Juan Manuel de Prada: «Los medios de comunicación son nefastos para la variedad humana, nos uniformizan»
Día 11/10/2014 - 11.51h
El escritor se traslada hasta finales del siglo
XIX en «Morir bajo tu cielo», su nueva novela.
Una obra sobre los «últimos de Filipinas», que
honra a los héroes de Baler y tiene, a juicio del
autor, serias semejanzas con el presente
IGNACIO GIL
Juan Manuel de Prada (Baracaldo, 1970) es un personaje «tormentoso y un poco bárbaro, sentimental y cruel, desgarrado». La definición bien podría haber salido de una novela de Dostoievski, pero es del propio escritor. Recién llegado de Moscú, donde se ha consolidado esa rusofilia que dice profesar con denuedo, el autor escogió el Café de Oriente, magno escenario literario, para charlar sobre su último libro, «Morir bajo tu cielo», una novela de trasfondo histórico sobre los últimos de Filipinas.
¿Qué le atrajo de un acontecimiento como el sitio de Baler?
Concebí una idea seguramente descabellada e irrealizable: describir una especie de Episodios Nacionales, empezando por el Desastre del 98 hasta nuestros días. Escribir una novela, cada diez años, de Historia española. Pero es algo que ahora mismo no me planteo con seguridad, porque esta novela me ha dado un trabajo brutal. Hoy es un asunto que nos queda muy lejano. Sobre Filipinas ya no sabemos nada. Es la única nación nacida del Imperio español que no conserva el idioma. Los americanos arrasaron con todo el legado español.
En una nota al final insiste en que no es una novela histórica.
Es muy significativo que haya sacado el título de la novela de un poema de José Rizal, que fue el líder de la Liga Filipina.
Fue un líder intelectual y su fusilamiento fue el detonante de la rebelión del pueblo filipino contra España, que probablemente no hubiera llegado a ningún término si no llega a ser por la intervención de EE.UU. Amaba profundamente a España, pero tenía el veneno del rencor, que no había sido valorado como convenía. Lo pensaba estos días, a raíz de la dimisión de Gallardón: una de las constantes de la Historia de España es no valorar a las personas valiosas, de tal forma que esas personas terminan generando un resentimiento contra España. Eso es lo que le pasa a Rizal.
¿Y también a Gallardón?
Sin duda alguna. Es una persona que no encuentra el reconocimiento que merece entre los suyos. Al final es un hombre incomprendido por todos. Curiosamente él, que era un progre insoportable en el imaginario de la derecha, se ha inmolado por defender cosas que ahora nadie en la derecha defiende, concretamente el tema del aborto. Simboliza un poco ese drama constante de España, que muchas veces para ser español tienes que removerte contra España porque no te dejan serlo.
Es lo que le dice el malvado Van Houten a Las Morenas: «Héroes españoles que murieron luchando por ideales en los que ya nadie cree».
¿Con qué personaje de la novela se identifica más?
Con Las Morenas. Es un hombre que percibe que los ideales por los que lucha han sido derrotados, pero sigue luchando por ellos sabiendo que la derrota está clara. Es un sino trágico muy español, que hay que resaltar porque, además, es cierto. Por eso me identifico con él.
A mí me gusta Sor Lucía.
Sí, sin duda alguna.
Y me recuerda mucho al personaje de Audrey Hepburn en «Historia de una monja».
Sí, hombre, claro, es la inspiración directa. Si tienes que pensar en una monja guapa, aguerrida, valiente, inmediatamente piensas en Audrey Hepburn, que ha sido mi amor platónico toda mi vida. Es un personaje absolutamente inventado. Me apetecía escribir sobre una mujer que fuera un gozne entre los dos bandos, que desarmase a las dos ideas en liza. El problema de las ideas y de los ideales es que terminan desencarnándose. Es un problema que han tenido los revolucionarios de todos los tiempos: personas que están llenas de nobleza, pero terminan luchando por abstracciones y en su ardor llegan a olvidarse de las cosas ciertas, reales, palpables. Sor Lucía actúa como un recordatorio de que la realidad está ahí.
Sor Lucía forma, además, parte de la Iglesia verdadera.
Bueno, es la única Iglesia. Muchas de las corrientes católicas en liza hoy discuten por lo que no tendrían que discutir. La Iglesia se ha puesto en una dinámica en la que disiente en lo que tendría que estar unida y luego, en cambio, en todo ese abanico de cosas en las que podría fomentar la variedad, la diversidad más absoluta, los católicos, ante el mundo, aparecemos como personas demasiado iguales, demasiado uniformadas.
Una Iglesia muy homogénea.
Afortunadamente.
Afortunadamente. Pero los medios de comunicación son nefastos para la variedad humana, nos uniformizan, nos obligan a encasillarnos.
Esa manía que tenemos los periodistas de etiquetarlo todo.
Sí, porque lo que te llega a través de los medios no es la realidad. Las cosas hay que palparlas, a las personas las conoces cuando tienes trato con ellas. Hoy en día tenemos un conocimiento de las cosas muy aséptico, muy poco carnal y muy ideologizado a través de los medios. Nos llega una visión de la Iglesia que no corresponde a esta variedad. Desgraciadamente, vivimos tiempos más burocratizados, que nada tienen que ver con la obediencia que deben los religiosos a sus superiores. La propia Iglesia se ha funcionarizado.
En la novela es muy crítico con la Iglesia cercana al Estado.
Me repugna la Iglesia que compadrea con el poder, porque eso resta libertad, merma la fe de los creyentes, contribuye a identificaciones ideológicas… Es peligrosísimo. La Iglesia no tiene que tener ningún tipo de connivencias, tiene que tener una absoluta lejanía del poder económico, político, mediático...
La Restauración española tampoco sale muy bien parada.
Es una época sobre la que tengo un juicio muy negativo, como lo tengo sobre la Transición, porque yo creo que son dos épocas paralelas. Son momentos en los que se trata de restañar las heridas de guerras civiles y se hace mal. Las fuerzas políticas se reparten el cotarro, en aquella época mediante una alternancia casi mecánica y hoy a través del voto, pero mediante el bipartidismo. Eso deja fuera a demasiada gente. Al principio eso lo puedes controlar, pero esa gente poquito a poco se va encabronando, se va encabronando…
Y pasa lo que está pasando.
A la España tradicional, de la que estoy segura se siente parte, le duelen mucho cosas, como lo que sucede en Cataluña.
Lo de Cataluña tiene mucho que ver con la pérdida de Filipinas. Ese progreso desintegrador lo estamos viviendo hoy dentro de España. En aquella época fue más trágico porque España tenía una razón para permanecer unida. Lo más trágico de esta época es que España ha perdido su razón de ser, se ha quedado sin empresa.
¿Y hay solución?
Tiene que haber una conversión profunda, un cambio radical en la sociedad española y en sus élites. La gran tragedia es que España no tiene nada especial que ofrecerle a Cataluña porque está atravesando un problema de identidad muy fuerte. Más allá de que se imponga la ley, la realidad es que la ley no se impone sobre la carne. Las leyes son como un corsé y al final no servirá para nada.
Ahora que menciona el corsé: ¿se siente cómodo cuando le definen como conservador?
No, yo soy tradicional, no conservador. No solamente no me considero conservador, sino que lo considero un insulto. Yo defiendo una tradición española y lo que distingue a la persona tradicional es que desea que el pasado vuelva a actuar en el presente bajo formas nuevas.
¿Qué me dice del liberalismo?
Es la ideología opuesta a lo que sostengo. Para el liberalismo, la libertad humana es la consagración del principio de que aquello que quiero hacer es bueno en sí mismo. La libertad como instrumento, frente a la libertad como fin. La libertad como fin nos ha conducido a eso… A lo mejor es una ideología que admite revisión.
¿Es la ideología incompatible con la religión?
Ya lo dijo Jesucristo: no podéis servir a dos señores. Las ideologías son herejías del cristianismo. Toda ideología, al final, te conduce a la contradicción irresoluble con tu fe. Yo lo he comprobado en mis propias carnes. Lo que te prometen las ideologías, que es el paraíso en la tierra, es falso siempre, nunca se logra. La dura realidad es que allá donde las ideologías han triunfado te traen el infierno. Lo estamos viviendo nosotros hoy. La vida es un valle de lágrimas, siempre tienes que esperar una vida futura.
¿Tacharía al Papa Francisco de populista?
Hablando de pecados, hace unos días, en una columna, hablaba de la envidia.
Ese es el gran pecado español.
¿Hay mucha envidia en el mundillo literario español?
El mundillo literario antes tenía el prestigio social, el brillo de pertenecer a una élite, pero hoy el escritor se encuentra con que escribiendo no gana un céntimo, no liga nada, no le hace caso ni Dios… Al final disputa por una tarta muy pequeña y las pasiones más bajas afloran con mayor virulencia.
En una entrevista, John Banville me dijo que le avergonzaban sus novelas. ¿Le sucede lo mismo con algún libro suyo?
Un escritor debe esforzarse por ofrecer al lector siempre lo más ambicioso. No puedes escribir libros para salir del paso. De todos mis libros reniego, porque creo que podría haberlo hecho mejor. Hay algunos que considero peores y La tempestad es mi peor novela. Pero es la que más ha gustado y, básicamente, ganar el Planeta me sirvió para dedicarme profesionalmente a la literatura.
No tiene Twitter, ni Facebook…
No, no tengo nada de esto. La tecnología va más rápido que nosotros e introduce la urgencia en nuestra vida. Es mucho mejor leer un libro en papel que en una pantalla. Todo lo demás es mentira. Del mismo modo que hay multitud de actividades que son mucho más sanas hechas en la vida real. Por el amor de Dios, no seamos idiotas, recuperemos la vida real, que está ahí, esperándonos.
los medios de comunicación son funcionales a los intereses de los victimarios, los que a su vez contribuyen a las cajas negras de los estados ausentes, los que a su vez los protegen para que no dejen de "colaborar" con sus contribuciones que, aún cuando destrocen sociedades enteras consumiéndolas en miedos y terrores, sirven a las miserias humanas de los poderes que hoy envuelven la Tierra en una gran masa de zozobra disfrazada de bienestares para pocos...
las redes sociales han contribuido a quebrar la comunicación oficial y la otra, la corporativa, pero aún no logran desplazarlos de sus roles destructivos... y ello se debe a que hay más ignorancias y mucho más complacencias que reflexiones sobre los atropellos que se gestan desde el poder, los medios, y las corporaciones, en contra del ser humano mortal y sus hechos temporales... traducido, hay unos pocos "vivos" (piolas, oportunistas, hijos de la iniquidad) que se han adueñado de la humanidad y le venden celulares para que los seres humanos estén cada vez más incomunicados, aún creyendo que hablan y se comunican... habiendo perdido la capacidad para leer e interpretar textos... habiendo perdido la capacidad del razonamiento matemático... habiendo perdido la capacidad para saber dónde va el artículo, el sujeto y luego el predicado, o bien como enlazar un verbo con un sustantivo... y una vez más, el ser humano ha cedido su capacidad a la comodidad que manipulan unos pocos, dominándolos, esclavizándolos, y luego convirtiéndolos en idiotas funcionales a los intereses del poder medieval que reina en la Tierra...
cuando andas por cualquier calle, en cualquier lugar del mundo, puedes apreciar rostros zombies... cuerpos que portan esquirlas de momentos... corazones destrozados... ojos agobiados... almas atribuladas por sus propias circunstancias... gentes con sus piernas destrozadas por las minas antipersonales que fabricaron las corporaciones haciendo de este mundo un conjunto de descartables que son arrojados por cientos de miles/día a abismos que aparecen subrepticiamente para luego esfumarse borrándolos de cualquier historia...
las corporaciones necesitan "uniformar" el pensamiento idiota... y como consecuencia de ello, los estados ausentes llenos de políticos imbéciles, felpudos de las corporaciones, siguen la corriente del idiotismo generalizado, procediendo bajo la perversidad corporativa mediática, ésa que transforma la visión social en un mero concierto de culo+vagina+pene, carente de neuronas que puedan "darse cuenta" de la vejación masiva que cursa descendiendo desde estados que se hipotecan los destinos de todos para alimentar al dinosaurio corporativo, hambriento por demás...
más aún... sin necesidad en encender ningún televisor... las esquirlas vuelan de un lado para el otro, dejando heridos por todas partes, que luego cubren horas de morbosidades periodísticas funcionales a corporaciones que compran y venden dignidades a cambio de nada para los prójimos que les pagan por existir...
algún día... cualquier día de estos... caerá la sorpresa... tomando desprevenidos a los mentores de esta tragedia social globalizada... y allí vendrá el rechinar de dientes, el pedido de clemencia, el lavado de manos pilatesco, el yo no fui... pero la sorpresa será, esta vez, que nadie podrá salvarse de su propia culpa, ya que las culpas se graban en cada espalda, en cada huella y en cada sombra, porque así está escrito desde antes que los tiempos fueran tales. OCTUBRE 12, 2014.-
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