Esta entrada ha sido escrita por el poeta Ali Salem Iselmu.
Nació en un campamento nómada, estaba acostumbrado a los largos recorridos que hacía sobre su dromedario, unas veces exploraba la lluvia, otras veces buscaba el pasto; y siempre, casi siempre, elegía para aquel gran frig1, el pozo sobre el que iban a pasar el verano.
Ahmed Salek conocía su manda de camellos, de cabras y ovejas, a ella dedicaba todo su esfuerzo para garantizar la economía de su familia. Dependía exclusivamente de la lluvia y de los ciclos húmedos del otoño. La supervivencia de su ganado obedecía al agua, que iba salvándole de las sequías. Sobrevivía en el desierto, recorriendo miles y miles de kilómetros, desde la península de Río de Oro hasta Saguia El Hamra2.
La lluvia era su verdadero mapa, conocía zonas tantas lejanas como Azawad en el norte de Mali, o las regiones próximas a Nuakchot capital de Mauritania.
Ahmed Salek curtía las pieles con hojas de acacias y agua, hacía los molinos de piedra para moler la cebada y cuando tenía mucha carne de antílope o gacela, la cortaba en largas tiras y la secaba sobre un árbol y luego la guardaba en un saco hecho de cuero de cordero.
El desierto formaba parte de su vida y sus recuerdos. Las montañas del Tiris3 y sus pozos eran los sitios sobre los cuales veraneaba con sus rebaños, y durante muchos años se acostumbró a comer el pan y la carne cocinados en el interior de la arena que quedaba debajo de la hoguera, una vez que se retiraba la brasa.
Para ordeñar sus camellos y cabras se fijaba en una estrella en el cielo que le indicaba el momento en el que tenía que coger un cuenco y adentrarse para llenar los odres de leche. Por la mañana otra estrella le indicaba, el inicio del rezo de la mañana y los trabajos del ganado.
Alérgico a los coches y a las ciudades, que visitaba en algunas ocasiones, en busca de ropa o de algún cereal como el arroz; todo lo que necesitaba estaba en el desierto del Sáhara que heredó de sus antepasados, a él estaba intensamente apegado; y su mundo eran las nubes, los animales de caza, las dayas4 , las jaimas negras y las estrellas. Toda su felicidad se resumía en la luz intensa de las estrellas, al agua que deja la lluvia a su paso, devolviendo la vida al desierto después de una larga sequía.
Después de muchos años desplazándose con libertad, en el año 1975 estalló la guerra en el Sáhara Occidental y Marruecos construyó un muro de arena, alambradas y minas, lo que impidió a Ahmed Salek recorrer las zonas de pasto que conocen sus camellos. Su recorrido se quedó reducido y empezó a recordar con cierto pesar toda la zona próxima al mar de la que alguna vez, intercambió cebada con pescado seco que ofrecían los Imraguen5. Poco a poco fue cambiando su vida nómada, a una vida sedentaria. Sus hijos construyeron una casa en Fderik6, una ciudad de Mauritania y luego vendieron todo el ganado, y abrieron una pequeña tienda de vívires que sirvió para sustituir el comercio por el ganado.
Ahmed Salek se acordó de su parte nómada a la que no quiere traicionar bajo ninguna circunstancia y apenado dice:
Quién veraneará cerca de Zug,
dónde caerá la lluvia en otoño
y dónde estará la estrella de mis oraciones,
desafía a estás paredes duras
que me impiden entrar y salir.
Soy nómada del desierto
quiero caminar, quiero otear mis pasos
ver las huellas de mi ganado,
quiero salir de esta cárcel.
Oír a mi madre batir la leche en el odre,
caminar y caminar…
hasta encontrar los dromedarios y la lluvia,
luego cavar la arena,
sacar del interior de una duna,
mi brazo húmedo, mojado
y dormir bajo la sombra de una acacia.
Ahmed Salek muy a su pesar y con resignación, vive hoy exiliado en Mauritania, intentando adaptar sus sentimientos a esta nueva situación, recordando en el interior de su mente, los años de lluvia y sequía, que hoy ya no existen en ningún calendario.
1 Campamento nómada, constituido por varias jaimas.
2 Región norte del Sáhara Occidental, su tierra es de color rojizo.
3 Región sureste del Sáhara Occidental, caracterizada por sus montañas negras y su tierra blanca que forman un bonito contraste.
4 Charcos de agua, que se forman después de la lluvia y que sirven para el consumo del ganado y las personas.
5 Nombre del pescador, en la lengua dialectal hasania, que se habla en el Sáhara Occidental y Mauritania.
6 Pequeña ciudad de Mauritania, limítrofe con el sureste del Sáhara Occidental.

el dispensador dice:
debes saberlo,
finalmente, debes saberlo,
hay gentes sin suelos,
libres como el aire... a pesar de los pañuelos,
de las distancias,
de las lágrimas,
de los recuerdos...
debes saberlo,
hay viajeros de este tiempo,
del que respiras sin darte cuenta,
casi sin saberlo.
pero hay viajeros de otros tiempos,
y hasta los hay sin tiempos,
provenientes de otros espacios,
con distintos sentidos,
mejores y/o peores sentimientos,
viajeros que aprecian los encuentros,
viajeros que reniegan de los desencuentros...
hay viajeros de la luz...
que reconocen los destinos según su cruz...
hay viajeros de las sombras...
que se apropian de los destinos a los que reconocen por su condición de alfombras...
hay viajeros con nombres y otros que no se nombran...
cuando conoces las distancias,
reconoces la importancia de las almas,
de las quietudes,
de las calmas,
lo que significa la mirada,
cuál es el valor de cada palabra,
la pronunciada,
la callada,
la que se despliega cortando el aire,
como si fuese una estocada...
viajo por un espacio de luz,
donde no hay tiempo,
donde el espacio es apenas un aliento...
donde todo queda cerca,
según la voluntad que quiebra inercias,
que va según lo que se siembra...
a veces ando en caravana...
a veces prefiero la soledad de mis propias ramas...
y a veces... descubro mi alma... vagando por la esperanza que flota en el Sahara.
NOVIEMBRE 10, 2014.-
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