La poesía como parteaguas
'El Cantar del Marrakech', de Juan Carlos Bautista, es un libro esencial de la poesía mexicana publicado en 1996
Húmedos como tubérculos
Por:EL PAÍS25/01/2014
Por CRISTINA RIVERA-GARZA
Es de llamar la atención que existan tan pocos libros carnales en un país donde la relación entre la sexualidad y la violencia ha producido realidades dantescas de Ciudad Juárez, en la frontera norte, a la ruta deLa Bestia, el tren que lleva a inmigrantes centroamericanos desde la frontera sur. Abundan, claro está, los edulcorados acercamientos a una sexualidad manida, fundamentalmente heterosexual, en los que el objetivo principal parece ser el arribar al paraíso del orgasmo al mismo tiempo. Tal vez por eso regresan hoy a mi cabeza los largos versos de Juan Carlos Bautista en ese libro parteaguas de la poesía mexicana de fines de siglo XX que ha sido El Cantar del Marrakech.
Publicado en 1996 por Tierra Adentro, una entonces poco glamorosa editorial del Estado a cargo de dar a conocer a jóvenes escritores de la provincia mexicana (Bautista nació en Chiapas, el estado donde irrumpió el zapatismo hace ya unos 20 años), El cantar se ha ido haciendo de un asiduo y entusiasta y fiel grupo de lectores a lo largo del tiempo.
Combinando por igual el decir urbano y la referencia que nos lleva de regreso hasta San Juan de la Cruz, Bautista nos convida a merodear por el corazón oscuro de la Ciudad de México (Tras cortinas de nervios y mareos,/ catedral hundida en su sueño/ entre onirias agazapadas/ estaba el Marrakech//). Más allá de los confines de la clase media, El cantar invoca los cuerpos deseosos y deseantes, los cuerpos disímiles y tristes y eufóricos de una geografía tan tensa como caliente, tan hospitalaria como desigual. Ahí se deslizan las locas con sus “risas de lentejuelas”, las vestidas “de antropófaga alegría”, y los chichifos, que “vendían su costado salobre/… húmedos como tubérculos/ que nacen gritando de la tierra/ su morena brutalidad//”. Entre mingitorios convertidos en verdaderos “abrevaderos de caballos” y bajo “el sol bajuno de las lámparas”, es posible masticar el deseo y seguir su huella mientras gira con “el hábito furioso del insecto”. De naturaleza híbrida (años después llegaría a saber que, en su origen, El cantares la re-escritura de una novela fallida), el Marrakech se erige como un punto de confluencia donde lo abyecto abre paso por igual a lo milagroso o a lo triste.
“¿Por qué tuve que caer?”, se pregunta Bautista mientras le presta la enunciación a un yo en devenir, justo en el proceso de cambiar de piel. “¿Por qué con esa felicidad?”, añade, diríase que con uno de esos guiños acedos y punzantes, en todo caso cómplices, de los personajes que toman cerveza y atienden con pesar y con sabiduría la señal de “ese puerco que sabe ruborizarse”: el amor.
Secciones enteras de El cantar del Marrakech pueden encontrarse en línea. La editorial Verdehalago hizo una segunda edición en 2005 con secciones enteras del original. Como en el extraño caso de la realidad que supera a la ficción, Juan Carlos Bautista es el dueño ahora del Marrakech —un legendario antro de baile y placer que se encuentra precisamente en el centro de la ciudad de México. Está en TW como @Marrakechsalon.
* Cristina Rivera Garza, su último libro es El mal de la taiga
@criveragarza (en twitter)
Cristina RiverGarza (en facebook)
hay trovadores,
que andan por la vida llevando sus silencios,
hablando de vez en cuando,
cuando la circunstancia la habilita el viento,
siendo elegidos los oidores,
siempre y cuando,
le presten debida atención durante su tiempo,
respetando las palabras,
los giros,
los pensamientos,
que se entrelazan como notas,
en un pentagrama de alientos...
hay otros trovadores,
que van los caminos cantando,
canciones de propio genio,
que nunca han sido editadas,
sólo grabadas en sentimientos,
memoria de raros vientos,
bohemias de pasos lentos,
que siendo atendidas por alguien,
reviven algún recuerdo,
trayendo alguna imagen,
que le da vida al momento,
para luego hundirse en el silencio,
de los que se van...
sin ningún regreso,
porque de eso se trata el vivir,
andar siguiendo el impulso,
que se trae en los propios huesos...
hay también trovadores,
que nunca salen de sus grutas,
viven atrapados en rutas,
que no conducen a ningún lado,
ellos andan perdidos,
así como otros están atrapados,
mientras todos juntos andan negando,
aquello que el destino les ha dado,
a unos porque les sobra,
a otros porque se les ha robado,
y a muchos otros,
porque siempre han estado vacíos,
de los entendimientos necesarios,
como sea van variando,
entre futuros y pasados,
pero vayan donde vayan,
siempre están rodeados,
entre lo no querido y lo despreciado,
de allí que nada los conforma,
porque de sus vidas están peleados...
no sabes como sucede,
pero hay algún trovador iluminado,
que sabiendo ya lo dicho,
permanece oculto en un futuro que es pasado,
como viajero del tiempo,
que se dirige hacia ningún lado,
observando a sus congéneres,
mentirse hasta el hartazgo,
burlando lo ya burlado,
con un singular cinismo aprendido,
o con la hipocresía que han heredado,
de otros que han cultivado,
la desgracia de haber nacido,
sin tener orientación,
ni saber lo que es un rastro...
por eso más allá de lo visto,
siempre siguen de largo,
¿para qué quedarse en un punto,
si no puedes disfrutarlo?,
a veces mejor estar solo,
que andar mal acompañado...
y así en un giro extraño,
sin que sepa dulce,
sin que sepa amargo,
evitas mirar hacia atrás,
como evitas también los costados,
más vale mirar hacia adelante,
y seguir hacia ningún lado,
ya que nunca sabes por qué,
pero siempre puede haber un cruzado,
que por allí te esté esperando,
sin saber que vas venir,
sin saber por qué la confluencia se ha dado...
así juegan las magias,
con los destinos de los perdidos,
que nunca serán encontrados.
ENERO 26, 2014.-
por favor,
no dejes nada escrito,
ya que luego,
te verás culpado,
por algún oportunista,
que sus propias culpas ha esquivado...
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