ARTE | ‘Conmigo llevo todas las cosas’
Lo necesario y lo contingente
- Santiago Talavera traslada su taller a una galería para hablar sobre el entorno creativo, la acumulación y la catarsis.
"Yo tengo una imagen, un deseo que no he logrado hacer, y es poder trasladar todo el estudio a otro lugar, porque me interesa el taller como paisaje en sí mismo. Creo que hay una especie de caldo donde se generan muchas serendipias, muchos encuentros con el propio material que son muy reveladores para la obra. Los ‘cubos blancos’ aseptizan la obra demasiado…".
Santiago Talavera (Albacete, 1979) ya presentía hace dos años un cambio que ahora se ha hecho real. Un impulso liberador que le ha llevado a deshacerse de todo lo que habitaba en su taller, incluído él mismo, para afrontar una nueva etapa sin los lastres de la que ahora termina.
Pero antes de hacerlo decidió desnudarse, y obsequiar al público con una imagen fidedigna de lo que han sido sus últimos meses de trabajo. No solamente sus obras, sino su espacio, su tiempo y su material acumulado, en una suerte de escenografía que las contiene y las define a la vez. "Es el retrato de un momento concreto", explica el artista, "es lo que alguien vería si llegase en mitad de una tarde de trabajo". Es una verdad contenida en una mentira: es su estudio, reconstruido pieza por pieza, instalado dentro de un espacio expositivo, La New Gallery (Madrid).
El título de la instalación, 'Conmigo llevo todas las cosas', procede de la locución latina 'Omnia mea mecum porto', atribuida a Bías de Priene (siglo VI a.C.). En uno de los asedios que sufrió su ciudad (Priene), un vecino preguntó al sabio en mitad de la huida por qué no recogía sus pertenencias. El filósofo le respondió que lo llevaba todo consigo. Sus conocimientos, su sabiduría. Talavera propone una doble lectura: "La literal, porque he traído todo lo que había en el estudio, y la poética, porque te hace pensar cuánto de lo que tienes realmente necesitas". Y lo único que "realmente necesita" del garaje que ha ocupado durante los últimos siete años es un puñado de libros.
A pesar de ser un habitáculo subterráneo y sin ventanas, en el taller que ahora abandona han germinado paisajes inagotables que ansían ser tridimensionales. Cinco de sus grandes creaciones, más varios bocetos y obras de menor tamaño, forman parte de la instalación que permanecerá en La New Gallery hasta el 16 de noviembre. "Todos los artistas han hecho un 'open studio' alguna vez", señala el galerista Ricardo García, "pero lo que ha hecho Santi es un acto valiente de desnudez". La idea de la catarsis es recurrente en la creación artística, pero la forma de llevarla a cabo admite sorpresas.
Un barroco onírico
El trabajo de Santiago Talavera es fruto de "una feroz bulimia por generar imágenes infinitas abarrotadas de objetos que evidencian la obsesión por el exceso y la acumulación", apunta la comisaria Tania Pardo. "Vivimos en un mundo multirreferencial y vamos conformando nuestra visión de él como un collage", se justifica el artista. Sus paisajes resultan de un agregado de escenas, materiales y perspectivas, pero también de instantes. En algunas de sus obras más conocidas ('Desde el vomitorio', 'La isla de los voraces'), el tiempo parece discurrir en vertical, sedimentando en capas: es presente y es pasado y es mañana a la vez.El artista concibe sus imágenes como algo "orgánico" (basta fijarse para descubrir una boca o el interior de un estómago) o incluso "comestible". Algunas de sus escenas aparecen contenidas en queseras de cristal, como elaborados pasteles listos para el consumo. Talavera atribuye a sus creaciones un carácter lúdico que, dice, "está ligado a un sentido infantil empático con la naturaleza que perdemos cuando empezamos a ver las cosas de forma racional".
Esta pretensión no es un impedimento para que incluya, por otra parte, guiños más o menos sutiles a la actualidad política: "No es mi intención hablar de ello de forma directa, pero es algo que está en el inconsciente colectivo", dice refiriéndose a los negros discursos que emanan de atriles y altavoces en algunas de sus obras.
Una gran ausencia marca su producción: la del ser humano. Sus paisajes (no tanto los que ahora expone como los que acumula en su currículo) tienen mucho de post apocalípticos. "Es probable que el hombre lleve mucho tiempo sin estar allí, y las cosas y la naturaleza hayan establecido sus propias relaciones", explica el artista. "No queda nadie y sin embargo todo está repleto por los restos del naufragio que fuimos… El huracán pasó y fue absolutamente inclemente, sin embargo la hierba crece", escribe sobre ello el comisario Rafael Doctor.
Y Santiago Talavera ya ha plantado sus próximas semillas.
el dispensador dice:
siempre necesitas de un puente,
que te conduzca a apreciar las corrientes,
aguas frías,
aguas calientes,
aguas curativas,
aguas hirientes,
aguas naufragantes,
aguas atrayentes,
asumiendo que las diferencias,
parte de lo consciente,
de saber quién llama,
de reconocer quién consiente,
de entender que las aguas van,
según designios de sus propias fuentes...
SEPTIEMBRE 11, 2013.-
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