jueves, 5 de noviembre de 2015

DE TODAS LAS LENGUAS... LA LENGUA... DE MI MADRE ► La traducción literaria: Hablar castellano en todos los idiomas | Cultura | EL PAÍS

La traducción literaria: Hablar castellano en todos los idiomas | Cultura | EL PAÍS



Hablar castellano en todos los idiomas

Solo nos acordamos de los traductores cuando nos dicen que 'El gran Gatsby' y 'Madame Bovary' deberían titularse 'Gatsby el Magnífico' y 'La señora Bovary'





“Hablo ruso en todos los idiomas”, decía el filólogo Roman Jakobson, que llegó a manejarse en 15 lenguas. A los lectores españoles nos pasa algo parecido pero al revés: a veces se diría que toda la literatura universal se ha escrito en castellano. Toda menos el Quijote, claro, que como sabemos es una traducción del árabe a partir del original de Cide Hamete Benengeli (o Berenjena). De otra forma no se entiende que en un tiempo que otorga —con justicia— la condición de artista a muchos pinchadiscos y manda cocineros a la Documenta de Kassel seamos tan rácanos con los traductores.
Aunque hay editoriales que reproducen su nombre en la cubierta de las obras que han traducido (entre otras, Acantilado, Alfaguara, Impedimenta, Nórdica, Sexto Piso, las de poesía…) y alguna incluso les ha dedicado una biblioteca (Alianza), lo habitual es que no tengan el reconocimiento que merecen. Sobre todo si tenemos en cuenta que por sus manos pasa aproximadamente el 30% de los títulos publicados cada año en España (y, seguro, más del 30% de nuestra educación sentimental).
La excusa suele ser el diseño: no cabe todo. Pero que el nombre de su traductor no aparezca en la cubierta de un libro es algo así como si en la portada de de las Variaciones Goldberg de Bach no cupiera el nombre de Glenn Gould. ¿Cómo podemos olvidarlo sin despreciar la influencia que han tenido, incluso sobre aquellos que no los han leído, obras como Las mil y una noches, la Odisea o la Biblia? Cuál no sería el poder de esta última cuando durante siglos estuvo prohibida su traducción a las lenguas vernáculas. Traducir es, sobre todo, leer. Y leer es interpretar: si no lo haces tú, alguien lo hará por ti. Si hace falta, a degüello. Hasta los dogmas nacen en ocasiones de un error de traducción o de una traducción interesada. Es conocido, por no salir de la Biblia, el provocado por la versión griega del Antiguo Testamento, la mítica Septuaginta. Al hablar de la madre del futuro Mesías puso virgen donde el original hebreo decía simplemente doncella, muchacha, mujer joven. Si pensamos que el griego era algo así como el inglés del siglo III antes de Cristo, entenderemos su papel en la propagación (y hasta en la propaganda) de lo que hasta entonces no era más que el texto sagrado de 12 tribus de Oriente Próximo.
De los traductores, eso sí, nos acordamos cuando alguno señala que llevamos décadas titulando mal un libro clásico, es decir, que La metamorfosis debería ser La transformación (según Jordi Llovet);Madame Bovary, La señora Bovary; Los monederos falsos, Los falsificadores de moneda; Bel-Ami, Buen amigo (según, en los tres casos, María Teresa Gallego Urrutia); La tierra baldía, La tierra gastada (según Joan Ferraté); o El Gran Gatsby, Gatsby el Magnífico (según Ramón Buenaventura).
Por otro clásico, Einstein, sabemos que es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio, pero ponemos el grito en el cielo cada vez que un sabio viene a tocarnos las costumbres. Por supuesto, olvidamos que durante décadas llamamos a Dickens, Carlos, y a Nietzsche, Federico. Nunca es tarde para entrar en razón. Mañana se falla el Premio Nacional de Traducción, una jornada efímera que se parece al día de las enfermedades raras. Algo es algo. Dicen que la ignorancia se cura. Lo que no se cura es la indiferencia.

el dispensador dice: el mundo funciona en idioma inglés, pero no es suficiente... y ése mundo funciona en idioma francés, pero tampoco es suficiente... y cursa lo mismo con el español, con el portugués y el italiano, en cualquier orden de factores lingüísticos... pero sucede que occidente no es límite de nada ni siquiera bandera cultural de sí mismo... entonces aparecen las lenguas del oriente, que son muchas, demasiadas más que las de occidente, donde revolviendo la aguja en el pajar, aparecen las lenguas dialectales nativas de la América precolombina, algunas de las cuales resisten la intencionalidad de hacerlas extinguir a como sea... y si corres por la Europa medieval, sucede lo propio con los dialectos que se van perdiendo a medida que los "abuelos" se van muriendo, llevándose los secretos de un lenguaje aislante y "secreto" al modo de alquimismos de lo concreto... pero si te vas al África y/o al Asia te encuentras con que los dialectos se cuentan por miles, y nadie sabe a ciencia cierta de dónde proceden ni a qué etnia pertenecen... los que los hablan no son muchos, o siendo muchos no son tantos, o siendo tantos son los suficientes como mantener vivo aquello que los conecta con sus respectivas madres... ¿qué mejor que la lengua materna para saberse hijo de una determinada madre?... ¿para saberse nieto de una determinada abuela?...

mi madre, la que me parió... hablaba español y vasco...
mi madre, la que me adoptó... hablaba español, árabe y francés...
la madre de mi madre adoptiva, también hablaba los tres idiomas a la perfección...

mi abuelo adoptivo, hablaba árabe, francés, inglés y numerosos dialectos de vaya a saber dónde...

mi paso por el mundo humano me fue enriqueciendo de lenguas "sin fronteras"... y quizás, quienes más me ayudaron a que esto sucediera fueron Ricardo Mello Vargas que intentó por todos los medios a su alcance el enseñarme el guaraní... los Grant (padre e hijo) que fueron mis profesores de inglés, esforzados ya que soy lento de sutilezas fonéticas... Tessa que fue mi profesora de alemán... y no pocos contribuyentes para que me fuera sumergiendo en el mundo de las lenguas actuales y lejanas, sin omitir a mis profesores, cuyos nombres no he podido retener, de latín (González Rivero), y de griego (que se los debo)... 

como sea, el español me suena tanto que me puede y me queda... porque me sintoniza con mis madres... viajeras hoy de otros espacios y de ningún tiempo...

insisto... las escuelas de todo el orbe humano deberían concentrarse en la enseñanza y el aprendizaje de al menos cinco idiomas... no para castigar a los alumnos, sino porque ello ayuda a "abrir" la mente, contribuyendo a comprender a otras gentes... sus razonamientos... y sus lógicas subsiguientes...

para occidente... todos deberían estar obligados a estudiar los fundamentos del chino, del indio y del japonés... como mínimo... porque, de hecho, adentrarse en cada lengua, es como entrar en un pasillo repleto de ventanales donde cada perspectiva ayuda a comprender al prójimo sea quien sea de quien se trate...

más allá... hablar con el pensamiento es bueno... porque el pensamiento, al igual que la música, son vibraciones universales que se traducen a sí mismos... haciendo de las almas un concierto... de coincidencias. NOVIEMBRE 05, 2015.-




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