domingo, 12 de octubre de 2014

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DE LA ENFERMERÍA POSAPOCALÍPTICA A LA RESISTENCIA

Sobre literatura y militancia

Gustavo Espinosa



Hace poco se me propuso participar en
una charla o debate sobre Literatura y Militancia.  A ambas -más a una que a otra- he dedicado bastante tiempo, pero nunca me había detenido a problematizar el límite dónde se tocan, ni a definir la intersección en que se confunden. Si bien mi muy prescindible participación en la militancia se ha limitado generalmente a leer y escribir (destrezas, como se sabe, cada vez más raras en este valle de lágrimas), siempre estuvo claro para mí que la literatura estaba en otra parte, era un universo paralelo de la praxis política. Es verdad que artículos y ensayos suelen proponer asuntos de índole política, a la vez que muestran rasgos de literatura, entendida como una intencionalidad estética de la escritura. Pero no creo sensato considerarlos como estrategias de militancia. Serán, en todo caso, gestualidad o catarsis, voz que clama en la penillanura.

Lo cierto es que ya nadie se anima a sostener con alguna verosimilitud que la literatura puede seguir siendo, como se pretendió hasta hace no mucho tiempo, el excipiente estetizado de un principio activo ideológico: política saborizada, sobredorado de la píldora ideológica.

Habría que plantearse cómo se interrumpió aquella conexión,  por qué comenzó a parecernos inaceptable la idea de una literatura que fuese militante y que continuase siendo literatura. Ocurre que cuando nos planteamos como categoría, como objeto de discusión o de crítica la relación Literatura-Militancia, generalmente nos enfocamos, de un modo reflejo, en la retórica engagée que logró instituirse como hegemónica en América Latina y en Uruguay durante los años 60 y 70 del siglo pasado. Sin embargo, es posible hacer una lista ilustredicho más pretenciosamente: un canon de textos concebidos como vehículos de una convicción política, o incluso como artefactos de propaganda.


Lista ilustre (e incompleta)
La tragedia griega fue un aparato de reproducción ideológica del Estado ateniense, que subvencionaba las representaciones, facilitaba la concurrencia de la gente a los teatros y donaba gloria a los autores que dramatizaban más eficazmente las consecuencias pavorosas de incurrir en hybris. 

En su contramáscara, la comedia aristofánica, es más crasa y evidente la intención de intervenir críticamente en los asuntos de la polis: a veces, si no contamos con un aparato crítico minucioso, se nos pierden algunas referencias meramente coyunturales al aumento de precio de las aceitunas en Atenas o a los impuestos aplicados a los fabricantes de vino

La obra de los grandes escritores del Siglo de Augusto, Horacio y Virgilio, fue esponsorizada para crear una escritura que legitimara el Imperio, dotándolo de una épica, instruyendo a sus súbditos, celebrando a sus héroes militares o deportivos.

Tiempo después, el Apocalipsis, escrito por un tal Juan, portador de una serie de alucinaciones escatológicas, que anticipa e influye  las del Bosco y las de William Bourroughs, es parte de un género panfletario y encriptado, cuyo propósito era estimular el espíritu de cuerpo del cristianismo, durante los tiempos difíciles en que los poderes del mundo, encarnados en Domiciano o en Nerón (hay controversia en la datación del libelo), lo amenazaban seriamente.

Durante la Edad Media, se sabe, el arte y las letras debían ser preceptivamente moralizantes, es decir militantes. Esto determinaba que la procacidad se presentara a veces como exemplum vitandum.Dante, escritor culminante de aquellos tiempos, no solo escribió laComedia animado por su mesianismo megalómano, sino por el deseo de escarnecer a sus enemigos políticos, a aquellos que lo habían vencido, que lo habían desterrado y que habían puesto precio a su cabeza. El Infierno es, entre otras cosas, una lista negra; el resentimiento partidario de Dante no se privó de colocar en los distritos más profundos a algunos adversarios que, cuando fue redactado el poema, aún no habían muerto. Lo curioso es que, el poder de la escritura y del odio de Dante ha dispensado posteridad a Vane Fucci, Michelle Zanche, Branca D'Oria o Frate Alberigo, cuyas felonías y manganetas ya nadie recordaría si los tercetos de la Comedia o las notas al pie de sus editores no las hubieran fijado para siempre: el poeta, que estaba tan seguro de su gloria literaria, no previó sin embargo este efecto indeseado de sus diatribas. 

Un desencuentro del mismo tipo, o parecido, entre objetivos políticos y resultados literarios, ocurre con las obras de Voltaire. Lo que escribió como quien esculpe (como quien esculpe para el futuro su propia estatua), como sus 27 tragedias o los 10 cantos en alejandrinos pareados de una epopeya, son hoy armatostes apolillados que ya nadie leerá, salvo por obligación académica. En cambio los textos que concibió como herramientas políticas, como armas livianas de la literatura, tienen todavía una fluidez y una ligereza admirables. La voluntad de eficiencia, el afán de no construir monumentos, sino artefactos funcionales a la divulgación y al adoctrinamiento, liberaron el estilo de Voltaire del lastre pomposo un antiguo régimen de escritura, y aún de la rigidez neoclásica, y lo dotaron de la simple linealidad que desactivadas las controversias ideológicas que originaron aquellos textos todavía lo sostiene y le da legibilidad.

Muy poco o nada de aquella agilidad se transfiere a las novelas de tesis del siglo XIX. Los libros de Zola (y la preceptiva de Zola), replicados copiosamente en España por Pérez Galdós, muestran de manera demasiado ostensible el pesado aparato positivista que los ha puesto a funcionar. A veces da la impresión que el novelista ha colocado a sus personajes o tipos en un simulador, en el panóptico de un reality show, para que observemos sus conductas y obtengamos determinadas enseñanzas.

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Por estas tierras (el Río de la Plata, digamos) el impulso político es fundante de la tradición literaria. La gauchesca, desde Hidalgo hasta Hernández, no pretendió ser una muestra de cromos folklóricos, sino arenga o divulgación de opiniones y denuncias. Hubo también otros textos enérgicamente políticos, horrorizados y fascinados por el gaucho, como es el caso de "El Matadero" de Esteban Echeverría (escrito hacia 1840) y elFacundo de Sarmiento (1845), que se sitúan en el extremo inicial de la narrativa argentina.

A mediados del siglo pasado, Rodolfo Walsh publicó Operación Masacre. Los argentinos sostienen que este relato (que refiere un acontecimiento político, cuyo autor se convirtió luego en guerrillero y fue asesinado por los militares) es el verdadero origen del género conocido como nuevo periodismo o non fiction o nuevo realismo, formato que otros atribuyen a Truman Capote. Tal vez, ya a fines de 1950, Walsh habrá percibido cierto malestar o incompatibilidad entre los moldes literarios instituidos y la eficacia política, por lo que habrá tanteado esta forma nueva.


 Acompañamiento o resistencia
Ya nada queda, hic et nunc, de toda aquella tradición. Hoy la miramos como al resplandor de una galaxia que sabemos muerta. A nadie se le va a ocurrir componer un poema con el objetivo de arrimarle votos a Pedro Bordaberry, o publicar una novela donde se demuestre que bajar la edad de imputabilidad penal traerá consecuencias horribles.

Es probable que esto ocurra porque, simplemente, la militancia ha sido sustituida por la burocracia o por el marketing, y la literatura ha sido significativamente profanada, y puesta a circular entre los productos de la industria del entretenimiento. 

En Uruguay siguen actuando, sin embargo, los relictos o las inercias del subgénero o de la actitud conocida como literatura comprometida. La obra de algunos escritores muy exitosos, como Mario Benedetti o Eduardo Galeano, funciona como el servicio nacional literario de acompañantes, como la enfermería cultural de cierto tipo de lectores desvalidos que no buscan ya desafíos, ni novedad alguna, que solo buscan una melancólica confirmación de sus viejas certezas políticas, salpimentadas a veces con alguna reivindicación de género o cierto ecologismo, o cualquiera de los emblemas políticamente correctos del posliberalismo. Buscar una legitimación, o un simple apoyo de índole afectiva en los textos literarios, en el prestigio de esos textos, no es una búsqueda nueva. Es, sobre todo, un modo postapocalíptico de leer: ya no se espera revelación alguna. Creo (no me avala el trabajo de una consultora) que esa clase de lectores también está disminuyendo.

Queda, no obstante, una interpretación menos disfórica, o tal vez más autoindulgente. La literatura, aquella que se aplica a hacer sentido, aún y sobre todo aquella que lo hace de modo más oblicuo o excéntrico (la que se propone tomar para sí al mundo, metabolizarlo, y devolverlo menos inteligible de lo que parecía ser) forma parte de una de las tradiciones más nobles de la militancia: la resistencia. También participan de ella aquellos lectores que buscan establecer un contrato con esa literatura, que se zambullen en ella. Se trata de la resistencia contra el mundo idiota de individuos encapsulados en el esplendor del presente perpetuo, enajenados del sentido: todo lo que la hegemonía hiperconectada parece proponernos.


el dispensador dice: antes que llegaras... antes que fueses engendrado... antes que vieras la luz... antes que hayas sido dado a luz... antes que fueras parido... ingresando a los tiempos respirables... hubo una madre... también un padre... léase, hubo una razón que derivó en tu existencia... o lo que es lo mismo, hubo una causa que fue previa a tu presencia... de la que tú mismo has sido "efecto"... o consecuencia... evidenciando que siempre, detrás de cada ser humano hay una causa que lo antecede, que lo precede, es decir... hay una historia antes de cualquiera de nosotros... una historia que viene desde vaya a saber cuando... desde la creación... desde que el VERBO fue pronunciado, dando comienzo a lo trazado, que a su vez se viene desarrollando de un modo cierto, tal vez inesperado, pero definido y hasta ordenando los eventuales estados potenciales de caos...

y es bueno ser consciente que la historia que nos precede no puede ser alterada ni modificada, porque ya ha sido escrita más allá de las perspectivas humanas, esto es que aún habiendo sido interpretada por cada quien, la historia es en sí misma, prescindente de las visiones individuales y/o sociales... 

más allá, cada persona al nacer porta una gracia suficiente para transitar su destino, habilitando que nuevas "causas" generen nuevos "efectos" que dan sentido al entramado de la mismísima creación, algo que aún cuando no lo se considere, no se lo asuma, no se lo crea... tiene vida propia y se define a sí misma ordenándose según pautas universales que siguen un prolijo orden matemático del que ningún humano participa aún cuando en algún momento sea espectador y hasta actor de "reparto" de circunstancias que se producen como por arte de magia...

léase... hay causas que están más allá de cualquier ser humano... 

léase... hay efectos que están más allá de cualquier ser humano...

traducido... las causas guardan sus propias fuentes que operan al modo de goteras de glaciares que van creando un surco, más de un surco, más de una vertiente, muchas vertientes provenientes de varias fuentes, convergiendo por los declives hacia un mismo lugar que se transformará en arroyo menor, luego en curso de agua mayor, para convertirse en río o simplemente evaporarse sin dejar rastro, o hasta filtrarse en los subsuelos creando un mundo subterráneo que ningún humano conocerá, o bien que muy pocos descubrirán... participando por lapsos cortos de una realidad que funciona sin que el hecho humano la interfiera...

la Tierra guarda una causa original, una causa de la que ningún humano participó... como tampoco lo hizo de los sucesivos efectos y nuevas causas que se produjeron a partir de aquella "causa original"...

curiosamente, lo mismo se replica por todo el universo, tanto el visible como el invisible, cada cosa que existe tiene o tuvo su causa, su punto de partida consecuente con la razón que le dio origen, que la motorizó para tener entidad, presencia, y rol en el equilibrio y sus conciertos... por ende, hay causas originales para todo lo que se ve... y también las hay para todo aquello que el ojo no humano no ve, sea dimensional, angular, paralelo, o como se le quiera llamar... desde luego, los apuros de la vida y el imperio de las rutinas quitan importancia a lo antedicho, ya que lo único importante para cualquier ser humano es "sobrevivir" en su día, y no mucho más que eso... prescindiendo de los razonamientos filosóficos que sustentan su propio respirar, su lugar, los sentidos de su presencia, y aquello que "alguien" en el más allá espera de él, sus causas, sus circunstancias, que darán lugar a efectos que traerán otras causas y así hasta el infinito...

por consiguiente, hay causas eternas así como hay otras momentáneas...

las causas humanas son momentáneas... las eternas son las universales que responden a sus propios equilibrios, a leyes físicas que el ser humano desconoce y a las que jamás tendrá acceso... así como a combinaciones químicas que proceden de la misma forma, construyéndose a sí mismas para alcanzar un determinado orden del que ningún ser humano participará, aún cuando se la crea, o se crea dueño de la creación... tal sucede con algunos miserables y con algunos otros mezquinos imbuidos de soberbias académicas o de las otras, las de los dineros, las codicias, las angurrias, las avaricias, las envidias, y hasta los odios movilizadores de vanidades imperfectas...

curiosamente, las civilizaciones humanas del África tanto como del Asia, solían y aún suelen (algunas de ellas) tener en claro el sentido de las causas y sus efectos...

más curiosamente, las civilizaciones occidentales, muy enfermas de medievalismos, han perdido el sentido de las causas y por ende carecen de capacidad de lectura para leer los potenciales efectos... siempre se terminan rindiendo ante ellos...

como sea, occidente corre detrás de cualquier problema... de cualquier efecto... muchas veces negando hasta las causas, hasta que el imperio de las evidencias le pasa por arriba devorándose a los negadores y burladores de las circunstancias... algo muy vigente por estas horas de economías quebradas y fundamentalismos terroristas que justifican lo injustificable, dando lugar a un preludio de conflictos globales que comprenden tanto lo social como la miseria humana que visten los políticos, los militares, los sacerdotes, y todos aquellos que participan del poder haciendo alarde de ser "fabricadores de causas"...

acompañando el circo mediático, la Tierra, que tiene sus propias causas... está por darle una lección suprema a toda la raza humana en su conjunto, dejándole en claro que el universo vive, y junto con él la Tierra, bajo pautas propias en las que ningún humano participa... y a las que debe someterse, so pena de ser comido por los "efectos encadenados" por razones que están más allá de los tiempos y sus circunstancias...

puede apreciarse claramente que las razones humanas... siempre sucumben a las raíces de una causa superior que ordena... lo que los humanos desordenan por impericia, negligencia, vanidad, impaciencia, o por simple empecinamiento de pretender poseer lo que no le pertenece... ya que antes que cualquier cosa... el ser humano es efímero, tanto de causas como de efectos. OCTUBRE 12, 2014.-


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