jueves, 21 de marzo de 2013

HASTA AQUÍ LLEGARON LAS AGUAS

HASTA AQUI LLEGARON LAS AGUAS | Francesc Moreu


el dispensador dice: sorprende ver en la alta cordillera de los Andes lugares donde todo indica haber estado bajo aguas oceánicas, caracolas, anomites, belemites... ello se puede comprobar a simple vista más de los cuatro mil de altura en Jujuy, también en Bolivia, incluso en Perú, por ende también en Ecuador y Colombia... el hombre, en armonía con la naturaleza que lo contiene, transitó épocas donde entendía los ciclos, justamente marcados por las aguas, sus niveles y sus inquietudes... indudablemente los reconocía y convivía con ellos prestándoles debidas atenciones, lo cual supone no sólo conocer los ritmos, sino también reconocerlos anticipadamente, ya que la naturaleza siempre brinda señales. Recorriendo hoy mismo, las virtuales páginas de Diario Médico de España, me encontré con este título, que inmediatamente me transportó en el tiempo a mis viajes por el mundo de las ciencias de conveniencias, sin filosofías y sin éticas, a esas extrañas "inteligencias" mal usadas que hacen de los enfermos crónicos esclavos de tratamientos que les prometen treinta días de vida, hasta que las crisis devoran sus posibilidades económicas transformándoles en víctimas propiciatorias de un modelo perverso, que habilita las inequidades promovidas por los estados ausentes y pocos oportunistas presentes, siempre dispuestos a tomar ventaja del sufrimiento ajeno. El título, entonces, lo tomé de las consideraciones de Francesc Moreu porque me sentí identificado con sus comentarios y con la memoria de las sensaciones que uno, cualquiera, va acumulando a lo largo de la vida.


Suena a sueño, claro está. Pero el título me conectó con un detalle que la mayoría de las personas ni siquiera notaría... en varios lugares de Alemania se repite, pero el primero que convocó mi atención tuvo lugar en Köln... en varios lugares públicos están registrados en las paredes, las crecidas de las aguas... hasta aquí en tal año... hasta aquí este otro año... un poco más arriba, un poco más abajo... el Rhein tiene sus ciclos, implacables, y aún cuando el hombre crea que domina, la realidad suele ser bien otra, distinta, lejana a cualquier utopía humana. Cuanto más el hombre mete mano en la naturaleza y sus cursos, más ésta (naturaleza) le devuelve las gentilezas, la mayoría de las veces de manera impensada, imprevisible, y cuando todo se creía controlado... deja de estarlo sorpresivamente. Andando por lugares recónditos, uno va aprendiendo que el ser humano, atrapado por vanidades y soberbias, no aprende de las lecciones, al punto que insiste en sus conductas dominantes... modifica el paisaje... hace de los horizontes espejismos... intenta aprovecharse de los recursos gratuitos legados por y desde la creación... apela a los criterios efímeros de la propiedad... para luego verse cercado por sus propias pretensiones... pero siempre levanta la apuesta, y más allá del mensaje recibido, una vez más pretenderá erigirse como dueño del planeta concedido, de sus suelos y de sus cielos, de sus aires y de sus aguas... y la naturaleza, esto es la creación misma, siempre le envía la misma respuesta... "seguiré estando a pesar de tus pretensiones, incluso estaré cuando tu no lo hagas".


el hombre depende de las fuentes, por ende depende de las aguas, saladas o dulces... de unas o de otras, por distintas razones, pero depende... curiosamente, ni las aguas saladas, como tampoco las dulces, dependen del hombre, simplemente existen y están allí, formando parte de una alquimia que el propio hombre no ha conseguido dilucidar a pesar de las tecnologías... está aquí abajo... se evapora... sube... se condensa... desciende en forma de aguas destiladas... se combina de forma de sostener las formas de vida depositadas en la Tierra... reinicia el proceso y lo repite hasta el hartazgo, retroalimentando el engranaje de la creación... estás... no estás... vuelves a estar... vuelves a partir... te transformas en gota, muchas gotas, suelo, arena, barros... A lo largo de nuestras vidas pretendemos cambiar cosas para imprimirles las huellas de nuestro paso... esto cambió a partir de mi iniciativa... esto fue pintado por mi... esto fue hecho por mis manos... esto escrito es de mi factura... esto... lo otro... pero sucede que todo estaba aquí antes de nosotros... y todo estará aquí después de nuestros tiempos... tal vez no las propiedades... tal vez no los artes... pero sí los ángulos que hacen a la vida de cualquiera de nosotros... las aguas seguirán subiendo o bajando... los cielos estarán despejados o nublados... los aires estarán más limpios sin humanos... pero perdurarán más allá de cualquier antojo, de cualquier atropello, de cualquier atropello. ¿Cómo habrán sido los océanos bañando las alturas de los Andes?... más aún, ¿cómo habrá sido la Tierra cuando la humanidad disponía de menos suelos de los que hoy se exhiben?... ¡cómo habrá sido el océano sobre el Sahara, hoy desierto, y alguna vez descollante de vidas?... inimaginable... turbulento... inquieto... agitado... otro cielo... otra realidad... otras circunstancias... la misma creación en otro tiempo, en otra era...
la imagen que es portada del comentario, me trajo el recuerdo de una estructura perdida en la cordillera de los Andes salteños, un lugar perdido en el tiempo, cerca de Angastaco... ¿qué lo destruyó, un alud?... no sé... no he hallado referencias precisas, tampoco me he preocupado por conocerlas... se me ha impregnado la imagen, parecida, no igual, semejante, cuasi paralela... Creemos que modificamos cosas... la vida nos prodiga de oportunidades, al menos para que lo creamos... tal vez se modifiquen las formas, no los fondos... ya que estos aún habiendo sido transformados, regresarán a sus respectivos puntos de partida, aquellos donde el equilibrio se sostenía a sí mismo... tomamos ideas del "mundo de las ideas"... las hacemos nuestras, pero ellas más tarde o más temprano recuperan sus entidades y sus identidades, y regresan a ser esferas pendientes de nuevos olvidos y otros recuerdos. Otros humanos las tomarán para hacerlas propias, pero padecerán las mismas consecuencias... ellos se irán, las ideas volverán a sus limbos, y las obras serán dejadas atrás por generaciones que entenderán que deben ocupar sus tiempos, imprimiéndoles sus sellos, los propios, no otros. ¿Hasta dónde llegaron las aguas?... hasta aquí, en aquel año... pero no siempre regresan a dicho lugar, alguna vez lo hacen por debajo... otras lo sobrepasan... mientras escribes, otras vidas consumen sus circunstancias... mientras lees, sucede lo propio... mientras pintas también... mientras duermes, mientras trabajas, mientras... vives... a veces los hados te hacen ser escuchado, atendido... otras tantas, simplemente pasas... algunas, quizás, te detengas a observar... en algunas podrás reparar en lo importante... otras lo harás en lo superfluo... dependiendo ello de las fuentes de las que hayas bebido. ¿Hasta dónde te ha llegado el agua?... ¿te has dado cuenta que vives a expensas de ella?... las cosas en las que dejamos huella, finalmente se transforman en sombras, recuerdos que se van esfumando hasta evaporarse... ascienden... se destilan... se precipitan... y todo recomienza... tus herederos lejanos no sabrán de ti, desconocerán tu nombre, ni siquiera podrán pensar en tus circunstancias... porque estarán condicionados por las aguas de sus tiempos... repitiéndose la historia de ti mismo y tus ancestros. Cuando regreses a la vida, las aguas estarán aquí, esperándote... y el primer baño que recibirás, será el de madre. Léase, tu camino comienza en las aguas... también concluye allí. Marzo 21, 2013.-









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