jueves, 22 de agosto de 2013

SOLITARIO ▲ A la vuelta, otoño surrealista

A la vuelta, otoño surrealista
 
La sirga, en Le Cascine de Florencia de Telemaco Signorini, 1864. Fundación Mapfre.
El Cultural

A la vuelta, otoño surrealista

En el nuevo curso el Thyssen y la Fundación March apuestan por el surrealismo mientras que El Prado lo hace por el realismo de Velázquez

SAIOA CAMARZANA | Publicado el 20/08/2013

Madrid ha cogido gusto al surrealismo. Pasados varios meses de la inauguración de la exposición de Salvador Dalí en el Museo Reina Sofía, las colas y las esperas para entrar siguen siendo multitudinarias. La muestra que se clausura el próximo día 2 de septiembre dará paso a dos exposiciones (en el Thyssen y la Fundación Juan March) que ahondan en la corriente estética de la que el pintor de Figueras fue uno de sus principales acuñadores.

¿Qué es lo que tiene esta corriente artística que tanta atención acapara? El surrealismo es considerado, aparte de cómo un movimiento de arte; un modo de vida, una forma de ver las cosas que difiere del resto. El término fue introducido en el lenguaje coetáneo por Guillaume Apollinaire en el año 1917 y culminó en el Manifiesto Surrealista (1924) escrito por André Breton. Muy ligados al Dadaísmo, estos no abogaban por la destrucción total sino por la creación de arte y vida a través de la liberación de la psique mediante cualquier forma de expresión en la que la mente no ejerciera ningún tipo de control.

La Fundación Juan March dará cuenta de estas fórmulas creativas en Surrealistas antes del surrealismo. La fantasía y lo fantástico en la estampa, el dibujo y la fotografía. La exposición estará compuesta por alrededor de 200 dibujos, grabados, fotografías, libros y revistas en la que se hace una retrospectiva desde el Medievo tardío hasta el Surrealismo con obras de Alberto Durero, Martin Schongauer, Jaques Callot, Giovani Battista Piranesi, Francisco de Goya, Max Klinger, Paul Klee, Hannah Höch, Pablo Picasso, Joan Miró, Salvador Dalí, Maurice Tabard y André Masson, entre otros. El objetivo de la misma es crear un árbol genealógico histórico al surrealismo.




Herbert Bayer Urbanita solitario, 1932. Colección Dietmar Siegert.

El punto común que dota de ligazón a la Fundación March con el museo Thyssen Bornemisza es André Masson y el propio Dalí, que estarán expuestos en ambos lugares. La línea que sigue la exposición del Thyssen es la escritura automática y el sueño como vías de desarrollo y liberación de la psique. Bajo el título El Surrealismo y el sueño, la muestra que acoge a partir del 8 de octubre pretende mostrar la manera tan directa en que los surrealistas se aproximaban a la realidad, intentando eludir el filtro de la razón. Contemporáneos y seguidores de Sigmund Freud y su obra La interpretación de los sueños (1900), para este grupúsculo de artistas el sueño era una experiencia diferente a la vida consciente y el estudio del mismo aportaba enriquecimiento y ampliación del psiquismo. Así, se mostrará cómo ha influido el surrealismo en el arte de generaciones posteriores debido a su transformación de la sensibilidad que vincula sueño e imagen. Salvador Dalí, André Breton, Paul Delvaux, Max Ernst, Paul Nougé y André Masson serán algunos de los artistas expuestos con diversas pinturas, dibujos, collages, esculturas y fotografías.

Como contrapunto al surrealismo y de vuelta a la realidad, topamos con El Prado. El centro, que hace unos meses hizo público que la crisis económica ha afectado al museo y previó un 25% de visitantes menos este año, tiene una buena oportunidad de cerrar el ejercicio al alza. Velázquez, que ya congregó multitudes en 1990, es la carta que se ha guardado en la manga la pinacoteca para la vuelta de las vacaciones. A partir del 8 de octubre abrirá la exposición Velázquez y la familia de Felipe IV, un recorrido por el retrato cortesano del artista desde su segundo viaje a Roma en 1649 hasta su muerte en Madrid en 1660, etapa en la que pintó algunas de las más importantes pinturas de la historia, como Las Meninas.

La muestra tendrá, además, obras que se pintaron sobre Velázquez con el objetivo de profundizar en el estudio de la creación de la imagen real. A su vez, se verá el desarrollo del retrato cortesano español tras la muerte del maestro cuando Mazo y Carreño, entre otros, tomaron el relevo e hicieron sus representaciones de Margarita de Austria, Mariana de Austria o Carlos II contribuyendo de manera original al género.




Detalle de un retrato de Felipe IV por Velázquez, 1653

Por su parte, el Museo Nacional Reina Sofía sigue desarrollando su exposición Fisuras. Después de haber acogido a Juan Pérez Agirregoikoa y a Azucena Vieites, ahora es el turno de Manuel Saiz, María Loboda, Gabriel Acebo Velarde y Alejandra Riera. Así como a Roman Ondák, que requerirá la participación activa del espectador para completar sus mensajes encriptados en el acto performativo.

Por otro lado, el museo sigue ahondando en un esfuerzo por explorar diferentes lenguajes artísticos de los años 80 y 90. Con Mínima resistencia. Entre la identidad y la globalización acercará al espectador el lenguaje de estos años mostrando obras que nunca han sido vistas.

Pero como plato fuerte de su programación, el Reina Sofía acogerá una serie de imágenes de Chris Killip (Isla de Man, 1946), fotógrafo de posguerra que ha abierto una nueva línea en la fotografía documental. Retrata a las clases obreras desde el principio del siglo XIX con el objetivo de mostrar la vida real del Norte de Inglaterra entre 1968 y 2004.

En el terreno de la fotografía, la Fundación Mapfre exhibirá la obra de Willian Christenberry, uno de los precursores del uso del color que se ha consagrado por su particular visión de lo que es el paisaje tradicional del Sur de Estados Unidos. Este centro organizará una retrospectiva con más de 250 imágenes icónicas de la identidad del país desde que en 1839 apareciera la fotografía, titulada España contemporánea: fotografía, pintura y moda.

Como tercera y última propuesta de la Fundación Mapfre está Macchiaioli: Realismo impresionista en Italia, en la cual se recoge el desarrollo de los primeros pasos hacia la modernidad, con una serie de pinturas que aún no se han visto en nuestro país. El mecenas Diego Martelli consiguió unir en torno a su figura a los artistas y pintores más influyentes de esta época (siglo XIX en la ciudad de Florencia), como Giovanni Boldini, Silvestro Lega, Telemaco Signorini, Giovanni Fattori y Giuseppe Abbati. Este grupo de hombres llamados macchiaioli (en italiano manchadores) modernizó la pintura europea adelantándose en técnica y estilo a lo que los impresionistas franceses harían tiempo después. 



el dispensador dice:
tengo ojos en ambas manos,
hace tiempo que me alejé de los llanos,
tomé distancia de los que se viven justificando,
desaparecí de los argumentos vacíos que van ganando...
vivo andando en solitario,
con pentagrama propio que va sonando,
con pintura al viento, imaginando,
voy escribiendo en la mente con letras de brisas,
sé de arenas frías, calientes, y de rocas lisas...
percibo una campana sonando lejos,
observo rostros jóvenes que son añejos,
almas oxidadas y sin consejos,
espíritus tristes, mares sin puertos...
se ha ido el otoño,
también el invierno,
me he liberado de mi propio tiempo,
ando en solitario meditando lo eterno,
he dejado atrás la vida... transito a paso lento...
paso a paso llego a mi sueño,
tengo mi paraíso cada vez que llego.
AGOSTO 22, 2013.- 

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