domingo, 22 de septiembre de 2013

SUR || El sonido de la naturaleza | elmundo.es

El sonido de la naturaleza | elmundo.es

UNA PARADA DE CAMINO AL SUR


Carlos de Hita

Cinco mil cigüeñas, dos mil flamencos, unos cuatro mil moritos y un número indeterminado de fumareles cariblancos, garcillas cangrejeras, martinetes y gaviotas reidoras. Por no hablar de los patos. Y todo al atardecer, en los estrechos límites horarios del crepúsculo, en los aún más estrechos límites de la pequeña laguna de la Dehesa de Abajo, uno de los pocos lugares con agua suficiente a finales del verano, en el borde norte de las marismas del Guadalquivir.
Todos los campos aledaños son arrozales. Y la comarca es la última etapa para las bandadas de aves migrantes que se dirigen en masa hacia el Estrecho en su viaje al sur. Alimento y refugio en el momento y el lugar adecuados convierten a esta laguna en una impresionante estación de paso.
La primera impresión, antes de mirar con los prismáticos, es engañosa. A lo lejos, en el agua, se ve una hilera de aves zancudas; parecen un inmenso bando de limícolas, cigüeñuelas o avocetas; pero son demasiado grandes. La sorpresa viene cuando descubrimos a miles de cigüeñas juntas, las cinco mil apuntadas más arriba. Ante nuestros ojos asombrados, de un vistazo captamos tantas de estas aves como las que cualquier observador puede llegar a ver a lo largo de muchos años de recorridos por el campo. Un sonido familar, extraño en estos pagos, se propaga por la superficie del agua. Un sonido que nos remite a techumbres de iglesias, a arboledas en campos de labor. Incluso en paso las cigüeñas crotoran, hacen tabletear los picos; a saber para qué, ya que este es un sonido asociado a las ceremonias de saludo y reconocimiento en los nidos.
Junto a ellas, más en su elemento, gruñen satisfechos y se quejan unos flamencos; hay unos dos mil. Con la luz rojiza del sol poniente el flameo que producen al aletear da todo el sentido a su nombre. Si escuchamos con atención percibimos el chapoteo sutil y continuo que escapa de entre sus patas; es el sonido emitido por el pico al agitar y filtrar el agua.
Foto
Un bando de cigüeñas en las marismas del Guadalquivir. | Carlos de Hita
Los bandos de ibis morito sobrevuelan como sombras el lugar. Vienen en grupos dispersos, silenciosos, hartos de comer en los arrozales aledaños; pero si los ibis llegan en silencio no puede decirse lo mismo de la turbamulta que organizan las garcillas cangrejeras que se arremolinan en los tarayes y sauces anclados en el agua, de los chillidos secos de los fumareles cariblancos, de las risas y graznidos de las gaviotas reidoras.
Entre tanto griterío, la única discreta es una gallineta, que trompetea oculta entre las cañas.
Y así, entre gritos, tableteos, trompetazos y chapoteos cae la tarde, llega la noche y con ella algo de descanso a la laguna de la Dehesa de Abajo.



el dispensador dice:
me he sentido como un ave migrante,
yendo de aquí para allá,
mirando el mundo desde un arriba intangible,
distante de las conductas humanas,
lejana de los suelos,
apreciante de los conciertos,
contemplante de las convergencias,
observante de las confluencias...

mirar desde la altura,
te habilita a descubrir las divergencias,
las controversias,
las segundas intenciones comunes a las conveniencias,
las mentiras, las envidias,
y hasta las deformaciones de las ciencias...

he admirado el cielo diurno,
también he admirado el cielo nocturno,
y he quedado subyugado por la Vía Láctea,
por las Pléyades, por Andrómeda,
por Orión como gran cazador estelar,
y me he concentrado en la Cruz del Sur,
una esencia galáctica que define el sentir de un hemisferio terrestre...

la ves como va girando a medida que cursan las horas,
señalando el aquí y o el allá de cada cosa,
signando los destinos cosmogónicos del sur,
señalando las conductas zodiacales de sincronías matemáticas,
que enlazan a las almas nacidas bajo su presencia...
la puerta oculta se ubica justo por debajo de la cruz,
desde allí puede contemplarse su magnificencia,
su complacencia o su molestia,
para lo cual es necesario portar el don de la paciencia,
así como el ser fiosofo de la propia ciencia.

la Cruz del Sur es mi parador,
conservo su señal en la memoria de mi karma,
ser parte es lo que me permite descubrir quien "ama",
o bien, quién usa las lágrimas como "arma",
para embaucar a las víctimas,
pronunciando sentimientos vacíos,
o simplemente, argumentando derechos oportunistas de una propiedad ininteligible...
porque en esencia,
la Cruz del Sur es sensible,
lo suficiente como para definir la calidad de quien respira,
la condición de quien vive,
el valor que guarda el corazón de quien escribe...

sigo migrando... 
peso las palabras que escucho,
según los sentimientos de quien las dice,
por eso conservo las distancias,
para poner a salvo... los sentidos que me bendicen.
SEPTIEMBRE 22, 2013.-

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