domingo, 12 de enero de 2014

LA PIEDRA ▲ El cartero que tropezó con una piedra y se construyó un palacio de 12 metros de alto - ABC.es

El cartero que tropezó con una piedra y se construyó un palacio de 12 metros de alto - ABC.es

El cartero que tropezó con una piedra y se construyó un palacio de 12 metros de alto

Día 12/01/2014 - 12.23h

Ferdinand Cheval carecía de conocimientos 

arquitectónicos pero pasó 33 años dando forma a las 

piedras de su «Palais Ideal»




FACTEURCHEVAL.COM


Ferdinand Cheval tropezó con su destino un día de abril del año 1879. Repartía el correo en su ronda diaria por Châteauneuf-de-Galaure, un pueblecito del sud de Francia, cuando una piedra en la acera le hizo saltar y desplazarse unos metros. Con el golpe la piedra salió volando revelando una forma que capturó a Ferdinand Cheval. El joven cartero la envolvió en un pañuelo y se la llevó al bolsillo. Cualquier otra persona la habría olvidado en un cajón, pero Cheval había iniciado la gesta más importante de su vida. La piedra se transformó en dos, en tres, en cientos.
Cheval recorría a diario 33 kilómetros para repartir el correo, pero pronto empezaron a escasear las piedras en su ruta, tuvo que perderse en callejones recónditos, dar rodeos. Llegó un momento en el que «no era capaz de encontrar descanso», pasaba las noches en vela buscando rocas con nuevas formas y tamaños para ampliar la colección. Sus trofeos empezaron a tomar forma, pasaron de ensoñaciones a esculturas de animales, cascadas, una planta, una escalera, dos plantas.
Tardó dos décadas en construir la primera fachada de lo que bautizó como su «Palacio Ideal», en los 13 siguientes finalizó el proyecto completo que cuenta con un templo hindú, una mezquita, un castillo medieval y una sepultura en la que el propio Cheval pretendía que lo enterraran.
El palacio «ideal» de Cheval recuerda a un castillo en la orilla del mar de esos que los niños esculpen con arena humeda. 14 metros de surrealismo que beben de la escultura hindú o la Biblia pasando por la naturaleza modernista de Gaudí.

LA TUMBA DEL SILENCIO Y EL DESCANSO ETERNO

Ferdinand Cheval proyectó su «palacio ideal» como un lugar en el que descansar también después de la muerte. Pero cuando el Gobierno francés le impidió dar sepultura a su difunta esposa fuera del cementerio, Cheval dio nueva prueba de su obstinación y puso en marcha su segunda gran obra. Empezó a construir «La tumba del silencio y el descanso eterno» a los 78 años y la terminó con 86. «Fui bendecido con la buena salud que necesitaba para culminarla» escribe el propio Cheval en su cuaderno de notas. Un mausoleo en el cementerio de París en el que ambos descansan desde 1924.

EL TONTO DEL PUEBLO

Ferdinand Cheval no tenía estudios de arquitectura, de hecho era conocido entre la pequeña población de Châteauneuf-de-Galaure como «el tonto del pueblo». Hoy es considerado como uno de los máximos exponentes de la arquitectura surrealista. Artistas e intelectuales como Andre Breton, Pablo Picasso o Max Ernst le consideraron una inspiración para su trabajo.
En 1969 André Malraux declaró el «palacio ideal» monumento histórico de Francia. En la actualidad visitantes de todo el mundo pagan por conocer este templo a la obsesión de un solo hombre.


el dispensador dice:
he tropezado muchas veces con distintas piedras,
las que he ido recogiendo una tras otra,
entendiendo que de esa forma,
ellas llamaron mi atención,
para acompañarnos en distintas etapas de la vida...

he tropezado muchas veces con distintas piedras,
en mi niñez...
en mi adultez...
en el África... en el Asia... en la Cordillera de los Andes...
hasta en el Sahara...
y a partir de dichos enuentros,
ellas están conmigo... transitando juntos un camino...
donde nos pertenecemos...

no he podido construirme un castillo,
porque siendo pobre por convicción,
no he hallado razón para ello,
sin embargo tengo mi propia apacheta,
y algunos otros secretos que he aprendido de ellas,
colores,
palabras,
notas bellas...
uno va aprendiendo de las sensibilidades y sus esencias...
observando a través del alma,
descubriendo que muchas veces,
los ojos mienten haciendo espejismos de falsas calmas...

hoy...
las piedras me rodean...
incluso he recuperado cristales de roca,
sembrados desde las estrellas...
hasta tengo teleconferencias,
donde ellas conversan,
enseñando las propiedades de los umbrales y sus huellas...
he aprendido a volar con las arenas,
hasta adentrarme en grutas...
donde ciertas pinturas resaltan,
donde los espectros esperan...

no tengo palacio,
han quemado mi biblioteca,
pero los contenidos están intactos,
superando envidias,
esquivando querellas,
los humanos ya no entienden a las piedras,
porque sus almas son duras,
llenas de óxidos que corroen sus huellas...
sus pies se arrastran,
sosteniendo en alto reclamos y quejas,
despreciando las gracias,
sumando desprecios que se condensan,
por eso estoy lejos...
ermitaño de montaña,
en la quebrada de las flechas,
allí he visto que hay conciertos,
donde los espíritus no llegan,
porque no se les abren las puertas.
ENERO 12, 2014.-


No hay comentarios: