martes, 1 de octubre de 2013

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Neruda, el hombre habitado | Cultura | elmundo.es

LITERATURA | Cuatro décadas sin el poeta

Neruda, el hombre habitado

Neruda, junto al club internacional PEN en Nueva York. | Magnum
Neruda, junto al club internacional PEN en Nueva York. | Magnum [MÁS FOTOS]
  • Su biografía es la de un poeta que quiso entender su tiempo a lo ancho
  • Hizo del poema su casa única, la traducción de su ancha voluntad deseosa

Pablo Neruda nació marcado por uno de esos nombres que tienen algo de ritual mapuche: Neftalí Ricardo Eliecer Reyes Basoalto. Lo hizo en el pueblo de Parral (sur de Chile) el 12 de julio de 1904. Y con él llegó una energía poética aún insólita, una suerte de caudal que empujó algo más allá la poesía en español.
Su biografía es la de un poeta que quiso entender su tiempo a lo ancho, quiso realfabetizarlo con una escritura poderosa y excesiva
Es uno de esos hombres de vida apabullante que recorrió el siglo XX como una gran expedición haciendo que el mundo pasara por él con una dimensión barroca donde se convoca el hombre con su entusiasmo y sus quebrantos, integrando en su escritura la naturaleza como un gran espacio cósmico, sumando pasiones como un legado orientador que obedece a una sola consigna: la vida es misterio, creación, compromiso (acertado unas veces, disparatado otras). Neruda es un galope arterial que reúne mil culturas que colisiones, que reúne amor, política, soledades, tristezas. La biografía Pablo Neruda es la de un poeta que quiso entender su tiempo a lo ancho (como Rubén Darío, como Whitman), quiso realfabetizarlo con una escritura poderosa y excesiva, con una vocación incesante y desbordada.

Después de un precoz 'vagabundeo' de muchachito alumbrador se estrena en 1924 con la fuerza expeditiva de unos poemas amorosos que constituyen un nuevo estatuto de la palabra, con el modernismo aún arrastrando los pies sobre su idioma. Y el resultado de aquella búsqueda inflamable es 'Veinte poemas de amor y una canción desesperada'. Porque como escribe en 'Confieso que he vivido', "el joven sale a la vida creyendo que es el corazón del mundo y que el mundo se va a expresar a través de él". Y ése, exactamente, es el conflicto para el que se reservaba. Como acertó Umbral, "Neruda nos enseñó a mirar la verdad cuando sólo mirábamos el espectro de la rosa".

Es el gran poeta abundante del español. El viajero incombustible que en 1927 inicia un peregrinar como cónsul de Chile por Birmania, Sri Lanka, Java, Singapur, Buenos Aires, Barcelona y Madrid. España lo aúpa. Se instala en la 'Casa de las flores' de Argüelles. Lo abrazan Federico García Lorca y Alberto. Y él abraza a Miguel Hernández con la bondad del hermano grande.

 

Del mar al cáncer

La Guerra Civil es el primer zarpazo. El asesinato de Federico le deja una orfandad incalculable. Entonces comienza la expedición ideológica de Neruda que va de la hermandad con la República al comunismo pétreo. Del canto a la libertad a la 'Oda a Stalin' (por otra parte, un poema febril). De las embajadas al Nobel. De París a Moscú. De la lucha al desengaño. Del mar al cáncer. De todas las mujeres a Matilde Urrutia, la 'Patoja'. De Isla Negra a la muerte, cuando los militares arrasan con la legitimidad presidencial de Salvador Allende en Santiago de Chile y ese largo lote de crímenes de los golpistas acelera el enfermo final de un poeta con voz de agua lenta o de campanas. Era 1973.
Neruda hizo del poema su casa única, la traducción de su ancha voluntad deseosa. Hasta las casas que habitó las fue convirtiendo en paradigma de ese extravagario barroco
Pero entre medias, algunos libros principales de la literatura: 'Residencia en la Tierra', con su realismo fosforescente, con sus imágenes rodantes como un alud de poesía que todo lo convierte en carne del poema.

Después 'Canto general', que es donde pone a vivir todas las cosas de América. El orfeón de un sólo hombre desnudando un continente, el gran bazar americano donde deletrea culturas y costumbres, y territorios, y soles, y anocheceres. Así hasta las 'Odas elementales', que es el gran libro de las cosas, los poemas de lo inmediato, la gran poesía de lo pequeño como esas verdades que por fin llegan a oírse.

Y es que Pablo Neruda hizo del poema su casa única, la traducción de su ancha voluntad deseosa. Hasta las casas que habitó las fue convirtiendo en paradigma de ese extravagario acumulativo y barroco de su sentir, de su mirar. 'La Chascona' en Santiago, 'La Sebastiana' en Valparaíso, 'Isla Negra' en Isla Negra. Casas que son poemas habitables, cobijos contra la tormenta.

Hace 40 años que murió Neruda y sigue en pie la certeza de Luis Rosales: "Su poesía se ha ido extendiendo por todas partes con su inmenso prestigio y su extensa influencia". 'Dadme para mí la vida,/ todas las vidas,/ dadme todo el dolor/ de este mundo,/ yo voy a transformarlo/ en esperanza. Pues eso.


el dispensador dice:
no puedes pasar por la vida,
sin entender tu tiempo,
necesitas sapiencia,
para comprender los vientos,
para descifrar qué dicen en cada intento,
traducir sus palabras en profusos silencios...

no puedes pasar por la vida,
sin saber de vientos,
dependen las velas y los sentidos del tiempo,
las direcciones determinan los puertos,
no sabes de semillas si no tienes tus huertos...

a veces colisionan los destinos,
oportunidades sin puertos,
a veces colisionan los sentidos,
nacidos sin huertos...
como toda raíz necesita de suelos,
mirar a lo lejos alienta los sueños...

prender la esperanza es cuestión de esfuerzo,
la voluntad se ata al pensamiento,
hay reflexión cuando se honra el tiempo,
toda pasión es como vela en su viento...

cuando se llega a la colisión,
el camino es incierto,
cuando se acude a la razón,
aparece el desierto,
dejarse llevar es imaginar un puerto,
no importan las distancias... cuando se ve a lo lejos.
OCTUBRE 01, 2013.-

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