La mexicana Guadalupe Nettel gana el 32 Premio Herralde de Novela
'Después del invierno' narra la historia de un hombre y una mujer de ambientes muy diferentes. Manuel Moyano, finalista.
CARLES GELI Barcelona 3 NOV 2014 - 12:28 CET
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La escritora mexicana Guadalupe Nettel (Ciudad de México, 1973) ha ganado el 32 Premio Herralde de Novela con la obra Después del invierno. El libro explica la historia de un hombre y una mujer que narran sus neurosis, pasiones, y fobias desde dos ambientes muy diferentes: Claudio es un cubano que vive en Nueva York y Cecilia, una estudiante mexicana que vive en París. Sus vidas se cruzarán en la capital francesa. Nettel ya había sido finalista del premio el 2005 con El huésped.
Según ha resumido la autora, el libro relata "el encuentro chocante de dos neuróticos", siguiendo con la línea de su obra, que suele abordadar los miedos, neurosis, pasiones y comportamientos fuera de lo normal. En la obra premiada se explicita una fuerte presencia de la muerte (con la fascinación de los narradores por los cementerios), además de que los dos protagonistas son emigrantes, "están en un país como de alquiler y no pertenecen nunca a ningún lugar".
El finalista de la edición 2014 es el español Manuel Moyano (Córdoba, 1963) con El imperio de Yegorov, una distopía que arranca en 1967 cuando una estudiante de antropologia contrae una extraña enfermedad en la isla de Papúa Nueva Guinea. Este episodio teóricamente trivial que afecta a la expedición japonesa que está buscando una tribu perdida acaba desembocando, 75 años más tarde, en una pesadilla a escala planetaria. Una reflexión sobre la fugacidad de la existencia humana que ha convencido a los miembros del jurado.
después del premio,
después de la foto,
después del aplauso,
después de la medalla,
después del beso,
te quedas solo imbuido de tus silencios...
te quedas contigo mismo,
con tus propios recuerdos,
que hacen de tus circunstancias,
sombras de un camino eterno,
a donde regresas de vez en cuando,
para ver qué sucede después de los inviernos,
cuando aparecen las primaveras,
veranos que se van traduciendo,
para alcanzar otoños desprendidos,
que traerán fríos con nuevos miedos...
nada cambia después del premio,
nada cambia después del recuerdo,
todo permanece igual,
a veces alterado,
a veces quieto,
a veces desplegando vientos,
a veces atrayendo hielos,
mientras el alma se recrea,
regresando a sus propias fuentes,
justo allí,
donde moran los sentimientos.
NOVIEMBRE 03, 2014.-
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