domingo, 30 de noviembre de 2014

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Alegrías y penas del pequeño librero | Cultura | EL PAÍS

Alegrías y penas del pequeño librero

La celebración del Día de las Librerías no oculta los problemas del sector





Un lector, ayer en la librería La Central, en Madrid. / SAMUEL SÁNCHEZ


La celebración ayer de la cuarta edición del Día de las Librerías no pudo ocultar una realidad insistente: el preocupante presente y futuro del pequeño librero. Por cuarto año, e impulsados por la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros (CEGAL), los pequeños y medianos comerciantes montaron en sus locales fiestas, lecturas y actos culturales, y permanecieron abiertos hasta las diez de la noche. Pero mientras tenía lugar esta celebración se reactualizaba, por boca de la propia CEGAL, el dato fatídico: un 21% de las librerías cerraron sus puertas en España en los últimos cinco años.
Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), en España había el año pasado 5.556 librerías, sin contar grandes cadenas ni centros comerciales. Según el barómetro de Ventas de CEGAL de los dos últimos años, el sector mantuvo una facturación anual en España de unos 700 millones de euros, y un volumen de ventas de cerca de 45 millones de libros al año. Los últimos datos del barómetro, correspondientes al segundo cuatrimestre de 2014, arrojan un descenso del 7,4% en la venta de libros. Es un descenso menor que el registrado entre los mismos períodos de 2013 y 2012 (un 9,4%). Pero otro dato descorazonador subsiste: entre 2007 y 2014, la facturación anual de venta de libros en España ha pasado de 3.123 millones a 2.181.
En este contexto, las voces expertas vaticinan que las pequeñas librerías que no acometan el necesario proceso de modernización o que diversifiquen su negocio (venta de objetos ajenos al libro, implantación de nuevos modelos de cafés-librería...) morirán de muerte lenta. No falta cierta lógica fatalista en todo esto, para un país cuyos índices de lectura quedan lejos de los de la media europea, y donde las campañas institucionales de fomento de la lectura se han revelado hace tiempo ineficaces.

el dispensador dice: la humanidad está regresando a lo pequeño, a lo poco, a lo justo y necesario, a sabiendas que las abundancias suelen ser peligrosas tanto para el cuerpo como para el alma... la humanidad está dándose cuenta que no se puede ser corrupto y hablar de moral... que no se puede ser asesino a sueldo y hablar de misericordia... que no se puede ser perverso para luego discursear sobre la compasión... que no se puede ser usurero para luego hacer falsas solidaridades... léase, la humanidad se está dando cuenta que el poder conduce a la indignación de los prójimos, que se avasallados en sus derechos mientras las clases políticas se abusan de los derechos de todos... léase, la humanidad se está dando cuenta que no se puede vivir en la eterna paradoja de decir una cosa y hacer exactamente lo contrario... léase, la humanidad se está dando cuenta que lo grande está a punto de sucumbir en sus propios jugos cadavéricos, entonces adopta huir hacia lo poco, hacia lo escaso, hacia aquello que puede controlar con solo mirarlo... y justo allí aparece la biblioteca de escalas, la pequeña librería donde el librero sabe más que cualquier bibliotecario, porque él mismo ha sido mentor de sus propias colecciones, de sus elecciones, calificando como crítico implacable los contenidos buenos, separándolos de los contenidos aberrantes comunes a las grandes librerías que necesitan facturar morbo para retrogradar espíritus... desde luego, en un mundo condicionado por lo económico, lo poco cuesta más del doble para sostener su centro de gravedad, no obstante lo cual cada vez son más los que insisten en lo pequeño... a sabiendas que ello funciona a modo de playa de una isla desconocida... aparece en el momento menos pensado, y cuando la pisas... aunque estés solo... te salvas. NOVIEMBRE 30, 2014.-

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