domingo, 2 de noviembre de 2014

DE CENIZAS Y VOLCANES ► Malcolm Lowry, un regalo bajo las cenizas del volcán - ABC.es

Malcolm Lowry, un regalo bajo las cenizas del volcán - ABC.es



Malcolm Lowry, un regalo bajo las cenizas del volcán

Día 01/11/2014 - 16.29h

Editan «En lastre hacia el Mar Blanco», la novela 

que se creía perdida en un incendio en 1944







ABC




En la galería de los malditos de las artes siempre se le guarda un pedestal al novelista inglés Malcolm Lowry (1909-1957). Allá mora, junto a Dylan ThomasJimi HendrixCharlie ParkerJackson Pollock y tantos genios del siglo XX que eligieron a conciencia la senda de la autodestrucción. Para lo mucho que se aplicó con su medicina -el alcohol a fuego- Lowry todavía duró bastante. Su hígado resistió 47 primaveras, hasta que el 27 de junio de 1957 muere en la White Cottage, su casa de campo, en una visita a su patria natal, Inglaterra. Personaje proclive a los misterios, el enigma rodea hasta su óbito: ¿Ingesta de barbitúricos o un simple ahogamiento por el reflujo de la última curda? Los biógrafos más viperinos llegan a apuntar que su segunda esposa, su mujer y casi madre Margie Bornner, pudo haber dado un empujoncito, saturada del personaje.
Quienes creemos que el malditismo no es más que una forma estúpida de narcisismo suicida no encontraríamos nada admirable en Lowry -explotador de mujeres, poco fiable, quejica, con tics del niño de papá que fue- de no mediar que se trataba de un novelista superior, leal a su vocación. Entre bolinga y bolingón, el inglés del bigotito fino y los ojos claros y helados, el apasionado de la natación, el tenis, el ukelele y la botella, se las apañó para escribir una de las novelas señeras de su siglo, «Bajo el volcán». Allí se cuenta, sabido es, la bajada a los infiernos en la convulsaCuernavaca de los años 30 del cónsul inglés Geoffrey Firmin, trasunto del propio Lowry, que en la novela va caminando en pos de una muerte cierta, bañado en mezcal, remordimiento y celos.

Incendio en el Pacífico

Detallaba el maravilloso Eduardo Chamorro, con su voz de barítono y sus ojos de sabio triste, que una resaca de mezcal dura 48 horas. La resaca de «Bajo el volcán» fue todavía más larga. Duró años. A Lowry le llevó una década escribirla, y por poco la extravía para siempre. En junio de 1944 arde la caseta de pescadores en la que vive con su segunda mujer, Margie Bonner, en una playa de la costa del Pacífico canadiense. La casucha de la playa de Dollarton queda hecha cenizas. Pero antes de que se desmorone, Lowry logra salvar el manuscrito de «Bajo el volcán», aunque parte del techo cae sobre su espalda, causándole graves quemaduras. La obra se publicará tres años después. Pero el mundo no se rendirá ante ella hasta después de su muerte.
Durante años, Lowry se quejó de que en aquel incendio había perdido «otra obra maestra». Se llamaba «En lastre hacia el Mar Blanco», y es La Gran Ballena blanca que durante décadas ha buscado la secta de los «lowryanos», amplia, universal y leal, pues en las fechas de guardar del calendario Malcolm hasta llega a apurarse sus mezcales y fumarse sus cigarrillos mexicanos «Alas». La novela ha reaparecido ahora desde más allá de las cenizas y acaba de ser editada. Los estudiosos que han analizado el manuscrito apuntan que se trata de un trabajo temprano, todavía sin pulir. «En realidad lo que vamos a ver es el esqueleto de una obra maestra», advierten los editores. Aún así, al hallazgo se le otorga gran valor, porque el bendito/maldito borracho solo había dejado otras dos novelas, la juvenil«Ultramarine», y la citada obra maestra. Lowry contó en su día que su idea era componer una trilogía a lo Dante. El «Volcán» sería Infierno (que lo es) y «Ultramarine», el Purgatorio. Lo que ahora aparece es El Cielo.

En España

Todo este enredo, que en realidad parece una novela más, ofrece también una derivada española. En 1933, su amigo y tutor literario, el novelista estadounidense Conrad Aiken, se lleva a Lowry de vacaciones a España con él y su mujer. Arriban a Gibraltar, donde Malcolm leerá con buen provecho el preceptivo «Ulises», y recorren Andalucía hasta Granada. Allí, cuenta la leyenda que en los jardines del Generalife, el novelista cae noqueado por un amor a primera vista con la guapa Jan Gabrial, una neoyorquina que quiere ser actriz y escritora y nunca alcanzará ninguna meta. Malcolm la acomete, con éxito y gatillazo (las disfunciones sexuales de Lowry son también parte del personaje) y acaban casándose en París.
Jan percibe pronto que la vida con el novelista es un tobogán de sustos, le cornamenta varias veces y se vuelve rauda aNueva York, mientras el literato se extravía de parranda por Londres. Al final, papá Lowry, rico comerciante de algodón de Liverpool, un metodista puritano y abstemio, que ya le ha costeado a Malcolm sus estudios de filosofía en Cambridge y su bohemia, le paga un pasaje de primera en el trasatlántico «Aquitania». Rumbo a Nueva York a reunirse con su esposa. Pero a pesar de alguna cura antialcohólica en sanatorios caros, Malcolm es un bala y en noviembre de 1936 se va a Cuernavaca, a hundirse en el corazón de las tinieblas y vivir lo que luego contará en su obra maestra. Cuernavaca, Quauhnahuac en el libro, que tenía «18 iglesias y 57 tabernas». En 1938, la actriz Jan Gabrial ya ha dado boleta a Lowry y se divorcian. Pero él la convierte en Yvonne, el amor perdido del cónsul de «Bajo el volcán» y la hace historia eterna. Aunque frita de Malcolm, ella conservará un manuscrito que dejó el escritor a su madre antes de irse a México. Es una copia de «En lastre hacia el Mar Blanco». En 1996, Jan lo pasa a máquina.
En el año 2000 ella desvela en sus memorias que posee ese material. Tras su muerte en el 2003, la novela aparece en un inventario de sus posesiones, donado a la Biblioteca de Nueva York. Esa misma institución elaboró en su día una lista de las mejores novelas del siglo XX. «Bajo el volcán» ocupa el puesto once. La primera es «Ulises», deJames Joyce, y la segunda «El gran Gatsby», de Scott Fitzgerald. El triunfo de los dipsómanos. Si se juntasen en una taberna Malcolm, James y Scott habría que ir llamando a un camión cisterna.

La Gran Ballena blanca

-.-..-...
el dispensador dice:
de toda ceniza,
nace una mañana,
resplandece una tarde,
de leves brisas...

de todo volcán,
erupcionan los miedos,
aquellos que huyen,
ocultándose tras pañuelos,
que temen al azufre que acarrean,
desde sus propios sueños...

cada ceniza a su volcán,
cada tristeza a su suelo,
algunos llegan llorando,
así como otros llegan riendo,
todo lo que arde conlleva,
el germen que trae consuelo,
siempre que sepas esperar,
el sentido de tu momento...

las gracias no pertenecen al tiempo,
sino al destino escrito,
prendido al árbol de lo eterno.
NOVIEMBRE 02, 2014.-


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