UN BOSQUE EN UNA LAGUNA
Carlos de Hita
Cualquier excusa es buena para ir a Doñana. En las próximas semanas viajaremos con frecuencia hacia allí, ya que se trata del escenario donde se está rodando una buena parte de Wadi al Kabir, el río grande, una película coproducida por Wanda Natura y Bitis Documentales sobre la historia natural del río Guadalquivir, que viene a desembocar a sus marismas.
En la futura banda sonora aparecerán algunos de los sonidos que se produjeron hace unos días en los espesos sotos que envuelven el arroyo de la Rocina, el cauce que aporta agua a la Madre de las marismas, la extensa zona encharcada frente a la aldea del Rocío. Estamos en uno de los observatorios de madera frente al llamado Charco de la Boca, donde el río se convierte en laguna y los bosques de ribera en encañizadas. La noche ha sido fría y durante buena parte de la mañana ha estado lloviendo con fuerza. Al mediodía luce el sol, pero las umbrías del soto y las aguas quietas a la sombra de los árboles refrescan la atmósfera. Los zumbidos de los insectos aún no han hecho acto de presencia: frescor, humedad y silencio permiten que las voces de las aves acuáticas, de los pájaros de carrizal, resuenen limpias y brillantes.
La comunidad de la Rocina incluye, entre otros muchos, a dos especies de ruiseñores, el bastardo y el común. Pese al nombre, uno y otro nada tiene que ver, ni en su aspecto ni mucho menos en su voz, seca y estridente la del bastardo, líquida y brillante la del común.
Por arriba, bajo el sol y sobre el dosel arbóreo vuela un buitrón, un pájaro diminuto que con sus silbidos intermitentes pespuntea el espacio. Y abajo, entre los carrizos que empiezan a crecer con fuerza, se oculta la enmarañada voz de un carricero común.
Un calamón buscando comida entre las cañas. | Carlos de Hita
En las marañas del límite de la laguna mugen tímidamente un par de calamones; aún es pronto para ellos, la primavera hasta ahora ha sido muy fría y los gruñidos que indican el comienzo de la estación de celo son escasos. Entre las mismas cañas estornudan y trompetean gallinetas y fochas. Al fondo de la laguna se escucha el ronquido metódico de un avetorillo, una pequeña garza de la espesura; y por las aguas abiertas pasan de largo unos patos azulones y una malvasía se deja oír.
La atmósfera parece cargada; vuelve el buitrón, arrecia el ruiseñor; los dos calamones, invisibles en la espesura, llevan ya un rato acumulando tensión, explotan al fin y entre gruñidos y gritos se vacían satisfechos.
La Rocina, 6 de mayo de 2012
el dispensador dice:
bosques pequeños,
de duendes en ensueños,
espejos de aguas quietas,
ondularse se dejan,
imágenes raudas apenas se muestran,
atenciones reclaman,
en primaveras de siestas,
cañaverales se peinan,
en ritmos de fiesta,
las aves atraen,
con trinos que flechan...
la naturaleza ofrece un espectáculo de imágenes y sonidos, una circunstancia que comienza sólo cuando el individuo llega... lo que antes ha sucedido ya no forma parte de la entrega... luego que te vayas otra será la escena... pero mientras se observa el paisaje de la laguna quieta, muchos son los detalles que se escurren sin ser apreciados... apenas los ojos se concentran en algo, otros muchos "algos" pasan de largo... de allí que el que contempla se sienta llamado, para ver algo distinto se lo ha convocado... tal vez lo haya visto, quizá haya sido soñado, algo en el agua se ha movido hace un rato... sinfonía de patos y otras aves coreando, deja que el alma se vaya elevando... más tarde serán las ranas las que anden cantando, si atiendes sus ritmos los terminarás tarareando... sonidos de humedales se van aunando, suena la vida por la que estás transitando.
Mayo 14, 2012.-
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