viernes, 2 de mayo de 2014

AZULEJOS [ الزليج az-zulaiŷ] Y MAYÓLICAS ▲ De cómo los hispanos se convirtieron en árabes >> Historia[S] >> Blogs EL PAÍS

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Dado que el presente se levanta sobre lo que ya pasó, no es mala idea echar un vistazo atrás para entender lo que está pasando. Cicerón lo dijo antes y mejor: “No saber lo que ha sucedido antes de nosotros es como ser eternamente niños”.

SOBRE LOS AUTORES

Tereixa ConstenlaCoordinadora: Tereixa ConstenlaPeriodista deEL PAÍS. Descubrió la Historia en 2008, cuando aterrizó en la sección de Cultura, y comprobó que el pasado era un filón para el presente.
Isabel Burdiel recibió el Premio Nacional de Historia en 2011 por su biografía sobre Isabel II. Es especialista en liberalismo europeo del siglo XIX y catedrática de la Universidad de Valencia. "Para que sirva para algo, la Historia no tiene que quedarse en el círculo de especialistas", sostiene.
Julián Casanova, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Zaragoza, defiende, como Eric J. Hobsbawm, que los historiadores son "los 'recordadores' profesionales de lo que los ciudadanos desean olvidar". Es autor de una veintena de libros sobre anarquismo, Guerra Civil y siglo XX.
Manuel Morales es periodista de EL PAÍS y profesor de Periodismo Digital en la Escuela de EL PAÍS/UAM. Para liberarse de tanta actualidad busca refugio en historias del pasado, sobre todo las que han dejado huella en la fotografía.
María José Turrión fue la primera directora del Centro Documental de la Memoria Histórica, creado sobre el esqueleto del Archivo de la Guerra Civil de Salamanca. Cree firmemente que los archivos contribuyen "a la salvaguarda de los derechos humanos y al desarrollo pleno de las democracias".
Javier Herrero es documentalista de EL PAÍS y licenciado en Historia Moderna y Contemporánea. Le interesa indagar en los antecedentes históricos de acontecimientos que saltan a la primera línea informativa.
Eduardo Manzano Moreno es profesor de investigación del CSIC y autor de numerosos libros sobre Al-Andalus, la Edad Media y la memoria histórica. Cree en el poder transformador del conocimiento histórico y en la necesidad de forjar una conciencia que nos convenza de que se pueden cambiar las herencias recibidas.

De cómo los hispanos se convirtieron en árabes

Por:  01 de mayo de 2014
Alhambra











Vista del mihrab en la Alhambra en una imagen del siglo XIX. / J. LAURENT (BIBLIOTECA NACIONAL)
Uno de los temas que más difícil nos resulta explicar a los historiadores es el significado que tienen los pueblos en la Historia. Hablamos de romanosvisigodos o árabes, pero pocas veces explicamos lo que queremos decir con esos apelativos. No es, pues, de extrañar que sigan muy presentes aquellas tediosas enseñanzas escolares que dibujaban a los romanos trayéndonos acueductos; a los visigodos, escudos y espadas; o a los árabes, en fin, regadíos y la Alhambra. Detrás de esta visión latía la idea de que "nuestros ancestros" habían sido dominados por estos pueblos en distintos momentos, mientras el "pueblo originario" -o los diversos "pueblos originarios", dependiendo del prisma nacionalista que se elija- continuaban su larga andadura histórica. Fruto de esta visión, forjada en púpitres de madera con tintero, es que un antiguo presidente del Gobierno de España tuviera la peregrina ocurrencia de declarar que los árabes tenían que pedir perdón a los españoles por haberles conquistado.
Las cosas afortunadamente son algo más complejas y también bastante más interesantes. Me centraré en el caso de los árabes, que es el que mayores confusiones genera, pues no en vano los nacionalismos ibéricos han hecho de la idea de Reconquista su santo y seña particular.
Es un error muy común creer que los árabes eran un pueblo de camelleros nómadas en estado semi-salvaje antes de la aparición del islam. Lo que se sabe de la Arabia preislámica, por el contrario, es que albergaba poblaciones muy diversas, algunas de ellas instaladas en ciudades con larga tradición comercial y una cultura nada rústica. Las miles de inscripciones encontradas allí hablan en distintos dialectos y caracteres de una sociedad estrechamente relacionada con los grandes imperios antiguos, y en la que existían también pujantes reinos e incluso una literatura muy interesante, que ha dejado restos de una excepcional poesía.
Las grandes conquistas producidas tras la aparición del islam no fueron provocadas por un alocado movimiento de tribus montadas en camellos, sino que estuvieron dirigidas por la élite árabe nacida al amparo de la nueva religión predicada por el profeta Mahoma. Lo que sabemos sobre esas conquistas apunta hacia un patrón casi siempre muy similar: la gran debilidad de los estados de la época hacía que dependieran mucho de la suerte del ejército de su rey o de su emperador, de tal manera que su derrota en una o dos batallas campales dejaba sin defensa a unas poblaciones que quedaban abandonadas a su propia suerte. Los ejércitos árabes podían tomar entonces las principales ciudades -Damasco, Jerusalén, Ctesifón, Alejandría, Cartago, Córdoba o Toledo- sin encontrar mucha oposición. Tras hacerse con los resortes de la administración conseguían que la posible resistencia en otras zonas no pudiera reorganizarse y que fueran muchos quienes optaran entonces por pactar con los invasores. Ello permitió conquistas fulminantes de las que se benefició inmensamente la nueva élite, que se hizo construir grandes y hermosos palacios en lugares de la actual Siria y Jordania. En uno de ellos, Qusayr Amra, unas pinturas realizadas para el califa omeya en la primera mitad del siglo VIII muestran al rey visigodoRodrigo -con una inscripción que le identifica- junto a los emperadores bizantino y sasánida: los grandes derrotados por los ejércitos de los califas.
SelloPrecinto de plomo a nombre del gobernador árabe de al-Andalus Anbasa ibn Suhaym (721-726). Colección Tonegawa.
Se dice a veces que la conquista de Hispania del año 711 fue llevada cabo por tropas mayoritariamente bereberes -es decir, gentes procedentes del norte de África- lo cual significaría que de árabe no habría tenido mucho. Sin embargo, esa idea no es correcta, dado que tanto la dirección de la misma, como su orientación ideológica eran árabes, como también lo fue su resultado: la integración de Hispania -ahora llamada al-Andalus- en el imperio de los califas árabes de Damasco. De la misma manera que a nadie se le ocurre dudar del carácter de las conquistas de Roma por la variada procedencia de los legionarios que las realizaban, es erróneo poner en duda el carácter árabe e islámico de la conquista por el hecho de que muchas de sus tropas procedieran del norte de África. Además, en torno al año 741 un nuevo ejército árabe llegó a al-Andalus, y sus numerosas tropas se diseminaron por buena parte de este territorio, contribuyendo así a reforzar el carácter árabe e islámico de la ocupación. Quienes organizaron, dirigieron y administraron la conquista fueron, pues, los árabes, y los testimonios contemporáneos en papiros procedentes de latitudes como Egipto demuestran que, como todos los conquistadores, se tomaron muy en serio su papel de dominio sobre las poblaciones sometidas.
La consolidación de este dominio comenzó a cambiar las cosas. De hecho, es llamativo el destino de los bereberes llegados a la península. Perdieron rápidamente su propia lengua -que nada tenía que ver con el árabe- hasta el punto de que el castellano apenas incorporó palabras procedentes del bereber, al contrario de lo que haría con el árabe, del que proceden entre 4000 y 5000 vocablos. Estos bereberes, por lo tanto, se arabizaron muy rápidamente tanto en su lengua, como en sus nombres y usos culturales. Un sabio andalusí muy conocido, debido a que fue uno de los introductores del rito jurídico malikí, llamado Yahya b. Yahya (m en 848), tenía un nombre indistinguible de cualquier árabe, pero descendía de un ancestro bereber llegado con la conquista cien años antes.
También la población indígena comenzó a adoptar la lengua árabe de forma muy rápida. Hay muchas pruebas de ello. En un célebre texto, el escritor cristano Álvaro de Córdoba se quejaba en pleno siglo IX de que sus correligionarios más jóvenes apenas se interesaban por el latín y los escritos eclesiásticos, prefiriendo la lectura de los poetas árabes. Por la misma época, un gobernador árabe de Mérida, prendado de las antiguas inscripciones que todavía abundaban en la ciudad, quiso saber lo que decían, pero no encontró entre todos los cristianos a nadie que supiera descifrarlas, excepto un clérigo viejo y decrépito. Un siglo más tarde, libros sagrados como los Salmos o incluso el Evangelio tenían que ser traducidos al árabe, como también lo fueron los propios concilios de la iglesia hispana en pleno siglo XI. Todo ello demuestra que los cristianos que todavía quedaban en al-Andalus tenían que traducir sus textos religiosos al árabe para poder entenderlos.
Este proceso de cambio es conocido como arabización. A él contribuyeron también los matrimonios mixtos producidos después del año 711 entre mujeres indígenas y conquistadores. Fueron muy numerosos, -el más conocido el de Sara, la nieta del rey visigodo Witiza- aunque no eran muy bien vistos por las jerarquías eclesiásticas, tal y como demuestra una carta del papa Adriano, quien a finales del siglo VIII, se lamentaba de que en Hispania las gentes daban a sus hijas en matrimonio a los paganos. Estas quejas, sin embargo, poco podían hacer para detener unos procesos sociales imparables, que acabaron suponiendo la fusión de conquistadores y conquistados y la arabización completa de estos últimos. El resultado fue que varias generaciones después de la conquista mucha gente había perdido la conciencia de sus ancestros indígenas.
Escanear0434Un caso muy evidente -y siempre citado- es el del gran escritor Ibn Hazm [en la imagen], autor de un magnífico tratado sobre el amor, El Collar de la Paloma (Tawq al-hamama), quien con toda probabilidad descendía de indígenas, pero para el cual las principales referencias culturales eran árabes y, por supuesto, islámicas. Los casos más extremos de arabización eran los de personajes que, a pesar de que descendían de bereberes o indígenas, pretendían tener ancestros en la Arabia preislámica, lo que da buena muestra del prestigio que esta noción tenía en la sociedad andalusí. La arabización lingüística, por lo demás, ha sido brillantemente demostrada por arabistas españoles como Federico Corriente, que han sido capaces de establecer los peculiares rasgos morfológicos, fonéticos y léxicos que tenía el árabe hablado por la inmensa mayoría de las gentes en al-Andalus.
Siempre que se habla de estas cosas, sin embargo, uno debe temerse lo peor. Es inevitable que surja el Unamuno de turno, que se tome todo esto a la tremenda y nos regale atormentadas disquisiciones, que insisten en ver en lo ocurrido hace mil y pico años los gérmenes de nuestra contemporánea aflicción. Tampoco suele faltar una visión nacionalista árabe que intente demostrar la superioridad de esta cultura a lo largo de los siglos. Las gentes aquejadas por estas visiones tan trascendentalistas del pasado -a pesar de que éste insiste en ser miserablemente materialista- suelen discutir entre sí con gran pasión y con información no muy veraz, lo que provoca embrollos sin cuento, que mezclan lo ocurrido en los siglos medievales con situaciones contemporáneas para perplejidad de los más sensatos.
Me consta que a muchos de mis colegas estos embrollos les provocan cierto tedio y una comprensible desgana por embarcarse en la divulgación de los conocimientos que atesoran. Pero me temo que nuestro compromiso social de historiadores no nos deja elección, y que, a despecho de malentendidos y tergiversaciones, debemos explicar lo que la investigación ha venido sacando pacientemente a la luz y que, en muchos casos, no son meras opiniones, sino hechos plenamente verificados. Y uno de esos hechos es que, tiempo después de la conquista militar, los descendientes de los hispanos sometidos comenzaron a convertirse en árabes desde el punto de vista cultural y lingüístico: algunos siguieron manteniendo su religión cristiana -los llamados mozárabes-, mientras que otros muchos se convirtieron al islam. Queda para otra ocasión este tema, el de la islamización religiosa, del que apenas hemos podido hablar aquí y que merece también una larga explicación.
Mientras tanto quédense con esta idea. Contrariamente a lo que pretende el pensamiento histórico más conservador (que anda últimamente muy desbocado), la Historia es un proceso continuo de cambio y transformación.

el dispensador anota al margen ► El azulejo, del árabe الزليج az-zulaiŷ (piedra pulida), es una pieza de cerámica de poco espesor, generalmente cuadrada, en la cual una de las caras es vidriada, resultado de la cocción de una sustancia a base de esmalte que se torna impermeable y brillante. Esta cara puede ser monocromática o policromática, lisa o en relieve. El azulejo se usa generalmente en gran cantidad como elemento asociado a la arquitectura en revestimiento de superficies interiores o exteriores o como elemento decorativo aislado.
Los temas oscilan entre los relatos de episodios históricos, escenas mitológicasiconografía religiosa y una extensa gama de elementos decorativos (geométricos, vegetales, etc.) aplicados en paredespavimentos y techos de palaciosjardines,edificios religiosos (iglesiasconventos), de habitaciones y públicos.
Con diferentes características entre sí, este material se convirtió en un elemento de construcción divulgado en diferentespaíses. El azulejo trascendió para algo más que un simple elemento decorativo de poco valor intrínseco. Este material convencional se usa por su bajo costo, por su gran posibilidad de realzar estéticamente un edificio de modo práctico. Pero en él se refracta, además de la luz, el repertorio de la imaginación del artista. Actualmente se busca más el azulejo por sus características impermeabilizantes que por su valor decorativo, siendo muy usado en cocinas, baños y demás zonas húmedas domésticas.

el dispensador anota al margen ► La mayólica (Del it. maiolica, alterac. del lat. Maiorĭca, Mallorca)1 es el nombre que se da desde el renacimiento a un tipo de decoración cerámica sobre loza, con un esmalte de plomo opacificado con estaño, posteriormente se decora los diversos motivos conóxidos sobre la anterior base. La pasta es una arcilla de baja temperatura natural con un coeficiente de absorción de agua elevado, mayor del 10 al 15%,2 siendo las piezas cocidas a baja temperatura, entre 980º y 1050º C.3
La RAE, especifica dentro de su definición que es una loza decorada con reflejos metálicos, al ser este el tipo de pieza que era exportado a Italia en un inicio.1

el dispensador dice: aún cuando algunos pretendan impedirlo, las culturas se mezclan... o si se quiere verlo desde otro ángulo, las gentes se mezclan, por ende lo hacen sus costumbres... 

cuando recorres el mundo árabe... sobre sus propias arenas... sobre sus propios suelos... sobre sus propios aires... sobre sus propias fuentes... llegas a la conclusión de cuánto le debe occidente al genio oriental...a la sabiduría oriental... a la paciencia oriental... a la capacidad de observación oriental... a su sapiencia y su sentido de oportunidad... y desde mi humilde entender, allí comprendes el verdadero valor del "silencio" como unidad, o de los "silencios" como multiplicidad... 

podría decirse que todo lo antedicho se traduce en un objeto... el azulejo... una combinación alquímica de conocimientos que no difiere en mucho de lo que se realiza con los cueros, en los patios de Marruecos... sólo que en el caso del "azulejo", el genio creador se miniaturiza a tal punto que sorprende... 

oriente sacude a occidente con sus simplezas... ¿para qué complicar lo que ya lo es en esencia?... 

oriente supera largamente a occidente con sus ciencias... usualmente vestidas con filosofías casi impenetrables... y sus consiguientes éticas... ¿para qué quebrar la barrera de los conocimientos que no se comprenden, y que pueden volverse en contra de la naturaleza humana?... las éticas constituyen los equilibrios... sin ellos, los puentes se quiebran y se diseminan las arenas...

el hombre occidental de estos tiempos está atrapado por el falso éxito, por la necesidad de protagonismo que lo ahoga en un estado caótico de competencias que no conducen a ninguna parte... que no llevan a ningún puerto... que nublan los estados de consciencia deformando los sueños y restando esperanzas genuinas... para luego condenar los sueños a eternas pesadillas donde la consciencia cuestiona al destino el por qué de cualquier transgresión innecesaria... ¿alguna lo es?... y sin respuesta el apuro se traduce en urgencia... y ésta (urgencia) mata... destroza el fin para transformarlo en "justificación" de aquel estado de transgresión...

indudablemente, occidente no sabe leer a oriente... y de allí el conflicto...

el camino del azulejo no habilita a hacer cualquier cosa y en cualquier momento... lograr un azulejo demanda sapiencias... métodos... donde todo puede ser mágico, o bien, convertirse en trágico...

¿has recorrido la Alhambra?... ¿no?... ¿al menos te has visto reflejado en los azulejos de algún lugar del oriente?... ¿tampoco?... entonces no sabes de qué te hablo... porque en dicha cristalización reside la esencia de una estirpe y un linaje que conlleva la paz de la observación y de la consecuente reflexión... de otra manera no llegas a interpretar la esencia residente en el azulejo... mucho menos en las mayólicas... 

en la historia las invasiones se traducen en letras... pero en la práctica se traducen en personas, sus sentires, sus experiencias, sus sentimientos y sus impaciencias... y también... en sus paciencias... 

el azulejo es un símbolo que traduce la paz de las paciencias... 

mientras que las mayólicas implican el sentido de las convergencias... paciencias e impaciencias...

el azulejo es un símbolo alquímico de los silencios...

mientras que las mayólicas se traducen en un pentagrama que a veces abunda en notas armónicas... y otras veces se pierde en ondas que desafinan...

ello... habla de las esencias de las personas... de lo que aprenden de modo genuino de sus circunstancias... de lo que leen de la realidad que se les muestra... de lo que los alimenta... de sus propias pruebas...

observa que ciertos azulejos... reflejan una exacta cantidad de luz, más allá de la cantidad de luz que les caiga encima... puede haber mucha luz por fuera... pero ellos reflejarán siempre la misma cantidad de luz, actuando como moderadores energéticos... algo que conocían los alquimistas medievales del lejano oriente, que lo habían aprendido de sus ancestros, y aquellos de sus anteriores... sales... arenas... óxidos... pizcas... mercurios... plomos... y... ese algo que sólo saben los que "saben"... y no patentan ni alardean...

recuerda... occidente y sus etnias... piensan de izquierda a derecha, mientras que oriente y las suyas lo hacen a la inversa, de derecha a izquierda... la ciencia aún no lo ha descubierto, pero así funciona... y en ello... residen las diferencias... MAYO 02, 2014.-

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