al anonimato. Desde esclavas liberadas corajudas y solidarias, hasta valientes pintoras de flores. En todos los anatómicos sentidos que la metáfora "flor" admite. Desde libertadoras brasileñas hasta guerreras independentistas mexicanas, pasando por Juana Azurduy.
Tan inacabable como la miseria humana es la humana insurrección. "21 de abril. Ocurrió en España, en un pueblo de La Rioja, en el anochecer de hoy del año 2011, durante la procesión de Semana Santa. Una multitud acompañaba, callada, el paso de Jesucristo y de los soldados romanos que lo iban castigando a latigazos. Y una voz rompió el silencio. Montado en los hombros de su padre, Marcos Rabasco gritó al azotado: -¡Defiéndete! ¡Defiéndete! Marcos tenía dos años, cuatro meses y veintiún días de edad".
© LA GACETA
Alvaro José Aurane
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FRAGMENTO DE UNA ENTREVISTA
"El bicho humano merece mejor suerte"
"Gius" advierte que la idea de que ha habido una suerte de gran lotería universal, que ha recompensado a los que lo merecían, es una idea que ofende a la dignidad de la inmensa mayoría de los condenados a vivir en el mundo como si el mundo fuera un campo de concentración.
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Por Alvaro José Aurane - Para LA GACETA - Tucumán
Más que curioso, resulta profético. A Germán Hughes parece que no le gusta cómo lo bautizaron. Va a tener 71 años hasta el próximo 3 de septiembre y lo de la edad viene a cuento de que llegó al mundo del periodismo cuanto tenía 14 y ya evidenciaba algunos -por así decirles- inconvenientes con su apellido. El primero. El de aviador, cineasta y multimillonario norteamericano con el que no tiene parentesco, pero del que Hughes conserva cierta excentricidad. Por eso, por la difícil pronunciación que entraña sobre todo en el Río de la Plata, rubricaba sus primeras obras como "Gius".
Poco después empezó a firmar, directamente, con el segundo apellido. Del primero no conservó ni una sigla. De su segundo nombre, Germán, tampoco. Puso al primero y al último cara a cara: sin distorsiones ni escalas en medio. Eduardo Galeano a secas. El que llama a las cosas por sus otros nombres: no por los que han sido impuestos. No por los que vienen de antes. No por los heredados. Comenzando por él mismo.
Hace 16 mediados de abril, Eduardo Galeano está sentado en una mesa de café en Tucumán. Lo espera una disertación en el Centro Cultural de la UNT. Pero, en realidad, él deja entrever que lo trae su esposa, la tucumana Helena Villagra. Nacido en Montevideo y con apellido anglosajón, empezará diciendo que su segunda nacionalidad es tucumana. Y no por adopción sino por decisión. "Ella es para mí una especie de Tucumán que anda, de modo que bien puedo decir que vivo abrazado a esta provincia", piropea.
Rebautizar Tucumán a Helena (y Helena a Tucumán) será tan sólo el comienzo.
Otras hermanas
No hay lugares comunes para el uruguayo que vino exiliado a la Argentina en 1973 luego de que, dos años antes, denunciara cómo se desangraba América Latina con las venas abiertas. Por caso, él considera que la historia (y no sólo la reciente) se ha empecinado en demostrar que los mentados tesoros naturales del continente no constituyen ninguna bendición.
"Estas tierras parecen condenadas a la pobreza de su gente por la riqueza del suelo. Una suerte de paradoja incesante. Esa paradoja ha continuado, porque hay siempre una relación directa entre la riqueza y la pobreza. Son hermanas siamesas. Tienen la espalda pegada. Y no hay ninguna riqueza que sea inocente de la pobreza que genera. Es decir que no hay ninguna riqueza inocente. La idea de que ha habido una suerte de gran lotería universal, que ha recompensado a los que lo merecían, es una idea que ofende a la dignidad de la inmensa mayoría de la gente que está condenada a vivir en el mundo como si el mundo fuera un campo de concentración. Y, por supuesto, es una idea ofende a la inteligencia humana".
Toma aire. Y café. "Cuando era chico, existía una suerte de unanimidad universal en creer que la pobreza era un resultado de la injusticia. Lo proclamaba la izquierda, el centro lo aceptaba y la derecha no lo discutía demasiado. Hoy, esa es una idea que queda en la cabeza de muy poca gente. Lo que uno escucha todos los días es que la pobreza es el resultado de la ineficiencia. Algo así como el justo castigo que la ineficiencia merece. Y este tipo de concepción del mundo, actualmente dominante, peca de ignorancia. Y con mucha mala fe. Esconde el hecho de que la pobreza y la humillación de la mayoría de los seres humanos tiene raíces históricas".
Otros Estados
"El bicho humano merece mejor suerte", advierte, como al pasar, y se pasa la mano por la boca. Su seca boca. Casi persignándose. Él conoce lo que conjura: fue, también, mensajero, peón en una fábrica de insecticidas, cobrador, taquígrafo, cajero de banco, diagramador y editor de diarios. "También fui un peregrino por los caminos de América", se pinta.
"No nos merecemos esta idea de que somos todos mercancías, tanto las personas como los países, y que lo que no tiene precio no tiene valor. No nos merecemos esta idea que ha ganado a la gran mayoría de los intelectuales, y sobre todo a los políticos y tecnócratas que manejan los organismos internacionales. Esos que operan en nombre de la humanidad cuando en realidad son enemigos de ella. La libertad del dinero se opone a la libertad de las personas y conduce a la devastación del planeta. Estamos viviendo en un mundo donde está envenenada el agua, la tierra, el aire y el alma".
Hace un calor de miércoles 17 de abril de 1996, cuando él está cocinando el presente con especias del futuro. Releer hoy la desgrabación de hace exactos 16 años es útil no sólo para celebrar la vasta dimensión de su prédica (podría haber dicho lo mismo el 17 de abril pasado y tendría vigencia de título de tapa). También sirve para lamentar la multitudinaria ceguera de aquel momento. Para comprender la verdad de lo que decía.
"Cuando hay un desmantelamiento del Estado, resulta difícil la defensa de algunos principios básicos de la soberanía nacional. La onda privatizadora que sacudió a América Latina en los 90 ha sido un perfecto disparate, montado en la excusa de terminar con la ineficacia. Esto sólo ha servido para dejarnos más desnuditos y desamparados que antes. La tarea que teníamos entonces, y que tenemos ahora, es 'desprivatizar'. Porque el problema es que el Estado privado, justamente, en lugar de expresar al conjunto de la población sólo representa a una minoría que lo ha usurpado y ha convertido los derechos de todos en favores del poder".
Parece un político, salvo por el hecho de que se empecina en decir la verdad.
Otra democracia
Ya en aquel abril se nota marcadamente que no le gustan los elogios. Especialmente, los elogios de la culpa. Mientras castiga al poder económico, mira a la democracia bien de frente. Y observa a sus administradores de reojo. "El restablecimiento de las instituciones democráticas generó expectativas que no se han realizado", sentencia.
Ahí nomás, aclara que eso no significa que reniegue del restablecimiento de la democracia. Y proclama ser el primero de la fila en el momento de defender lo que se ha logrado. "Lo que se ha conquistado después de tantos años de mugre y miedo, de horror y muerte, de mentira obligatoria. Los pulmones agradecen el buen aire de libertad que se respira a pesar de todos los pesares". Pero...
"Pero la gente tenía esperanzas de que con la democracia se abriera de veras un tiempo nuevo, y que la gente pudiera trabajar decentemente, y vivir decentemente de su trabajo. Y se esperaba un tiempo de reafirmación de la dignidad colectiva. En esas direcciones no se ha avanzado ni un poquito. Al revés. Hay regímenes civiles que han llegado mucho más lejos que las dictaduras militares, en la dudosa hazaña de vender la patria a precio de banana".
Otros dioses
Hoy, puede casi encontrárselo en las principales redes sociales. Hay una cuenta en Facebook y otra en Twitter que se encargan de actualizar y de retransmitir los artículos que Galeano publica, y las entrevistas que concede, en los más diversos medios del mundo. Pero ninguna es administrada personalmente por él.
Esa vez, en Tucumán, lo ponía en claro. "No soy un "cibernauta. Soy un prehistórico convicto y confeso, que escribe a mano".
"Esto no significa que no me parezcan útiles las máquinas. Me parece estupendo que existan, siempre y cuando estén puestas al servicio de las personas", dice, midiendo aún aquí, en la charla íntima, casi doméstica, los términos que usará. "Iba a decir al servicio del hombre, pero mis amigas feministas se enojan cuando se usurpa de manera machista a la condición humana, disfrazándola de tan mala manera".
Sonríe poco. Apenas lo que demora en retomar la idea, para arremeter otra vez. "Estamos cada vez más condenados a ser instrumentos de nuestros instrumentos. Hay una progresiva usurpación de los fines por los medios: el automóvil te maneja, el supermercado te compra y el televisor te mira. Hay objetos que han sido elevados a una categoría divina, y ocurre con ellos lo que en general ha ocurrido con los dioses en la historia humana: nacen al servicio de la gente para contrarrestar los humanos miedos, el humano desamparo, y terminan por apoderarse de la gente. Por usarla. Las ciudades, que nacieron como espacios de encuentro entre la gente, han terminado por convertirse en inmensos garajes, donde los seres humanos somos intrusos, reducidos a la triste condición de seres urbanos".
Otros mitos
Esa es una de las razones -dice- por las cuales quiere dedicar los años que le quedan para la reivindicación de las personas anónimas, de la gente desconocida, de las cosas pequeñas. "Chiquitas", precisa. "Hay que revelar la hermosura y la cantidad de energía que hay en ellas. No para cantar la dudosa grandeza de lo grandote, sino para denunciar su mezquindad".
Entonces, pasa de legítimo a genuino. "Hay un mito acerca de que los latinoamericanos no sabemos pescar, en referencia a aquella enseñanza oriental del hombre con hambre y los peces. El problema no es que no sepamos pescar, sino que nos obligan a comprar el pescado extranjero y nos contaminan las aguas donde podrían crecer nuestros propios peces".
No usa verbos como "creo" para matizar sus aseveraciones. Porque, hacia el final, muestra que cree en muy pocas cosas.
"Lo otro que hay que decir del hambriento y los peces es que hay una diferencia sustancial entre la solidaridad y la caridad. La solidaridad es horizontal, se ejerce entre iguales en una relación de respeto mutuo. La caridad es vertical: es de arriba a abajo. Y siempre es humillante".
Otros nombres
Lo interrumpen.
Finalmente, ya es hora.
Agradece los varios cafés invitados. Promete pagar los de la próxima vez. Aún quedan 10 minutos hasta la hora fijada para la charla que dará en el Virla. "Pero no me gusta llegar tarde. Cuando la gente nos va a prestar el oído para escuchar lo que tengamos para decir, lo menos que podemos hacer es llegar puntuales, seamos quienes seamos". Germán Hughes. O Eduardo Galeano.
© LA GACETA
el dispensador dice:
necesitas excavar hacia arriba,
hacerlo con los manos, no con la vida,
asumir que el cielo es distinto,
entender que el viento no debe ser temido,
que orar te eleva al modo de una escalera,
donde subir no es para cualquiera,
donde el peldaño no releva,
la intención del que venera,
subir y subir no niega,
aquello que de la tierra es esencia...
puedes tomar una pala imaginaria,
buscar libros en una biblioteca,
soplar el polvo de lomos envejecidos,
puedes recorrer páginas sin sacar abrigos,
descubrir que algo no se ha dicho,
entender que lo repetido no produce entredicho,
leer varias veces lo mismo,
puede llegar a alejar al alma de sus abismos...
el bicho humano anda desorientado,
se lo ve ensimismado,
hasta callado,
se sumerge inconsciente en sus rutinas,
la Tierra humana está llena de ruinas,
y entre estas y otras tantas mentiras,
donde unos consumen lo que pocos tiran,
el suelo va siendo letrina,
de los que no entienden para qué es la vida...
se escucha por allí la "misericordia",
pero sólo se revela lo que es discordia,
no hay compasión que no exprese gloria,
cuando la sin-razón es "razón" de logia,
ser solidario es nicho de otra historia,
cuando la caridad se cambia por otra,
todo aquello que con intención se miente,
también descalifica y se torna hiriente,
humillar no es bueno, en denigrar se resiente,
cuando se rompe el humano hasta Dios lo siente...
ya no hay café, desconozco la hora,
no sé si es tarde, o es el espíritu que arde,
anduve por la vida entregando la llave,
hoy navego sin rumbo, buscando una nave,
me he quedado sin tiempo,
ya no me importa,
debo hallar una playa, tal vez una costa,
pretendo descansar recostado en la arena,
no tengo fuerzas para encarar la escalera,
habiendo andado construyendo puentes,
hoy ando recogido en recuerdos silentes...
finalmente me he encontrado,
en este mundo revuelto y hasta desolado,
que no hay rumbo fijo, nada ha cambiado,
el hombre está solo como bicho humano,
sólo llega envuelto en lo que ha pensado,
y luego más tarde o también más temprano,
termina regresando a su propio pasado,
hasta darse cuenta que aquello encarado,
nunca existió, tampoco ha empezado.
Mayo 08, 2012.-
excavo los cielos,
no encuentro mi sombra,
la huella ha pasado,
sólo hay alfombras.
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