viernes, 28 de noviembre de 2014

ALMA EN LAS PALABRAS: Entrevista capotiana a Fernando Sorrentino

ALMA EN LAS PALABRAS: Entrevista capotiana a Fernando Sorrentino



…y yo contesto:


Entrevista capotiana de Toni Montesinos

Saludos,
FerS


SÁBADO, 22 DE NOVIEMBRE DE 2014


Entrevista capotiana a Fernando Sorrentino

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (enLos perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la «entrevista capotiana» con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Fernando Sorrentino.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
La pequeña ciudad donde vivo ahora, tranquila pero ligeramente aburrida. Sin embargo, está a sólo treinta minutos de Buenos Aires, que es una ciudad menos tranquila pero nada aburrida.
¿Prefiere los animales a la gente?
Casi todos los gatos, por ejemplo, son superiores a casi todas las personas. Pero, claro, hay cierta proporción de gente que merece nuestro respeto y nuestra simpatía.
¿Es usted cruel?
Sin duda que no. Aunque tengo cierta tendencia a la ironía, lo cierto es que, a lo largo de tantos años, hay muchísimas personas que me quieren y me recuerdan con cariño.
¿Tiene muchos amigos?
No. Tengo muy pocos, pero de verdad. Por otra parte, no creo en las amistades multitudinarias ni en el proselitismo.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
No busco ninguna cualidad en ellos. Sólo deseo sentirme cómodo en su compañía; de lo contrario, no serían amigos sino cilicios.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
No. Si fuera así, quedarían de inmediato eliminados de la categoría de amigos.
¿Es usted una persona sincera? 
En altísimo porcentaje, sí. Claro que hay excepciones…
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
En caminar o, mejor aún, en andar en bicicleta.
¿Qué le da más miedo?
La enfermedad, el dolor físico…
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
La desenfrenada corrupción del gobierno.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Si hubiera tenido (que no las tuve) las aptitudes necesarias, me habría gustado (entre otras cosas) ser cantor de tangos y jugar como puntero derecho en la primera división del Racing Club de Avellaneda.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Sí, no soy de quedarme muy quieto. Los domingos por la mañana he llegado a recorrer más de sesenta kilómetros en bicicleta. Ahora, por consejo médico, he reducido la distancia a veinticinco o treinta kilómetros por sesión.
¿Sabe cocinar?
Sí, y me encanta. Además, lavo y dejo resplandeciente la vajilla que utilizo.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Jamás escribiría una sola palabra para esa publicación, que constituye un monumento a la estupidez.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
No sé, no se me ocurre nada.
¿Y la más peligrosa?
Ídem: no sé, no se me ocurre nada.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Sí, no sólo lo he deseado, sino que sigo deseándolo. Si no lo hago, no es por piedad cristiana, ni por principios humanitarios, ni por ética universal, sino porque no deseo sufrir las consecuencias penales de ir a parar con mis huesos a la cárcel. Hace muchísimos años (dicen que el escorpiano no olvida los agravios) un hijo de mil putas envenenó a un gato mío, y yo creo que ese vestiglo merece ser asesinado. Como, por las razones expuestas, no me conviene hacerlo en la vida real, me conformé con darle una muerte atroz, pero meramente literaria: los detalles se encuentran en un cuento mío titulado “El tatetí de los árboles”.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
No tengo mayor conocimiento. Siempre he procurado inclinarme hacia lo que me parecía razonable y útil para el conjunto de la sociedad argentina.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Estoy bastante conforme conmigo mismo. Sin proponerme metas descomunales, más o menos logré casi todo lo que quise. No obstante, también me habría encantado llegar a ser futbolista profesional (pero mis habilidades eran insuficientes).
¿Cuáles son sus vicios principales?
Si nos referimos a los “externos”, he sido, hasta 1986, un estupidísimo y empedernido fumador de tabaco rubio; ahora no puedo soportar ni siquiera el olor del cigarrillo. Si identificamos vicios con defectos, sé que soy un poco cascarrabias y que la ineficacia y el error me sacan de quicio.
¿Y sus virtudes?
Ignoro cuáles serán, pero algunas tendré, pues suelo ser bien recibido, bien tratado, bien invitado y bien recordado.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Sin duda que ninguna imagen: estaría demasiado ocupado en buscar la manera de no ahogarme.

No hay comentarios: