miércoles, 19 de febrero de 2014

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Una evocación literario-vaticana | Cultura | EL PAÍS



Una evocación literario-vaticana

Evelio Rosero, autor colombiano, refleja su admiración por el papa Juan Pablo I en ‘Plegaria por un Papa envenenado’



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El Papa Luciani, Juan Pablo I. / GIANNI GIANSANTI (CORBIS)


Era casi una promesa. Casi. Evelio Rosero (Bogotá, 1958) se había propuesto no volver a escribir otra novela histórica cuando hace dos años lanzó La Carroza de Bolívar, una historia ambiciosa que se centró en desmitificar la figura del Libertador. “Sentí que era como una camisa de fuerza tener que depender de datos históricos”, dice. Prefería —prefiere— la hoja en blanco, trabajar con la imaginación. Pero el azar suele sorprender. Ahora, el escritor colombiano rescata la figura de Juan Pablo I en Plegaria por un Papa envenenado, un libro que acaba de lanzar Tusquets.
Y fue por azar que Rosero se cruzó en una librería de Bogotá con el primer pontífice que nació en el siglo XX. Quería leer biografía y se encontró con En nombre de Dios, una investigación de David A. Yallop publicada en 1984. La historia es bastante conocida: Albino Luciani apareció muerto en las dependencias papales del Vaticano el 26 de agosto de 1978, solo 33 días después de haber sido elegido Papa. Pero el trabajo de Yallop cautivó al escritor. Se trata de “una investigación seria, que reflexiona con argumentos incontrovertibles acerca de la muerte Luciani, además de su vida y pensamiento, cuestiona y denuncia el papel de la Iglesia católica, la curia y la mafia italiana, ejecutoras del envenenamiento”.
Esta no es la primera vez que el tema de los Papas y la Iglesia aparecen en la obra de este escritor que comenzó a tener resonancia internacional cuando su novela Los ejércitos ganó en 2006 el premio Tusquets de Novela y después se alzó con el Independent Foreing Fiction Prize en 2009 y el ALOA Prize en 2011. Su novela Los almuerzos, que fue publicada en Colombia en 2001 y en España en 2009, desarrolla la historia de una pequeña parroquia de Bogotá, y en otro cuento largo que se llama Ausentes, el personaje central es Pablo VI y su visita a la capital colombiana en 1968.


Evelio Rosero, autor de 'Plegaria por un Papa'. / GIANNI GIANSANTI (CORBIS)
“Estudié en colegios religiosos hasta que me rebelé en cuarto de bachillerato”, recuerda. Tal vez por esa rebeldía, el pontificado de Luciani pasó sin pena ni gloria por la vida de Rosero. Cuando anunciaron que había muerto envenenado, él tenía 20 años, estaba enamorado y ni se enteró.
La nuevo novela de Evelio Rosero muestra a Luciani “como el humilde cura de la más humilde parroquia”, visitador de enfermos, de prisioneros, que huyó —mientras pudo— de vivir en lujosos apartamentos, que abogaba por los pobres, un soñador, “un pobre hombre acostumbrado a pequeñas cosas y al silencio”, que llamaba a los fieles hermanos y no hijos. “Y lo inmolaron, la misma noche en que se disponía a barrer de traficantes el templo de Jesús”. Una historia que avanza en medio de un coro de prostitutas —“son ellas las que narran, las que increpan y se burlan del autor”—, donde Luciani se enfrenta a hombres poderosos como el obispo Marcinkus, director del Banco del Vaticano.
Hay quienes han advertido en esta novela de Rosero un parecido con lo que hoy el mundo conoce del Papa Francisco. Y puede ser, pero Rosero advierte que cuando terminó de escribirla, ni siquiera Ratzinger había renunciado. “El Papa Francisco es muy pálido comparado con Luciani, que proponía realmente cambios fundamentales en la Iglesia y que son los que yo menciono en la novela, como aceptar la píldora para no concebir, el bebé probeta, pretendía que las mujeres pudieran ejercer el sacerdocio, hacer una Iglesia para los pobres, destinarles una parte de su riqueza. Eso es algo de lo que ha mencionado Francisco pero sin hacer todavía nada en realidad”.




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Portada del nuevo libro de Everio Rosero, 'Plegaria por un papa envenenado', una loa a la figura histórica de Juan Pablo I.




Hay algo más que sedujo a Evelio Rosero de Juan Pablo I. “Creo que él era en realidad un escritor y es una lástima que haya sido envenenado porque a mi modo de ver es posible que hubiera seguido escribiendo”. Luciani publicó un libro con cartas imaginadas a escritores, poetas y dramaturgos como Twain, Péguy, Casella, Dickens y Marlowe, que también aparecen en la novela del escritor colombiano. Hay otro libro,Briznas de catequesis, al que le dedica un capítulo entero. “Temo que frene la novela, puede parecer disonante, pero corro el riesgo porque me parecía importante que quedara la catequesis impartida por Luciani”. Y una de las razones es la preocupación del Papa italiano por la pedofilia. “¿Cuántos pedófilos no han sido castigados? Todo lo contrario, la Iglesia los protegió, echó tierra al asunto. Luciani era consiente de eso”.
Pero su novela está lejos de ser un ataque frontal a los errores de la Iglesia. “No soy visceral con la Iglesia. He dicho que es poseedora de grandes pensadores que sí han llevado el mensaje de Cristo, pero eso también está contrarrestado por la presencia de otros jerarcas que han buscado el enriquecimiento”.
Rosero está ahora dedicado a sus lectores. “Son como los amigos invisibles que uno tiene y sirve estar en contacto con ellos después de meses encerrado”. Si no escribe, lee, monta en bicicleta y aunque no tiene muchos amigos sí se encuentra a menudo con ellos —“sé que así me estoy preparando para asumir el trabajo de otro libro”—. Cuando llegue ese momento volverá a sus cuadernos, porque es allí que imagina, construye, tacha y vuelve a escribir, donde realmente está cómodo. “Mi trabajo auténtico es escribir”, dice y asegura que al final, lo que le importa al lector es el libro y no lo que pasa detrás del libro.


el dispensador dice:
hay almas tóxicas,
así como hay otras contaminantes,
y hasta hay algunas venenosas,
y cada una de ellas se distingue,
por la potencialidad de sus toxicidades,
por las capacidades contaminantes,
y por la actividad de sus venenos...

esas mismas almas suelen sonreir,
suelen hablar con palabras difíciles,
suelen mostrarse educadas,
suelen estar bien formadas,
escondiendo suculentas miserias humanas,
mezquindades de las "buenas",
desprecios disfrazados,
enquistando sus espíritus en mentiras,
y en culpas que saben repartir,
para nunca asumirlas como propias...

y ello sucede en todos los ámbitos,
en todos los órdenes de la vida,
en todos los lugares de la Tierra,
ante todos los altares de cualquier culto...

la Iglesia Católica no escapa a esta regla desde su creación...
por ende en el Vaticano no mora Dios,
sino algo muy distinto al VERBO,
sino algo muy diferente a los valores del VERBO,
sino algo que va a contramano de los equilibrios del VERBO,
escudando las tinieblas,
para luego enseñarlas como destellos de luz,
luces ante hombres sorprendidos por espejismos,
que no atinan a descubrir los disfraces del demonio...

pocos han reparado en los sucesos que rodearon a la muerte (asesinato) de Juan Pablo I... y una vez más, la Iglesia inquisidora y persecutoria de las inocencias ajenas, la fundamentalista de las mentiras de los hombres colocadas como hechos de Dios, se hicieron presentes, se manifestaron para "quebrar la historia", inyectando venenos que matan el cuerpo, asegurándose la no permanencia del alma que prodiga paz, compasión, solidaridad, misericordia, genuinas todas, porque las personas son según sus calidades...

no es mi deseo herir susceptibilidades... Juan Pablo II entendió que debía lidiar con las miserias humanas cardenalicias y obispales, e hizo lo que pudo... intentaron borrarlo varias veces, pero las circunstancias estuvieron de su lado... y lo demás es historia conocida... 

la muerte de Juan Pablo I a manos de las miserias humanas cardenalicias y obispales, además de haber quebrado la historia, quitó una oportunidad de oro para reivindicar la presencia de Dios en la Tierra, ya que Dios no es una cuestión de iglesias, como tampoco lo es de cultos, sino antes bien lo es de hombres y sus consciencias, o mejor dicho, pertenece a cada ser humano, a su aura, a su ángel de la guarda, y a la consciencia que acompaña los sentidos del karma y sus memorias eternas...

por estas horas, y desde hace ya demasiado tiempo, Dios no anda por la Tierra... muchos le rezan... pero muy pocos le cumplen... siendo que esto no es una cuestión bíblica, sino una simple cuestión de sentidos de cada consciencia, algo demasiado omitido, demasiado olvidado, casi negado, ya que a nadie le gusta que le hablen al oído, diciéndole: "lo que estás haciendo está mal"... "daña al prójimo"... "te dañará a tí"... entonces, cada quien insiste en los modelos que se le aparecen a lo largo de cualquier camino... "si los demás hacen daño y les va bien, por qué no hacerlo yo"?... y el mundo se impulsa mediante los conflictos y sus dramas, mediante sus contradicciones y sus tragedias... traducido: la Tierra gira sobre sí misma, y ello demanda un tiempo... la Tierra gira alrededor del SOL, y ello le demanda un tiempo... el universo existe prescindente del hombre y sus quehaceres, pero nadie repara en ello... los equilibrios en el universo existen sin que el hombre haga nada por ello, pero lo que es "normal" no se aprecia... entonces, aparece como bueno asistir a la iglesia para atender la misa liberadora, esa misma que habilita a insistir con los daños hacia los prójimos, ya que a la siguiente semana, se reiterará el proceso de atender la misa liberadora, para luego huir hacia la calle a producir nuevos daños, en los otros, claro está, porque eso es bueno...

y en este concierto paradójico, la Tierra está envuelta en los venenos de las almas, así como en las intoxicaciones que diseminan contaminantes por doquier, asegurando la "eliminación" de los otros, los inocentes, los anónimos, los desconocidos, los que desean transitar sus destinos en paz... y cada vez que una eliminación ocurre, pierde la humanidad, pierde la naturaleza, pierden los equilibrios del universo, y se resta... cada alma que no transita su destino desde su a y hasta su z, se trunca en circunstancias, y debe repetirse... porque las paradojas no están permitidas en la creación universal... y cada cosa y cada hecho guardan un sentido intrínseco, así como otro superior...

Juan Pablo I debía producir cambios que no se produjeron, que quedaron pendientes, que dejaron causas abiertas ante la humanidad... y la que perdió fue la propia Iglesia... ganaron las miserias humanas y las mezquindades demoníacas, pero perdió la humanidad como consciencia universal... y aún hoy, dicha deuda se está pagando, sin que sus responsables se hayan cargo, al menos no en este lado, aunque seguramente, sí deberán afrontar sus penas cuando lleguen al otro lado... donde nadie se puede escapar de sus hechos.
FEBRERO 19, 2014.-




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