viernes, 1 de marzo de 2013

LAZOS ▲ El precio de las palabras >> El arte en la edad del silicio >> Blogs EL PAÍS

El precio de las palabras >> El arte en la edad del silicio >> Blogs EL PAÍS

Sobre el blog

El imprevisible universo de la creatividad basada en tecnologías digitales: net.art, media art, telepresencia, realidad aumentada. Estamos viviendo tiempos revolucionarios: las nuevas tecnologías han transformado el paradigma del arte, democratizando el proceso creativo e hibridizando el futuro.
“En las sociedades del siglo 21, el arte no se expondrá. Se difundirá”. La Société Anonyme.

Sobre los autores

Roberta Bosco y Stefano Caldana , periodista especializada en arte contemporáneo y nuevos medios.
, periodista especializado en cultura digital.
Juntos escriben sobre temas de arte y cultura digital para CiberP@is, el suplemento dedicado a las nuevas tecnologías de El País y en otras secciones del diario.
Entre otros proyectos, han comisariado Conexión remota, una selección de net.art para la exposición Antagonismos. Casos de Estudio en el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona y las exposiciones Digital Jam y Web as Canvas en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona, para el festival Art Futura; London Calling para el Festival Sonar y Donkijote para Laboral Centro de Arte en Gijón. Son autores de Arte.red, una historia navegable subjetiva de la creación en Internet para El País Digital.

El precio de las palabras

Por: | 28 de febrero de 2013
Word market
A menudo mal utilizadas, desacreditadas y subestimadas, pero también sobrevaloradas y falsamente aduladas, las palabras, en estos tiempos de redes sociales y emoticones, no parecen estar viviendo su mejor momento. Desde la forma de encasillar las relaciones en los perfiles de Facebook, que se pueden liquidar con un simple “es complicado” hasta las homeopáticas potencialidades de los mensajes de Twitter, la variedad lingüística se está enfrentando a un inédito empobrecimiento, que aún no está bien claro si se puede atribuir a una especie de neo-analfabetismo digital funcional, en una era en la que los nativos digitales están más atraídos por las emociones en 140 caracteres, que por los libros.

A partir de estas reflexiones y de la voluntad de redescubrir el valor intrínseco de las palabras, surge Word Market, un proyecto artístico en Internet de Belén Gache, una escritora hispano-argentina afincada en Madrid, que desde 1996 se dedica a la creación de literatura hipermedia y poesía conceptual.
Bajo el lema “¡No se quede atrás. Aumente su riqueza lingüística¡” y “¡Conviértase en el dueño de sus propias palabras!”, Word Market se presenta como un portal de Internet dedicado a la compra-venta de palabras, operación para la cual se necesita una divisa especialmente acuñada: el Wollar.

Word Market de Belen GacheEl proyecto, que por el momento es sólo en inglés, invita el usuario a convertirse en coleccionista o especulador de palabras, realizando compra-ventas de términos cuyo valor pueden fluctuar con el tiempo y en relación a la demanda y las tendencias del mercado. Evidentemente se trata de un proyecto irónico y creativo, enfocado hacia la reflexión sobre el uso de las palabras y no tiene nada que ver con un portal comercial. El mismo Wollar es una moneda ficticia, inventada para manejar las inversiones en el portal, que no comporta ningún coste real para los participantes. El único problema, como en el mundo real, es gestionar mal el presupuesto inicial y quedarse pronto sin blanca. 

Para convertirse en broker de las palabras, tan sólo hace falta darse de alta a través de un sencillo formulario, concebido principalmente para que el usuario disponga de un perfil personal con el cual relacionarse con los demás marchantes de palabras. Para empezar cada agente dispone de 10.000 Wollars, que le permiten realizar sus transacciones, a partir de un listado de los términos más cotizados en el mercado. Cada palabra tiene su valor y hay que reflexionar bien sobre la inversión y si esta puede resultar provechosa a largo plazo. Una buena opción es comenzar invirtiendo los 10.000 Wollars en palabras que todavía no tengan dueño. Realizadas las adquisiciones principales, es posible negociar con otros usuarios la compra de palabras que tengan un especial interés por ejemplo en el ámbito de una colección. Sin embargo comprar palabras de otros, significa también tener que invertir más presupuesto y arriesgarse a  que el término con el tiempo haya perdido valor.
El valor de las palabras se determina mediante un algoritmo que tiene en cuenta el tipo de terminología, el numero de letras que contiene y cuál es el trend (tendencia) en el momento de su adquisición. Dado que este último dato cambia constantemente, también el valor de las palabras, como cualquier otro título, registra fluctuaciones continuas, lo cual permite al usuario que así lo quiera, especular con su precio, beneficiándose con las operaciones.

Word Market - Art
Red Spider, propietario de la palabra "Art" y el certificado de propiedad personalizado (Word Market).
Al comprar una palabra, Word Market envía al cliente un certificado de propiedad personalizado y también la que denomina ‘una página de advertencia’, que se puede utilizar para avisar a los demás que dicho término posee ya un propietario y por ende, su uso está prohibido. Además Word Market ha habilitado un servicio que permite enviar palabras a terceros, como si se tratara de obsequios.

“En tiempos de creciente privatización de los espacios públicos y de profusión de leyes de copyright, Word Market permite operar y beneficiarse con las palabras y sus valores fluctuantes. Las posibilidades de que el lenguaje se privatice por completo no son lejanas. Ser el dueño efectivo de las propias palabras implica evitar pagarle a un tercero para utilizarlas. Reserve sus palabras antes de que otro lo haga”, aconseja Belén Gache, que ha realizado el proyecto por encargo de la productora independiente Turbulence de Nueva York y el apoyo del National Endowment for the Arts.

Belen GacheBelén Gache, que espera poder desarrollar este proyecto también en castellano, es novelista e investigadora de formas literarias experimentales y expandidas y sus obras forman parte de un ámbito que se suele definir literatura hipermedia. Entre sus ciber-poesías destacan los Wordtoys, que retoman las estrategias de escritura de las vanguardias y neo-vanguardias como aleatoriedad, reescrituras, combinatorias y détournements, entre otras técnicas. Sus trabajos se han expuesto en muestras y eventos internacionales, como el Festival FILE (Sao Paulo, Brasil), el Museo Tamayo (México DF), Cyberpoem (Barcelona), Cosmopoética (Córdoba, España), la Bienal de Porto Alegre (Brasil) y E-Poetry 2011 (Nueva York). También es co-directora del sitio argentino Fin del Mundo, una de las primeras plataformas en español para la circulación del net.art.

Word Market - Peace
El certificado de propiedad personalizado para "Peace" comprada por El Arte en la Edad del Silicio.
Para concluir buceando entre las ofertas del ‘mercado terminológico’ no deja de sorprender que las palabras God, Friendship y Mother tengan muy poco valor y el El Arte en la Edad del Silicio pudo comprar por menos de un décimo del presupuesto inicial palabras tan populares como Devil, Flower y Honest. “Hay quienes se la pasan comprando y vendiendo palabras, como meros especuladores. Otros las coleccionan y no quieren venderlas, por más que les hagan ofertas interesantes. Las pujas generalmente tienen lugar para las palabras de moda. Sin embargo, a veces, hay quien compra una palabra en especial sólo para especular y subir su precio”, indica Gache.

You, Opium, Monk y Red resultan ser algunas de las palabras más cotizadas de la semana, en cambio debido a la inflación el popular Love ha llegado a minimos históricos como Peace, que hemos comprado por tan sólo 10 Wollars, aunque no está nada claro si se trata de una adquisición romántica o una buena inversión con la que se podrá especular en el futuro. Finalmente en los últimos días, como era de esperar, el precio de la palabra Pope (Papa) se ha disparado, aunque sigue siendo un título que manejar con mucho cuidado y aún más a la espera del inminente cónclave.


el dispensador dice:
¿cuál es el precio de una palabra?,
¿podrá medirse según el efecto que produce en quien la escucha?,
¿podrá valorarse según la intención que conlleva?,
¿podrá contener energías positivas traducibles,
o podrá contener energías negativas definibles?,
¿podrá herir?,
o bien ¿podrá curar?,
¿o servirá para sanar?,
¿lleva alma o lleva intención?,
¿aporta lógica y razón?,
¿arrasa con los equilibrios del corazón?,
¿cómo suena?...
no puedes comprar ni tampoco vender la imagen de un cielo...
tampoco puedes comprar ni vender aquello que pronuncias,
como tampoco puedes hacerlo con lo que sueñas.
Puedes crear mecanismos para traducir pensamientos en palabras,
y más allá puedes transformarlos en herramientas negociables,
sin embargo, intrínsecamente, contendrán el valor esencial del "efecto"...
intangible... 
pero medible en el tiempo que las personas tienen para interpretar,
introyectar lo que dicha palabra produjo en ellos,
en sus sensaciones y en sus sentidos,
por ende en sus sentimientos.
Hay palabras que no deben ser pronunciadas,
también hay palabras que debieran ser reiteradas,
repetidas sin cesar... porque suman valor en el prójimo,
y enaltecen el espíritu en el propio.
El mejor certificado de valor de una palabra... es su efecto.
La mejor palabra es un "lazo" de eternidad,
un lazo que une afectos... sembrando en el más allá...
flores que movilizan la solidaridad.
Marzo 01, 2013.-      

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