POEMAS EN RED
‘Soledad’, de Pedro Garfías
Pedro Garfias fue uno de los poetas más activos del movimiento ultraísta, la primera manifestación española literaria de las vanguardias, pero no muy conocido a nivel popular. Nacido en Salamanca en 1901, firmó el manifiesto ultraísta en 1919, fundó con Chabás y Rivas Panedas Horizonte, en los años treinta ingresó en las filas del Partido Comunista Español y durante la Guerra Civil fue uno de los poetas más activos del bando republicano. Se exilió en Reino Unido primero y luego en México donde falleció en 1967. Ahora, algunos de sus poemas han sido incluidos en el libro Las cosas se han roto. Antología de la poesía ultraísta, en edición de Juan Manuel Bonet.El volumen inlcuye poemas de sesenta escritores que van desde Manuel Abril hasta Ramón del Valle-Inclás, pasando por los latinoamericanos Jorge Luis Borges y Vicente Huidobro, el primer poeta hispanohablante que se adscribe a las vanguardias.
El poema que he elegido de Garfias es Soledad, por la belleza y resonancias del mismo, cuyas palabras hablan por si solas:
Soledad
Bullía en su copa la noche, burbujeada de luceros. Lentos gritos
perdidos la recorrían, palpando aquí y allá las sombras, hasta hallar
una, profunda y tierna, donde cobijarse. Sabiamente, el viento pulsaba
las calles, tensa y vivas. A lo lejos, sobre el horizonte, glogloteaba el
día, como un agua presa.
* Las cosas se han roto. Antología de la poesía ultraísta. Edición de Juan Manuel Bonet. Fundación José Manuel Lara. Incluye poemas de sesenta escritores
el dispensador dice: transitamos un mundo donde los "puentes" se han roto... se han roto los vínculos entre las personas y curiosamente, también se ha roto el nexo que unía al hombre con su Tierra, como planeta, como hogar único e indivisible, como nave espacial de órbita cierta en un espacio definido, y más... también se ha quebrado el vínculo que unía al hombre con su suelo, el que pisa, el que lo sostiene, el que usa y abusa para alimentarse, en el que duerme, en el que transita su tiempo, sus sueños, sus esperanzas, sus ilusiones, dejando sus huellas y portando su sombra... también se ha roto el hilo que lo une al aire que respira y que lo mantiene vivo, y como no puede ser de otra forma, el vínculo de ese mismo hombre con el agua que bebe y gracias a la que "vive", también se ha esfumado. Podría decirse que los elementos se han separado del hombre, o bien que éste ha desconocido la importancia de dichos elementos esenciales, quebrando el peor de los ángulos: el del sentido común. Entonces, el hombre no se escucha, tampoco ve, pero más allá, se niega a sí mismo y hasta asume con insatisfacción su rutina de "vivir"... dicha conducta lo aisla y lo condena a una soledad intolerante... tan intolerante como innegable... genéricamente, lo mismo procede con el otro ángulo de la especie, la mujer... compitiendo consigo misma para ocupar un espacio que el hombre ha perdido por impericia de siglos, pero que contrariamente a lo que se cree o se sostiene, está lejos de constituir una competencia. La especie demanda a la mujer con una capacidad intelectual superadora... distante de aquellas variables que impone el consumismo enloquecido... distante de esa imperiosa necesidad de "demostrar" al otro, varón, que tiene capacidades de sobra para afrontar la vida sin ayuda de nadie. La creación hizo todo de a dos... y nadie puede quebrar dicho paralelismo... no lo puede hacer el hombre a pesar de sus miserias y tampoco puede hacerlo la mujer a pesar de las propias. Los empecinamientos no conducen a buen puerto, las necedades tampoco, y las soberbias sólo agigantan los desprecios... esos mismos que hoy aparecen como monumentos a las "insoportables levedades" que se justifican en lo injustificable. ¿Buscaba Cristo a pescadores o a pecadores?... no es un juego de palabras... el tema de los pecados es muy posterior a las escrituras... nace como consecuencia de las soberbias encaramadas en almas que se van vaciando de espíritus, tornándose opacas, aferrándose al poder circunstancial que desmerece los valores de la vida. Cristo buscaba "pescadores"... expertos en redes y líneas sin anzuelos... sensibles a las inocencias y a las humildades... observadores de las conductas de los anónimos... contempladores de una obra que excede largamente el pensamiento humano... simplezas que habilitan a ver, oír, pensar en lo simple. Hoy el hombre y la mujer se someten al imperio de la ecuación cuántica, y ello les impide juntarse para ver un amanecer, o les impide juntarse para apreciar un arco iris... ello se revela en la necesidad, también imperiosa, de vivir aislados en las respectivas soberbias, asumiendo la intolerancia como un modo genuino de vida. La competencia falsa y falaz ha conducido a la humanidad a enfrentarse consigo misma... sociedad versus sociedad... ricos contra pobres... pobres contra marginados... marginados versus indigentes... indigentes contra hambrientos... sin entender que en ese juego, todos se consumen en la misma sopa y forman parte de un mismo caldo, donde todos pierden... o lo que es lo mismo, en la soledad necia... todos pierden, indefectiblemente. Nada alcanza... los bienes no satisfacen... el consumismo no nutre ni al espíritu ni tampoco a su alma... y todos se van de la vida perdiendo, sumidos en frustraciones acumuladas por querer siempre lo que tiene el prójimo, o también, ser más que el otro cercano y mucho más que el otro lejano. La humanidad está desbordante de títulos y honores... pero carece de humanismo, y ya no sabe para qué es el agua, para qué el aire, para qué el suelo y para qué el fuego... todo lo niega y se encarama por sobre todo... y luego, todo lo verdaderamente importante... viene por el hombre y lo devora. El agua no admite la soledad... ya que si lo hiciera no existirían los humedales, no los ríos, no los mares, no las lagunas... El aire no admite la soledad... ya que si lo hiciera el propio hombre no podría respirar y nada en la Tierra existiría... El suelo no admite la soledad... ya que si lo hiciera, el hombre no tendría dónde pisar, dónde dormir, dónde vivir... El fuego no admite la soledad... ya que si lo hiciera, no podría consumir y recrear al mismo tiempo. Si el hombre y la mujer se detuvieran por un instante, dejando de lado sus rutinas, dejando de hacer lo que saben o lo que los somete, se darían cuenta rápidamente que en la Tierra las soledades no existen ni tampoco se admiten... salvo cuando naces luego del baño de madre... ya que cuando naces pasas a ser un individuo que deberá demostrarse a sí mismo y a sus prójimos, su capacidad para "convivir"... y más tarde, cuando mueres, cuando te vas, lo haces solo dejando tu cuerpo atrás y regresando al estado de espíritu... si en el tiempo que se te ha concedido no has hecho lo suficiente por ti mismo y por tus prójimos... regresarás para entenderlo y aceptarlo... La palabra tampoco admite soledades... siempre hay alguien que "pronuncia" y del otro lado, siempre hay alguien que "escucha"... porque así lo ha designado el propio verbo... una vez pronunciado, la creación ha sido un motor imparable, un propulsor que fabrica "convivencias paralelas". El verbo, siempre guarda la condición de recrearse a sí mismo... y ello impide la soledad, y da forma al "conjunto"... algo que matemáticamente es una condición del universo que vemos... algo que geométricamente, también lo es... nada en el universo permanece aislado, aún cuando el hombre se empecine en aseverar lo opuesto. Mayo 05, 2012.-
El poema que he elegido de Garfias es Soledad, por la belleza y resonancias del mismo, cuyas palabras hablan por si solas:
Soledad
Bullía en su copa la noche, burbujeada de luceros. Lentos gritos
perdidos la recorrían, palpando aquí y allá las sombras, hasta hallar
una, profunda y tierna, donde cobijarse. Sabiamente, el viento pulsaba
las calles, tensa y vivas. A lo lejos, sobre el horizonte, glogloteaba el
día, como un agua presa.
* Las cosas se han roto. Antología de la poesía ultraísta. Edición de Juan Manuel Bonet. Fundación José Manuel Lara. Incluye poemas de sesenta escritores
el dispensador dice: transitamos un mundo donde los "puentes" se han roto... se han roto los vínculos entre las personas y curiosamente, también se ha roto el nexo que unía al hombre con su Tierra, como planeta, como hogar único e indivisible, como nave espacial de órbita cierta en un espacio definido, y más... también se ha quebrado el vínculo que unía al hombre con su suelo, el que pisa, el que lo sostiene, el que usa y abusa para alimentarse, en el que duerme, en el que transita su tiempo, sus sueños, sus esperanzas, sus ilusiones, dejando sus huellas y portando su sombra... también se ha roto el hilo que lo une al aire que respira y que lo mantiene vivo, y como no puede ser de otra forma, el vínculo de ese mismo hombre con el agua que bebe y gracias a la que "vive", también se ha esfumado. Podría decirse que los elementos se han separado del hombre, o bien que éste ha desconocido la importancia de dichos elementos esenciales, quebrando el peor de los ángulos: el del sentido común. Entonces, el hombre no se escucha, tampoco ve, pero más allá, se niega a sí mismo y hasta asume con insatisfacción su rutina de "vivir"... dicha conducta lo aisla y lo condena a una soledad intolerante... tan intolerante como innegable... genéricamente, lo mismo procede con el otro ángulo de la especie, la mujer... compitiendo consigo misma para ocupar un espacio que el hombre ha perdido por impericia de siglos, pero que contrariamente a lo que se cree o se sostiene, está lejos de constituir una competencia. La especie demanda a la mujer con una capacidad intelectual superadora... distante de aquellas variables que impone el consumismo enloquecido... distante de esa imperiosa necesidad de "demostrar" al otro, varón, que tiene capacidades de sobra para afrontar la vida sin ayuda de nadie. La creación hizo todo de a dos... y nadie puede quebrar dicho paralelismo... no lo puede hacer el hombre a pesar de sus miserias y tampoco puede hacerlo la mujer a pesar de las propias. Los empecinamientos no conducen a buen puerto, las necedades tampoco, y las soberbias sólo agigantan los desprecios... esos mismos que hoy aparecen como monumentos a las "insoportables levedades" que se justifican en lo injustificable. ¿Buscaba Cristo a pescadores o a pecadores?... no es un juego de palabras... el tema de los pecados es muy posterior a las escrituras... nace como consecuencia de las soberbias encaramadas en almas que se van vaciando de espíritus, tornándose opacas, aferrándose al poder circunstancial que desmerece los valores de la vida. Cristo buscaba "pescadores"... expertos en redes y líneas sin anzuelos... sensibles a las inocencias y a las humildades... observadores de las conductas de los anónimos... contempladores de una obra que excede largamente el pensamiento humano... simplezas que habilitan a ver, oír, pensar en lo simple. Hoy el hombre y la mujer se someten al imperio de la ecuación cuántica, y ello les impide juntarse para ver un amanecer, o les impide juntarse para apreciar un arco iris... ello se revela en la necesidad, también imperiosa, de vivir aislados en las respectivas soberbias, asumiendo la intolerancia como un modo genuino de vida. La competencia falsa y falaz ha conducido a la humanidad a enfrentarse consigo misma... sociedad versus sociedad... ricos contra pobres... pobres contra marginados... marginados versus indigentes... indigentes contra hambrientos... sin entender que en ese juego, todos se consumen en la misma sopa y forman parte de un mismo caldo, donde todos pierden... o lo que es lo mismo, en la soledad necia... todos pierden, indefectiblemente. Nada alcanza... los bienes no satisfacen... el consumismo no nutre ni al espíritu ni tampoco a su alma... y todos se van de la vida perdiendo, sumidos en frustraciones acumuladas por querer siempre lo que tiene el prójimo, o también, ser más que el otro cercano y mucho más que el otro lejano. La humanidad está desbordante de títulos y honores... pero carece de humanismo, y ya no sabe para qué es el agua, para qué el aire, para qué el suelo y para qué el fuego... todo lo niega y se encarama por sobre todo... y luego, todo lo verdaderamente importante... viene por el hombre y lo devora. El agua no admite la soledad... ya que si lo hiciera no existirían los humedales, no los ríos, no los mares, no las lagunas... El aire no admite la soledad... ya que si lo hiciera el propio hombre no podría respirar y nada en la Tierra existiría... El suelo no admite la soledad... ya que si lo hiciera, el hombre no tendría dónde pisar, dónde dormir, dónde vivir... El fuego no admite la soledad... ya que si lo hiciera, no podría consumir y recrear al mismo tiempo. Si el hombre y la mujer se detuvieran por un instante, dejando de lado sus rutinas, dejando de hacer lo que saben o lo que los somete, se darían cuenta rápidamente que en la Tierra las soledades no existen ni tampoco se admiten... salvo cuando naces luego del baño de madre... ya que cuando naces pasas a ser un individuo que deberá demostrarse a sí mismo y a sus prójimos, su capacidad para "convivir"... y más tarde, cuando mueres, cuando te vas, lo haces solo dejando tu cuerpo atrás y regresando al estado de espíritu... si en el tiempo que se te ha concedido no has hecho lo suficiente por ti mismo y por tus prójimos... regresarás para entenderlo y aceptarlo... La palabra tampoco admite soledades... siempre hay alguien que "pronuncia" y del otro lado, siempre hay alguien que "escucha"... porque así lo ha designado el propio verbo... una vez pronunciado, la creación ha sido un motor imparable, un propulsor que fabrica "convivencias paralelas". El verbo, siempre guarda la condición de recrearse a sí mismo... y ello impide la soledad, y da forma al "conjunto"... algo que matemáticamente es una condición del universo que vemos... algo que geométricamente, también lo es... nada en el universo permanece aislado, aún cuando el hombre se empecine en aseverar lo opuesto. Mayo 05, 2012.-
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