La leyenda de Sheng Kang.
Érase una vez, en una ciudad muy lejana del antiguo Tibet había un hombre llamado Sheng Kang el cual se había enamorado de una mujer casada, una noche el esposo de ésta mujer la encontró con Sheng Kang y al verla con él, se encolerizó y a Sheng Kang no le quedó más remedio que matarlo en defensa propia.
Después de ese día Sheng se sintió tan mal consigo mismo por lo ocurrido que decidió que a partir de ese día dedicaría toda su existencia a hacer cosas buenas en pro de la humanidad.
Después de cierto tiempo de estar viajando llegó a una montaña la cual era muy concurrida y transitada, pero era tan difícil ascender por ella que mucha gente se había matado en el intento. En ese momento Sheng determinó que desde ese día se dedicaría a hacer un túnel que atravesara la montaña de lado a lado.
Un tiempo más tarde, el hijo del hombre al que Sheng había matado se presentó frente a él diciéndole que venía a cobrar venganza por la muerte de su padre. Por lo cual Sheng le contestó que sólo le permitiera terminar el túnel que estaba haciendo y una vez concluido la vida de Sheng estaría en las manos del muchacho. El chico accedió ante la petición de Sheng y no sólo eso, sino también le ayudó a terminar el túnel.
Una vez concluido el trabajo, Sheng sacó su katana y se la entregó al muchacho, inclinó la cabeza y le dijo que ahora que había terminado su labor podía matarlo degollándole la cabeza.
A lo cual el muchacho con lágrimas en los ojos le contestó a Sheng que como podría matar a su maestro y le perdonó la vida a Sheng.
Moraleja:
Nada nos deja el enojo y la rabia hacia los demás y mucho menos la venganza puesto que ella nos encierra en un mundo erróneo o un concepto malo de una persona; sin dejarnos ver cuán valiosa es o cuánto podemos aprender de ella.
Además de todo lo anterior también nos enseña que siempre debemos estar dispuestos a perdonar los errores de los demás cuando de corazón están arrepentidos y dispuestos a cambiar.
Thuk Je Che Tibet
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