El escorpión
Un trastorno compartido
"No somos tan vulnerables como los miembros de las culturas tradicionales, cuyos egos están tan estrechamente conectados al alma que fácilmente se marchitan una vez que ésta se ha extraviado, como el hombre que muere cuando matan a su contraparte animal. Pero, al mismo tiempo, los miembros de esas tribus son menos propensos al vacío que tan a menudo nos acosa y corren los múltiples y trémulos hilos que nos conectan a otras almas, no sólo al alma colectiva de la tribu, sino a las almas de la tierra y el cielo, los animales, las piedras y los ríos. Incluso podemos padecer un trastorno desconocido para los africanos o los aborígenes australianos: ese que los psicólogos llaman `despersonalización´.
No es una despresión, pero quienes lo padecen están deprimidos. Se sienten raros, cambiados, `como si no fueran ellos´. Ya no se reconocen. Sus acciones parecen automáticas, como las de un robot. Esta falta de conexión consigo mismos -con su alma- también es, por supuesto, una alienación respecto al mundo, que a veces parece, literalmente, plano. Les parece, como le parecía a Hamlet, `cansado, viejo, aburrido e inútil´. Todo resulta monótono, seco, vacío y muerto. Eso basta para acabar con cualquier miembro de una cultura tradicional. Pero nuestros egos indomables continúan guiándonos a través de la rutina, como si fuéramos las máquinas que sentimos ser.
En efecto, uno empieza a sospechar que aquel materialismo que considera a los humanos poco más que máquinas asistidas por ordenador es el resultado de la despersonalización colectiva a la que, en buena parte, ha sucumbido nuestra cultura. Apartados del alma, nos hemos separado de esa vida imaginativa que, de forma natural, se nos muestra con brillantes personificaciones. De modo que ahora nuestras psiques se presentan como abismos oscuros y vacíos. Aún peor: dado que la pérdida de alma es también pérdida del alma del mundo, nuestro cosmos refleja nuestras psiques individuales. Se convierte en el oscuro, vacío y hostil abismo del espacio exterior.
Resulta desconcertante sospechar que la despersonalización no es tan sólo una condición psicopatológica, sino que, en cierta medida, es nuestro estado mental más común; es triste que hayamos transformado un cosmos vibrante y animado en un universo mecanizado y sin alma, como el invierno perpetuo en que gobierna el herido Rey Pescador de la leyenda artúrica.".
(Patrick Harpur. "La tradición oculta del alma").
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