miércoles, 2 de octubre de 2013

FUNDAMENTALISMOS ► La rebelión de la sinrazón | Opinión | EL PAÍS

La rebelión de la sinrazón | Opinión | EL PAÍS

TRIBUNA

La rebelión de la sinrazón

Nos enfrentamos a diversas formas de absolutismo y fundamentalismo que nos han conducido a la unidimensionalidad del pensamiento y ponen en peligro los fundamentos básicos de la civilización humana


EDUARDO ESTRADA

En una ocasión Theodor Adorno afirmó que no era posible escribir poesía después de Auschwitz. Escribió esas famosas palabras en 1949, antes de que la palabra Auschwitz pasara a simbolizar el terror y la destrucción a gran escala que fue el Holocausto. La afirmación se enmarca en una crítica más general de la modernidad capitalista y la Ilustración, de la que Auschwitz y la barbarie nazi se consideran ramificaciones. En este sentido, cuando Adorno mencionó Auschwitz no aludía al campo de concentración de la Polonia ocupada, sino más precisamente a los perturbadores procesos culturales occidentales que produjeron lo que hoy se conoce como Holocausto. Un proceso que redujo a humo y cenizas a seres humanos vivos, reduciendo al tiempo todas las formas de discurso al nivel de lo innombrable. “Auschwitz niega todos los sistemas, destruye todas las doctrinas”, afirmó Elie Wiesel. Quizá por eso la afirmación de Adorno sea prácticamente inevitable al debatir la relación entre cultura y barbarie.
En los últimos 50 años, la observación de Adorno ha sido una de las piedras de toque de quienes han escrito sobre la concepción de la cultura y en general sobre la historia de las ideas. Necesitamos analizar lo que podríamos calificar de paradigma pos-Auschwitz, tan evidente en las reflexiones de Adorno sobre la cultura posterior al Holocausto. Adorno expresa la imperiosa necesidad de representar las atrocidades nazis y la imposibilidad de hacerlo. Sin embargo, su llamamiento al silencio no puso fin a la posibilidad de la cultura después de Auschwitz, sino que más bien recalcó la paradójica situación en la que se encontraban poetas, escritores y filósofos después del Holocausto que, siendo una sistemática y mecánica aniquilación de los judíos, perversamente organizada con burocrática eficacia, destruyó la propia idea de cultura vigente hasta el siglo XX. Como escribió George Steiner: “Ahora sabemos que un hombre puede leer a Goethe o Rilke por la noche, que puede tocar a Bach y Schubert, y por la mañana acudir a su trabajo en Auschwitz”.

Auschwitz constituye una aberración, una destrucción ilimitada de la condición humana
Si Auschwitz formó parte esencial del proceso civilizador, parecería razonable decir que no solo tenía que ver con Alemania y con los judíos, sino con el conjunto de la humanidad. La paradoja a la que nos enfrentamos en tanto que sujetos posteriores al Holocausto aparece claramente en primer plano gracias a la siguiente actitud intelectual: guardar silencio y racionalizar ese silencio partiendo del reconocimiento de la incapacidad subjetiva para representar el horror no es más que una ilusión autocomplaciente. La cultura humana ya se había utilizado para envolver los crímenes más bárbaros. Hacer caso omiso de esa cultura después de tales atrocidades se considera una labor imposible. Es decir, Auschwitz es una aberración de nuestras esencias porque constituye una degradación y una destrucción ilimitadas de la condición humana. En consecuencia, no es un accidente o un error histórico, es un trauma de la civilización humana.
Irónicamente, ese trauma no ha quedado detrás de nosotros en la historia contemporánea. Nos mira a la cara en el futuro en calidad de imperativo ético. Esto explica que, para la labor socrática de la cultura en el mundo actual, sea crucial mantenerse fiel a la ética. Esa fidelidad no consiste en desear que la propia vida vaya lo mejor posible, sino en hacer lo que es éticamente mejor para que sea diferente. Kierkegaard vio en este proceso el momento justo en el que se pasa de la “no verdad” a la “verdad”, del “no ser” al “ser”. En consecuencia, la idea de que se puede analizar la vida planteándose preguntas intemporales y universales sigue siendo tan revolucionaria hoy como en la época de Sócrates.
Esta labor socrática de “vivir en la verdad” suscita el espectro de un problema más amplio: pensar en la cultura es una labor crítica que, sin embargo, se enmarca dentro de otra labor mayor: la lucha contra la mediocridad. Las épocas mediocres hacen de la labor socrática algo todavía más necesario y pueden conseguir que los individuos que buscan la excelencia sean más receptivos a sus lecciones. El hecho de que una entidad como la cultura, en apariencia impotente, sea realmente capaz de superar la mediocridad es en verdad sorprendente y alentador. Sin embargo, en muchos sentidos la cultura contemporánea es la peor enemiga de sí misma. La mediocridad, con su insistencia en la fama más que en la ejemplaridad, ha minado la repercusión moral del arte, la filosofía y la literatura en la sociedad contemporánea. El presente será incapaz de criticarse a sí mismo en tanto no pueda acceder a lo que le es ajeno o conceptualizarlo. Sin una crítica del conformismo general, el presente se extenderá indefinidamente y sin solución de continuidad hasta el futuro. En consecuencia, la crítica es la posibilidad de una ruptura, experimentada en el presente. Es una situación en el mundo vivido que ofrece posibilidades alternativas que exigen atención.

Sin una crítica del conformismo general, el presente se extenderá indefinidamente hasta el futuro 
A la luz de esta idea de la crítica es donde el lúcido punto de partida de Ortega y Gasset encuentra hoy en día toda su pertinencia y relevancia. “La vida es, esencialmente, un diálogo con el contorno”, decía Ortega en 1924 en Las Atlántidas. En 1929 escribió La rebelión de las masas, libro en el que analizaba la crisis política y social que sufría Europa. No fue el único pensador en detectarla, pero su análisis fue especialmente importante, ya que para él las causas de tal situación radicaban en la generalizada distribución del poder social entre las masas. No hace falta decir que su evaluación, esencial cuando se escribió, resulta todavía más esencial y relevante al aplicarse a nuestro tiempo.
En consecuencia, la “rebelión de las masas” no es un fenómeno privativo del siglo XX, ya que se ha abierto paso hasta el XXI y está cobrando impulso. La “rebelión de la sinrazón” es ahora un problema mundial. Nos enfrentamos a ella en la vida cotidiana, plasmada en diversas formas de absolutismo y fundamentalismo que ponen en peligro los fundamentos básicos de la civilización humana. En la sociedad contemporánea, la rebelión de la sinrazón también ha conducido a la unidimensionalidad del pensamiento y este, a su vez, al eclipse de la alta cultura y a la extinción de los valores intelectuales clásicos entre una población que se ha vuelto totalmente indiferente al sentido de la vida. Según Ortega, “no sabemos lo que nos pasa y eso es precisamente lo que nos pasa, no saber lo que nos pasa”. Esta observación, escrita por Ortega en Esquema de la crisis, indica claramente la pérdida de nuestra concepción del futuro. Lo cual confirma todas nuestras sospechas sobre la mediocrización de la cultura humana en el mundo actual.
La humanidad ha quedado sola con varios gritos individuales en la oscuridad que nos animan a buscar señales de excelencia y nobleza en grandes documentos del pasado. Solo el tiempo nos dirá qué repercusiones tendrán esas nobles llamadas a la excelencia en las generaciones futuras, porque el tiempo es nuestro único pasaporte al futuro.
Ramin Jahanbegloo, filósofo iraní, es catedrático de Ciencias Políticas en la Universidad de Toronto.
Traducción de Jesús Cuéllar Menezo.


el dispensador dice: ha llegado la hora de repensar el pensamiento, como también ha llegado la hora de repensar la humanidad, como asímismo ha llegado la hora de reformular los humanismos, recuperando las fuentes... curiosamente, esta tarea, nada fácil por cierto, será tarea de las gentes comunes, las gentes de la calle, las gentes anónimas, las gentes desconocidas que no aparecen en ningún medio corporativo, ni gráfico ni televisivo... el capitalismo aberrante, el que promueve el negocio financiero por sobre las vidas de la humanidad como raza, ha generado un punto de ruptura en la cultura humana, un quiebre que se ha llevado puesto el humanismo a cambio de priorizar cualquier negocio, todos los negocios, un fundamentalismo que desmerece lo genuino pero favorecer lo superfluo... ¿cuántas historias humanas han quedado por el camino a manos de este atropello a la persona?... ¿cuántos destinos se han esfumado a manos de este fundamentalismo perverso que ha conferido importancia a todo aquello que no tiene ninguna importancia?... o peor aún, ¿cuánto daño padece la humanidad como consecuencia de los fundamentalismos económicos que propone el modelo aberrante de recetas que devoran los valores del alma?... nadie lo podrá cuantificar, pero el daño es tangible, es visible en cualquier lugar del mundo humano de los anónimos, esos que han quedado esclavizados por unos pocos oportunistas de cualquier poder, de los obsecuentes del poder, de los negligentes del poder, y hasta de los necios por poder. Las voces de las gentes sin voz se están alzando en todo el planeta humano reclamando un basta!... un basta que nace en la cultura de las rutinas... en las esencias que sostienen a las tribus, a todas y cada una de las tribus, a cualquier tribu, porque el ser humano es social por excelencia y necesita de la tribu tanto como de la madre para poder existir y sostener la existencia. Los intereses que se han apoderado del mundo humano, reinos mediante, virreinos mediante, dictaduras mediante, democracias mentidas mediante, falsas repúblicas mediante, por desidia, por codicia, por vanidad, por avaricia, por angurria, por envidia, ha colocado al mundo humano de los mortales de rodillas... sin darse cuenta que la Tierra es una sola, concedida para todos en sus tránsitos por los tiempos respirables, o lo que es lo mismo, concedido para cada uno de los seres humanos nacidos de madre, a efectos que puedan vivir un lapso contenedor de la gracia que habilita a cursar el propio destino. Y el empecinamiento ha sido de tal magnitud que se ha agotado en sí mismo... ha arrasado con el mundo humano restándole humanismo... ha arrasado con los valores genuinos para reemplazarlos por falsos valores... y ha sometido los sentidos de la vida a la mentida satisfacción de saberse atrapado, un modelo extraño de esclavitudes acordes a las necesidades de corporaciones perversas, propiedad de seres que parecen humanos pero que sólo son una cáscara sin espíritu, sin sentimientos, sin sentidos, sin afectos, algo semejante a un tiranosaurio depredador de destinos y futuros. Este modelo de economías fraudulentas ha aventado fundamentalismos que han enfrentado a hermanos, familias, personas de bien, simples, sencillos, inocentes, humildes, haciéndoles creer que los fundamentalismos del poder "salvan" el tiempo de la vida, cuando en verdad sucede exactamente lo contrario... una vez más, Dios no tiene religión, por ende no es musulmán, no es judío, y mucho menos católico... Dios es Dios de humanos, que tienen FE en él, que creen en él, o que no creen en él... lo fundamental pasa por los valores, no por los fundamentalismos exacerbantes de las locuras personales, esas que instalan inquisiciones en desmedro de las equidades de la vida. Ayer se ha producido tal vez, un hecho que pasará a la historia por significar un quiebre con lo cursado hasta aquí, los empecinamientos corporativos, políticos y empresarios, de la mayor economía mundial, han colocado de rodillas al gobierno de ese país, haciéndole saber que nada es más importante que la perversidad, el cinismo, y la hipocresía... y sin quererlo, han colocado al descubierto, sus verdaderas segundas intenciones, seguir sometiendo a la humanidad a sus antojos sectoriales, mezquinos, negadores por excelencia... y justo ayer, los cielos se han abierto anunciando que ningún fundamentalismo es superior a la humanidad como raza... y cualquiera sea el resultado de esta controversia, la humanidad será otra, porque cada alma tiene un valor intrínseco que es único, revelador de los sentidos del destino y de la gracia... no habiendo ningún destino superior a otro... no habiendo ningún espíritu superior a otro... y dicho valor, proveniente de la fuente de los sentidos de la vida, ha quedado expuesto anunciando que lo único importante, es el ser humano, hombre y mujer, mujer y hombre, y nada más. OCTUBRE 02, 2013.-

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