¿Por qué cree que Shakespeare sigue fascinando cuatro siglos después?
Por:Winston Manrique Sabogal16/04/2014
Ilustración de William Blake sobre Macbeth.
Yago. Señor, cuidado con los celos.
Son un monstruo de ojos verdes que se burla
del pan que le alimenta. (De Otelo)
Son un monstruo de ojos verdes que se burla
del pan que le alimenta. (De Otelo)
El naufragio de emociones y sentimientos oscuros del ser humano las supo plasmar magistralmente William Shakespeare. Este fin de mes se conmemoran 450 años de su nacimiento. Con ese motivo hemos querido rendirle un homenaje al más grande de los escritores de todos los tiempos, junto a Homero. Para ello hemos creado en la sección de Cultura de EL PAÍS y en este blog de Babelia un especial, desde hoy y hasta el sábado. Los invitamos a pasar la Semana Santa con un dios de las letras y la creación donde ustedes completarán el puzle del mundo shakespereano y ayudarán de despejar la niebla enigmática que envuelve el hechizo de sus obras. Cada día haremos una pregunta alusiva al tema principal abordado en el especial del periódico. Hoy escriben Javier Marías y Marcos Ordóñez sobre el misterio y la seducción del autor de obras como Otelo, El rey Lear, Macbeth, Hamlet, La tempestad y Romeo y Julieta.
La pregunta hoy es ¿Por qué cree que Shakespeare sigue fascinando cuatro siglos después? ¿Dónde cree que reside el secreto de su eternidad y magia?
Javier Marías, en su artículo de hoy titulado El mayor inspirador, trata de descifrar el miserio: "Shakespeare, entre tantísimas otras, posee una característica extraña; al leérselo o escuchárselo, se lo comprende sin demasiadas dificultades, o el encantamiento en que nos envuelve nos obliga a seguir adelante. Pero si uno se detiene a mirar mejor, o a analizar frases que ha comprendido en primera instancia, se percata a menudo de que no siempre las entiende, de que resultan enigmáticas, de que contienen más de lo que dicen, o de que, además de decir lo que dicen, dejan flotando en el aire una niebla de sentidos y posibilidades, de resonancias y ecos, de ambigüedades y contradicciones; de que no se agotan ni se acaban en su propia formulación, ni por lo tanto en lo escrito".
Marcos Ordóñez se adentra en ese enigma, en el artículo Notas para un ADN, de la siguiente manera: "Como se dice de los mejores toreros, era un “completo”: dominaba todas las suertes. Su originalidad no reside en sus tramas, la mayoría de las cuales procedían de textos ajenos o crónicas históricas: quizás sus dos únicas historias “originales” sean La tempestad y El sueño de una noche de verano. Lo original era lo que hacía con ese material ajeno. Su estilo, su reescritura. Su virtuosismo lingüístico, su imaginación. La amplitud de su arco tonal. Su gusto por el detalle. Su forma de pasar de lo épico a lo íntimo en la misma escena. De escribir comedias terriblemente melancólicas. O tragedias sin lección moral clara, salvo que nosotros somos los responsables de nuestro destino, que no es poca enseñanza".
¿Y usted qué opina? ¿Por qué cree que Shakespeare sigue fascinando cuatro siglos después? ¿Dónde cree que reside el secreto de su eternidad y magia?
El ADN de Shakespeare
El dramaturgo británico era un hombre de teatro, un hombre que encontró su lugar en una familia de cómicos y para ellos escribió poesía dramática
El mayor inspirador
Fuente de fertilidad literaria, el dramaturgo es el escritor que corre más por las venas de los autores del presente
¿Por qué el Bardo sigue fascinando cuatro siglos después?
Los lectores participan en el homenaje a William Shakespeare y tratan de descifrar el hechizo que este ejerce sobre ellos y el teatro contemporáneo
el dispensador dice:
rige Shakespeare porque pone al hombre frente a sí mismo...
lo expone frente a sus virtudes...
lo expone frente a sus falencias...
lo expone frente a sus miserias...
lo expone frente a sus risas...
lo expone frente a sus llantos...
lo traduce en drama, tragedia, o desencanto...
lo traduce en miradas llenas o vacías,
que embelezan al navegante perdido,
que cautivan a aquel que se ha encontrado,
renaciendo de sí mismo,
luego de ser despojado...
no es casualidad lo sucedido,
es causal lo inesperado,
Shakespeare refleja el espíritu,
del hombre frente a su existencia,
ésa que viene pasando,
quebrando vallas,
serpenteando,
volando bajo,
volando alto,
haciendo de actor sin escenario,
transitando su drama,
sin apuntador y sin aplauso...
le llamaría la fascinación de la simpleza,
es sencillo despertar,
y verse reflejado en el espejo,
a sabiendas que se superponen entidades,
algunas como personas,
otras traducidas en maldades,
expresiones del concierto miserable,
de vivir para responder a otras causales,
circunstancias que son como vendavales,
donde se aprueba la razón,
o donde el infierno atrapa a los extraviados infernales...
vale perderse en la lectura de otro tiempo,
reflejo del humano descartado en su momento,
trovador de su propio desconcierto,
afirmando que hay abismos,
más allá de los infiernos...
cuando regresas de las páginas perdidas,
te encuentras con tu alma hecha trizas,
tal vez hayas reído,
tal vez hayas llorado,
como sea se te habrán revuelto las tripas,
descubriendo que alguien te interpreta,
como si no hubiese piel en tu cubierta,
como si fueras sólo alma,
revestida por arenas,
ante su propio reflejo,
de alegrías y penas...
Shakespeare es humanismo puro,
cuando lo descubres...
eres esencia de un susurro.
ABRIL 17, 2014.-
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