POEMAS EN RED
‘Descendencia’, de Luis Armenta Malpica
La cosmovisión del poeta mexicano en su relación con la naturaleza y el ser
Un poema de su antología 'El agua recobrada'
He aquí la cosmovisión de Luis Armenta Malpica (México, 1961. Bajo el título de El agua recobrada se aprecia la creación de un poeta que trata y admira la naturaleza y el mundo con sencillez y extrañeza. Esta antología, en palabras de Eduardo Moga en el prólogo, "es, ante todo, una obra unitiva, que persigue la integración de la individualidad, indeciblemente frágil, en el edificio colosal del universo y, por su mediación, en el flujo trascendente del ser. Hay un impulso celebratorio, entusiasta, en los versos de Armenta y una mirada omnicomprensiva". Además de ese acercamiento con el origen, Malpica aborda también los temas del amor y Dios en versión cotidiana y a la vez envuelta de misticismo y nobleza.
Entre sus libros destaca Voluntad de la luz, Ebriedad de Dios, Luz de los otros y El cielo más líquido. Malpica fue distinguido el año pasado por con Premio Nacional de Poesía José Emilio Pacheco. Ahora, la segunda parte de uno de sus poemas:
DESCENDENCIA
Dos
De mis olvidos pude ver lo que no era:
no venía del infierno la luz de su mirada:
los astros la música madre...
no es el fuego su signo:
pertenece al acuario.
Y si dice Señora de los peces
en la rueca del mundo se tejen a sí mismos la luna y el oleaje.
Porque busca la luz del Paraíso: la que viene del sol
que lo precede todo; una luz del origen, del agua
de la luna -madre de las mareas- en que se ve
poeta, renovado.
(Pero hay un fuego interno que abrillanta los ojos del poeta.
Un fuego donde demonio y Dios se dan la mano, para forjar al
hombre -a la cera perdida. Esta tregua es muy breve: el instante
que duran los poemas)
&
El instante, la leve descendencia (de lo inédito)
el asombro del agua que no era así nombrada (se le pensaba, apenas)
debía venir de algún sitio del aire, quintaesencia
de un pasado que se ha ido construyendo
a cada giro (las ordalías del fuego)
que da la luz
en sí
dentro
del
ojo.
* El agua recobrada. Antología poética. Luis Armenta. Prólogo de Eduardo Moga y selección de Luis Aguilar. Vaso Roto Ediciones.
el dispensador dice:
ayer pensaba que creencia era parte de la descendencia,
más tarde descubrí que descendencia ni siquiera es caer de la esencia,
tanto es así que me encontré con mi consciencia,
hablando de la persona como una ciencia,
donde se confunden sentimientos con paciencias...
tuve la idea de ser herencia,
hasta que descubrí que el ser humano no tiene querencia,
caracterizándose por las ausencias,
más que por sus cómplices presencias,
donde se justifican creencias,
que atropellan a vanidades envueltas en vehemencias...
he dado un giro y regresado a mi fuego,
no quiero saber que la vida es un juego,
de trastornados elementos,
que hacen del andante un rengo,
algunos se envuelven en sesgos,
mientras otros se disfrazan de "peros"...
sucede que la herencia es linaje,
no de vectores familiares,
padres, madres y vendavales,
tobogán de ideas en un concierto de raudales,
donde no se oxidan los radicales,
sino que hacen a los huertos fundamentales...
en mis fuegos ancestrales,
esos de los cuales provengo,
que portan de mi los sentimientos,
de pertenencia y conocimiento,
de aquellas sabidurías que no guardan tiempo,
donde la palabra es culto eterno,
donde las convicciones no se afectan por los vientos,
regreso cada vez que me encuentro,
comulgando mis inviernos,
con despreciables avernos,
donde se cultiva el "no quiero"...
he visitado numerosos agujeros,
huecos de los especieros,
donde puedes creer oír un "te quiero",
que no será más que un "no puedo",
estocada en golpe artero,
que define al traicionero,
confundiendo al mensajero,
entre velas y sin veleros...
en este punto del cuento,
mareado ya de tanto viento,
entre los vaivenes de otros fuegos,
llegó la caricia de lo inédito,
y aquello que fue linaje,
terminó siendo paisaje,
de un olvido pasajero.
Mayo 18, 2012.-
Entre sus libros destaca Voluntad de la luz, Ebriedad de Dios, Luz de los otros y El cielo más líquido. Malpica fue distinguido el año pasado por con Premio Nacional de Poesía José Emilio Pacheco. Ahora, la segunda parte de uno de sus poemas:
DESCENDENCIA
Dos
De mis olvidos pude ver lo que no era:
no venía del infierno la luz de su mirada:
los astros la música madre...
no es el fuego su signo:
pertenece al acuario.
Y si dice Señora de los peces
en la rueca del mundo se tejen a sí mismos la luna y el oleaje.
Porque busca la luz del Paraíso: la que viene del sol
que lo precede todo; una luz del origen, del agua
de la luna -madre de las mareas- en que se ve
poeta, renovado.
(Pero hay un fuego interno que abrillanta los ojos del poeta.
Un fuego donde demonio y Dios se dan la mano, para forjar al
hombre -a la cera perdida. Esta tregua es muy breve: el instante
que duran los poemas)
&
El instante, la leve descendencia (de lo inédito)
el asombro del agua que no era así nombrada (se le pensaba, apenas)
debía venir de algún sitio del aire, quintaesencia
de un pasado que se ha ido construyendo
a cada giro (las ordalías del fuego)
que da la luz
en sí
dentro
del
ojo.
* El agua recobrada. Antología poética. Luis Armenta. Prólogo de Eduardo Moga y selección de Luis Aguilar. Vaso Roto Ediciones.
el dispensador dice:
ayer pensaba que creencia era parte de la descendencia,
más tarde descubrí que descendencia ni siquiera es caer de la esencia,
tanto es así que me encontré con mi consciencia,
hablando de la persona como una ciencia,
donde se confunden sentimientos con paciencias...
tuve la idea de ser herencia,
hasta que descubrí que el ser humano no tiene querencia,
caracterizándose por las ausencias,
más que por sus cómplices presencias,
donde se justifican creencias,
que atropellan a vanidades envueltas en vehemencias...
he dado un giro y regresado a mi fuego,
no quiero saber que la vida es un juego,
de trastornados elementos,
que hacen del andante un rengo,
algunos se envuelven en sesgos,
mientras otros se disfrazan de "peros"...
sucede que la herencia es linaje,
no de vectores familiares,
padres, madres y vendavales,
tobogán de ideas en un concierto de raudales,
donde no se oxidan los radicales,
sino que hacen a los huertos fundamentales...
en mis fuegos ancestrales,
esos de los cuales provengo,
que portan de mi los sentimientos,
de pertenencia y conocimiento,
de aquellas sabidurías que no guardan tiempo,
donde la palabra es culto eterno,
donde las convicciones no se afectan por los vientos,
regreso cada vez que me encuentro,
comulgando mis inviernos,
con despreciables avernos,
donde se cultiva el "no quiero"...
he visitado numerosos agujeros,
huecos de los especieros,
donde puedes creer oír un "te quiero",
que no será más que un "no puedo",
estocada en golpe artero,
que define al traicionero,
confundiendo al mensajero,
entre velas y sin veleros...
en este punto del cuento,
mareado ya de tanto viento,
entre los vaivenes de otros fuegos,
llegó la caricia de lo inédito,
y aquello que fue linaje,
terminó siendo paisaje,
de un olvido pasajero.
Mayo 18, 2012.-
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